El gen egoísta y El fenotipo extendido

Escrito por Horacio Cano Camacho

Horacio Cano Camacho,
Profesor Investigador del Centro Multidisciplinario de Estudios en Biotecnología y
Jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia de la
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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Hoy vamos a recomendar dos libros fundamentales —y clásicos— en la biología. Se trata de textos de ciencia, pero también de filosofía, ya que nos abren nuevas perspectivas para entender la vida. La recomendación de hoy surgió de una charla con alumnos que no los conocían. Les dije que estos libros son lecturas obligatorias para todo estudiante de ciencias biológicas y, en general, para cualquiera interesado en comprender los procesos que definen la vida.

Existe una definición operativa de la vida que manejan muchas agencias científicas: La vida es un sistema químico autosostenible capaz de evolución darwiniana. Esta definición tiene varias ventajas: presenta a la vida como una propiedad dirigida por fuerzas internas y sometida a selección natural. Pero, ¿qué controla ese sistema químico? Necesitamos ampliar nuestra definición. Consideremos ahora una variable más: La vida es un sistema producido por la conjunción de información y energía. Con esta adición, introducimos la variable información. Y sí, la vida depende de la información. La información son las instrucciones para construir y operar el sistema químico autosostenible. ¡Veamos!

Los seres vivos somos los únicos objetos en el universo conocido capaces de autoconstruirnos. Del universo tomamos únicamente los ladrillos necesarios para «fabricar» todo lo que nos compone: aminoácidos, ácidos grasos, azúcares y algunas otras moléculas, además de minerales y elementos sueltos. Con ellos, los seres vivos —desde una bacteria hasta el más sofisticado organismo pluricelular— construimos y producimos la energía para todo el trabajo. Transformamos aquello que obtenemos (básicamente carbono, nitrógeno, oxígeno, hidrógeno, fósforo y varios elementos más) en proteínas, carbohidratos, lípidos, ácidos nucleicos, vitaminas y cofactores, siguiendo siempre «planos» o instrucciones internas propias de los seres vivos.

Además, los seres vivos somos los únicos con capacidad para reproducirnos y permanecer constantes, aunque esa constancia no es absoluta. Con el tiempo, se acumulan cambios en nuestra estructura química que nos modifican ligeramente y, estos cambios, son seleccionados según influyan positiva o negativamente en nuestra adaptación al medio.

Finalmente, los seres vivos somos los únicos objetos en el universo conocido con capacidad para heredar las instrucciones que construyen el sistema químico que nos define. Estas instrucciones son información escrita en un lenguaje químico: los genes.

 

Un gen es una unidad de información genética representada en una molécula de ácido desoxirribonucleico (ADN, o DNA en inglés). Esta molécula porta los genes en forma de secuencias de nucleótidos que contienen información química para construir, operar y dirigir eso que llamamos vida.

Y es sobre los genes que tratan los libros que hoy recomendamos. El gen egoísta, publicado en 1976, constituye una obra revolucionaria en biología, ya que centra su atención no en los organismos ni en las poblaciones, sino en los genes como protagonistas de la evolución. Dawkins sostiene que la evolución darwiniana gira en torno a la información. El libro introduce una idea revolucionaria e inquietante: los organismos no son más que «vehículos» temporales utilizados por los genes para perpetuarse. Según Dawkins, los genes «egoístas» se esfuerzan por replicarse de manera efectiva en generaciones futuras, utilizando estrategias que maximizan sus probabilidades de éxito. Este egoísmo genético, sin embargo, no significa que los organismos sean egoístas; de hecho, puede dar lugar a comportamientos altruistas si estos favorecen la supervivencia de los genes.

El segundo libro, El fenotipo extendido (1982), se escribió como una extensión de El gen egoísta y plantea que el efecto de los genes no se limita al control interno del organismo, sino que puede extenderse al entorno, afectando a otras comunidades y organismos. El fenotipo, tradicionalmente, se define como las características observables de un organismo, determinadas por sus genes y su ambiente. Dawkins lleva este concepto más allá, argumentando que los efectos de los genes también pueden manifestarse en el entorno externo o en otros organismos. Por ejemplo, las redes tejidas por una araña, las madrigueras de un castor o los comportamientos manipuladores de un parásito en su huésped son extensiones del fenotipo controladas por los genes.

Ambas obras están escritas con un estilo muy claro y dirigidas a todo público, aunque El gen egoísta es más accesible que El fenotipo extendido, que es un poco más técnico. Ambos libros se complementan muy bien y constituyen lecturas esenciales para quienes desean comprender las bases de la evolución desde una perspectiva innovadora. Son una fuente de inspiración y una invitación a reflexionar sobre nuestra propia naturaleza y lugar en el universo. Una visión científica y filosófica de la vida.