Anfibios y reptiles: Una batalla contrarreloj

Escrito por Jorge Alejandro Marroquín Páramo e Ireri Suazo Ortuño

¡Los anfibios y reptiles se suman a la sexta extinción! 

La apertura de los bosques para siembra y pastoreo necesarios para alimentar a las más de siete mil quinientos millones de personas que habitamos en el planeta, la introducción de especies exóticas, el tráfico ilegal de especies, la contaminación ambiental, las enfermedades emergentes causadas por infecciones y el cambio climático global, ponen en riesgo de extinción a los anfibios y los reptiles, animales considerados muy vulnerables ante la situación actual de nuestro planeta.

Dentro de los vertebrados terrestres —anfibios, reptiles, aves y mamíferos—, los anfibios y reptiles son los dos grupos que actualmente enfrentan el mayor riesgo de desaparecer. De acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, se calcula que en conjunto, cuentan con más especies en alguna categoría de extinción.

Estos grupos integrados principalmente por sapos, ranas y salamandras (anfibios), y serpientes, lagartijas, cocodrilos y tortugas (reptiles), tienen características muy particulares que los distinguen, pero que los hacen también vulnerables a los efectos negativos de las actividades humanas y disturbios naturales.

Los anfibios, por ejemplo, se caracterizan por tener una piel altamente permeable y desnuda, es decir, sin presencia de pelo, escamas o plumas, lo cual les facilita el intercambio de gases y la absorción de humedad, pero les confiere una alta sensibilidad a sustancias tóxicas que son cada vez más frecuentes en los cuerpos de agua que habitan, además, presentan huevos sin una cáscara protectora (huevo anamniota) por lo que son muy susceptibles a la desecación.

Los reptiles por su parte, se caracterizan por tener un huevo con cáscara protectora (huevo amniota) y una piel cubierta de escamas, y aunque esta piel les confiere mayor resistencia a cambios ambientales asociados a contaminantes y a fluctuaciones de temperatura, se ha documentado que un incremento en ésta, puede afectar a las especies en las que el sexo de los individuos se determina por las temperaturas de incubación, como es el caso de los cocodrilos y las tortugas marinas, mientras que muchas serpientes y lagartijas también presentan una alta especialización de hábitat y de presas, y tanto anfibios como reptiles, tienen en general bajas capacidades de dispersión.

 

Amenazas preocupantes que los expone a una batalla contrarreloj

Dentro de la introducción de especies exóticas, tenemos la preocupante invasión de pitones de Birmania, una serpiente que se ha adaptado y reproducido en los pantanos de Florida y que representa el principal depredador de mamíferos locales, ya que compiten con depredadores nativos como caimanes, pumas o linces. A su vez, la contaminación ambiental que ocasiona entre otras cosas, malformaciones en muchos individuos —como los de la salamandra de montaña (Ambystoma ordinarium) que habita casi exclusivamente en los arroyos de montaña de Michoacán—; las enfermedades emergentes como la infección ocasionada por el hongo Batrachochytrium, que ha causado la presunta extinción de 90 especies y el declive de más de 500 especies; así como el tráfico ilegal de boas, falsos coralillos, iguanas y lagartijas arbóreas, entre otros anfibios y reptiles, ha llevado a la disminución de las poblaciones de muchas de sus especies.

El cambio climático y las amenazas anteriores, se suman a la ecuación que hace que más del 41 % de especies de anfibios y más del 19 % de especies de reptiles, se encuentren actualmente amenazadas. Estas cifras han hecho que algunos científicos declaren que los anfibios y reptiles se suman a la sexta gran extinción masiva por la que está pasando la tierra, y al parecer, la más intensa de toda la historia.

 

Estrategias de supervivencia

Las diferentes especies que habitan nuestro planeta, han evolucionado bajo la influencia de todo tipo de disturbios naturales (incendios, erupciones volcánicas, huracanes, entre otros más), por lo que no es de extrañar que hayan desarrollado diferentes estrategias para adaptarse a los efectos ambientales que estos fenómenos traen consigo.

Independientemente de cada caso, las especies han desarrollado a lo largo de millones de años, métodos que les garantizan un buen éxito reproductivo y altos niveles de supervivencia, sin importar la presión que ejercen los disturbios naturales y sus depredadores nativos.

Rana Pico de Pato (al centro, Diaglena spatulata), Serpiente caracolera (abajo, Dipsas gaigeae), Abaniquillo (arriba, Anolis nebulosus) del bosque tropical seco de Chamela, Jalisco, México. Fotografías de Juan Manuel González Villa 

El cambio climático afecta a los anfibios y reptiles

Los disturbios naturales como las tormentas, tornados y huracanes, siempre han estado presentes en nuestro planeta y son los responsables, en muchas ocasiones, de las estrategias de supervivencia y reproducción de las especies. Pero, debido a que la acción del hombre es cada vez más intensa, algunos de estos fenómenos son cada vez más frecuentes, en parte, por el cambio climático que afecta la circulación de las masas de aire y agua de los océanos.

Las fuertes sequías tras el fenómeno del niño, el derretimiento de los polos, la variación en las temperaturas de los océanos y los huracanes, son los que comúnmente más afectan las poblaciones de organismos como los anfibios y los reptiles.

 

Los huracanes y la herpetofauna de los bosques tropicales secos

La evaporación debido al aumento de las temperaturas en los océanos hace que este tipo de fenómenos se vuelvan más intensos y que alcancen categorías más altas en la escala de Saffir-Simpson. Los huracanes categorías 4 y 5 han aumentado en los últimos años, alcanzando rachas de vientos que nunca se habían registrado, como es el caso del huracán Patricia que se formó en el océano Pacífico y fue considerado el huracán más grande en este hemisferio, ya que alcanzó rachas de vientos de 260 Km/h. Este tipo de huracanes, al ser más frecuentes, impactan lugares y afectan especies que no están adaptadas a eventos de esta magnitud, poniendo en riesgo su viabilidad a largo plazo.

En particular las especies que presentan baja capacidad de dispersión como los anfibios y reptiles, suelen ser más susceptibles a estos cambios, ya que otras especies como las aves y la mayoría de los mamíferos pueden huir con cierta facilidad de eventos puntuales como incendios, tsunamis, inundaciones, sequías o huracanes.

 

Un ejemplo del impacto de huracanes: Proyecto MABOTRO

En la región de Chamela ubicada en la costa de Jalisco, México, han impactado directamente en los últimos años dos huracanes de gran intensidad: el primero el huracán Jova (octubre de 2011) y después el huracán Patricia (noviembre de 2015), que fue considerado, como antes se mencionó, el más grande jamás visto desde un satélite. Llama la atención que históricamente esta región se ha caracterizado por la baja incidencia de huracanes de gran intensidad.

En esta área se ubica la Reserva de la Biósfera Chamela-Cuixmala, en la que se protegen más de diez mil hectáreas de Bosque Tropical Seco y desde hace más de 15 años, se realizan investigaciones científicas bajo el Proyecto MABOTRO (Manejo de Bosques Tropicales), con el que se estudian desde plantas y pequeños vertebrados, hasta grandes mamíferos. Este sistema de estudio incluye a los anfibios y reptiles que en conjunto se le conoce como herpetofauna.

Debido al constante muestreo de las especies de anfibios y reptiles antes del paso de los huracanes Jova y Patricia, fue posible conocer qué tipo de especies existen en esta región, la abundancia de cada una de ellas, tanto en el bosque conservado como en los bosques secundarios y potreros cercanos a la Reserva. Con el paso de los huracanes, la estructura vegetal de gran parte del bosque cambió, ya que muchos árboles perdieron su copa o fueron derribados, causando una mayor apertura del dosel y mayor radiación solar en el suelo, cambiando notoriamente la abundancia de las especies de anfibios y reptiles.

En el caso de los anfibios, su abundancia disminuyó después del paso de los dos huracanes, y en algunas especies como la rana pico de pato (Diaglena spatulata), su disminución fue dramática; lo mismo sucedió con varias especies de serpientes. Por el contrario, la abundancia de varias especies de lagartijas aumentó después del paso del huracán Jova, pero después del huracán Patricia, disminuyó aún más.

Los cambios observados en la abundancia de las especies de anfibios y reptiles en respuesta al impacto de los huracanes, puede deberse en parte, a que algunos individuos mueren por los fuertes vientos, las inundaciones o la gran cantidad de objetos que los huracanes lanzan por los aires como fragmentos de suelo, rocas, ramas, troncos e incluso animales de talla pequeña, pero también, por la pérdida de refugios, lugares para regular su temperatura o por la escases de alimento, que puede ocurrir después de estos impactos.

Los resultados encontrados en este importante proyecto muestran que, en muy pocas horas las especies animales pueden enfrentarse a fenómenos naturales cada vez más violentos por causa del cambio climático, lo que indica que quizá, aún no estén preparados para enfrentar estos cambios.

Tomando como ejemplo lo que sucede con la herpetofauna y los huracanes en nuestro planeta, y por los resultados que brinda el Proyecto MABOTRO, las especies animales, entre ellas los anfibios y reptiles, están en una batalla contrarreloj, y si no hacemos algo para revertir los efectos del cambio climático, quizá no tengan el tiempo suficiente para adaptarse a los nuevos fenómenos naturales, teniendo como destino desaparecer como un efecto más de las acciones desmedidas del ser humano.

 «Debemos parar o controlar el mal llamado

“progreso” de las acciones humanas

para disminuir o dejar de destruir la naturaleza

y no permitir que más especies

estén en una batalla contrarreloj» 

Para Saber Más:  

Bosch J. (2003). Nuevas amenazas para los anfibios: enfermedades emergentes. Munibe, 16:56-73.

http://www.aranzadi.eus/fileadmin/docs/Munibe/2003056073.pdf 

Caetano E., Innocentini V., et. al. (2010). Cambio climático y el aumento del nivel del mar. En: A.V Botello, S. Villanueva-Fragoso, et. al. (editores). Vulnerabilidad de las zonas costeras mexicanas ante el cambio climático. México, Gobierno del Estado de Tabasco, Semarnat-Instituto Nacional de Ecología, UNAM-Instituto de Ciencias del Mar y Limnología, Universidad Autónoma de Campeche, pp. 283-304.

http://www.keneamazon.net/Documents/Publications/Virtual-Library/Ecosistemas-Marinos/4.pdf#page=301

Ceballos G. y Ortega-Baes, P. (2011). La sexta extinción: la pérdida de especies y poblaciones en el Neotrópico. En: J. Simonetti y R. Dirzo (editores). Conservación biológica: perspectivas de Latinoamérica. Chile, Editorial Universitaria, pp. 95-108.

https://www.researchgate.net/profile/Gerardo_Ceballos4/publication/236609083_1_Ceballos_G_and_Ortega 

De Sá R.O. (2005). Crisis global de biodiversidad: importancia de la diversidad genética y la extinción de anfibios. Agrociencia, 9(1-2):513-522.

http://www.chalk.richmond.edu/Leptodactylus/pdf/deSaCrisisBiodiversidad.pdf

 

Jorge Alejandro Marroquín Páramo, Estudiante del Programa Institucional de Doctorado en Ciencias Biológicas en la Opción Recursos Bióticos adscrito en el Laboratorio de Herpetología del Instituto de Investigaciones sobre los Recursos Naturales (INIRENA) de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

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Ireri Suazo-Ortuño, doctora en Ciencias Biomédicas y Profesora e Investigadora del Laboratorio de Herpetología del Instituto de Investigaciones sobre los Recursos Naturales (INIRENA) de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

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