ARTÍCULO
Violencia obstétrica: naturalización del patriarcado en México
Agustín Molina-Sánchez y Patricia Delgado-Valerio
Resumen
La violencia obstétrica es un tipo de violencia que afecta directamente a las mujeres embarazadas y se configura a través de maltratos que se sufren antes, durante o después del parto y que también puede perjudicar al recién nacido. Se establece de forma simbólica y por secuelas del patriarcado. La mayoría de las veces las víctimas no la distinguen como una agresión que puedan denunciar, pero sí sufren los perjuicios que conlleva, como daños físicos, sexuales, psicológicos e incluso la muerte.
Palabras clave: Embarazo, derechos humanos, patriarcado, violencia obstétrica.
RECIBIDO: 03/07/2024; ACEPTADO: 18/11/2024; PUBLICADO: 19/12/2025
¿Qué es la violencia obstétrica?
La violencia contra las mujeres es un problema que ha permeado a lo largo de diversas épocas y espacios geográficos, perpetuada por las costumbres e ideas derivadas del patriarcado con las que se vive habitual e históricamente, pese al progreso e implementación de una basta normatividad para su erradicación, lo que demuestra que la reglamentación no es suficiente, porque parte del problema es que las mujeres se han resignado y habituado a vivir con maltratos y desigualdades, a soportar situaciones que las vulneran de diversas formas y en variados contextos, por ejemplo, en el sector salud, donde se configura la violencia obstétrica, es decir, el maltrato que se sufren las mujeres antes, durante o después del parto.
El maltrato obstétrico es una forma de violencia contra la mujer que se ha legitimado en las instituciones por medio de afirmaciones derivadas del patriarcado y de la falta de información oportuna para las mujeres embarazadas que acuden a recibir atención médica. También se configura por la falta de recursos gubernamentales efectivos para su atención y erradicación, lo que constituye una omisión por parte de los Estados responsables de procurar el bienestar social y de garantizar los derechos humanos. En el presente artículo analizamos el significado y alcance de la violencia obstétrica, cómo esta violencia se encuentra legitimada de forma simbólica e institucional, así como su afectación a los derechos fundamentales de las mujeres.
La violencia obstétrica es parte de las versátiles maneras en que la violencia contra la mujer se ejerce. Esta situación no es un problema nuevo; lo que sí resulta relativamente novedoso es su definición y reconocimiento en los diferentes campos de estudio. La violencia obstétrica se precisó por primera vez en Venezuela en 2007, donde también se le concibió como una epidemia silenciosa, toda vez que es de las menos conocidas y está casi naturalizada, incluso por las mismas víctimas, ya que, a pesar de los considerables porcentajes de mujeres que la han sufrido, son escasas las denuncias.
El patriarcado en la violencia obstétrica
Las estructuras socioculturales han permitido, intrínsecamente, la violencia contra la mujer. Según Ana Cagigas (2024), históricamente, el sistema más opresor ha sido y continúa siendo el de género, también llamado patriarcado, el cual mantiene las relaciones de dominación; es el más poderoso. Lo más grave es que no se percibe como tal; legitiman acciones como la apropiación del cuerpo de la mujer y aquellos procesos fisiológicos que se dan por el embarazo, el parto y el posparto, naturalizando el maltrato, el abuso de la medicalización y la patologización de los procesos naturales, trayendo una pérdida de autonomía y de capacidad de decisión en las mujeres que enfrentan una vulnerabilidad, configurando la violencia obstétrica y afectando derechos de las mujeres.
La violencia obstétrica es peligrosa porque se lleva a cabo de forma casi legitimada por las instituciones y es aceptada por las propias mujeres debido a las ideas patriarcales que se han inmiscuido hasta la época contemporánea. El patriarcado es parte del origen y preservación de la violencia que se ha ejercido durante años en perjuicio de la comunidad femenina, el cual construyó conceptualizaciones de las relaciones sociales a través de estructuras de poder que justifican las diferencias biológicas entre hombres y mujeres.
Violencia obstétrica: aceptada, silenciada y justificada
Algunas prácticas que se encuentran habituadas dentro del sistema de salud, no es que estén permitidas en los reglamentos de los protocolos de salud, sino es que se van reproduciendo con la cotidianidad hasta que se llegan a considerar normales, aunque muchas veces violentan a la madre y al bebé.
La violencia obstétrica fue reconocida por la Organización Mundial de la Salud en 2014 y, posteriormente, el término fue reconocido por la Organización de las Naciones Unidas en 2019, lo que sin duda representa un progreso en beneficio de las mujeres gestantes. Según la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia Contra las Mujeres, la trasgresión obstétrica se puede configurar con acciones que van desde las ofensas verbales hasta actividades que ponen en riesgo la salud física y mental de la madre y del bebé. En México, 3 de cada 10 mujeres que tuvieron un parto han externado los maltratos que padecieron durante la atención hospitalaria para el nacimiento de sus bebés.
La violencia obstétrica la ejecuta el personal médico y sanitario cuando humilla o atemoriza a la futura madre con agresiones verbales, minimizando sus malestares; también se produce cuando se practican maniobras innecesarias como episiotomías o partos por cesárea, existiendo otras alternativas, o cuando se le impone un método anticonceptivo sin la información correspondiente, o a través de información tergiversada o mediante la coacción, ocasionando daños en su salud física y emocional. Sin embargo, la violencia obstétrica no solo es responsabilidad del servicio clínico, sino también de las autoridades administrativas de salud encargadas de gestionar los espacios y las condiciones para que las mujeres embarazadas reciban la atención oportuna y capacitada.
Otro perjuicio de la violencia obstétrica es que muchas de las mujeres que reciben una atención médica por embarazo ignoran lo que son las técnicas necesarias o innecesarias, por ende, no se quejan, no denuncian, no preguntan o simplemente no lo manifiestan por vergüenza, a pesar de su incomodidad o malestares. En palabras de Mercedes Llamas (2023), es un tipo de violencia perfecta, toda vez que es aceptada, silenciada y justificada.
La trasgresión obstétrica trae consecuencias graves en las mujeres víctimas, generándoles cambios y lesiones visibles como la alteración de la lactancia materna, las infecciones, incontinencia o desgarros por la episiotomía innecesaria o mal practicada, e invisibles que se manifiestan en conductas negativas de la madre hacia su bebé, como el rechazo o la depresión posparto no identificada a tiempo y que pudiera provocar suicidio o filicidio, entre otras.
A nivel nacional se han tomado medidas para hacer frente a la violencia obstétrica, desde la adopción de tratados internacionales que protegen los derechos humanos de las mujeres hasta la emisión de legislaciones locales con la misma finalidad; sin embargo, es insuficiente, toda vez que la trasgresión no disminuye y la falta de compromiso por parte de las autoridades continúa, situación que afecta directamente los derechos reproductivos, sexuales y de acceso a la salud.
En México, la violencia obstétrica sigue siendo poco visibilizada e institucionalizada dentro del sector salud; además, dicha transgresión se encuadra en una violencia simbólica, ya que no es necesario el uso de la fuerza física para que se lleve a cabo, sino que se aplica mayormente el poder y la autoridad. Como lo expresó Pierre Bourdieu, la violencia simbólica es permitida por el dominador y el dominado a través de las costumbres y las prácticas que refuerzan las relaciones basadas en el dominio y su actor posee legitimidad, por ende, el dominado solo asume la obediencia sin cuestionar, lo que naturaliza tales prácticas.
Concluyendo así que la violencia obstétrica es uno de los tipos de transgresión contra los derechos de las mujeres más comunes y se fortalece simbólicamente con la institucionalización de prejuicios derivados de un sistema patriarcal e histórico usados en la atención médica de las mujeres embarazadas. Su encuadre como una violación de derechos humanos es complejo, lo que resulta peligroso, porque así las víctimas no lo denuncian y ello continúa perpetuando las trasgresiones que perjudican tanto a la madre como al recién nacido, violentando derechos reproductivos y de acceso a la salud.
Es necesaria la implementación de mecanismos para visibilizar dicha trasgresión obstétrica y evitarla, ya que su desconocimiento y normalización impide la atención a esta grave problemática, permitiendo que se siga minimizando y legitimando los maltratos contra las mujeres embarazadas y sus hijos, mermando sus derechos humanos y fundamentales, e incluso provocando su muerte.
Cristina Isabel Elizalde-Quiroz. Estudiante en el Programa de Doctorado en Ciencias Jurídicas, División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán.
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Perla Araceli Barbosa-Muñoz. Profesora e investigadora en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán.
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Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres. (18 de marzo de 2016). https://www.gob.mx/conavim/articulos/sabes-en-que-consiste-la-violencia-obstetrica
García-Ramírez H.J, Almaguer-González A.J.A. y Vargas-Vite V. (2010). Violencia obstétrica: una forma del patriarcado en las instituciones de salud. Género y Salud en Cifras, 8(3), 3-19. https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/29347/ViolenciaObstetrica.pdf
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