ARTÍCULO
Los hijos de Asgard
Eduardo Valencia-Cantero
Resumen
Desde siempre, el hombre ha tratado de clasificar a los seres vivos que le rodean. Así, las clasificaciones han pasado de incluir los reinos animal, vegetal y mineral a sistemas de clasificaciones complejos de cinco reinos y, finalmente, un sistema de clasificación de tres dominios. Recientemente, el descubrimiento de un misterioso grupo de organismos (las arqueas de Asgard) ha amenazado el sistema de clasificación actual y puede llevarnos a una conclusión sorprendente: Somos los hijos de Asgard.
Palabras clave: Arqueas de Asgard, clasificaciones biológicas, reinos de la vida, RNA ribosomal.
RECIBIDO. 24/06/2024; ACEPTADO: 03/12/2025; PUBLICADO: 22/09/2025
La vida según quien la clasifique
La necesidad de explorar la naturaleza y clasificar a los seres que se encuentran en ella es algo muy humano, se diría que ha estado desde que existimos. Muy probablemente, las primeras clasificaciones fueron bastante utilitarias: este es peligroso, este es bonito, este se come, este te come o este es venenoso. En la antigua Grecia (por ahí de 340 a. C.), Aristóteles ubicaba a los seres naturales en los reinos mineral (inanimado), vegetal (vivo, pero incapaz de moverse y sentir; alma vegetativa) y animal (capaz de moverse y sentir; alma sensitiva), y hacía una distinción para los humanos a los que atribuía un alma reflexiva. Aristóteles también hacía subgrupos, por ejemplo, animales con y sin sangre, o plantas leñosas y plantas blandas. Las clasificaciones han seguido evolucionando y haciéndose más científicas, considerando un mayor número de características que, al mismo tiempo, reflejen la historia evolutiva de los organismos en cuestión.
La clasificación de los organismos más pequeños (microscópicos) ha estado algo más rezagada, en buena parte por la dificultad para observarlos y para encontrar características útiles para su clasificación. No obstante que, para principios del siglo XX, las bacterias ya habían sido estudiadas en múltiples aspectos y se consideraban, desde entonces, como agentes causales de diferentes enfermedades, a la vez que se sabía de su papel fundamental en el reciclamiento de nutrientes en la naturaleza; su clasificación era aún muy incipiente.
En 1937, se propuso lo que parecía un gran avance, la clasificación de los seres vivos en dos tipos: los eucariotas o eucarias, que tienen células con núcleo, y los procariotas, que carecen de él (la voz griega karyon que significa ‘nuez’ o ‘núcleo’). Poco después (1956), se propone el reino «monera» con los procariotas separado de los organismos unicelulares «protistas», y en 1964 se propone el reino «fungi», formado por los hongos que, hasta entonces, se habían considerado como algún tipo de planta. Esto nos deja cinco reinos de organismos vivos: animalia, plantae, fungi, protista y monera.
Carl Woese y la fábrica de proteínas
En este punto llega la biología molecular a las clasificaciones biológicas de la mano de Carl Woese, quien era físico, no biólogo, pero hizo aportes revolucionarios al entendimiento de la historia evolutiva. Para entonces (1977), ya se conocía la estructura y el funcionamiento general de las moléculas que contienen la información genética en los organismos, esto es, los ácidos nucleicos.
Woese dedicó sus trabajos al análisis de un tipo particular de ácido nucleico, el ARN ribosomal, una molécula que juega un papel central en la estructura y en la función de la maquinaria molecular que emplean todos los organismos vivos para producir sus proteínas. Estas nanomáquinas se llaman ribosomas y son las fábricas de proteínas de las células vivas. Los ribosomas existen desde el surgimiento mismo de la vida en la tierra. Todos los organismos vivos tienen ribosomas y esto los hace especialmente útiles para trazar parentescos y linajes evolutivos por comparación entre ellos.
Carl Woese mostró que el ARN ribosomal de los eucarias tiene importantes diferencias con el ARN ribosomal de la mayoría de las bacterias, lo que no sorprende mucho. Lo sorprendente fue encontrar que un pequeño grupo de organismos, las llamadas «arqueobacterias» (bacterias antiguas de acuerdo a su etimología), eran muy diferentes del resto de las bacterias en cuanto a sus ribosomas, y que estos ribosomas eran bastante más parecidos a los de los eucariotas.
Esto solo podía significar una cosa: que, confundiéndose entre las bacterias, existía un nuevo grupo de organismos muy parecidos en tamaño y forma a las bacterias, pero cuya esencia filogenética (historia evolutiva) está del lado de los eucarias. Claramente, estos organismos ya no podían seguir llamándose «arqueobacterias» y fueron nombradas simplemente «arqueas» (‘antiguas’).
Los dominios de la vida no son como yo pensaba
Entonces, ¿qué son las arqueas? Bueno, no son bacterias. Si bien se le parecen por fuera, tampoco son eucarias, pues no tienen núcleo, pero la fábrica de proteínas de arqueas y eucarias es semejante (diríamos que se parecen por dentro). Esto indica que, en un pasado muy remoto, hace unos 3 800 millones de años, organismos ancestrales tomaron dos caminos evolutivos separados: por un lado, el camino de las bacterias y, por el otro, el camino de las células arqueas/eucarias.
Durante un tiempo, el linaje arquea-eucariota se mantuvo unido, con una evolución común en sus sistemas de producción de proteínas, pero esto no duró por siempre y hará unos 2 000 millones de años que las eucarias se separaron de las arqueas en un proceso que llamamos eucariogénesis. El resultado es que ahora tenemos tres «grupos principales» de organismos: bacterias, arqueas y eucarias.
Aquí surge otro problema, los organismos pertenecientes a los reinos animalia, plantae, fungi y protista, tienen células con núcleo y, por lo tanto, todos son eucarias. Esto es, el grupo de los eucarias comprende cuatro reinos, lo que significa que su rango es mayor, es un «dominio» (en algún momento se le llamó «imperio») y, en consecuencia, los otros «grupos principales», o sea bacterias y arqueas, también son dominios.
¡Qué complicación! Pero al fin pudimos clasificar a los organismos como corresponde ¿O no? Pues parece que no, este asunto no acaba allí.
Asgard y sus arqueas
Como era lógico, el conocimiento acerca de las arqueas ha incrementado y esto ha sido muy notable en los últimos 20 años. Dentro de las arqueas, se han encontrado diferentes subgrupos. Si nos imaginamos al dominio arquea como si fuera un árbol, cada subgrupo sería una rama que, a su vez, podría subdividirse en ramas más pequeñas (sub-ramas). Las primeras ramas encontradas fueron las euriaequeas y las crenarqueas, después las korarqueas y las nanoarqueas, les siguieron las taumarqueas, y otras más.
En 2015, se descubrió la rama de las llamadas arqueas de Asgard o asgararqueotas. Las primeras arqueas de Asgard fueron localizadas en una formación hidrotermal submarina conocida como «Castillo de Loki». Esta formación está situada entre Noruega y Groenlandia y, probablemente, por su aspecto lúgubre, hace referencia a «Loki», dios del engaño en la mitología nórdica, un dios más bien de atributos oscuros.
Los investigadores que realizaron el hallazgo (noruegos y suecos), llamaron a los organismos de esta subrama «Lokiarqueotas», en honor a Loki. Pronto, fueron descubiertos otras subramas de arqueas muy cercanas a las lokiarqueotas, que fueron nombradas odinarqueotas (en honor a Odín, padre de los dioses), thorarqueotas (en honor a Thor, hijo de Odín y dios del rayo), heimdalarqueotas (en honor a Heimdal, dios guardián de Asgard, ciudad de los dioses nórdicos). Actualmente, se han encontrado 17 subramas de las arqueas de Asgard.
Los asgarianos
A todo esto, ¿qué tienen de especial las arqueas de Asgard? Ya habíamos quedado en que las arqueas y las eucarias se parecían en su fábrica de proteínas, pero las arqueas de Asgard se parecen a las eucarias en muchas otras cosas más, cosas que se creía que solo existían en células eucariotas, como los sistemas usados por las células para empaquetar proteínas y otras moléculas (ESCRT), en los sistemas de control de calidad y reciclamiento de proteínas (ubiquitinas), en los sistemas de transporte internos de las células, en los componentes del esqueleto de las células (así es, las células tienen esqueletos moleculares o citoesqueletos), entre otros.
Esto es difícil de explicar. Es como si las eucarias hubieran seguido, junto con las arqueas de Asgard, el mismo camino evolutivo durante un tiempo mayor que el que compartieron con el resto de las arqueas. ¿Cómo entenderlo?… ¿Será posible que las eucarias hubieran surgido, no a partir de un ancestro lejanísimo en la raíz del árbol de las arqueas, sino como una rama de las arqueas de Asgard? ¡Suena muy loco!
Sin embargo, en los últimos cinco años, se han venido acumulando evidencias basadas en los genes y en los procesos celulares que indican que los eucarias provenimos de una rama en particular de las arqueas de Asgard, específicamente de las heimdalarqueotas, y esto indicaría que no existen tres dominios de la vida (bacteria, arquea y eucaria) sino dos (bacteria y arquea), por lo tanto, todos nosotros, los eucarias, ¡seríamos hijos de Asgard!
Eduardo Valencia-Cantero. Profesor e investigador del Instituto de Investigaciones Químico Biológicas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán.
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