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La realidad educativa detrás de la norma

Escrito por Amado Ceballos-Valdovinos y Óscar Daniel Arellano-Delgado

 

ARTÍCULO

 

La realidad educativa detrás de la norma

Amado Ceballos-Valdovinos y Óscar Daniel Arellano-Delgado

 

 

Resumen

Todos sabemos que la educación es, hasta cierto punto, una obligación en todos los niños, niñas y adolescentes de nuestro país. Está escrito en la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos y representa uno de los derechos más importantes de la sociedad. Lo malo empieza cuando nos damos cuenta de que en el papel pueden escribirse muchas cosas, pero en la realidad encontramos situaciones completamente distintas y desalentadoras. Para las infancias y adolescentes rurales, este derecho que nos da el artículo 3 de nuestra Constitución, no significa una garantía o un cumplimiento del acceso a la educación. Miles de menores de edad se ven obligados a dejar la escuela debido a sus situaciones de vida. En este texto, observaremos datos sobre el estado de Colima, en México, con el fin de conocer sus realidades, específicamente, la educativa.

Palabras clave: Adolescentes rurales, educación, infancias rurales, inmigrantes.

 

RECIBIDO: 20/06/2024; ACEPTADO: 24/11/2024; PUBLICADO:18/07/2025

¿Educación gratuita para niños y adolescentes?

Tanto la ley mexicana como las leyes humanitarias garantizan a los niños (infancias) y adolescentes una educación gratuita, obligatoria y de calidad; sin embargo, aún hoy en día, es un privilegio al que cierto grupo no puede acceder. La problemática se hace más grande cuando sumamos ciertas características a estos individuos, como la procedencia de un lugar rural (pueblos indígenas, remotos o desfavorecidos económica y socialmente), su lengua, la necesidad económica, etc. En este contexto, describiremos lo que pasa al respecto en México, específicamente en el estado de Colima.

 

¿Qué ocurre en el estado de Colima?

En el estado de Colima, rico en actividades económicas primarias (agricultura, ganadería, corte de caña, pesca, etc.), se encuentran muchas familias no solamente locales, sino también migrantes que vienen a buscar mejores oportunidades de desarrollo dentro de sus posibilidades. Debemos tener en cuenta que la mayoría de las personas que integran estas familias no poseen una educación más allá de la primaria o secundaria, lo cual las imposibilita aspirar a trabajos que no les signifique una movilidad constante o una explotación física y mental.

Estas familias, que vienen de zonas rurales a trabajar a Colima y sus municipios, al no tener acceso a trabajos formales, se ven orillados a laborar en sitios con un salario bajo, siendo una de las razones por las cuales muchos niños no tienen una educación continua, ya que desde jóvenes se ven obligados a apoyar en el sustento de sus hogares, los cuales, comúnmente, son integrados por más de cuatro individuos; entre más «manos de obra», mejor productividad.

Lo anterior es una creencia común, pero poco conveniente, teniendo en cuenta el aumento de los precios en la canasta básica, transportes, enfermedades o medicamentos. El poco dinero que se gana debe destinarse a cosas más «importantes» y necesarias que una libreta, uniformes, zapatos, mochilas o útiles escolares.

Tener en el papel una ley que menciona que la educación es un derecho, no ha significado ningún cambio para miles de niños, adolescentes, ni adultos que, en su juventud, no pudieron cursar una escolaridad decente que les pudiera significar un mejor futuro. Actualmente, hay ciertos medios para mejorar estas situaciones, por ejemplo, las telesecundarias (escuelas que no necesitan un maestro presente), pero ¿De verdad esto es una educación de calidad? ¿Cómo resolvería sus dudas un estudiante que solo está viendo una televisión?

Según INEGI (Instituto Nacional de Estadística y Geografía), hasta el 2017, 31 personas de cada 100, en un rango a partir de 15 años, presentaban rezago educativo en Colima y hasta 2023, alrededor de 76 440 personas estaban dedicadas a las actividades económicas informales, es decir, áreas sin contrato legal, prestaciones de ley y sin seguro social. Son empresas fuera del ojo de la ley y sin regulaciones en cuestión de horarios, salarios y apoyo a sus trabajadores, pero con la ventaja de que no piden un grado de estudio «elevado».

Colima presenta un promedio de 10 años de escolarización en sus jóvenes de 15 años en adelante, lo que suena mucho hasta que nos damos cuenta de que esos 10 años apenas significan el inicio de su educación media superior, es decir, el bachillerato. Esta etapa también cuenta con la menor asistencia escolar, donde ni la mitad de la población adolescente/joven está inscrita.

Colima es un estado con muchos pueblos pequeños o rurales donde se encuentran las llamadas «escuelas multigrado» que no son comúnmente atendidas por docentes, sino que son beneficiadas por un programa educativo denominado CONAFE (Consejo Nacional de Fomento Educativo). Las zonas que reciben apoyo de este programa, comparten ciertas características como las zonas de migrantes que tienen un nivel alto de marginación, rezago social y están ubicadas en lugares muy remotos.

 

Siguiendo con lo que dice la ley, ¿de verdad podríamos ver esto como una educación de calidad?

Miles de niños están siendo beneficiados con el programa CONAFE, pero hay un problema: las personas que imparten la enseñanza bajo este programa no están especialmente formadas en la docencia, ya que esta organización convoca a personal que únicamente tiene nivel de educación secundaria terminada. Pero claro, no debemos quedarnos con lo malo, porque este mismo sistema y sus actividades de tutoría asistida, apoyan mucho al avance educativo y se encaminan en terminar un rezago que cada día es más y más grande.

Entonces, ¿la educación es o no es de calidad en su totalidad?

Tras ver estos datos en una región de México, el estado de Colima, y los medios que se crean para apoyar a toda la población que lo necesita, podemos concluir que no hay garantía de que exista, en un cien por ciento, una educación digna y de calidad, mucho menos en zonas rurales o desfavorecidas.

Llama la atención el hecho de que, en Colima, con el paso de los años, ha disminuido la aprobación del sistema educativo en los jóvenes. En un estado tan pequeño y con tan pocos habitantes (comparado a grandes ciudades), existe un nivel educativo en el que, en promedio, las personas apenas llegan al primer año de bachillerato. Además de esto, lo que también es un hecho, es que poco más de la mitad de los jóvenes colimenses no logran estudiar esta etapa por múltiples factores externos, los cuales deben tenerse en cuenta al momento de implementar la educación en los jóvenes.

La economía es uno de esos puntos críticos, debido a que, si una familia no puede asegurarse un plato en su mesa, una consulta médica, un trabajo digno el cual sea seguro y bien pagado, será mucho más difícil que los más pequeños puedan completar una escolarización debido a la necesidad de salir adelante. Con base en las estadísticas, un gran porcentaje de niños, niñas y jóvenes, se ven obligados a abandonar sus estudios para poder contribuir con un plato de comida todos los días en su hogar, ya que satisfacer sus necesidades alimenticias es una exigencia de primer nivel.

CONAFE, definitivamente, es un buen medio para llegar a lugares que, en cuestión de escolaridad, se han visto poco beneficiados o atendidos en comparación a lo que se vive en las ciudades urbanas, pero no hay que verlo como una solución real, sino como un recurso temporal mientras se preparan otros medios para proporcionar un sistema educativo rural que sea de ayuda para esas personas que lo necesitan.

La educación se debe acoplar a las nuevas generaciones y, a su vez, a las anteriores, para así lograr una adaptación y no volver a cometer los mismos errores. Este nuevo modelo educativo que deberíamos formar debe entender a los alumnos, sus condiciones y que se una a sus vidas de forma natural, pero que, a su vez, lo logre de forma eficaz.

Es trabajo de todos formar un sistema educativo mejor que el de ayer, un mecanismo de enseñanza que no entienda de barreras, lejanías o condiciones sociales y económicas, así quizá podamos hacerle honor y cumplir verdaderamente esa ley que tanto defendemos.

Consideramos que la educación es más que solo un derecho; debe ser considerada una base fundamental para las infancias y las adolescencias. Estar preparados académicamente permite abrir diversas puertas, y no solo del conocimiento, sino también puertas de desarrollo personal, tanto en presente como en futuro.

 

Amado Ceballos Valdovinos. Profesor e investigador de la Facultad de Derecho de la Universidad de Colima. Colima, México.

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Óscar Daniel Arellano Delgado. Estudiante de la Facultad de Derecho, Universidad de Colima. Colima, México.

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Hernández M. y Esparza G. (2022). La calidad de la educación en territorios rurales desde las políticas públicas. Sophia, Colección de Filosofía de la Educación, 32, 171-193. https://www.redalyc.org/journal/4418/441869722005/441869722005.pdf

 

INEGI. (s.f.). Educación. Colima. https://cuentame.inegi.org.mx/monografias/informacion/col/poblacion/educacion.aspx?tema=me&e=06#:~:text=Educaci%C3%B3n.,Colima&text=En%202020%2C%20en%20Colima%20el,m%C3%A1s%20de%20la%20secundaria%20concluida.

 

INEGI. (s.f.). Actividades económicas. Colima. https://cuentame.inegi.org.mx/monografias/informacion/col/economia/default.aspx?tema=me&e=06

 

INEGI. (s.f.). El rezago educativo en la población mexicana.https://www.inegi.org.mx/contenidos/productos/prod_serv/contenidos/espanol/bvinegi/productos/historicos/2104/702825497538/702825497538_2.pdf