La medicina tradicional nos ha permitido conocer y hacer uso de infusiones y de extractos derivados de plantas para aliviar, tratar y curar alguna enfermedad. Esto es lo que conocemos como remedios caseros, los cuales, en su mayoría, han sido validados por investigaciones científicas, determinándose, muchos de ellos, como aptos para el tratamiento de una gran variedad de enfermedades, como gastrointestinales, cardiovasculares, degenerativas, entre otras. Sin embargo, no debemos confundir los remedios caseros con los «productos milagro», ya que el uso de estos últimos representa un riesgo en la salud humana debido a la falta de pruebas que demuestren su eficacia. En este artículo resaltamos lo esencial de la investigación científica para conseguir un equilibrio entre la sabiduría ancestral y las prácticas tradicionales del uso de las plantas medicinales.
Palabras clave: medicina tradicional, plantas medicinales, remedios caseros.
Luis Alberto Ayala-Ruiz Patricia Ríos-Chávez En mi familia, como en alguna otra, tenemos a una tía apodada «Chonita». Ella se caracteriza por ser una persona simpática y muy platicadora que siempre tiene un chisme para contar. Recuerdo que, durante mi niñez, era la primera en preocuparse cuando alguien estaba enfermo. Al menor estornudo, siempre recomendaba su preciado remedio casero que consistía en poner a hervir flores de camelina con mucho ajo y canela. ¡Sabía horrible! Con el tiempo y el conocimiento entendí que, si se desconoce su uso correcto, esas prácticas pueden poner en riesgo la salud humana. La medicina tradicional ha sido parte integral de la atención sanitaria en diversas culturas a lo largo de la historia. Sus prácticas, que abarcan desde el uso de hierbas, métodos naturales y hasta técnicas de sanación transmitidas de generación en generación, han sido valoradas y respetadas en comunidades de todo el mundo. Sin embargo, uno de los temas que requiere atención crítica es la falta de evidencia científica que respalde muchos de estos tratamientos y prácticas, ya que algunos de estos remedios «tradicionales» o «caseros» pueden tener componentes tóxicos que representan un riesgo real para las personas que los consumen. La medicina tradicional a menudo carece de evidencia científica que respalde su eficacia y seguridad. Muchas prácticas se basan en la experiencia anecdótica, en la sabiduría transmitida de manera oral y en la tradición cultural en lugar de ensayos clínicos rigurosos y estudios científicos. Esto plantea diversas preocupaciones en cuanto a la veracidad y fiabilidad de los tratamientos, así como la posibilidad de que algunos puedan ser ineficaces o inclusive perjudiciales. La falta de evidencia científica en la medicina tradicional lleva a riesgos significativos. Los tratamientos no probados pueden no solo ser ineficaces para tratar una enfermedad o afección, sino que también pueden causar efectos secundarios adversos, interacciones medicamentosas peligrosas e incluso enmascarar condiciones médicas subyacentes que necesitan atención médica especializada. Por eso, no se deje guiar por los consejos de terceros, solo siga las indicaciones de su médico y, en caso de que lo requiera, escuche otra opinión médica. Lograr un equilibrio entre la medicina tradicional y la evidencia científica es esencial. Es posible aprovechar la sabiduría ancestral y las prácticas tradicionales, incorporándolas en un marco de cuidados de salud basado en la evidencia. Cuando los diagnósticos en la medicina tradicional son incorrectos o inadecuados, puede haber retrasos en la búsqueda de atención médica adecuada. Esto puede tener consecuencias graves, ya que a menudo se desaprovecha tiempo valioso para abordar una enfermedad de manera oportuna y efectiva. Si bien muchos de estos remedios hechos con plantas pueden ser efectivos, es importante reconocer que no todos son buenos o eficaces. Algunas plantas y sustancias naturales, utilizadas en la medicina tradicional, contienen compuestos tóxicos que, si se administran en dosis inadecuadas, pueden causar daños graves o incluso la muerte. A continuación, descubriremos algunos ejemplos de ciertas especies de plantas que podrían poner en riesgo su salud. La ruda (Ruta graveolens) es usada en ciertas prácticas tradicionales. Aunque se cree que la ruda tiene propiedades protectoras y purificadoras, contiene compuestos que pueden desencadenar reacciones alérgicas, además de dañar los riñones y el sistema nervioso en dosis excesivas. La belladona (Atropa belladonna) es una planta que ha sido conocida desde la antigüedad por su atractivo aspecto y sus propiedades medicinales. Sin embargo, también es una de las plantas más venenosas, ya que contiene alcaloides como la atropina y la escopolamina, que pueden causar efectos alucinógenos y, en grandes dosis, ser letales. A lo largo de la historia, la belladona ha sido utilizada tanto con fines medicinales como envenenadores, lo que destaca su doble naturaleza de belleza y peligro. El ricino (Ricinus communis) es otra planta que ilustra la dualidad de la naturaleza tóxica de algunas plantas. A pesar de que sus semillas contienen una de las sustancias más letales conocidas por el humano: la ricina, el ricino también es cultivado por su aceite, valioso en diversas aplicaciones industriales. La ricina afecta las células del cuerpo humano, interfiriendo la producción de proteínas esenciales, lo que conduce a una rápida descomposición de las funciones corporales y, en última instancia, a la muerte. Las plantas del género Aconitum, comúnmente conocidas como «acónitos» o «casco de Júpiter», son conocidas por su extrema toxicidad. Contienen alcaloides llamados aconitinas que afectan el sistema nervioso y pueden causar síntomas graves como parálisis y arritmias cardíacas. A pesar de ello, en algunas culturas, estas plantas han sido utilizadas en la medicina tradicional, lo que subraya el delicado equilibrio entre su peligro y su potencial utilidad. El atractivo aspecto del anturio o plantas flamenco (Anthurium spp), en sus flores en forma de espádice y sus hojas brillantes, esconde su toxicidad. Esta planta contiene cristales de oxalato de calcio que, cuando se ingieren, pueden causar irritación en la boca y en la garganta, acompañados de hinchazón y dificultad para respirar. Aunque no es letal en la mayoría de los casos, el anturio es un recordatorio de que la apariencia puede ser engañosa. El orégano de monte (Lippia graveolens) es usado, principalmente, para sazonar la comida. Sin embargo, existe una planta que suele usarse como sustituto del orégano: la llamada Poliomintha longiflora, la cual crece en el norte de México. Los científicos han hecho estudios para saber sus efectos tóxicos y han demostrado que, dependiendo de la dosis, tiene potencial para causar daños en los riñones e hígado. La medicina tradicional en México es un legado invaluable que conecta el pasado con el presente. No obstante, no debemos caer en la trampa de pensar que lo «natural» siempre es sinónimo de «seguro». Es responsabilidad de la sociedad, de los profesionales de la salud y de las autoridades, trabajar juntos para promover un enfoque equilibrado que preserve la riqueza de la tradición y, al mismo tiempo, que garantice la seguridad y el bienestar de la población. Tanto los remedios caseros como los fármacos tienen su lugar en la gestión de la salud, pero es fundamental entender los riesgos asociados con cada opción. La medicina basada en la ciencia proporciona una base sólida para el tratamiento de enfermedades, mientras que los remedios caseros pueden complementar este enfoque, siempre que estén respaldados por evidencia y se utilicen con precaución. La clave radica en tomar decisiones informadas y priorizar la seguridad, así como la eficacia en la búsqueda de una mejor salud. Otro punto es no dejarnos engañar por «productos milagro» que no han tenido pruebas de calidad y que pueden representar un riesgo en la salud humana.
González Y. y Recalde L. (2006). Plantas tóxicas de Asunción y Gran Asunción. Rojasiana, 7(2), 79-89. https://www.researchgate.net/publication/307445581_Plantas_toxicas_de_Asuncion_y_Gran_Asuncion Hita E.O., García J.M., Sánchez F.G., González J.F., Molina A.A., Escobar J.S. y Extremera A.R. (2013). Hepatotoxicidad por fármacos o productos naturales en niños. Anales de Pediatría, 78(4), 248-259. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S1695403312003189 Xarau, S.N., Sanz-Gallén, P. y Vergés, C.B. (2000). Intoxicaciones por plantas (I). Medicina Integral, 36(10), 371-379. https://www.elsevier.es/es-revista-medicina-integral-63-articulo-intoxicaciones-por-plantas-i--10022181
Resumen
Estudiante del Programa Institucional de Doctorado en Ciencias Biológicas,
Área Temática de Biotecnología Alimentaria,
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Morelia, Michoacán.
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Profesora-investigadora, Facultad de Biología,
Laboratorio de Fitobioquímica,
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Morelia, Michoacán.
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