La diabetes no es amiga del hígado

Escrito por Marina Murillo-Villicaña y Asdrúbal Aguilera-Méndez

https://pixabay.com/es/photos/diabetes-az%C3%BAcar-en-la-sangre-1724617/

Hace algunas semanas le diagnosticaron diabetes a un primo de mi mamá. Nadie se sorprendió. Tenía hábitos alimenticios muy malos y no quería salir a caminar ni al patio. Además, todos decían que en la familia éramos propensos a padecerla; y es que no me dejarás mentir, la mayoría de nosotros tenemos un pariente con diabetes en la familia o somos nosotros mismos quienes la padecemos. Es una enfermedad muy conocida en nuestro país, ¡casi tanto como las enchiladas morelianas! Sin embargo, eso no es algo de lo cual nos debemos sentir orgullosos.

En México, la diabetes mellitus representa la tercera causa de muerte y es el séptimo país con mayor número de diabéticos a nivel mundial. Y sabemos que una vez diagnosticada, nuestro estilo de vida cambia completamente, le decimos ¡Hola!, a un nuevo tratamiento con medicamentos a cada tanta hora y ¡Adiós!, con una lágrima en la mejilla, al dulce que se nos antojaba todas las tardes después de la comida, al paquete de 18 galletas que decía «para compartir», pero que no alcanzaba para los demás, y a los ricos tacos que venden en la esquina que ni estaban tan grandes porque de un bocado se terminaban. Pero, alguna vez te has preguntado ¿Por qué a las personas con diabetes les restringen los alimentos altos en grasas saturadas? Se supone que solo les sube «el azúcar», ¿o no? Además, los pacientes diabéticos suelen bajar de peso. ¿Por qué deben comer menos que antes?

En fin, todo eso lo hacemos para evitar lo que le ocurrió a la vecina de un amigo que sufre de pie diabético con la posibilidad que se lo amputen, o a mi tía Patricia, que ahora recibe diálisis por el problema renal desencadenado por la diabetes. Así, todos hemos escuchado de alguien que por causa de la diabetes ahora tiene problemas cardiacos, visuales, renales y hepáticos. Pero, nuevamente, nos preguntamos ¿Y qué tiene que ver el hígado con la diabetes? Si quieres conocer las respuestas a estas interrogantes, te invitamos a que sigas leyendo este artículo.

 

La diabetes, una enfermedad disfuncional

Antes de comenzar, me gustaría recordar la frase del sabio médico griego Hipócrates, quien dijo: «Que tu medicina sea tu alimento, y el alimento tu medicina», una frase que nos hace pensar en mantener un estilo de vida saludable a través de la alimentación, puesto que las enfermedades metabólicas, como la diabetes, derivan de lo que consumimos habitualmente.

Todos sabemos que, para llevar a cabo nuestras actividades diarias, como caminar, respirar o estudiar, se requiere energía y que esta energía se debe obtener de los alimentos. La glucosa, conocida coloquialmente como «azúcar», es la principal fuente de energía en nuestro organismo y es utilizada por los distintos órganos para llevar a cabo sus funciones. Existen órganos que permiten la entrada de glucosa libremente y otros que requieren de una hormona conocida como insulina, la cual es producida por el páncreas y expulsada cuando la cantidad de glucosa en la sangre aumenta y permite que esta entre a los tejidos dependientes de insulina, como el tejido muscular y adiposo.

La diabetes mellitus se caracteriza por la presencia de niveles elevados de glucosa en la sangre, debido a la incapacidad de los órganos dependientes de insulina para reconocer la hormona, condición que se denomina resistencia a la insulina. Por lo cual, el organismo comienza a utilizar como segunda fuente de energía las grasas almacenadas en el tejido adiposo, provocando una disminución del peso corporal en pacientes con esta enfermedad. ¿Ahora entiendes por qué los pacientes con diabetes bajan de peso?

Entonces, la glucosa que se consume no puede ser utilizada y las funciones que lleva a cabo nuestro organismo se ven afectadas provocando enfermedades, por mencionar algunas, en los riñones como la enfermedad renal crónica, cardiopatías como el infarto al miocardio y hepatopatías entre las que destaca la enfermedad del hígado graso no alcohólico.

 

El hígado, un órgano multifuncional

En su Oda al Hígado, Pablo Neruda expresa de una bella manera las funciones que lleva a cabo este órgano: «Mientras el corazón suena y atrae la partitura de la mandolina, allí adentro tú filtras y repartes, separas y divides, multiplicas y engrasas, subes y recoges los hilos y los gramos de la vida, los últimos licores, las íntimas esencias».

Y es que las funciones del hígado son indispensables en el metabolismo, ya que participa en el procesamiento y en la transformación de azúcares, grasas y proteínas, que serán transportados a través de la sangre hacia otros órganos con la finalidad de obtener energía para llevar a cabo los procesos metabólicos que efectúan de manera particular. De ahí que a estos órganos se les conozca como «tejidos extrahepáticos».

Lo anterior nos explica la razón por la cual es de suma importancia cuidar nuestro hígado y el de nuestra familia, en especial si hemos o han sido diagnosticados con diabetes, porque el hígado es uno de los órganos que no necesita insulina para dejar entrar a la glucosa a sus células, entonces la glucosa se dirige al hígado y se almacena como fuente de energía en forma de grasas en el tejido adiposo que funciona como almacén de energía, provocando entonces la enfermedad del hígado graso no alcohólico. ¡Te lo dije! La diabetes mellitus también afecta a nuestro hígado.

 

Golpe al hígado, la teoría del doble impacto

No es necesario golpear literalmente al hígado para causar daño, de hecho, el vocablo «golpe» proviene de la palabra en inglés hit, que es un término utilizado en el béisbol en donde el jugador logra golpear la pelota con el bate y corre a la primera base, posteriormente, ocurre el «segundo hit», cuando un segundo jugador golpea la pelota y el primero llega a la segunda base.

En nuestro ejemplo, el jugador de béisbol es el paciente con diabetes, la pelota representa a la glucosa elevada y la llegada del paciente a la primera base hace alusión a la acumulación de triacilglicéridos (grasas) en el hígado, formados a partir de la glucosa. Lo anterior, interpreta al «primer hit» como el paciente que desarrolla lo que se conoce como esteatosis hepática no alcohólica. El segundo jugador caracteriza a otros factores dañinos que fueron desencadenados por el «primer hit», entre los que se encuentran el estrés oxidante, que no es más que la acumulación de moléculas oxidantes; la inflamación, conocida por generar hinchazón; y la fibrosis o cicatrización, que facilitan la llegada del paciente a la segunda base, la cual representa el desarrollo de esteatohepatitis o inflamación del hígado, que si no se trata de manera adecuada, puede evolucionar a fibrosis y, de ahí, a cirrosis (las cuales son una cicatrización exagerada en el hígado que afecta su función) y, finalmente, pueden desencadenar en cáncer en el hígado.

Todas las anteriores son enfermedades que se desarrollan en el hígado de un paciente sedentario con diabetes, que disfruta de comer alimentos altos en grasas y carbohidratos. Así que esa es la razón por la cual los pacientes diabéticos no solo deben evitar el consumo de azúcar, sino también de grasas, ya que pueden llegar a nuestro hígado y dañarlo.

 

¡Si el daño en el hígado quieres impedir, la diabetes debes prevenir!

Si eres un paciente con diabetes te debes ocupar y no preocupar, ya que puedes prevenir el hígado graso y la esteatohepatitis no alcohólica. Mantener un estilo de vida saludable como tener una dieta balanceada, hacer ejercicio físico y, para el caso de los pacientes con diabetes mellitus, seguir el tratamiento recomendado por tu médico, es más que suficiente.

 

Marina Murillo-Villicaña. Estudiante del Programa Institucional de Doctorado en Ciencias de la Salud y Farmacéuticas, Instituto de Investigaciones Químico Biológicas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán, México.

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Asdrúbal Aguilera-Méndez. Profesor e investigador del Instituto de Investigaciones Químico Biológicas, Laboratorio de Bioquímica y Genética de la Nutrición, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán, México.

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Para Saber Más:

Bernal-Reyes R., Castro-Narro G., Malé-Velázquez R., Carmona-Sánchez R., González-Huezo M. S., García-Juárez I., ... y Velasco J. V. R. (2019). Consenso mexicano de la enfermedad por hígado graso no alcohólico. Revista de Gastroenterología de México, 84(1), 69-99. http://www.revistagastroenterologiamexico.org/es-pdf-S0375090618301794 

Córdova-Pluma V. H., Vega-López C. A. y Ortega-Chavarría M. J. (2021). Tratamiento actual de la enfermedad por hígado graso no alcohólico. Medicina Interna de México, 37(3), 396-402. https://www.medigraphic.com/cgi-bin/new/resumen.cgi?IDARTICULO=100173

 

Teixidó C. H. (2023). Hígado graso no alcohólico: clasificación e historia natural. Diabetes Práctica, 4. https://www.diabetespractica.com/files/114/completo.pdf#page=4