Retinopatía diabética: Una visión de la enfermedad

Escrito por Anel Gómez-García y María Cristina Maldonado-Pichardo

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A inicios de cada año, siempre tenemos muchas expectativas y propósitos, entre ellos, cuidar nuestra salud y quizá viajar a aquellos lugares donde se han vivido momentos alegres e inolvidables, o visitar algún lugar para ver, por ejemplo, la inmensidad del mar o quizá para admirar la imponente belleza de los árboles.

Para poder ver y observar las maravillas del día a día, contamos con el sentido de la vista que es la principal herramienta que tenemos para acumular conocimientos acerca del medio que nos rodea, y no solo eso, es el principal sentido que nos alerta sobre algún peligro, por lo que su valor es insustituible.

En este artículo te presentamos una visión de la retinopatía diabética, una enfermedad asociada a la diabetes mellitus que conlleva a la disminución o a la pérdida de este sentido tan importante: la vista. Para comenzar, describiremos la anatomía del ojo y daremos importancia a la retina.

 

¿Cómo están formados los ojos?

Los ojos tienen forma cilíndrica como una pelota pequeña y se dividen en tres capas, las cuales describiremos de afuera hacia adentro. En la primera capa externa tenemos a la esclerótica y a la córnea. La esclerótica es la parte blanca que vemos de nuestros ojos y ayuda a mantener la forma del mismo, a la vez que une las fibras delgadas de músculos que permiten al ojo moverse. Por su parte, la córnea es una capa transparente que recubre a la pupila y al iris.

La segunda capa está conformada por la pupila, el iris, las coroides, el cuerpo ciliar y el cristalino. La pupila es el centro del ojo y es por donde entra la luz, el iris que es la parte que le da la tonalidad de color a nuestros ojos y sirve para protegerlo del exceso de luz, la coroides contiene vasos sanguíneos para alimentar al ojo, el cuerpo ciliar une al iris con la coroides y permite las contracciones del cristalino, este último es una estructura que, dependiendo de la forma que adopte, sirve a la retina para enfocar las imágenes.

Por último, internamente tenemos una tercera capa conformada por el humor acuoso, el humor vítreo y la retina. El humor acuoso es un líquido que permite al ojo obtener nutrientes y oxígeno, el humor vítreo es una especie de gel transparente que rellena el interior del ojo y sirve para proteger la retina, la cual se encuentra en la parte más interna y se considera la parte más importante, ya que su función radica en ser un tejido sensible a la luz que sirve como intermediario para poder ver.

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Pero, ¿cómo es el mecanismo para que esto suceda?

El ojo humano es capaz de captar las ondas de luz que nos rodean, para ello la luz entra por la pupila, el iris que lo rodea se abre o cierra para regular la cantidad de luz que pasa a través de este y el cristalino cambia su forma para poder enfocar esa luz y, a su vez, transmitirla a la retina.

La retina está formada por células sensibles a la luz o fotorreceptoras conocidas como conos y bastones: los conos captan las señales a color, mientras que los bastones captan lo que es en blanco y negro, en la parte central de la retina se encuentra una estructura amarillenta conocida como mácula y en su centro se contiene la fóvea que permite al ojo tener la máxima capacidad visual, es decir, es la parte que nos permite enfocar los detalles más finos. Una vez procesada esta información, la señal que captó la retina se conecta directamente con el nervio óptico desde donde llega al cerebro y así, este último, puede interpretar esa onda de luz como una imagen.

 

¿Qué le pasa a nuestra vista cuando tenemos una enfermedad como la diabetes?

Todos sabemos que la diabetes mellitus es una enfermedad que se ha extendido tanto que bien podríamos clasificarla como una pandemia silenciosa. Muchas personas son diabéticas y no lo saben, ya que la aparición de los síntomas puede presentarse de manera leve y gradual, por lo que el diagnóstico se da cuando ya han aparecido complicaciones. Orinar frecuentemente, tener mucha sed y hambre, o sentirse cansado, pueden no asociarse como síntomas de esta enfermedad; sin embargo, deberíamos tenerlos en cuenta como signos de alarma de que algo no está del todo bien. La diabetes es la cuarta causa de muerte a nivel mundial y la principal causa de enfermedades en el corazón, en el riñón, de amputaciones de los pies y de la pérdida de visión en adultos.

Cuando una persona tiene diabetes, los niveles de glucosa en sangre son elevados (mayores a 126 mg/dL en ayuno), lo que genera en el caso particular de los ojos, una obstrucción y daño en los vasos sanguíneos que alimentan la retina, impidiendo con ello su función. Esta complicación de la diabetes se conoce como retinopatía diabética.

Evolución de un paciente con diabetes y retinopatía

Para que un paciente con diabetes llegue a presentar retinopatía, es porque pasaron varios años con los niveles altos de glucosa en sangre, ya que, conforme pasa el tiempo, es que aparecen los primeros síntomas, los cuales son ligeramente percibidos por el paciente, de allí la dificultad para diagnosticarse en los primeros años de la enfermedad.

 

Existen cuatro etapas de la retinopatía diabética:

Primera etapa. Es conocida como retinopatía diabética no proliferativa leve. En este momento el paciente no tiene síntomas a pesar de que el flujo sanguíneo en el ojo comienza a verse restringido por la acumulación de glucosa en sangre. Pequeños aglomerados de sangre se acumulan en los vasos sanguíneos de la retina, los que se conocen como microaneurismas y los médicos los observan como pequeños puntos rojos.

Segunda etapa. Es la retinopatía diabética no proliferativa moderada, donde aparecen más lesiones en los vasos sanguíneos por acumulación de grasas, además del azúcar, por lo que los vasos sanguíneos comienzan a obstruirse.

Tercera etapa. Es la retinopatía diabética no proliferativa severa. En este punto, una mayor cantidad de vasos sanguíneos se obstruyen por la gran cantidad de glucosa y grasas acumuladas, por lo que la retina no puede recibir sangre y para contrarrestar este problema, el cuerpo se ve obligado a inducir la aparición de nuevos vasos sanguíneos en la retina que, a su vez, se extienden a otras partes del ojo como el humor vítreo.

Cuarta etapa. Se le conoce como retinopatía diabética proliferativa, aquí la aparición de estos nuevos vasos complica la situación, ya que son muy frágiles y anormales, por lo que fácilmente se rompen, lo que genera pequeñas hemorragias dentro del ojo, lo cual el paciente identificará como pérdida de la visión, que puede ir de ver borroso hasta llegar a perder completamente la visión (ceguera).

Es recomendable que el paciente con diabetes acuda con un médico oftalmólogo al menos una vez por año a partir del diagnóstico de la diabetes. Estas revisiones deben incluir, principalmente, el análisis del fondo de ojo, que consiste en dilatar la pupila con gotas especiales para analizar la tercera capa o capa interior del ojo. Por medio de equipo especial que proyecta luz y con lentes que agrandan la imagen, los médicos analizan la retina y sus componentes. De ahí que el oftalmólogo decidirá si es necesario realizar pruebas complementarias para determinar con exactitud el avance de la enfermedad.

 

Tratamientos para su control

La retinopatía proliferativa (cuarta etapa) se trata con fotocoagulación, una cirugía láser que quema los vasos sanguíneos para controlar las hemorragias y, en algunos casos, funciona mejor antes de que los vasos sanguíneos nuevos empiecen a sangrar. Si la hemorragia es más grave, se puede necesitar un procedimiento quirúrgico llamado vitrectomía que sirve para reemplazar el líquido del humor vítreo que está lleno de sangre por las hemorragias. Cabe destacar que estos procedimientos no curan la retinopatía y, para su control, el paciente probablemente se tendrá que someter a ellos más de una vez en el transcurso de su vida. Además, en las primeras tres etapas de la enfermedad, no se recomienda un tratamiento quirúrgico, ya que se ha demostrado que el mismo control de la diabetes, en la mayoría de los casos en etapas tempranas, puede detener y revertir los síntomas.

Más de la mitad de los pacientes con diabetes llegan con algún grado de retinopatía a su primera cita de control. Por eso, desde el diagnóstico de la diabetes, es más que imprescindible que el paciente tome conciencia de sus cifras de los niveles de glucosa en sangre, ya que existe una relación directa en el desarrollo de la retinopatía en función de los valores excesivos de la glucosa, pero también de grasas y con el incremento de la presión arterial.

Si bien, la orientación y tratamiento es parte de la atención médica, es importante que el paciente con diabetes sea consciente de que cambiar sus hábitos alimenticios y su estilo de vida es lo mejor para no caer dentro de ese terrible porcentaje de personas que, en edad productiva, ven disminuida o pierden su visión por una diabetes mal controlada. Ser consciente de esto, permitirá a los pacientes continuar viendo y asombrándose de las maravillas de la naturaleza.

 

Anel Gómez-García. Investigadora del Centro de Investigación Biomédica de Michoacán (CIBIMI)-IMSS. Morelia, Michoacán.

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María Cristina Maldonado-Pichardo. Investigadora Asociada PRONACES.

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Para Saber Más:

Aliseda D., Berástegui L. (2008). Retinopatía diabética. Anales del Sistema Sanitario de Navarra, 31(Supl. 3), 23-34. https://scielo.isciii.es/pdf/asisna/v31s3/original3.pdf 

National Eye Institute, National Institutes of Health. (2003). La retinopatía diabética: lo que usted debe saber. [Folleto]. https://www.nei.nih.gov/sites/default/files/health-pdfs/DRlayoutSPAN2.pdf

Simó-Servat O., Hernández C., Simó R. (2019). Diabetic Retinopathy in the Context of Patients with Diabetes. Ophthalmic Res., 62(4), 211-217 https://www.karger.com/Article/Pdf/499541