El misterio del COVID prolongado

Escrito por Patricia Guzmán-Cancino y Martha Eva Viveros-Sandoval

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Hace cuatro años, la vida nos sorprendió dando un giro inesperado con la repentina aparición de una nueva enfermedad causada por un virus al que, posteriormente, se le dio el nombre de SARS-CoV-2. Este agente, causante de la enfermedad que ahora conocemos como COVID-19, apareció como un padecimiento con síntomas similares a una fuerte gripe que, en algunos casos, evolucionaba a cuadros muy graves de neumonía, llevándose consigo la vida de muchos seres humanos en todo el mundo. Hoy en día, después de vivir una pandemia, el COVID-19 aún nos sigue sorprendiendo y, aunque hemos avanzado extraordinariamente en el conocimiento del virus y en el desarrollo de vacunas, todavía quedan muchos misterios por descubrir.

Durante estos años, los investigadores se han enfocado en estudiar el COVID-19 como una nueva enfermedad y en encontrar soluciones que apoyen tanto en el tratamiento como en la prevención del mismo; sin embargo, ¿qué otras cosas oculta el SARS-CoV-2?, ¿podemos decir que hemos logrado vencer al COVID-19?

Por ahora, tenemos la evidencia de que este pequeño virus se transmite mediante la expulsión de muy pequeñas gotas de saliva que escapan cuando respiramos, hablamos, estornudamos o bien tenemos un ataque de tos. También hemos comprobado que el SARS-CoV-2 ingresa por nuestras vías respiratorias, llega hasta nuestros pulmones donde encuentra ciertas células que tienen en su superficie una proteína denominada ECA-2 (enzima convertidora de angiotensina 2); el virus utiliza una proteína de nombre spike (espícula, que hace que el virus tenga su forma característica de corona), la cual interacciona con la ECA-2 de nuestras células, permitiendo el ingreso a ellas y llevando a cabo la infección. Las vías respiratorias son las primeras afectadas en el desarrollo de la enfermedad, aunque también sabemos que la proteína ECA-2 se puede encontrar en otros órganos de nuestro cuerpo, haciendo que el COVID-19 sea una enfermedad multiorgánica —que ataca a muchos de los órganos del cuerpo— y, por lo tanto, las personas enfermas puedan tener síntomas diversos.

 ¿Síntomas de COVID-19 sin tener COVID-19?

Sin duda alguna, la COVID-19 ha hecho cambios en la vida rutinaria de todas las personas alrededor de todo el mundo, logrando modificar diferentes hábitos, así como afectar nuestra salud en diferentes aspectos, tanto físicos como psicológicos. A cuatro años del inicio de la pandemia, aún se presentan muchos casos de infecciones agudas en México. Afortunadamente, la vacunación ha permitido que estas infecciones se presenten en formas leves o bien, sean asintomáticas (sin síntomas notorios); sin embargo, en algunos casos, una vez que finaliza la infección, existen pacientes que refieren persistencia de diversos síntomas que siguen afectando su calidad de vida.

Estas sintomatologías que perduran durante mucho tiempo, incluso meses o años después de que el individuo cursó con la enfermedad, han llamado la atención del personal de salud y de investigadores, quienes han denominado esta afección como COVID persistente o COVID prolongado. Lo que nos lleva a preguntarnos: ¿Es el COVID-19 interminable?, ¿por qué aún sigo teniendo problemas de salud si ya estoy curado?, ¿cuánto dura realmente el COVID-19?, ¿es solo una cuestión emocional? Estas, entre muchas otras, son algunas dudas que han surgido desde el inicio de la pandemia, unas han sido respondidas, mientras que otras siguen siendo investigadas. Entonces, ¿cómo identifico si padezco COVID persistente? A lo largo de esta lectura aportaremos datos para resolver esta duda.

Imagen propia. BioRender.com

¿COVID persistente o COVID crónico?

En los casos de infecciones que pasaron por una etapa aguda —o bien el inicio de la infección— y lograron superarla, se encuentra una amplia gama de pacientes que siguen teniendo dificultades de salud. Para esta condición, se han mencionado los términos COVID crónico y COVID persistente, los cuales suelen llegar a confundirse y encapsularse dentro de un mismo padecimiento, por lo que hay que aprender a diferenciar entre ambas.

Comencemos desde el inicio. Cuando contraemos el virus inicialmente, pasamos por una fase conocida como «aguda» de la infección, la cual puede presentarse de forma asintomática o bien presentar los primeros síntomas de COVID-19, los cuales suelen ser variables entre los pacientes, pudiendo ir desde síntomas gripales (fiebre, tos, congestión nasal, entre otros), hasta casos (ahora cada vez más raros) que pueden complicar la enfermedad y conducir a una hospitalización por problemas respiratorios.

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Aunque el periodo de tiempo donde se presentan estos síntomas ha sido acortado debido a la implementación de las vacunas que logran la protección inmunológica de manera que cada vez existen menos complicaciones, en algunos pacientes estos síntomas se prolongan de tres y hasta cuatro semanas después de la infección, lo que conocemos como COVID crónico y, normalmente, suelen desaparecer después de ese periodo. Sin embargo, también se ha reportado que en personas recuperadas de la enfermedad —personas que ya tienen una prueba negativa de COVID-19— se siguen presentando dificultades en su salud, por lo que a un periodo superior a las 12 semanas de complicaciones o de presencia de síntomas post COVID, se le conoce como COVID persistente o COVID prolongado.

 

 Las secuelas de COVID persistente

Ahora sabemos que el COVID-19 es una enfermedad que, aunque afecta principalmente el sistema respiratorio, también puede afectar directamente a diferentes órganos en el cuerpo humano, sobre todo, aquellos que están conformados por muchas células que están expresando el receptor ECA-2: la cerradura en nuestras células que utiliza el virus para infectarnos. Al tener la capacidad de no solo invadir nuestro sistema respiratorio, el SARS-CoV-2 también puede causar diferentes signos y síntomas que no necesariamente suelen ser respiratorios.

Se han registrado muchos, pero muchísimos síntomas de COVID persistente, aunque tenemos algunos padecimientos que son más perseverantes, como cansancio en poca o gran medida, dificultad respiratoria, dolores musculares y/o articulares, dolor de cabeza, insomnio (o problemas para dormir), pérdida del olfato y del gusto, mareos, confusión y dificultad de concentración, problemas estomacales/intestinales y visión alterada. Estos, son tan solo algunos de los problemas que se presentan después de la infección, aunque existen cientos de síntomas, incluso se han reportado casos donde después de padecer una infección por COVID-19, las personas expresan tener algunas secuelas como depresión o ansiedad. Estos síntomas pueden ser leves o severos, incluso llegando a ser incapacitantes.

 

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¿A qué asociamos los síntomas de COVID persistente?

Conocemos muy poco acerca de las molestias que pueden presentarse una vez que cursamos por el COVID-19, pero podemos rescatar la información que se tiene hasta el momento. Por ejemplo, sabemos que existen diferentes explicaciones para entender la relación que hay entre padecer síntomas de COVID persistente y ya no tener la infección. Como mencionamos anteriormente, sabemos que el mecanismo que utiliza el virus del SARS-CoV-2 para infectar nuestro cuerpo está en la vasta expresión de la ECA-2 en nuestras células, por lo que podríamos decir que el COVID-19 no solo afecta a los pulmones, sino que también puede llegar a afectar al corazón o a la red de transporte de sangre que conocemos como vasos sanguíneos, los cuales se encuentran recubiertos en su parte interna por muchas células que se conocen como «células endoteliales», siendo estas las más afectadas por el virus.

En este sentido, no es de sorprender que nuestra mayor defensa —nuestros soldados en guerra—, el sistema inmune, conformado por muchas células que se conocen como leucocitos, inicie una lucha para poder eliminar a este virus; por ello, encontramos que, al querer llegar a un estado libre del virus, entramos en un proceso que se conoce como «inflamación», que no es más que el llamado continuo a más leucocitos mediante la producción y la liberación de moléculas llamadas «citocinas» para promover el ataque a las células donde ahora habita el virus y poder así destruirlo.

Sin embargo, la respuesta de nuestras defensas puede seguir siendo promovida una vez controlada la infección, ya que, en algunos casos, el virus o las proteínas de este pueden permanecer dentro de la célula que invadieron (aunque sin causar daño o replicarse), promoviendo que nuestro sistema inmune siga activado produciendo estas citocinas descontroladamente, lo cual lesiona a nuestro propio cuerpo y afecta a diferentes órganos por tiempo indefinido.

México, al ser un país con una población que padece muchas enfermedades crónicas, como diabetes, hipertensión, obesidad, en las cuales es sabido que los pacientes atraviesan por un estado inflamatorio constante, no es de sorprender que se encuentren muchas personas con estos padecimientos que han sido afectadas por el COVID persistente, ya que propiamente el cuerpo se encuentra en una constante lucha y, al sumarse el estado inflamatorio de COVID-19, puede verse afectado y prolongado cada uno de estos síntomas. Existen hipótesis que aseguran que este proceso de inflamación activo es el causante del COVID persistente, aunque necesitamos más estudios para corroborarlo.

Si bien cada día seguimos descubriendo más sobre el COVID-19, no cabe duda que aún nos quedan muchos más datos por conocer y por descifrar de esta enfermedad tan nueva. Por ello, día con día se siguen buscando más respuestas para cada una de las incógnitas que tenemos hasta el momento.

 

 

Patricia Guzmán-Cancino. Estudiante del Programa Maestría en Ciencias de la Salud, Laboratorio de Hemostasia y Biología Vascular, Facultad de Ciencias Médicas y Biológicas «Dr. Ignacio Chávez», Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán.

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Martha Eva Viveros Sandoval. Profesora e investigadora en el Laboratorio de Hemostasia y Biología Vascular, Facultad de Ciencias Médicas y Biológicas «Dr. Ignacio Chávez», Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán.

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Para Saber Más: 

Afecciones posteriores al COVID-19. (2022, 16 diciembre). Centers for Disease Control and Prevention. https://espanol.cdc.gov/coronavirus/2019-ncov/long-term-effects/index.html

 

Carod-Artal, F. J. (2021). Síndrome post-COVID-19: Epidemiología, criterios diagnósticos y mecanismos patogénicos implicados. Revista de Neurología, 72(11), 384. https://doi.org/10.33588/rn.7211.2021230

 

Van Kessel S. A. M., Olde Hartman T. C., Lucassen P. L. B. J. y Van Jaarsveld C. H. M. (2022). Post-acute and long-COVID-19 symptoms in patients with mild diseases: A systematic review. Family Practice, 39(1), 159-167. https://doi.org/10.1093/fampra/cmab076