Pensé mucho en «suavizar» el título de esta reseña o en idear otro, tal vez presa del «buen gusto» y la corrección, pero dos cosas me lo impidieron. Primero, así se llama el libro que ahora recomiendo y la segunda, tal vez yo también estoy harto de tantas mentiras. Contarle a alguien que estoy convencido que me secuestraron los marcianos para realizar experimentos puede quedar solo en una mirada indulgente de mi interlocutor. Sin embargo, la situación cambia cuando lo que está en riesgo no es mi fama pública, sino la salud de la comunidad.
En lo más duro de la pandemia de Covid-19, provocada por el virus SARS-CoV2, resultaba muy preocupante y enojoso la distribución masiva de noticias falsas, de creencias absurdas o el negacionismo criminal. Y allí sí, el título de este libro está más que justificado, al menos para mí. Nunca hemos tenido más acceso a la información que ahora. Los avances de la ciencia y la tecnología también son impresionantes en todos los campos y, sin embargo, nunca como ahora nos habíamos enfrentado a la pseudociencia, a la circulación de noticias falsas y a los movimientos organizados de los negacionistas.
La existencia de personas dispuestas a mentir para sacar ventajas de la credulidad de otros es algo que podemos entender, finalmente el lucro, la ambición o la simple y llana irresponsabilidad para con los demás, está presente en todas las sociedades. Lo que resulta muy complejo de entender, es la manera en que nosotros creemos cosas que a todas luces son absurdas.
La distinción entre mentiras «inofensivas» y las verdaderamente peligrosas es el tema de Por qué creemos en mierdas, de Ramón Nogueras Pérez (Kailas editorial, 2021. ISBN 9788417248734). Nogueras Pérez es un psicólogo y divulgador nativo de Granada, España, muy preocupado por acercar la ciencia a diversos grupos humanos para alejarlos, a partir del conocimiento, del New Age y de ese tipo de modas sin fundamento científico alguno y que pueden resultar muy peligrosas.
Tenemos una confianza inmensa en el individuo racional (de los que toman las raciones en los bares, dice el autor con mucho filo) ¿Pero está justificada esa confianza? Una mirada a las redes sociales, o incluso a los medios masivos de difusión, nos dejarán claro que estamos asistiendo al resurgimiento o a la consolidación de ideas que creíamos derrotadas por la ciencia: que las vacunas son peligrosas para la salud, que son mecanismos para controlar nuestra mente o en su variante políticamente correcta, encontramos la versión «alternativa» de la oposición a las vacunas vestida de «rebelión contra la imposición de los gobiernos»; el covid es una «fábula de la mafia financiera internacional; la tierra es plana; la evolución es falsa; el auge de los «productos milagro», entre otros.
Ante el avance del conocimiento científico en varias áreas, la respuesta de amplios sectores de la población es el negacionismo. Existe la idea generalizada en el campo de la ciencia, que la sociedad puede cambiar de opinión por la fuerza de los hechos, pero hay muchos ejemplos de que esta idea es falsa. En este sentido, el libro comienza por demostrarnos, mediante una explicación bastante simpática de una noticia falsa sobre Ricky Martin, como somos fácilmente engañados. La anécdota es alucinante, no se las cuento, pero nos narra como una noticia falsa fue tomada por real por millones de personas que juraban haberlo atestiguado, incluso nos da pistas de como surgió tal noticia y la gente se la tragó, sin más.
La anécdota provoca risa, pero, por fortuna, nadie salió herido. Sin embargo, hay casos similares de engaño de las masas humanas que condujeron a la comisión de crímenes contra poblaciones enteras, por ejemplo, lo ocurrido en Myanmar y que podemos calificar como limpieza étnica. La estrategia fue la misma, iniciar un rumor de algo que nunca aconteció (asesinatos de niños o la acumulación de armas en mezquitas del grupo atacado), culpando a un grupo social de un hecho falso, luego soportarlo con memes y más mentiras hasta que se dispararon los mecanismos violentos en los receptores de tal campaña que condujeron a la tragedia.
Regresando al individuo racional, ciertamente en el caso «jocoso» de Ricky Martin y en el horrible crimen de Myanmar, hay dos elementos comunes: la facilidad para difundir noticias falsas, haciéndolas llegar más rápido y más lejos mediante el uso de las redes sociales. El otro es la percepción equivocada de la realidad por parte de la población que la hace muy susceptible a la manipulación con diversos fines. Todas las evidencias indican que esta percepción falsa de la realidad conduce a la «ilusión» de que sabemos y comprendemos todo, de manera que no somos críticos ni estamos alerta con la «información» que nos llega.
Es importante que entendamos que los seres humanos no somos «las máquinas racionales» que creemos ser. Nogueras, el autor, abunda en ejemplos que cuestionan fuertemente esta ilusión y la manda al campo del puro mito. La principal arma para enfrentarnos a las noticias falsas, a las ideas irracionales, a la pseudociencia y a la manipulación de cualquier tipo, es el pensamiento crítico, lo cual implica la capacidad para captar información, tratarla y comprenderla; hay un vínculo fuerte entre el pensamiento crítico y diversos aspectos psicológicos. Tener un pensamiento crítico es un estado mental, casi un rasgo de la personalidad que engloba el afán de conocer la verdad, la necesidad de disponer de pruebas, la tendencia a imaginar varias explicaciones posibles y una cierta apertura a las ideas contrarias.
Pero cuidado, como el autor nos dice, la tendencia a creernos tanta basura no depende exclusivamente de nuestra capacidad crítica, también implica factores externos como la existencia de personas, grupos, partidos y empresas dispuestas a usar la ilusión de conocimiento y nuestro muy mal entrenamiento en el pensamiento escéptico para manipularnos.
Sobre todo ello trata este libro lleno de anécdotas, análisis críticos y un estilo muy fresco de contar. Creo que es una excelente recomendación para estos tiempos de cólera que corren… y los que están por venir.
Horacio Cano Camacho, Profesor Investigador del Centro Multidisciplinario de Estudios en Biotecnología y Jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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