Uno de los grandes divulgadores de la ciencia durante el siglo XX fue sin duda Carl Sagan (1934-1996). Fue escritor, profesor, científico, guionista, asesor, defensor de la ciencia y del método científico. En el ámbito de la ciencia, contribuyó al desarrollo de la astronomía planetaria, y fue miembro de los equipos de investigadores que exploraron nuestro Sistema Solar con las sondas espaciales Mariner, Voyager, Vikingo y Galileo.
Como divulgador de la ciencia, escribió varios libros sobre diferentes temas científicos (al respecto, con “Los dragones del edén”, recibió el premio Pulitzer en 1978 dentro de la categoría de obras de ámbito general y de no ficción), fue autor de una novela de ciencia ficción (Contacto) y fue escritor y narrador del programa de TV que lo lanzó a la fama: Cosmos, un viaje personal. En esta serie, Sagan describió con gran inspiración y sencillez varios temas científicos sobre física, biología, astronomía, astrofísica y cosmología, maravillando al público en general con interesantes descubrimientos de la época en dichos campos, y llevó a sus televidentes por un viaje imaginario a través del tiempo y del espacio para comprender el largo y sinuoso camino que ha recorrido la humanidad en la búsqueda de las respuestas a varios de los grandes misterios del universo.
La serie Cosmos, causó gran impresión y éxito de público, además, fue motivante para que muchos niños se acercaran a la ciencia o se dedicaran a ella posteriormente. Esta misma elegancia y sencillez que mostró Carl Sagan en su progama de TV para abordar temas científicos, también se ve plasmada en sus libros. Uno de ellos es “El mundo y sus demonios”, o como se conoce en inglés: The demon-haunted world.
Este libro fue uno de los últimos que escribió Carl Sagan. Su lectura resultante bastante amena, didáctica y muy interesante. En “El mundo y sus demonios”, Carl Sagan, con un lenguaje sencillo, elegante y directo, explora el peligro que entraña en una sociedad alejarse de la ciencia y no practicar el escepticismo y el pensamiento crítico. Trata de mostrar como la credulidad, la predisposición emocional, los prejuicios, el pensamiento irracional, la falta de conocimiento y la ausencia de un método de comprobación de ideas, pueden ser la cuna de la superstición, las malas interpretaciones, las manipulaciones, los engaños y de la pseudociencia que pueden desembocar en costos políticos, sociales, físicos y económicos, entre otros.
Sagan plantea en su libro que para enfrentar esos “demonios”, podemos usar a la ciencia y al método científico como una luz y una guía. Para ello, presenta de forma sencilla las herramientas básicas del pensamiento crítico y el método científico, como la comprobación independiente de los hechos, o la navaja de Occam (que nos dice que entre varias ideas igual de buenas para explicar los hechos, seleccionemos la más sencilla), y muestra como pueden ser usadas para detectar ideas engañosas, poco racionales y sin fundamentos en la vida diaria. También proporciona los elementos que permiten detectar cuando las personas defienden ideas sin validez empleando la retórica o argumentos que aparentan ser lógicos, pero que no lo son.
Carl Sagan menciona que para aplicar dichas herramientas no se necesita ser un científico, sino practicar estas ideas con la actitud crítica correspondiente. Y lo explica mediante varios ejemplos en la vida diaria. Como lo menciona el autor, ¿quién no, al comprar un artículo, trata de verificar si las propiedades del producto son como las que describe el fabricante, antes de adquirirlo? Al proceder con la verificación independiente se empezaría a actuar con un pensamiento científico. Varios de los ejemplos también describen situaciones científicas en donde, por diferentes causas, el método científico no se aplicó como se debe, lo que dió lugar a errores que tarde o temprano terminaron por descubrirse. Carl Sagan también aprovecha estos ejemplos para señalar que la ciencia no está exenta de errores, pero que a diferencia de las pseudociencias y otras formas de pensar irracionales, el mismo método científico permite detectar y corregir de manera efectiva dichos errores, permitiendo su avance. Para jóvenes científicos, las situaciones que se describen y la descripción que se hace del método científico también puede servir para guiar sus propias investigaciones.
Con esta actitud crítica, Carl Sagan aborda el origen de varias pseudociencias, como la astrología, la percepción extrasensorial, los fantasmas y las visitas de seres extraterrestres a la tierra en ovnis, y muestra como estas ideas no resisten el rigor de la crítica y el método científico, y como la credulidad, entre otras razones, ha permitido la proliferación de los mismos. La idea de Carl Sagan es de encaminar a los lectores hacia la crítica y el uso del método científico de forma amena, empleando ejemplos en los temas anteriores y nos recuerda constantemente de que se debe ser siempre prudentes antes de aceptar una nueva idea.
También le agrega un toque personal a su libro, narrando experiencias propias que lo llevaron a involucrase en la ciencia y que despertaron su interés y emoción por el universo y los fenómenos que nos rodean. También describe parte de sus experiencias en el campo de la divulgación científica. Por otra parte, expone algunas de las razones por las cuales la ciencia parece ser difícil para el público general y, en especial, por qué no se transmite de forma clara a los estudiantes. Como profesor de universidad, muchas de esas razones me parecieron también válidas para México y no sólo para los Estados Unidos.
La lectura del libro me pareció muy fascinante y realmente recomendable, no sólo para el público general, sino también a los jóvenes científicos y, ¿por qué no? a los colegas no tan jóvenes. Si no me cree, y desea comprobarlo, ya está comenzando a entender el método científico.
Dr. Juan Carlos Arteaga Velazquez, Profesor e investigador en el Instituto de Física y Matemáticas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Mexico. Investigador en el área de astrofísica de partículas. Miembro de las colaboraciones KASCADE-Grande, HAWC, Pierre Auger y MATHUSLA. Miembro de la Sociedad Mexicana de Física