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Hoy hablaremos de un libro de ciencia …que no es de ciencia. Para nadie escapa que existe una poderosa división entre literatura y ciencia. Y el libro que ahora recomendamos es una obra de la literatura no un manual de ciencia. El libro destaca por un poderoso diseño de la portada, un fragmento de una pintura de Vincent van Gogh en el que, ahora sí, destaca el título, Libro de Ciencias (Eduardo Vilas, compilador, 2008, Ed. 451, España, ISBN 9788496822580).
El libro comienza con una anécdota sobre Niels Bohr, danés merecedor del Premio Nobel de Física y uno de los más ilustres pensadores del siglo XX. Resulta que en el examen de admisión a la Universidad de Física de Copenhague le pidieron “…que describiera cómo se puede determinar la altura de un rascacielos con un barómetro”, a lo que el joven Bohr contestó “se ata una larga cuerda al cuello del barómetro y se descuelga desde el tejado hasta el suelo. La suma de la longitud de la cuerda más la longitud del barómetro darán la altura del rascacielos”. Por supuesto que a los puristas de la ciencia no les hizo gracia la respuesta y suspendieron al alumno Bohr. Aunque aceptaban que la respuesta era correcta, les molestó que no se ciñera al lenguaje estricto de la física y llamaron a cuentas al joven, dándole una última oportunidad de responder en cinco minutos y en forma oral. Bohr ideó una serie de respuestas ingeniosas a tan absurdo problema… y bueno, le invito a leer en qué terminó todo.
Luego el libro entra en “materia”: una antología de ficciones sobre temas científicos de escritores tan fundamentales como Lewis Carroll, Herman Melville, Julio Verne, Edgar Allan Poe, Franz Kafka, H.P. Lovecraft, entre otros, escribiendo de cosas tan amplias como matemáticas, lógica, astronomía o biología, geología… por supuesto, desde los ojos del escritor, no del experto. Así nos encontramos una narración de Poe sobre el hombre de negocios, un interesante tratado de economía y método. Todos son relatos divertidos, a veces hilarantes, irónicos, siempre logrando conjugar emoción con comprensión. Todo ilustrado primorosamente con reproducciones de pinturas famosas e impreso en un papel de la máxima calidad.
Debemos decir que a pesar de su título, Libro de ciencias, es en realidad un libro sobre literatura, sobre lo metafórico del lenguaje y de aquí su unión o su convergencia con la ciencia. El asunto es que los científicos o más bien, los investigadores que presumen de ortodoxos, no parecen comprender lo metafórico del lenguaje y por supuesto niegan cualquier nexo entre ciencia y literatura. Imaginemos por un momento que los escritores contemplan el mundo con la máxima objetividad posible ¿qué nos contarían? o imaginemos qué los científicos iluminaran su mente con un pequeño viaje a la realidad –una realidad poblana no precisamente por fórmulas- para establecer sus preguntas científicas.
Se nos olvida que la capacidad de elaborar hipótesis, núcleo de la ciencia, es más rica entre más cultura tengamos. Darwin o Russell, de quien nadie dudaría de su capacidad científica eran, además, unos profundos conocedores de la sociedad de su tiempo, de aquí que sus obras rebosen de arte, filosofía, costumbres, prácticas. En fin, lo importante es rescatar la emoción de descubrir, de entender y este libro es un hermoso viaje y a la vez, un pasaporte al conocimiento por vías tan sabrosas como la literatura, la imaginación y el ingenio. Aceptémoslo, hay muchas formas de aprender.
Léanse en especial “Informe para una academia” de Franz Kafka, un informe sobre su anterior vida de mono… Una delicia.
Dr. Horacio Cano Camacho Profesor Investigador del Centro Multidisciplinario de Estudios en Biotecnología, Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, UMSNH.
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