La obesidad a través de la historia

Escrito por Karen Fabiola Tena-Rojas y Héctor Eduardo Martínez-Flores

La obesidad es uno de los problemas de salud pública más importantes de nuestros tiempos. Sin embargo, esta enfermedad se remonta a muchos años atrás, y aun cuando los datos científicos son pocos, existen vestigios de cómo la obesidad estuvo presente desde épocas antiguas. Es importante entender y conocer cómo esta enfermedad perdura hasta la actualidad y es el mal que aqueja a muchos millones de humanos en nuestro planeta.

Significado de la obesidad

La palabra obesidad proviene del latín ob que significa ‘sobre’ o ‘todo’ y edere ‘comer’. El uso del término, como lo conocemos hoy en día, apareció por primera vez en 1651 en un libro de medicina de habla inglesa, titulado Medical practitioner y social reformer, de Noah Biggs.

Es considerada la pandemia del siglo XXI, lugar que se ha ganado a pulso, ya que en la vida actual y moderna se desarrolla con gran facilidad; pero el problema de la obesidad traspasa fronteras, creencias y razas. La obesidad es como aquella frase «los genes cargan el arma y el estilo de vida tira del gatillo», y esto es porque en realidad solo una mínima cantidad de personas en este mundo, no más de 5 %, sufren de esta condición solo por su genética o como consecuencia de otras enfermedades. Entonces, ¿qué pasa? Pues, por mal que se escuche, la gran mayoría padece de obesidad por el estilo de vida que escogió. Todos seguramente hemos escuchado las vastas consecuencias ligadas a esta enfermedad y todos los eventos que ocurrirán si esta se perpetúa.

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Obesidad, un padecimiento antiguo

En fin, no entraremos en el tema de las comorbilidades, ya que hay tomos y miles de artículos hablando de estas. Por lo cual, en este artículo, pretendemos darte a entender el cómo es que el desarrollo de la civilización humana, como ahora la conocemos, nos puede ayudar a entender aún más el problema. Punto importante, porque el humano ha padecido la obesidad desde hace muchos años más de lo que se piensa.

La única constatación que tenemos de la existencia de obesidad en tiempos prehistóricos, proviene de las estatuas de la Edad de Piedra. Una figura femenina con un enorme volumen, Venus Willendorf, que consta de una antigüedad de 25,000 años y que se encuentra en el museo de historia natural de Viena. Fue hallada en 1908 por el trabajador Johann Veran o Josef Veran. Fueron talladas hace más de 30,000 años en la denominada Edad de Hielo. En contexto, el periodo de glaciación se extendía y había una gran escasez de comida, por lo que empezaron a tallar a estas curvilíneas mujeres, dadas las circunstancias de la época. Carece un tanto de lógica, sin embargo, se ha descubierto que no solo respondían a figuras de gestantes, sino que muchas de estas mujeres eran realmente obesas en «épocas de extremo estrés nutricional», donde la obesidad era idealizada como un símbolo de fertilidad y protección a la mujer.

Ya en la Edad Antigua, etapa que abarca desde la aparición de la escritura (3500 A.C a 3000 A.C) hasta la caída del Imperio romano (476 D.C.), los egipcios describieron la obesidad como una característica de las personas de un rango social elevado, tal es el caso de faraón Akenaton, considerado con una complexión extraña en su tiempo. Otros indicios en la cultura egipcia son las autopsias de momias de alto rango que presentan ateroesclerosis coronaria y características del infarto al miocardio.

En Grecia, Hipócrates, padre de la medicina, comienza a ligar la obesidad con un problema de salud, señalando que la muerte súbita es mucho más frecuente en los obesos que en los delgados y en las mujeres más infértiles. Es aquí donde se empieza a considerar la obesidad como un problema perpetrado por el humano y no por los dioses. Ya en Roma, en el siglo II, Claudio Galeno por primera vez describió la clasificación de la obesidad como moderada e inmoderada, a la vez que relacionó el exceso de peso con un estilo de vida insano. Galeno, además produjo los primeros reportes sobre los beneficios de la pérdida de peso, relatando cómo es que logró que un hombre con obesidad, disminuyera su peso a partir de recomendaciones básicas de alimentación y ejercicio físico.

A lo largo de la historia, los griegos y los romanos son considerados los iniciadores de la «dietoterapia», siendo Hipócrates el primero que mostró gran interés por la nutrición y la calidad de vida de las personas. Ya en la Edad Media, Avicena, médico árabe más prestigioso de aquella época, en su canon médico que se convirtió en texto básico para la enseñanza médica por cinco siglos, dedicó un capítulo a hablar de la obesidad en uno de sus libros, donde describía los problemas que esta ocasionaba, así como las recomendaciones para tratar la obesidad, como el ejercicio intenso. Asimismo, relacionaba la obesidad con el consumo de alimentos bastos en cantidad, pero pobres en nutrientes.

En la Edad Moderna, se introducían nuevas ideas sobre aspectos físicos y químicos que constituían una base teórica para entender la función del organismo; por primera vez se relaciona la obesidad con las teorías iatroquímicas y se empieza a hablar de la incorporación de sustancias o hierbas medicinales para tratar este padecimiento, lo que en la actualidad conocemos como biocompuestos activos (antioxidantes, fibras, vitaminas, minerales). Ya en la Edad Contemporánea, que inicia desde la Revolución francesa hasta nuestros días, empieza a haber un gran interés sobre todo en la medicina alemana y francesa por el estudio de la obesidad o «polisarcia» (demasiada gordura), como era llamado en aquel tiempo.

En 1842, fue Cristian Hufeleand, quien en su libro de medicina, redactó el diagnóstico, la patogenia, la terapéutica y la definición de obesidad como el «exceso de acumulación de grasa en el cuerpo».

Por otro lado, el matemático y sociólogo Adolpht Quetelet, aplicó métodos cuantitativos para el estudio de la enfermedad y, en 1835, publicó un ensayo sobre la distribución y proporción antropométrica, proponiendo una corrección del peso de las personas de acuerdo con su estatura, el hoy conocido índice de quetelet o índice de masa corporal, mismo que desde su publicación fue olvidado y fue retomado en la actualidad.

Ya muy avanzado el siglo XX y hasta hoy en día, el índice quetelet o índice de masa corporal sigue siendo ampliamente utilizado en conjunto con otras fórmulas para la clasificación de la obesidad. En la actualidad, la obesidad se considera un estado de inflamación sistémica, crónica y de bajo grado. Sistémica, porque no es una inflamación local, sino que tiene implicaciones en múltiples tejidos, órganos, sistemas y vías metabólicas en nuestro organismo. Crónica, porque se desarrolla en un tiempo determinado y prolongado. Y de bajo grado, que no es porque la inflamación sea leve, sino porque no presenta las manifestaciones clínicas que estamos acostumbrados a detectar en otros procesos inflamatorios como es dolor, rubor, calor, etc.

 

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Consecuencias de la obesidad

¡Lo malo! Las consecuencias de esta enfermedad son inimaginables a largo plazo, tanto económicas como de salud, y aún así sigue en aumento. ¿Qué pasa?, pues en realidad es una enfermedad multifactorial que cada individuo requiere un manejo personalizado. Como ya dijimos, se habla de factores genéticos, aunque una pequeña proporción la padece por esto; también existen factores psicológicos que tienen que ver con problemas o enfermedades ocurridas en procesos críticos del desarrollo, infancia y adolescencia, estrés psicológico o ansiedad, etc.; factores ambientales que se conforman de un ambiente familiar obeso génico (alto consumo de alimentos ultra procesados, sedentarismo, tabaquismo, alcoholismo) que, a su vez, favorecen cambios que pueden favorecer variaciones epigenéticos. Estos últimos factores epigenéticos, ocurren mediante cambios en algunos genes reguladores en el metabolismo energético y en la oxidación de grasas.

¡Lo bueno! En muchos escenarios de obesidad, tanto tempranos como instaurados, puede llegar a controlarse o, en el mejor de los casos, revertirse. Considerando, principalmente, un estilo de vida saludable, práctica de ejercicio y una alimentación más sana.

En la siguiente figura se propone que, para que una persona que padece obesidad pueda disrumpir el ciclo de obesidad e incorporar hábitos de vida saludables, debe pasar por tres principales rupturas.

Durante el periodo obesidad, la primera ruptura del ciclo o etapa de concientización, es un proceso mediante el cual las personas son estimuladas y animadas a explorar su realidad y su conciencia, de forma que la comprensión de su realidad y de su propia conciencia es cada vez más profunda, con lo cual comienza a comprometerse consigo mismo y decide frenar el ciclo de obesidad. Comenzando con la modificación del estilo de vida, control y seguimiento nutricional y psicológico, inicia la pérdida de peso paulatina hasta alcanzar el peso meta. Esta etapa dura entre seis y 24 meses para concretarse, dependiendo del grado de obesidad.

Posteriormente, inicia la segunda ruptura del ciclo o etapa de adaptación, fisiológica y psicológica, la cual se caracteriza por ser el periodo de adaptación metabólica, hay constancia en el control de nuevos hábitos, disminuye la frustración e impuridad en torno a la comida, inicia el mantenimiento de peso, hay una adecuada relación con el consumo de alimentos y gasto de energía, un mayor control de las enfermedades secundarias a la obesidad. Esta etapa se define como el tiempo posterior al haber alcanzado el peso meta, manteniendo esta pérdida por al menos dos a tres años. En esta etapa hay una mayor claridad y determinación en cuanto a en qué consiste el proceso de hábitos saludables de vida. Por otro lado, las enfermedades instauradas o debutantes en la obesidad disminuyen su severidad, modulan su respuesta, o cesa su propagación. Esta etapa es crítica, ya que, de no concretarse, es muy común el regresar a la etapa inicial del ciclo obesogénico, por lo cual es importante que además de un adecuado control médico-nutricional, también exista un adecuado seguimiento psicológico y un ambiente de vida más sano.

Por último, una vez que las rupturas anteriores han sido concretadas y sostenidas por un amplio periodo de tiempo, se da la tercera ruptura del ciclo de obesidad o permanencia, en donde la persona tiene un apego completo a su nuevo estilo de vida, el peso pasa a un segundo término, y el objetivo principal es lograr un estado de bienestar integral, caracterizado por un equilibrio dietético, constancia en la actividad física y salud emocional. 

 

Para Saber Más: 

Morales P.A. (2010). Visión epistemológica de la obesidad a través de la historia. Comunidad y Salud, 8(2), 83-90. http://ve.scielo.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1690-32932010000200011&lng=es&tlng=es.

 

Ruiz-Cota P., Bacardí-Gascón M. y Jiménez-Cruz A. (2019). Historia, tendencias y causas de la obesidad en México. JONNPR, 4(7), 737-745. https://www.jonnpr.com/PDF/3054.pdf

 

Karen Fabiola Tena-Rojas. Laboratorio de Biotecnología alimentaria, Facultad de Químico Farmacobiología, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán.

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Héctor Eduardo Martínez-Flores. Profesor-Investigador de la Facultad de Químico Farmacobiología, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán.

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