El sobrepeso y la obesidad son un problema de salud pública que conduce al padecimiento de enfermedades como la diabetes mellitus tipo 2, a la vez que aumenta el riesgo de padecer enfermedades crónicas degenerativas, como insuficiencia renal, hipertensión arterial, males cardíacos y algunos tipos de cáncer. En los últimos años, estos problemas han alcanzado proporciones epidémicas y, especialmente en México, el porcentaje de obesidad y sobrepeso en niños y adultos es realmente alarmante.
De acuerdo a la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), en México, el grupo de edad entre 30 y 59 años, es el que presenta mayores niveles de obesidad y sobrepeso, y de acuerdo al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF, por las siglas en inglés), uno de cada 20 niñas y niños menores de 5 años, y uno de cada tres entre los 6 y 19 años, padece obesidad o sobrepeso. Seguramente no es la primera vez que lees al respecto… pero, te has preguntado ¿Qué hay detrás de este problema de salud?
Es muy común que relacionemos la obesidad y el sobrepeso con el consumo excesivo de alimentos (sobre todo de aquellos poco o nada saludables) y con el sedentarismo, pero no solo es eso, otros factores también están relacionados, por ejemplo, la edad, el género, la raza, el estado emocional y los factores socioculturales, conductuales y genéticos.
La obesidad se considera además una condición médica altamente hereditaria, estimando que de un 70 a un 80% de las variaciones de nuestro peso corporal, pueden explicarse por factores genéticos. Esta base genética fue explicada por primera vez en la década de los 90 por Jeffrey Friedman y Douglas Coleman, cuando identificaron por primera vez y clonaron la leptina, una hormona que produce nuestro cuerpo. ¿Habías escuchado hablar sobre esta hormona y cuál es su función en nuestro cuerpo?
Leptina: la hormona de la saciedad
La leptina, descubierta en 1994, es una hormona involucrada en la regulación del peso corporal y es la encargada de mandar una señal de saciedad a nuestro cerebro para indicarle que estamos satisfechos. La palabra leptina deriva de la raíz griega leptos que significa ‘delgado’. Esta hormona proteica la produce nuestro cuerpo en el tejido adiposo blanco, es decir, en el tejido graso, pero también se han detectado cantidades más pequeñas de esta hormona en otros tejidos corporales como el tejido adiposo marrón, la placenta, el tejido fetal, el estómago, los músculos, la médula ósea, los dientes y el cerebro.
Esta hormona regula nuestro apetito y da la señal de saciedad a nuestro cerebro, por lo que es la encargada de inhibir la ingesta de alimentos. Pero también es la responsable de aumentar el gasto energético para mantener constante nuestro peso corporal, así como de regular la función reproductiva. Juega un papel importante en el crecimiento fetal, en el proceso fisiológico de la formación de vasos sanguíneos y en el proceso metabólico por el cual el cuerpo quema la grasa ingerida o acumulada para generar energía.
Un dato interesante es que la leptina está presente en la leche materna, lo que hace pensar que la lactancia materna previene el desarrollo de obesidad en niños amamantados, este mismo dato aporta al hecho de que los niños alimentados con leche de fórmula (la cual no contiene leptina), son más propensos a desarrollar obesidad.
El que se produzca en el tejido adiposo significa que, mientras más grasa tengamos en el cuerpo, más leptina produciremos, por lo que nuestro porcentaje de grasa corporal está asociado con nuestro nivel de leptina en el cuerpo. En su función normal, cuando comemos, nuestra grasa corporal aumenta, lo que hace que aumenten los niveles de leptina, nuestro cerebro recibe la señal de saciedad y entonces, comemos menos y quemamos más calorías. Pero si la producción de leptina se altera, aparecerá la obesidad.
Cuando los niveles de leptina se alteran
Si analizamos detenidamente la función natural de la leptina, lo más lógico es pensar que si tenemos más grasa en nuestro cuerpo, entonces va a secretar más leptina y le mandará la señal de saciedad a nuestro cerebro, haciendo que comamos menos y no aumentaremos de peso, pero la realidad es algo más compleja. En estudios realizados en personas con obesidad, se hizo evidente que varias de ellas tienen niveles altos de leptina circulante… Entonces, ¿qué pasa? Su cerebro debería haber recibido la señal de saciedad, ¿no?
La cuestión es que, si la obesidad está presente, se producen constantemente niveles más altos de leptina debido a un consistente alto nivel de insulina, por lo que el cuerpo se vuelve progresivamente insensible a la hormona y se produce la denominada resistencia a la leptina. Esta es una condición que padecen algunas personas sin saberlo, y es cuando el cuerpo produce leptina, pero tiene insensibilidad a sus efectos; es decir, el cerebro no recibe la alerta de saciedad y, por lo tanto, es más probable que se aumente de peso por comer de más.
La resistencia a la leptina también se desarrolla con la edad, lo que incrementa el potencial de aumento de peso más adelante en la vida. Seguramente has escuchado de varias personas que conforme han avanzado en edad, dicen que les es más difícil mantenerse en el peso que regularmente manejaban, o que les cuesta más trabajo bajar de peso. Para el tratamiento de este problema, se ha investigado la indicación de una dosis diaria de leptina; sin embargo, para los pacientes que muestran resistencia a ella, esto no ha resultado efectivo para inducir la pérdida de peso. Lo que sí parece ser efectivo, es llevar al cuerpo a un peso saludable, ya que esto regula la función normal de la leptina, sensibilizándose nuevamente el organismo y con ello respondiendo correctamente a su señal.
Crédito: Alejandra Pérez Nava
Deficiencia de leptina
Se ha descrito también que algunas personas pueden tener una deficiencia de leptina, la cual es causada por una mutación que da lugar a una proteína truncada e inactiva. Las personas con esta mutación presentaron obesidad antes de los cinco años; estos niños también muestran anormalidades en el número y función de los linfocitos T, los cuales son parte del sistema inmunitario y se forman a partir de células madre en la médula ósea y que ayudan a combatir infecciones y el cáncer.
La ausencia de leptina hace que nuestro organismo crea que no tiene nada de grasa, lo cual se traduce en una ingesta de alimentos descontrolada y una obesidad infantil severa. Además, la deficiencia de leptina puede provocar un retraso en la pubertad y un mal funcionamiento del sistema inmunitario. En estos casos, se les ha indicado a los pacientes una inyección diaria de leptina, lo que les hace perder peso y también tiene un efecto mayor en la reducción de la ingesta de alimentos y en la inmunidad. Además, en mujeres de entre 35 y 40 años que padecen este problema, este tratamiento les ha permitido regular sus periodos menstruales y su ovulación.
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Investigaciones recientes sobre la leptina
Como ya lo habíamos mencionado, la leptina está presente en la leche materna, y una investigación muy interesante al respecto que hicieron en la Escuela Pública de la Universidad de Minnesota, ha mostrado que la leche materna de las madres que padecen obesidad puede ser más alta en leptina e insulina (ambos reguladores del apetito), lo que se asocia con bebés de crecimiento más lento a los seis meses, debido a que, teóricamente, la leptina de la leche materna pasa al sistema del bebé y deprime su apetito. Esto se relacionó con la observación de bebés de crecimiento más lento que tienen un tamaño corporal más pequeño. Además, puede indicar la importancia de la lactancia materna para las mujeres que sufren de obesidad, para ayudar a mantener la tasa de crecimiento de sus bebés dentro de rangos saludables. ¡Súper interesante, ¿no?! Realmente la naturaleza es increíble e inteligente.
¡Pero eso no es todo! Esta misma investigación reveló una relación de género sorprendente, ya que las mujeres con obesidad también producían leche con una mayor concentración de insulina, pero solo para las que procrearon niñas, no para las que tenían niños. Los hallazgos del estudio muestran qué tan variable puede ser la leche materna y por qué es importante entenderla como una fuente primaria de alimento para los bebés. Además, con esto sería posible establecer qué elementos son importantes en la gran cantidad de beneficios de la leche materna para los bebés y cómo optimizar esos elementos para todas las madres.
Otro hallazgo sorprendente es el reportado por investigadores del Centro Médico Suroeste de la Universidad de Texas (UT Southwestern Medical Center). Ellos encontraron que reducir los niveles de esta hormona puede reducir la obesidad, la ingesta de alimentos en exceso y la resistencia a la insulina relacionada con la diabetes. Y han encontrado un anticuerpo que puede disminuir los niveles de leptina. Al usar este anticuerpo para reducir ese nivel, permite reiniciar la sensibilización a la leptina y se empieza a normalizar el peso corporal. Sin embargo, aún sigue siendo una teoría, ya que al momento estos hallazgos solo los han confirmado en ratones, aunque esperan pronto hacer pruebas en ensayos clínicos humanos.
¿Podemos controlar el nivel de leptina en nuestro cuerpo?
Aunque la leptina no es toda la historia de la regulación central del peso corporal, sino más bien un hito para una nueva iniciativa que explora los mecanismos, sí juega un papel muy importante en nuestro organismo, y como pudimos ver, no solo para la regulación de nuestro peso corporal, sino también para nuestra función reproductiva y para varios otros procesos en nuestro cuerpo.
Se ha comprobado que el nivel de leptina se puede elevar aumentando el riesgo de padecer resistencia a la leptina, por comer de más, estrés emocional, inflamación, obesidad, embarazo, preeclampsia, diabetes gestacional y apnea del sueño. Pero el factor más importante para mantener nuestro nivel de leptina en condiciones normales para que realice su función, es mantener nuestro peso corporal en un nivel saludable, ya que esto tiene un efecto más profundo que cualquier otro tratamiento médico. Realizar ejercicio regularmente, dormir bien y reducir nuestro estrés, también es muy importante para mantener su nivel.
Es fundamental mantener su nivel en condiciones normales, ya que si estamos expuestos de manera constante a niveles altos de leptina, el cuerpo puede volverse resistente a sus efectos y corremos el riesgo de padecer obesidad y los efectos que esto conlleva.
Para Saber Más:
González-Jiménez, E., Aguilar-Cordero, M.J., García-García, C.J., García-López, P.A., Álvarez-Ferred, J. y Padilla-López, C.A. (2010). Leptina: un péptido con potencial terapéutico en sujetos obesos. Endocrinología y Nutrición, 57(7), 322-327. https://www.elsevier.es/es-revista-endocrinologia-nutricion-12-articulo-leptina-un-peptido-con-potencial-S1575092210000860
Rosado, E.L., Monteiro, J.B., Chaia, V. y Do Lago, M.F. (2006). Efecto de la leptina en el tratamiento de la obesidad e influencia de la dieta en la secreción y acción de la hormona. Nutrición Hospitalaria, 21(6), 686-693. https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-16112006000900009
Villaseñor, A. (2002). El papel de la leptina en el desarrollo de la obesidad. Revista de Endocrinología y Nutrición, 10(3), 135-139. https://www.medigraphic.com/pdfs/endoc/er-2002/er023f.pdf
J. Betzabe González Campos. Profesora e Investigadora del Instituto de Investigaciones Químico Biológicas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán, México.
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Alejandra Pérez Nava. Colaborador Postdoctoral, Instituto de Química, Universidad Nacional Autónoma de México. Ciudad de México, México.
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