Las frutas y verduras que consumimos a diario tienen al campo como un origen común, y es ahí donde miles de productores trabajan día a día para producir alimentos vegetales frescos y de buena calidad. México destaca a nivel mundial en la producción de diversas hortalizas, entre las que destacan chile, jitomate, aguacate, cebolla, pepino y elote, con un valor anual superior a los treinta millones de dólares. Sin embargo, en la actualidad, los productores enfrentan grandes retos al ver incrementado el costo de producción de sus cosechas por efecto de la alza en el precio de los insumos agrícolas, en especial los fertilizantes químicos.
¿Qué es la fertilización vegetal?
Una actividad indispensable para obtener una buena cosecha es la fertilización, ya que las plantas necesitan de la adquisición de nutrientes para un correcto desarrollo y posterior crecimiento y maduración de los frutos. Dentro de los principales nutrientes minerales que requieren los cultivos se encuentran el nitrógeno (N), fósforo (P), potasio (K), calcio (Ca) y magnesio (Mg), los cuales son requeridos por las plantas en una mayor cantidad. Por otro lado, tenemos los nutrientes que se necesitan en menores cantidades, como el zinc (Zn), hierro (Fe), boro (B), molibdeno (Mo), cobre (Cu), por mencionar algunos. Dentro del sistema convencional de producción de cultivos que heredamos de la «revolución verde», se encuentra la dependencia a la aplicación de fertilizantes solubles, elaborados a partir de un proceso industrial, el cual es costoso y genera daños ambientales. Con frecuencia, el uso de estos fertilizantes por parte de los productores es indiscriminado, repercutiendo en un gasto excesivo, degradación del suelo y desequilibrio ecológico.
La producción de hortalizas como el chile, ha incrementado su costo de producción por efecto de la alza de precio de los fertilizantes. Fotografía: Alfredo Reyes Tena.
¿Qué tan costoso resulta producir hortalizas en México?
En México, el costo que tienen que pagar los productores para desarrollar sus huertos, está en función del tipo de cultivo y el nivel de tecnificación. A pesar de que todas las plantas necesitan de los mismos nutrientes para crecer, cada cultivo tiene diferentes necesidades. Así, tenemos que las hortalizas más productivas como el jitomate, el chile y el pepino requieren de una mayor cantidad de potasio y calcio para obtener altos rendimientos, tamaño y calidad de fruta para que sean competitivos en el mercado.
La inversión para producir estas hortalizas también depende del sistema de producción, por ejemplo, a cielo abierto los costos son generalmente inferiores, pero existe el riesgo de que un evento meteorológico (granizadas, inundaciones, exceso de radiación solar, etc.) provoque la pérdida de la cosecha. Por su parte, en la agricultura protegida, donde se utilizan cubiertas plásticas como invernaderos, macro-túnel y malla-sombra para proporcionar protección a los cultivos, además de un manejo más eficiente de las plagas y enfermedades, el costo de inversión se incrementa considerablemente, así como el grado de conocimiento y habilidades por parte del agricultor.
Dependiendo del rendimiento productivo de la cosecha, producir un kilo de jitomate en un sistema a cielo abierto les cuesta a los productores alrededor de $5.00 pesos mexicanos (MXN), mientras que en macrotúnel, el costo se eleva hasta los $8.00 MXN, pero el rendimiento es significativamente superior. Para el cultivo de chile, producir una hectárea (ha), varía entre $180,000.00 y $250,000.00 MXN, dependiendo de la variedad a cultivar.
En México, el precio de las hortalizas está en función de la oferta y de la demanda, por ejemplo, el pago que reciben los productores por un kilo de jitomate oscila entre $0.70 y $20.00 MXN; sin embargo, por lo general, este se mantiene alrededor de los $8.00 MXN. De tal manera que en muchas ocasiones, los productores apenas recuperan el costo de inversión de sus cosechas. Debido a ello, en nuestro país existe la necesidad de regular el precio en campo de los productos hortícolas en beneficio de los productores, o bien, buscar alternativas de producción que permitan disminuir los costos.
¿Cómo ha impactado la crisis energética mundial el costo de producción de hortalizas?
Los fertilizantes químicos requieren para su producción importantes cantidades de gas natural. El encarecimiento y la escasez de este recurso, han provocado una crisis energética mundial desde el año 2021, la cual ha impactado directamente en la fabricación y suministro de los fertilizantes, ocasionando que su precio se incremente en más del 100% de su valor en el 2022. Esta situación podría poner en riesgo la producción de alimentos agrícolas, provocando una crisis agroalimentaria a escala global. En diversas regiones rurales de México, los productores agrícolas de pequeña y mediana escala requieren de la adquisición de créditos para comprar sus fertilizantes; el elevado costo de estos, aunado a las fluctuaciones de precio de sus productos en el mercado, podría hacer de esta actividad una práctica insostenible en los próximos años. Debido a lo anterior, la respuesta a esta problemática es un cambio de estrategias de producción, al adquirir prácticas de agricultura agroecológica, principalmente a través del empleo de biofertilizantes como una opción para disminuir la dependencia hacia los fertilizantes químicos, reduciendo su consumo y, de manera indirecta, reduciendo también el impacto que provocan en el ambiente.
¿Qué alternativas agroecológicas existen a la fertilización química?
Dentro del manejo agroecológico de los cultivos, existen diferentes herramientas que buscan el desarrollo de sistemas sustentables de producción. La reducción del uso de fertilizantes sintéticos es posible por medio de la adquisición de este tipo de prácticas por parte de los productores. La biofertilización mediante el uso de materia orgánica y microorganismos benéficos, ha cobrado un mayor interés en los últimos años. Existe un grupo de hongos benéficos para las plantas, los cuales establecen una simbiosis mutualista, de tal manera que el hongo le proporciona agua y nutrientes minerales a la planta, y esta a su vez lo abastece de fotosintatos para su desarrollo y reproducción. Estos hongos, conocidos como «formadores de micorrizas» se asocian con el 95% de las plantas superiores del planeta, incluso su presencia pudo favorecer la colonización terrestre hace millones de años.
Los hongos micorrízicos arbusculares (HMA) han sido ampliamente estudiados debido a que el aporte nutrimental hacia las plantas, favorece el establecimiento, vigor y productividad de los cultivos. Una particularidad de estos hongos, es que favorecen la captación de fósforo (P), un macronutriente que es difícil de adquirir por la planta debido a su escasa movilidad. Por otro lado, se ha observado que además de la promoción del crecimiento y productividad, las plantas micorrizadas son más tolerantes a distintos tipos de estreses bióticos y abióticos. Actualmente, existen en el mercado diversos productos a base de HMA, pero es necesaria la búsqueda de cepas nativas que puedan tener una mayor adaptabilidad a los cultivos de una zona particular y que sus beneficios sean mayores para los agricultores.
Por otro lado, el uso de estiércoles de ganado bovino, caprino, avícola y porcino es una alternativa que ha dado excelentes resultados en cultivos como jitomate, calabaza y aguacate. En zonas productoras del norte del estado de Michoacán, se ha reportado que la aplicación de 1.5 a 2 toneladas de estiércol porcino por ha, puede incrementar hasta en 30% la altura de las plantas y el rendimiento productivo de cultivos de jitomate.
Cultivo de jitomate fertilizado con estiércol porcino en Michoacán, México. Fotografía: Alfredo Reyes Tena.
Generalmente, los cultivos que son fertilizados con algún tipo de estiércol (previamente secado bajo luz directa del sol), tienen mayor vigor y sanidad, lo que les permite obtener altos rendimientos y fruta de buena calidad.
El precio del estiércol es relativamente bajo, alrededor de $1,500 MXN por tonelada, lo cual disminuye notablemente el costo de inversión en fertilizantes químicos y hacen de esta práctica una opción redituable a los productores, además de ser sustentable.
Otra opción, es el uso de abonos orgánicos que se han sometido a algún tipo de proceso biológico para incrementar la disponibilidad de los nutrientes, tal es el caso de las compostas, las lombricompostas y el «bocashi», las cuales se elaboran utilizando materia orgánica (estiércoles, residuos de cosechas, restos de animales y basura orgánica) que se va descomponiendo a lo largo de semanas o meses. En las compostas, los microorganismos (bacterias y hongos) son principalmente los encargados de la mineralización de los residuos; en las lombricompostas se utilizan, además, lombrices de la especie Eisenia foetida, las cuales aceleran y mejoran la descomposición de la materia orgánica y al final se obtiene un producto rico en NPK con una mayor tasa de absorción para las plantas. Finalmente, el «bocashi» se obtiene por la fermentación con levaduras, lo que permite acelerar la descomposición de la materia orgánica y obtener un abono en 14 días.
El uso de este tipo de compostas, además de favorecer el crecimiento vegetal, mejora las propiedades fisicoquímicas del suelo; entre otras, mejora la estructura y capacidad de retención de agua, favoreciendo el crecimiento radical y el establecimiento de microorganismos benéficos en la rizósfera, lo que resulta beneficioso al ser algunos de estos agentes naturales de control contra otros microorganismos causantes de enfermedades.
La aplicación de abonos orgánicos al suelo como el «bocashi», es una alternativa a la fertilización química. Fotografía: Alfredo Reyes Tena.
¿Es posible producir alimentos más sanos a un menor costo?
Los múltiples beneficios que proporciona el uso de abonos orgánicos, podría disminuir en gran medida la inversión en fertilizantes y plaguicidas nocivos para el ambiente y para la salud humana. Adicionalmente, las frutas y verduras producidas bajo un sistema de producción orgánica, permite adquirir un mayor valor en el mercado. Lo anterior podría incentivar la reconversión paulatina hacia la producción agrícola orgánica en México. Así que la próxima vez que vayas a hacer la despensa, si está en tus posibilidades, consume productos locales y consume orgánico.
El segundo autor agradece al Programa de Becas
Posdoctorales en la Universidad Nacional Autónoma
de México (DGAPA) por el apoyo recibido durante
el periodo 2021-2022.
Para Saber Más:
FAO. (2011). Elaboración y uso del bocashi, Programa Especial para la Seguridad Alimentaria (PESA) en El Salvador, Ministerio de Agricultura y Ganadería. https://www.fao.org/3/at788s/at788s.pdf
Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural. (2019). ¿Qué es y para qué sirve el fertilizante? https://www.gob.mx/agricultura/articulos/que-es-y-para-que-sirve-el-fertilizante#:~:text=Existen%20tres%20tipos%20de%20fertilizantes,son%20nitr%C3%B3geno%2C%20f%C3%B3sforo%20y%20potasio
SMATTCOM. (2021). Precios de fertilizantes aumentan los costos de producción en el campo. https://smattcom.com/blog/precios-fertilizantes-aumentan-costos-produccion-campo
Ulibarry, P.G. (2019). Consecuencias ambientales de la aplicación de fertilizantes. Biblioteca del Congreso Nacional de Chile/BCN. https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=repositorio/10221/27059/1/Consecuencias_ambientales_de_la_aplicacion_de_fertilizantes.pdf
Luis López Pérez. Investigador en el Laboratorio de Nutrición Vegetal del Instituto de Investigaciones Agropecuarias y Forestales, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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Alfredo Reyes Tena. Investigador Posdoctoral en el Laboratorio de Agroecología, Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad, Universidad Nacional Autónoma de México, Campus Morelia.
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