Yo no soy psiquiatra ni psicólogo, pero por alguna razón me llaman la atención las historias de criminales en la literatura, en particular de los psicópatas, o de lo que en la literatura y sucedáneos se presenta como este tipo de criminales. ¿Cómo llegaron a eso? Por algún lado leí sobre el principio o «regla del 80 %»: En un ochenta por ciento de los casos criminales, el culpable tiene relación cercana con la víctima, en un ochenta por ciento de estos, el culpable es el marido o el novio y, de la misma forma, en el ochenta por ciento, la causa son los celos… yo pensaría que el dinero también forma parte de este porcentaje.
Fuera del crimen organizado, donde las motivaciones son otras como la competencia económica o por el mercado, muchos crímenes pueden tener su origen en trastornos de la personalidad. Este sería el caso extremo de los psicópatas, de quienes en el cine y la televisión abundan en ejemplos. Pero tal vez, la manera en que las presenta el cine sea el problema, pues son personajes fascinantes, encantadores y llenos de misterio, tal como Hannibal Lecter en El silencio de los inocentes.
Todo indica que en la vida real dista mucho de esta imagen y, al menos los asesinos, son seres brutales, desprovistos de encanto y muy apartados de la imagen hollywoodense. Es el caso que ahora quiero recomendar en esta sección.
Se trata de Black Bird, una miniserie original de AppleTv (EUA, 2022) que en seis capítulos narra las memorias publicadas en el libro In With The Devil, escritas por James Keene, uno de los verdaderos protagonistas de la historia. Esta miniserie me gustó porque de alguna manera desmitifica la imagen de este tipo de personajes. El autor narra su temporada en la cárcel y cómo le ofrecieron reducir la sentencia a cambio de hacerse amigo de un asesino en serie con el fin de obtener información del lugar donde enterró a sus víctimas.
La miniserie está inspirada en hechos reales. Nos cuenta la historia del futbolista Jimmy Keene (interpretado por Taron Egerton), estrella del futbol americano condenado a diez años de prisión por tráfico de drogas. Siendo hijo de un policía condecorado (interpretado por Ray Liotta, en su última aparición pública), además de un tipo inteligente y encantador —cualidades que cimentaron su actividad criminal poco tiempo después de estar en prisión —, el FBI le propone a Keene dos alternativas: ingresar a una prisión de máxima seguridad y conseguir la amistad del presunto asesino serial Larry Hall (Black Bird, interpretado de manera magistral por Paul Walter Hauser), o quedarse donde está y cumplir su sentencia completa sin acceso a libertad condicional. Keene se niega en un inicio; sin embargo, la enfermedad de su padre y la posibilidad real de no volver a verlo con vida, le hace cambiar de opinión. Se compromete a acercarse y hacerse amigo de Hall para conseguir su confesión del asesinato de varias niñas y los lugares donde las enterró.
La propuesta tan extraña surge de que Larry Hall, a pesar de su confesión, nunca ha revelado donde sepultó a las víctimas y la policía requiere, por lo menos, demostrar un caso ante la apelación que está a punto de liberarlo. No obstante, el verdadero problema para los investigadores del tema surge cuando estos se plantean si Hall está hablando con la verdad o sencillamente son otras más de las mentiras que está acostumbrado a decir. Hall es un psicópata y un asesino serial.
Tratando de indagar un poco, me encuentro que un psicópata es una persona que sufre de un trastorno de la personalidad. Por alguna razón, este tipo de personalidades han generado un gran interés y capturado la imaginación del público, tanto a nivel de estudio como de alarma social. Los psicópatas han estado siempre asociados a casos famosos de asesinos, lo que ha posibilitado que los medios de comunicación y la industria del cine y la televisión, los hayan utilizado para crear una visión peculiar sobre lo que es un psicópata, así que es posible que exista mucha información equivocada o ausente en la idea que todos tenemos sobre ellos.
Un psicópata es todo aquel sujeto que cumple con algunos de los requisitos del trastorno de la personalidad antisocial conocido como psicopatía. Sus características (algunas de las que yo encontré en la literatura) son: despreocupación cruel por los sentimientos de los demás y una falta de empatía; actitud marcada y persistente de irresponsabilidad y despreocupación por las normas, reglas y obligaciones sociales; incapacidad para mantener relaciones personales duraderas; muy baja tolerancia a la frustración o bajo umbral para descargas de agresividad, dando incluso lugar a comportamientos violentos; incapacidad para sentir culpa y aprender de la experiencia, en particular del castigo; y una marcada predisposición a culpar a los demás o a ofrecer racionalizaciones verosímiles del comportamiento conflictivo.
El trastorno de personalidad antisocial es un diagnóstico médico, mientras que el término psicópata pertenece al ámbito de la psiquiatría forense, por lo cual es entendido como un «diagnóstico forense». Este tipo de trastornos representan un desafío para la psiquiatría. Esta descripción clínico-forense puede caracterizarse, a grandes rasgos, por un comportamiento antisocial persistente, deterioro de la empatía, remordimientos y rasgos egoístas. Sin embargo, no todos los que sufren de trastornos de personalidad antisocial son psicópatas y no todos los psicópatas son asesinos.
Existen muchos casos, quizás la mayoría, de psicopatía subclínica o no criminal. Los sujetos, también llamados «psicópatas integrados», pueden presentar grandes rasgos de manipuladores con emociones sociales limitadas, desafiantes, con emociones y conductas muy diversas. En esta categoría se pueden encontrar muchos líderes empresariales y políticos.
Las causas de este trastorno no se conocen con precisión, pero una cosa es segura, se trata de un fenómeno multicausal que incluye lo genético, lo ambiental, así como las experiencias e historias personales, todo en una interacción muy compleja como para adjudicarla a los estereotipos que los medios nos han filtrado.
Regresando a la miniserie, precisamente, esta juega con cierta ambigüedad a contracorriente con el estereotipo, puesto que el presunto criminal dista mucho de la imagen del tipo encantador, inteligente, manipulador y violento. Es más bien el «tipo perdedor» (loser) de la cultura norteamericana, es decir, un hombre fracasado, pobre, de pocas «luces», que pasa más como un tipo inocente, con carencias fuertes y ganas de sentirse importante. La interpretación de Larry Hall, desarrollada por Paul Walter Hauser, juega mucho con este aspecto, incómoda con su manera de hablar, sus largos silencios y gesticulaciones.
Justamente ese es un aspecto que hace dudar a la policía, al FBI y al mismo Jimmy Keene, el topo encargado de hacerlo hablar. A pesar de que Black Bird encaja en varios puntos del perfil del psicópata, la confesión no es fiable y no hay cuerpos. Larry confesó con mucha facilidad, pero no proporcionó información sobre los cuerpos y esto hace muy posible su liberación.
Es una miniserie del género negro, pero más orientada hacia el drama psicológico y en un thriller carcelario.
Dennis Lehane, el afamado escritor y guionista de novela negra, autor de las excelentes Mystic River, Shutter Island, La entrega y de la muy exitosa serie negra de Kenzie y Gennaro (también llevada al cine), fue quien desarrolló la adaptación del libro de Keene y se nota su mano experta: trabaja muy bien los claroscuros y los matices de los dos personajes. No vemos al «bueno» y al «malo» definidos absolutamente desde el inicio, incluso de manera muy inquietante llegamos a sentir empatía por Larry. Seguramente esos son los psicópatas más peligrosos.
Black Bird es una miniserie muy absorbente, con un reparto impresionante y que nos lleva a reflexionar en torno a la figura del asesino serial, el psicópata criminal y el psicópata integrado, que estoy convencido que Jimmy Keene lo es y por ello fue elegido para esa misión. Nos romperá muchas de las ideas sembradas por los medios sobre este tipo de personajes.
Horacio Cano Camacho, Profesor Investigador del Centro Multidisciplinario de Estudios en Biotecnología y Jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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