En estos días como que se ha radicalizado en redes el temor a la inteligencia artificial (IA). O por lo menos mucha gente comparte post de alarmas sobre el hipotético riesgo de dotar a las máquinas de inteligencia.
Lo primero que tal vez deberíamos emprender es la definición de inteligencia. Y hay conceptos cuya definición es muy compleja, o resbalosa. Y este lo es de manera particular. De manera que pensar si la IA es peligrosa o no, dependerá de que entendamos por inteligencia…
Asumamos una definición muy sencilla. La inteligencia es una facultad que nos permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y tener una idea del medio donde vivimos. Durante mucho tiempo se asumió que los humanos éramos los únicos animales con esta facultad.
Ahora sabemos, que muchas especies, en ciertos niveles, pueden realizar estas cosas: Aprender, tomar decisiones y tener una relación compleja con el medio. Donde al parecer si les ganamos es en algo que podemos llamar “inteligencia cultural” que sería la capacidad de todo esto, además de la capacidad de generar preguntas e identificar problemas, construir herramientas y generar y transmitir conocimientos.
Pero cuando hablamos de un programa de computadora el asunto se tuerce más. La IA es una rama de la informática. Pretende que una máquina se comporte de la misma manera como si el mismo comportamiento lo realizara un ser humano. Es decir, ser indistinguible de las facultades de un ser humano. Una maquina (o un programa) que actue como persona, razone como persona, lo haga racionalmente y actue en el mismo sentido.
Pero ser inteligente y simular inteligencia son cosas distintas. Hay opiniones que consideran que nunca se podrá construir una máquina verdaderamente inteligente, y unicamente aspiramos a que lo parezca. Es decir, un artilugio que simule ser inteligente de acuerdo a lo sofisticado del programa que lo controle, pero no ser inteligente en si mismo… Esto parece un trabalenguas.
El asunto es que la IA busca construir (al menos en la teoría), una máquina con todas las capacidades de la mente humana. Este ordenador sería capaz de razonar, imaginar, resolver problemas, construir herramientas y transmitir ese conocimiento a otras máquinas.
En el primer caso, el de “simular ser inteligentes”, nos dota a nosostros, sus creadores, del control total. Basta con que programemos los límites o sencillamete la desconectemos. En segundo caso es más complejo. Al ser indistinguible de nosotros sería muy complicado diferenciar las decisiones de una máquina de las nuestras, además, un sistema con capacidades de construir y heredar la inteligencia cultural sería, en muchos sentidos, independiente de nosotros.
Este último caso ha sido explotado por la literatura, el cine y la televisión. No sabemos que pueda pasar con sistemas de IA fuerte. En general, la visión literaria suele ser muy pesismista y da a los creadores, pocas oportunidades. Las máquinas dotadas de IA real y no de suna simulación, de alguna manera deciden separarse de sus creadores y asumir el control…
El cine está lleno de ejemplos de esta visión pesimista con resultados muy desiguales. De Blade Runner, ExMachina hasta Terminator, Robocop, en términos generales la humanidad no sale bien librada.
Hoy quiero recomendar una serie en esta línea. Mejores que nosotros, serie rusa ofrecida por Netflix. Ver televisión de un espectro tan amplio como lo ofrecido por estos sistemas de televisión bajo demanda, es en si mismo una ganancia. Son programas, con calidades muy diversas, pero que nos permiten apreciar cómo se ve el mundo en otros lados y otras lenguas. Y créanme que se suele ver diferente…
Mejores que nosotros es una serie de ciencia ficción ambientada en un futuro próximo, concretamente en 2029. En ese momento, los robots se encuentran presentes en varios aspectos de la vida cotidiana, ayudando en las tareas domésticas, reemplazando a los humanos en diversos trabajos y como robots de compañía ayudando al cuidado de niños y ancianos.
La sociedad los acepta por que asume que son máquinas “sin alma” y su IA está limitada por un programa que se puede controlar sin problemas. El desarrollo de la robótica al nivel de dotarlos de empatía y cierto nivel de razonamiento, genera resistencia en ciertos sectores sociales en los que surge un movimiento que busca “sabotear” y limitar el papel de estos artilugios, a veces de manera violenta.
En este contexto, existe una compañía dedicada a proveer robots “de placer” que decide dar un paso adelante en la IA y adquiere, por medios ilegales, un prototipo de robot “femenino” dotado de todas las capacidades de la mente humana. Aparece aquí Arisa, prototipo que se muestra incluso más inteligente que los propios humanos.
La “robot” escapa al control de la compañía y adopta su propia familia humana. Aquí la serie se amplia un poco y se centra a presentarnos los conflictos de una familia “normal”, mismos que vamos contrastando con el comportamiento racional Arisa y por momentos, la IA se muestra mejor que nosotros…
El drama fue creado por Andrey Junkovsky para la cadena estatal rusa C1R, y debido al éxito alcanzado, Netflix, la plataforma de televesión bajo demanda, decidió comprar los derechos de distribución internacional, convirtiéndola así en la primera serie original rusa del servicio de streaming. La primera temporada consta de 16 capítulos. Hasta ahora sabemos que en Rusia está por presentarse una segunta temporada.
Vale la pena mirar esta serie. Tanto por que nos da una perpectiva fresca de la televisión, demasiado influenciada por la tele pública mexicana y los valores y visión del mundo muy a lo Hollywood, pero además Mejores que nosotros asume de manera muy clara y cercana a los ciudadanos, este conflicto creado por la adopción de la IA. Se las recomiendo.
Horacio Cano Camacho, Profesor Investigadordel Centro Multidisciplinario de Estudios en Biotecnología y Jefe del Departamento de Comunicación de la Ciencia de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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