La Ciencia en el Cine

LA LLEGADA

Escrito por Horacio Cano Camacho

El pasado fin de semana me dediqué a cultivar el sano arte de no hacer nada, más allá de mirar películas y series de tv de ciencia ficción (CF). La mayoría de las que vi son más cine fantástico que verdadera CF, pero el hecho de que las cintas tengan robots, viajes interplanetarios y batallas en el espacio, ya las clasifica inevitablemente.

Dentro de las películas y series del sábado, destaca una que no pude ver en su momento en el cine y ahora lo hago en mi tele, luego de que dos días antes apareció en estos nuevos sistemas de cine bajo demanda… Se trata de La llegada (Arrival), una película estadounidense dirigida por el canadiense Denis Villeneuve y estrenada a finales del 2016.

La película está basada en un guión de Eric Heisserer, sobre el relato de Ted Chiang, La historia de tu vida (“Story of your life”). Ted Chiang es un autor no muy conocido por estas tierras. De él se han publicado algunos relatos en español en tres antologías, digo que son relatos, como podría calificarlos de novelas cortas o incluso cuentos (la más conocida, La historia de tu vida, Alamut ediciones, 2015, ISBN 8788498891010,  incluye el relato que nos interesa ahora). De cualquier manera su obra es realmente escasa y no sobrepasa las 20 historias en veinte años. No obstante esta escases, a Chiang se le reconoce por su calidad, y ya ha merecido los prestigiados premios Locus, Hugo y Nebula, entre otros. Su trabajo es notorio por su originalidad y su calidad especulativa, muy acorde a la definición de la ciencia ficción como una literatura de ideas, y esto lo ha llevado a ser considerado como el “último” gran maestro del género.

El planteamiento de La llegada es -en apariencia- muy sencillo: una serie de naves extraterrestres llegan a la Tierra y se posicionan en diversos lugares del planeta en lo que tiene todo el aspecto de un movimiento estratégico para una invasión. El mando militar de EUA contrata a la experta lingüista Louise Banks, interpretada magistralmente por Amy Adams para intentar comunicarse con los visitantes y “averiguar” cuáles son sus intensiones…

La película propone una serie de temas muy interesantes. En el cine tradicional de extraterrestres nos han acostumbrado a tres ideas básicas: primero, los extraterrestres son humanizados, si existe vida en el universo, la imaginamos como una proyección de nosotros mismos; segundo, los extraterrestres siempre tienen intensiones aviesas, viajan millones y millones de kilómetros y probablemente de años nada más que para dar una vuelta, realizar experimentos absurdos o conquistar el planeta, como una perversa proyección de la historia humana de colonización y explotación del más débil; y tercero, todos los extraterrestres hablan inglés…

Vamos a pensar por un momento que descubrimos que hay vida en algún punto del universo ¿cómo sería la vida allí? Tendemos a pensar que sería como la nuestra porque ésta es la única referencia que tenemos, pero cuando hablamos de vida, hablamos básicamente de información. Los seres vivos somos las únicas estructuras en el universo conocido con capacidad para autoconstruirnos, reproducirnos con invariancia relativa y heredar las instrucciones para ambos procesos. Y estas tres características que distinguen a los seres vivos son coordinadas y dirigidas por los genes. No es casual que todos los seres vivos de este planeta tengan el mismo sustrato informativo, el RNA y su derivado evolutivo, el DNA. Estas moléculas tienen una serie de propiedades que posibilitan todas las funciones que determinan la vida, de manera que podemos imaginar que estando compuesto el universo conocido por los mismos elementos, sean algunas moléculas “parecidas” a los genes quienes determinen la información que sostendría la vida en otro planeta.

Pero a pesar de que estamos formados de lo mismo y obedecemos las mismas leyes, en la Tierra, la diversidad de formas, funciones, estilos, es muy amplio. De hecho, los seres humanos somos una especie muy reciente y minoritaria si consideramos la vasta diversidad. Y en el universo no tiene por que ser de otra manera. De manera que cuando pensamos en la vida fuera de la tierra debemos entender que esta no necesariamente implica vida humana o humanizada, es más, ni siquiera vida “inteligente”.

¿Cómo sería la vida extraterrestre? Nadie lo sabe, pero a juzgar por lo que sucede en nuestro propio planeta, sus posibilidades son amplísimas, comenzando con bacterias, levaduras, micoplasmas, amibas, paramecios y millones de formas más allá de las humanoides. En la película que platicamos, los extraterrestres son unos ejemplares más parecidos a pulpos, para nada parecidos a nosotros, lo cual a mi me pareció muy acertado. De manera que si se llega a descubrir indicios de vida extraterrestre es muy probable que no tenga nada que ver con lo que hemos imaginado.

Bueno, dejemos bien firme nuestra credulidad: Si llegaron hasta la Tierra en naves, entonces estamos hablando de vida inteligente, por lo menos en lo que los humanos hemos definido como inteligencia, una facultad para aprender, entender, razonar, tomar decisiones conscientes, construir, etcétera. Y uno de los elementos más importantes de la inteligencia lo establece la capacidad de comunicarnos las experiencias, los conocimientos, lo aprendido. La forma de transmitir es el lenguaje y entre más complejo sea, más posibilidades tiene de transmitir la complejidad del conocimiento. No hay duda que el desarrollo de un lenguaje complejo posibilitó otras áreas de la evolución de los seres humanos hasta ser lo que actualmente somos. ¿Pero cómo es el lenguaje, o más precisamente la comunicación de una especie extraterrestre? La verdad es que ni lo imaginamos…

A juzgar por lo que pasa en la Tierra, las vías de comunicación son muy diversas, desde el lenguaje complejo, hasta la comunicación química basada en compuestos volátiles, hormonas, feromonas; las famosas “danzas” o movimientos articulados que comunican cosas, en fin. En el cuento de Chiang, la primera sorpresa de los terrícolas es que a los “visitantes” no les entendemos nada, ni siquiera sabemos si esos ruidos que emiten son un lenguaje…

La posibilidad de cometer un error por la falta de compresión es altísima. De hecho, el ejército norteamericano ha reportado que en sus guerras, un porcentaje muy alto de asesinatos de civiles se produce por estos errores: imagine un soldado asustado que mira a todos como enemigos, armado hasta los dientes frente a  una población igualmente aterrorizada, indignada, que solo quiere sobrevivir… ante la incomprensión del otro, cualquier palabra o gesto se asume como evidencia de agresión. Para reducir estos incidentes, el ejército ha estado trabajando no en dejar de meterse donde no los llaman (como sería lo deseable) sino en el diseño de aparatos capaces de traducir entre cualquier idioma y ya hay prototipos muy interesantes.

Pero estamos hablando de la comunicación entre la misma especie, con idiomas que comparten las mismas raíces en el proceso evolutivo y que parten de un programa determinado por los mismos genes. Todos los idiomas tienen estructuras comunes, por ello los seres humanos podemos aprender otras lenguas, su gramática se va desarrollando a través de la experiencia, el contexto social y ciertas zonas del cerebro comunes e implicadas en el aprendizaje ¿Pero cómo nos comunicamos con un pulpo o una lechuga?

Es de reconocer que en una historia inteligente como lo es La llegada, no se recurra a la salida fácil de la “percepción extrasensorial”, “marcianos que hablan inglés por que ya antes estuvieron aquí y nos estudiaron”, o que terrícolas y extraterrestres se pongan a conversar sin más… Por ello en la historia se contrata a la Dra. Louise Banks, experta capaz de encontrar la solución a tan enorme problema.

No es un tema nuevo en el cine de CF. Películas de enorme éxito lo han tratado, desde la mítica 2001 de Stanley Kubrick (1968), hasta la (para mi gusto) fallida Contacto de Robert Zemeckis (1997), pasando por Encuentros cercanos del tercer tipo de Steven Spielberg (1977). En problema de la comunicación y la forma de los extraterrestres lo resolvieron de forma “artística” mostrándonos imágenes más simbólicas, colores, música, recuerdos… Solo Spielberg recurrió, en lo que me parece lo más débil de su película, a mostrar extraterrestres humanoides y monitos simpáticos.

En La llegada, el problema de la comunicación se intenta resolver desde una perspectiva más científica y con mejores resultados que en Contacto, en donde se usa el lenguaje de las matemáticas, asumiendo que éste es universal. En esta película la complejidad del lenguaje es tremenda. Son los visitantes quienes nos enseñan a comunicarnos llevándonos a un hermoso lenguaje visual, no lineal y capaz de moverse en diversas dimensiones temporales y espaciales, lo que tiene consecuencias perturbadoras para nuestra propia estructura mental. Este proceso de enseñanza-aprendizaje es el momento más hipnótico de la película…

En cuanto a las “intensiones alienígenas” que apuntaba arriba, también podemos encontrar diversidad de enfoques en el cine, si bien la mayoría son predicciones catastróficas. Alien de Ridley Scott (1979) que es la que más me gusta en este terreno, nos muestra un extraterrestre terrible, una especie depredadora que no se anda con sutilezas de comunicación o esas linduras, tal como lo hace cualquier animal cazador de la Tierra. En Starship Troopers de Paul Verhoeven (1998), o El juego de Ender de Gavin Hood (2013) se propone un guerra permanente contra extraterrestres insectos que pretenden conquistar la Tierra.

En La llegada los seres extraterrestres son más bien generosos y no buscan conflicto (aparentemente) a pesar de que son indudablemente más desarrollados tecnológicamente que nosotros. Esta parte me recordó el libro de Arthur C. Clarke El fin de la infancia (1953) en donde una raza alienígena llega a la tierra poniendo fin a  todas las guerras intestinas, ayudando a reorganizar el mundo para hacerlo más justo. Pero hay un gran misterio y los invasores se niegan a mostrarse ante la humanidad hasta que descubrimos que las buenas intensiones eran solo parte de la estrategia de invasión y sometimiento… No cabe duda que la llegada o el descubrimiento de vida extraterrestre supondría una revolución en nuestras concepciones del universo, en la visión de nosotros mismos, de manera que las preocupaciones sobre si comunicarnos o no con ellos están en la imaginación de todos, científicos o no.

La llegada, como toda buena película puede mirarse como una historia en varias capas. Una es el problema “científico” de la diversidad, la comunicación, la teoría del lenguaje o el asunto tecnológico. Pero detrás de esto hay otras reflexiones, por ejemplo, en torno al tiempo. Sin ánimo de contarles la película, el aprendizaje del lenguaje de los visitantes nos lleva a transformar la capacidad del cerebro para moverse de una manera no lineal en el pensamiento, de tal manera que podemos pensar en el pasado, el presente y el futuro, sin muchas dificultades. Si podemos saber el futuro ¿tomaríamos las mismas decisiones? Esta parte de la historia de Chiang y por supuesto, de la cinta no ha convencido a todos, por que les parece un giro melodramático peligroso. A mi me gustó el manejo que hace el director mostrándonos retazos de un aspecto de la historia personal y trágica de la protagonista. Al inicio podemos pensar que es algo terrible en un momento de su vida, luego comenzamos a durarlo, hasta que nos percatamos que el director está jugando con nuestra manera lineal de ver el tiempo…

El papel de la mujer en la ciencia también es central. Es una profesional, verdadera experta moviéndose en un mundo de hombres (el ejército) sin arrendarse. Este papel de la mujer en la ciencia y la historia no es nuevo en los relatos de Chiang, en donde siempre asumen el liderazgo y abandonan el papel de “adornos” a la que muchas historias las confinan. La actuación de Amy Adams es muy destacable y opaca con creces a la de los otros compañeros de reparto como Jeremy Renner, Forest Whitaker o Ruth Chiang.

No quiero contar más, La llegada es una de las mejores cintas de ciencia ficción de los últimos tiempos. No es una película de aventuras, con batallas interestelares, extraterrestres maloras y héroes guapos… Es una película muy bien realizada, magníficamente actuada, música memorable, una fotografía sublime y poética y sobre todo, que nos muestra que las historias inteligentes no están reñidas con el cine comercial…