En 1969 se publicó una novela de Philip K. Dick con un nombre raro, aunque premonitorio: se trata de Ubick (Ed. Minotauro, España. ISBN 9788445078303). En este libro, Philip Dick trata de un mundo en el que coexisten diversas realidades o universos de una manera hipnótica y extraordinaria. La novela se sitúa en 1992 y en esas época es posible mantener a los muertos en una especie de “semi-vida” en la que a través de conexiones electrónicas podemos comunicarnos con ellos. Esta conexión hace posible que un “semi-vivo” dirija incluso una empresa, imparta consejos a su familia y opine sobre cualquier cosa, hasta que llega el momento de –en conjunto- decidir retirarlos de manera definitiva. Extraño… Lo interesante es que Philip K. Dick lo que está cuestionando es el concepto de realidad ¿quién está muerto, quién está vivo?¿podemos pasar por diferentes épocas y situaciones tal como de una capa de cebolla a otra?¿podemos modificar las leyes del espacio y el tiempo? Hay que leer esta novela, considerada por muchos entre las mejores de la ciencia ficción.
Ahora platicaremos no de cine, sino de televisión. Dicen que la televisión es el nuevo cine. Hace unos días me senté cómodamente a mirar la tercera temporada de Black Mirror, serie de la televisión británica dirigida por Charlie Brooker y distribuida por Netflix. Al ver el capítulo “San Junipero” no pude menos que recordar al gran Philip K. Dick puesto que si bien no le dan el crédito, seguro se inspiraron en él, como buena parte de la serie, sin duda.
Las series británicas suelen ser más cortas y ágiles que sus pares norteaméricanas. Sus temporadas se componen de tres a seis capítulos como máximo y todo indica que sus creativos le ponen más seso en las historias que cuentan que en los efectos y otros artilugios técnicos. Black mirror va por su tercera temporada, esta vez con seis episodios. Las dos temporadas anteriores reúnen en conjunto otros siete. Iniciada en 2011, se trata de una verdadera antología de relatos sobre la tecnología y nuestra relación con ella.
Sus secciones pueden ser vistas de manera independiente ya que son historias separadas. El punto de conexión entre ellos es el lado oscuro de la tecnología que nos muestran.
Es una visión muy crítica y desoladora: capítulo a capítulo se analiza nuestra absoluta dependencia de objetos tecnológicos y la paranoia desatada en muchos por su uso abrumador. Cada episodio toca un aspecto distinto de nuestra relación con la tecnología, ambientado en diferentes épocas y con argumentos distintos. Como toda antología, podemos encontrar capítulos más interesantes para nosotros o incluso, mejor logrados unos que otros. Pero realmente todos son muy buenos y destacan de otras series comerciales.
Encontramos historias que van desde el ciber-chantaje usando los teléfonos celulares; nuestro “enganche” y dependencia con las redes sociales; la búsqueda de aceptación a través de la popularidad en las redes; la relación, a veces terrorífica, con los videojuegos; la telebasura y su creación, una sociedad alienada por la publicidad y una realidad creada por los medios; la manipulación de la sociedad a través de implantes cerebrales o el espionaje social por parte del gobierno...
Si hubiera que describir Black mirror en una sola palabra, tal vez esta sería “desasosegante”. La serie es una distopía que nos dice que el futuro no se parece mucho a lo que esperamos buenamente de él y una voz de alarma por el contraste abrumador entre el enorme progreso tecnológico y la soledad y angustia de la sociedad. Capítulo a capítulo nos reconocemos en él…
¿Demasiado terrible?¿por qué, entonces la recomiendo? Black mirror es una de las mejores series de la televisión en la actualidad, con historias en que buena parte de nosotros nos reconoceremos, por que aunque habla del “futuro”, en realidad nos muestra que éste ya nos alcanzó. El primer capítulo de su tercera temporada nos cuenta de un “futuro” muy familiar, las personas buscando la aceptación en las redes. Cada persona premia con estrellas cada acción del vecino (como los likes de las actuales redes) a través de las fotografías de cada acción de los otros, sus vacaciones, lo que comieron ese día, a quien vieron al salir de casa… La intimidad a los ojos de todos. ¿Le suena parecido? La búsqueda de éxito o la posibilidad del fracaso en las manos de cuantos likes tengamos hoy, por el número de seguidores que reclutamos en una sesión.
No cabe duda que somos en gran medida producto de la tecnología. La invención de la agricultura, la domesticación del ganado, la creación de la cerveza, el vino o el queso, la construcción de las grandes catedrales, ropa, vivienda, medicina… cada paso que damos están acompañados de desarrollos tecnológicos. Pero en la actualidad, este desarrollo parece que por momentos nos subyuga y nos esclaviza. Y Black mirror nos advierte sobre esta relación no muy sana con nuestras creaciones. Desde esta perspectiva es un buen pretexto para reflexionar y recapacitar sobre nuestra forma de vida. No hay duda que un teléfono celular, internet o las mismas redes sociales son herramientas muy poderosas para comunicarnos, para conocernos e intercambiar ideas, modos de ver el mundo. ¿Pero qué sucede si permitimos que dominen nuestras vidas y en lugar de usar estos recursos para acercarnos, son el pretexto para el aislamiento, la soledad, los miedos?
La serie es inquietante a más no poder: ¿qué tal si ese futuro es realmente la actualidad?¿qué tal si ya nos alcanzó? La serie es en esencia una fábula terrorífica sobre el mañana en el que el hoy realmente no se distingue. De manera que la serie es una mezcla de ciencia ficción, recuento de las nuevas tecnologías y una pizca de realidad, tal como un documental. Esta serie se sale de lo habitual, sin duda. Es una sátira sobre la relación insana con la tecnología y a la vez, una crítica social que no tienen empacho en mostrarnos la soledad, la incomunicación y la enajenación que surgen en el tiempo… en el que contamos con mayores recursos para comunicarnos, encontrarnos y entender el mundo.
Recomiendo ampliamente acercarnos a esta serie, sin duda una de las mejores que la televisión nos brinda. Es una buena manera de reflexionar acerca de la tecnología, sobre todo aquella de consumo. Pero hágalo acompañado, de verdad es escalofriante…