La posibilidad de abandonar el planeta tierra y colonizar otros mundos, siempre ha estado en la mente de muchos. Por supuesto que la literatura y el cine se han ocupado de analizar o recrear esta posibilidad. Si en algún momento necesitásemos abandonar la tierra, tal vez Marte, el famoso planeta, sea la opción más viable. El hilo conductor de muchas de estas historias es un proceso de terraformación, en las que se van creando las condiciones para recibir a la población terrícola. La serie fundamental de novelas que lo analizan son las publicadas por Kim Stanley Robinson: Marte Rojo, Marte Verde y Marte Azul (Ed. Minotauro, España).
Además de tener un planeta en condiciones habitables, hay que construir comunidades humanas capaces de sobrevivir, lo cual resulta enormemente difícil. Philip K. Dick analiza esto en un libro fascinante “Los tres estigmas de Palmer Eldritch” (Ed. Minotauro, España).
Pero Marte es más complicado para nosotros de cuanto hubiésemos pensado. Un ambiente terrible; un campo de desolación tan hostil que cualquier rincón complicado de la tierra, es un jardín del Edén. A pesar de ser un tema recurrente en el cine, Ridley Scott vuelve a poner a Marte en el foco de atención con El Marciano (The Martian, USA, 2015). En México, por una de esas cosas extrañas que pasan por estas tierras, le pusieron a la película “Misión rescate”. Scott retorna a la ciencia ficción después de sus coqueteos bíblicos tan desafortunados y regresa al campo que mejor domina: recordemos las portentosas Alien (1979) y Blade Runner (1982).
La película está basada en la novela de Andy Weir “El Marciano” (Ediciones B, 2014, ISBN 9788490198902). Weir, ingeniero en informática, alcanzó el lugar doce en la lista de los más vendidos del New York Times. Lo más interesante es que fue con un libro autoeditado y distribuido a través de Amazon que se vendía por un dólar. Luego de su inusitado éxito, las editoriales más grandes buscaron comprar los derechos y así llegó al cine.
La novela y la película tienen una historia muy sencilla y de un solo personaje: Mark Watney (Matt Damon en la película), un astronauta de misión en Marte sufre un accidente durante una tormenta. Sus compañeros lo dan por muerto y lo abandonan. Cuando Mark despierta, se encuentra en la mayor de las soledades y en una situación extrema. Sin comunicación con la tierra, con una dotación de alimentos para unos cuantos días y en una ambiente de los más duro, debe buscar la forma de sobrevivir.
El tema no es extraño. Una fundación privada de nombre Mars One, con sede en Holanda, se ha propuesto “mandar” una colonia humana al planeta rojo dentro de diez años. Los expertos han puesto la voz de alarma ya que consideran que estos primeros colonos no vivirían –con la tecnología actual- más de 68 días. Esto significa que los entusiastas que se han inscrito en la misión serán enviados a una muerte segura. Y es que viajar a Marte no es para nada una excursión. A la distancia de viaje (seis meses) hay que sumarle los alimentos, el oxígeno, el agua, la eliminación de desechos, la soledad y las dificultades de comunicación. Además de los hábitats, las herramientas, los suministros médicos, los instrumentos… Todo esto pesa y ocupa un espacio y en un viaje fuera de la atmósfera no tenemos ni suficiente espacio ni capacidad de carga. Y que todo se agote es un fin inexorable.
En esta situación está Mark. Sólo, sin posibilidades de un rescate: Nadie sabe que sobrevivió y en caso de que se enteren, pasarán muchos meses para intentar un rescate. Y Mark no se quiere morir, de manera que apela a lo único que le puede ayudar, el conocimiento, es decir la ciencia.
Uno de los aspectos más interesantes del libro -y desde luego de la película- es que no hay rescates fantásticos, ni milagros, ni soluciones mágicas. Mark no encuentra una veta inagotable de alimentos ni descubre un cueva en donde abunda el agua y el oxígeno, ni una extraña civilización que le muestra los planos para hacer una nave o a través de una dimensión desconocida lo teletransporta. Menciono esto, por que suelen ser las soluciones fáciles al estilo Hollywood. No, cada paso se debe resolver a partir del conocimiento y de la tecnología y ese es el mensaje más importante. Mark Watney es uno de las primeros humanos en caminar sobre la superficie de Marte y es casi seguro que sea el primero en morir allí, a menos que…
Ridley Scott dirige una de las mejores películas de ciencia ficción de los últimos años. Realizada con un despliegue de recursos impresionante. A decir de muchos expertos, las escenas de Marte son las más cercanas a la realidad que se han representado nunca en el cine y al parecer, la misma NASA le permitió usar equipos reales que están siendo probados, como el hábitat que el astronauta usa en Marte. La actuación de Matt Damon en el papel central es estupenda y refleja muy bien el personaje de la novela.
El director tuvo una ayuda grandiosa en lo bien escrito del libro. Solo un verdadero fan de la exploración espacial podría haber sido tan meticuloso y resolver todos los potenciales problemas a los que se enfrenta la investigación en ese planeta por seres humanos y no robots. Andy Weir realizó una investigación exhaustiva, colectó datos, investigó con especialistas, para generar un documento de un detalle portentoso. Por supuesto que se trata de ficción y muchos de los recursos usados por el marciano son y serán discutibles hasta no tener la experiencia directa y la evidencia de los hechos en el mismo planeta rojo.
Pero Weir en el libro y Scott en el film, consiguen una historia muy sólida y emotiva. En la película se prescinde de muchos datos, lo cual es normal o hubiera resultado un documental y no una película de ficción. Tal vez lo más cuestionable de la cinta es cierto “tufillo” de Rescatando al Soldado Ryan, de Steven Spielberg (1998) que no ocurre en el libro. Incluso opera a favor de esto el nombrecito que le dieron en México de Misión Rescate. Pero una cinta comercial en ocasiones debe hacer ciertas concesiones o no recuperará su inversión que imagino muy cuantiosa.
El estreno comercial de la cinta coincidió con el anuncio de la NASA del descubrimiento de agua en Marte en forma de percloratos. Un descubrimiento muy importante y la película de Scott seguro contribuirá a reforzar las esperanzas de muchos en las posibilidades de ese planeta para la terraformación, en caso de necesidad…
Mejor vea la película, se divertirá, seguro lo dejará pensativo sobre nuestra propia relación de destrucción de nuestro propio hábitat. O mejor, vea la película y lea la novela. Yo lo disfruté y aprendí muchas cosas.