El cielo es azul y a nadie parece sorprenderle.
¿En verdad azul o solo lo vemos azul?
Nuestro cielo es como un mar de aire, estamos rodeados por aire, todo el planeta se encuentra envuelto en una esfera de aire que es nuestra atmósfera.
Es como el agua para los peces. Para salir de nuestro mar de aire necesitamos una buena provisión de oxígeno; pero no solo para respirar, porque el aire tiene otra función muy importante.
El aire que nos rodea nos aprieta, nos aprieta fuerte. Tanto que si no lo tuviéramos, nuestra piel se hincharía y los ojos no tendrían quien los detuviera, querrían salir de sus cuencas.
¿Quieres hacer una pequeña prueba?
No, no es necesario que vayas al espacio. Lo único que tienes que hacer es quitar un poco del aire que oprime la piel. Pon el dorso de tu mano en la boca y chupa.
Lo que estás haciendo es remover el aire que presiona esa parte de la mano. El resultado, si chupaste fuerte, es un conocido moretón debido al rompimiento de vasos sanguíneos.
Así, en este mar de aire en que vivimos, nuestro cuerpo se encuentra en equilibrio con la presión atmosférica, o sea con el apretón que nos da el aire; es como un objeto pesado sobre un resorte, si quitamos el peso que lo oprime, el resorte se expande.
Empezamos hablando del color del cielo. Pues bien, el cielo que vemos durante el día es simplemente la luz que nos llega del sol, pero que primero debe atravesar la atmósfera para llegar a nuestros ojos. Todo el cielo se ilumina, es decir, toda la atmósfera que nos rodea recibe la luz del sol y la retrasmite hasta nuestros ojos. Si estuviéramos en la luna, que no tiene atmósfera, el día sería un espectáculo muy distinto.
Veríamos el sol como una gran linterna que nos encandila en una noche oscura pero nada más, el resto del cielo seguiría siendo negro, sólo salpicado por la luz de las estrellas.
Cuando la luz del sol llega a la atmósfera se dispersa, o sea que cambia su dirección original, rebota para todos lados al chocar con las moléculas de aire.
La luz blanca es en realidad una combinación de los colores del arco iris y no todos los colores rebotan o se dispersan al igual, algunos colores se desvían más que otros.
Al chocar con el aire, el violeta y el azul se dispersan más, rebotan en todas direcciones y entonces nos llegan desde todos lados.
Pero la luz del sol contiene más azul que violeta y nuestros ojos son poco sensibles al violeta. Entonces el color azul es el que predomina, parece que llena el cielo porque llega a nuestros ojos de todas direcciones.
Al atardecer, el cielo cercano al sol se observa rojizo, lo que ocurre es que cuando vemos el sol en el horizonte, la luz debe recorrer mayor distancia dentro de la atmósfera y el azul alcanza a ser absorbido, llega muy débil.
Entonces la luz que nos llega en el atardecer es la que menos ha rebotado, la que menos se ha dispersado, es decir, luz blanca (todos los colores) menos el azul que da como resultado el rojizo.
Llena algún recipiente transparente con agua, lo mejor sería una pecera rectangular, puedes usar también alguna jarra de vidrio pero no funciona tan bien.
Piensa que el agua es nuestra atmósfera y usa una linterna como el sol, aunque es mucho mejor utilizar la luz de un proyector de transparencias porque la luz es más blanca.
Ilumina el agua de un lado a otro de tal modo que la luz atraviese el agua a lo largo. Sin apagar la lámpara pon poco a poco en el agua algunas pizcas de leche en polvo y deja que se disuelvan hasta que sea posible ver cómo el rayo de luz pasa a través del agua.
Ahora observa el agua viendo el rayo de luz de lado y observarás un color azulado; si ves el rayo de luz de frente podrás notar un color rojizo o anaranjado.
No hagas el experimento con recipientes pequeños ¡no funciona!