Dra. Catherine Rose Ettinger Mc Enulty

Escrito por Redacción

La Dra. Ettinger es Profesora-investigadora Titular adscrita a la Facultad de Arquitectura de la UMSNH. Doctora en Arquitectura por la UNAM y pertenece al Sistema Nacional de Investigadores, Nivel III. Cultiva líneas de investigación relacionadas con la arquitectura moderna y la conservación patrimonial. Ha realizado estancias de investigación en la Universidad de Texas en Austin, Columbia University en Nueva York y en el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM. Es miembro de DO.CO.MO.MO y de ICOMOS así como del Colegio de Arquitectos de Michoacán. Forma parte de la mesa directiva de la Society of Architectural Historians.

Gracias por aceptar esta charla con Saber Más, de la cual, usted también es fundadora, así que siéntase en casa.

Dra. Ettinger, o mejor Cate, estamos saliendo de una contingencia sanitaria muy complicada que puso un acento sobre los espacios que habitamos o en los que laboramos. Dos años encerrados son muy dolorosos y estresantes, sobreviviendo en habitaciones y casas muy pequeñas, sin áreas verdes u otros espacios, digamos, más sanos ¿puede la arquitectura ofrecernos una alternativa que de respuesta a este tipo de eventos, que sin duda estarán muy presentes en el futuro?

Horacio, desde luego que como arquitecta te tengo que decir que sí, que la arquitectura nos ofrece muchas alternativas a eventos como la pandemia. Creo mucho en el poder del diseño para mejorar nuestras vidas y no solo en un sentido utilitario. La pandemia nos deja grandes enseñanzas para el espacio doméstico y también para las escuelas, los hospitales, las oficinas y los espacios públicos. 

Por ejemplo, entre arquitectos han circulado mucho en estos meses algunos videos sobre los diseños de espacios escolares después de la pandemia de 1918. En Estados Unidos y en Europa surgieron mucha propuestas para salones de clase abiertos; en particular he estudiado las propuestas del arquitecto moderno Richard Neutra para Puerto Rico que, en lugar de 4 muros, tenía 3 y luego una puerta, como de cochera que, al alzarse, daba sombra y al mismo tiempo ampliaba el espacio del salón. Entre la puerta abierta y el techo, había un espacio para la circulación de aire. Y claro, los arquitectos, defendían este tipo de proyectos en función de enfermedades como la influenza y la tuberculosis. Además, en muchos casos, se planteaban como una solución adecuada al clima tropical y de construcción barata. En fin, es un buen momento para revisar propuestas del periodo postpandémico de principios del siglo XX y retomar lecciones que ya se habían aprendido, sobretodo en relación con la arquitectura escolar.

En el espacio doméstico todo cambió. La convivencia de muchas personas con diferentes actividades en espacios pequeños trajo consigo muchas reflexiones sobre cómo habitamos, cuáles son nuestras necesidades de espacios comunes y también de espacios privados. Aunque parece que hemos superado la etapa de la pandemia en que muchos hogares requerían de dos espacios de oficina, además de lugares de trabajo para hijos en edad escolar, creo que el trabajo remoto no desaparecerá por completo; de igual manera, seguramente las escuelas seguirán usando las plataformas digitales para algunas actividades y las instituciones ofrecerán cada vez un mayor número, cursos y diplomados en línea.

Aquí desde luego es un reto para los arquitectos, buscando sobre todo la flexibilidad en el espacio. En espacios pequeños es ideal integrar los diferentes espacios —por ejemplo, evitar separar la cocina de la sala comedor— para dar una sensación de mayor amplitud y también, ahora que vemos a la arquitectura con perspectiva de género, de no aislar a la persona que está preparando los alimentos de la plática del comedor y la sala. Al mismo tiempo, se tendrá que pensar en como posibilitar el trabajo individual.

Y, para terminar, porque me parece que mi respuesta fue muy larga, solo señalaría que tocaste en tu pregunta otro punto para mi fundamental en el diseño de espacios pequeños y que se tornó central en la pandemia: el acceso a espacios exteriores verdes. Sabemos muy bien, por estudios científicos, de los beneficios del contacto con la naturaleza y la contemplación de áreas verdes; esto es un tema que puede enriquecer mucho el diseño contemporáneo. 

Siguiendo en la línea de la pregunta anterior, en México las zonas urbanas tienen una terrible competencia por el espacio, de manera que hay cierto “hacinamiento”, aun en las casas unifamiliares en las que no se contemplan espacios no utilitarios (habitaciones, aseos, cocina) y muy poco las áreas de esparcimiento más conectadas con la salud… ¿cómo ves esta situación, habrá espacio para el cambio?

Claro que si, Horacio. Creo que precisamente tenemos que pensar los espacios domésticos en relación con el bienestar en otro sentido. Al final, tener más metros cuadrados o un vestidor grande o un baño con jacuzzi nunca nos dará el bienestar de una vista hacia un patio verde, de comer o convivir en al aire libre. Me asombra, sobre todo en las colonias residenciales, el afán por cubrir la totalidad de los terrenos, dejando si acaso un jardincito en un lugar que sobra. Me parece que las enseñanzas de los patios tradicionales se nos han olvidado. De verdad, aún en terrenos pequeños hay manera de integrar interior y exterior, de permitir que los usuarios vean el cielo cuando está azul y disfruten los cambios de clima o has la lluvia cuando es temporada. Para la vivienda de interés social, tal vez se puede romper con la idea de tener todos los espacios cerrados y pensar más en espacios semi-abiertos, retomando ideas de la arquitectura tradicional.

Nuestra Ciudad de Morelia (y casi todas en México), se encuentra muy por debajo de los metros de áreas verdes por habitante que lo que se recomienda desde la OMS, FAO, etc., ¿está situación, además de la especulación del espacio, o la falta de planificación, refleja alguna tendencia arquitectónica histórica? ¿es decir, asi somos? Lo pregunto pensando en el área colonial de la ciudad, con grandes jardines y espacios abiertos, ¿en dónde se trastocó todo?

Tienes razón. Morelia está muy debajo no solo en áreas verdes sino también en número de árboles, que es un indicador muy relevante que cobra mayor importancia en el contexto del cambio climático. Ahora, con relación a la pregunta de por qué sucede esto, no me siento de todo capaz de contestar pero podría especular que se debe a la falta de planeación y la manera en que la ciudad crece a partir de la suma de pequeños fraccionamientos privados, cada uno con una diminuta área de donación que no permite la creación de parques grandes. 

Ahora, que ¿si es tendencia histórica?, diría que no. He planteado en algunos foros la necesidad de arbolar las calles del centro; había muchos más árboles en el centro hace décadas. Hay que recordar que la Plaza Valladolid era el atrio del Convento de San Francisco, que el patio de Palacio Clavijero era un gran jardín y que, en general los patios de las casas tenía vegetación y los traspatios árboles frutales. Con el techado de muchos patios —piensa en los bancos y en las tiendas en la Avenida Madero o las tiendas de la Calle Valladolid— se perdió mucha área verde. También hay litografías que muestran que había árboles en la Avenida Madero. En fin, claramente hay justificación histórica para arbolar el centro y de hecho se ha comenzado en algunas calles como Guillermo Prieto. Lo más impresionante en relación con los árboles es la posibilidad que dan de mitigar el calor. Y claro, es de pensarse no solo para el centro histórico, sino también para la ciudad en general.

Escuché con mucha atención una charla que ofreciste en TEDxUniversidadMichoacana sobre la aparente dicotomia tradición vs modernidad en la arquitectura mexicana para todos y no pude sustraerme a pensar en un fenómeno de “personalización” del espacio. Yo llegué a vivir en una zona residencial donde todas las casas eran iguales, pero con el tiempo he observado como cada habitante ha ido transformando sus espacios en algo muy personal, muy distintivo, ¿cómo puede coexistir esta tendencia casi natural de los mexicanos, con otras corrientes arquitectónicas que buscan la homegeneidad del espacio?

Ese fenómeno se ha observado desde que se comenzó con la vivienda en serie. Recuerdo haber leído una entrevista de los años cincuenta donde justamente un arquitecto de Estados Unidos comentaba cómo los habitantes habían desvirtuado un conjunto moderno de vivienda en serie en la Ciudad de México al personalizarlos. Creo que no es cosa de los mexicanos, sino de los mismos seres humanos que entendemos que nuestra casa nos representa. Tal vez se puede hacer una analogía con la ropa. La ropa comunica mucho de nuestra personalidad, a tal grado que hasta los pequeños a veces se niegan a ponerse algo que sienten que no va con ellos. La casa también nos representa; en los interiores colocamos los muebles y los valores que nos identifican y, por lo general, las personas sienten una necesidad también de diferenciarse de sus vecinos o de expresar sus gustos en los exteriores. 

Este tema también me llama la atención por la “moda” de cierto estilo para diseñar y levantar tiendas, plazas comerciales, como espacios despersonalizados, tal vez muy prácticos, pero que tienden a uniformar el espacio público, ¿cómo abordar este fenómeno, si es que mi observación es real?

Pues, efectivamente coincido contigo en que se una tendencia a la pérdida de un sentido de lugar en muchas arquitecturas recientes. Las plazas comerciales grandes, los malls ya tienen décadas viéndose todos iguales pero tal vez no por el diseño en sí de las plazas, sino porque tienen siempre las mismas tiendas y, claro, cada tienda asociada con una imagen que se plasma en el diseño de su local. Así, puede uno estar en la Ciudad de México, en Nueva York o en Dubai y voltear a ver las mismas tiendas transnacionales con sus mismas arquitecturas. Puede ser muy destanteante; es como no estar en ningún lugar. De hecho, refiriéndose a este fenómeno, el antropólogo francés Marc Augé acuñó el término “no-lugares” que reflejan estos espacios de consumo y de tránsito que no engendran arraigo.

Tal vez no me siento capaz de decir cómo se debe de enfrentar esta situación, pero sin duda existe la preocupación por el tema en el gremio. En algunas partes han intentado simular los ambientes urbanos tradicionales, un tanto a la manera de Disneylandia, recreando escenarios tradicionales. En otros, han intentado dar un sentido de lugar utilizando códigos de arquitecturas locales. Y, más allá de los centros comerciales, sobre la misma ciudad se reflexiona en el mismo sentido crítico a la arquitectura moderna, su estandarización, su racionalidad, su uniformidad. El llamado Nuevo Urbanismo retoma muchos aspectos de la ciudad tradicional —su irregularidad, su variedad, la multifuncionalidad— en aras de hacer planteamientos de diseño que enriquezcan a la ciudad y la experiencia de los humanos en ella con un sentido de lugar.

Me ha tocado ver un proceso de degradación del espacio de muchos pueblos por asumir la modernidad o lo que se asume como modernidad. A medida que mejora la capacidad económica de la gente por migración, mejora del empleo, etc., de inmediato transforman sus casas, abandonando los materiales tradicionales, pero también el estilo tradicional. El resultado es una suerte de mezcla extraña de casas y cosas que despersonalizan a los pueblos y esto parece correr paralelo al surgimiento de otros problemas sociales y de identidad, ¿cómo asumir este fenómeno desde la arquitectura?

Creo que tu percepción es correcta. Ha habido una modernidad mal entendida, un anhelo por lo novedoso sin reflexión sobre el valor de lo propio. Hace más de diez años trabajamos el tema de la pérdida de la arquitectura  en varias comunidades michoacanas y de verdad que es complejo. En ocasiones veíamos que las personas sentían que tenían que ser modernos, aunque les pudiera gustar más la casa tradicional. Pero en otras, y me atrevo a decir, las más, el uso de materiales tradicionales no era factible, ya fuera por el costo de la madera o por la pérdida de los saberes. Por ejemplo, es impresionante como en unas cuantas décadas ha desaparecido la construcción en adobe y en muchos pueblos michoacanos no hay ya quien sepa hacerlo. En fin, en muchos casos es inevitable el cambio, pero coincido contigo en reconocer la importancia de la función identitaria de la arquitectura y también de sentir tristeza al ver preciosos poblados tradicionales perder su esencia. 

Por último Cate ¿que le recomendarías a los jóvenes que están estudiando o desean estudiar arquitectura, sobre qué enfocarse, la arquitectura para grupos pudientes o más atención al espacio público, la convivencia, la salud…?

Creo que es muy más interesante pensar la arquitectura como la solución a problemas reales, no como la creación de formas. Nuestra universidad tiene una clara vocación social y en nuestra Facultad se trabaja en atención a problemas reales de escalas muy diferentes. Justo en estos días estamos trabajando en un ejercicio para atender necesidades reales en espacios abiertos en zonas marginadas de Morelia. Aunque nuestros egresados están preparados para atender diversos tipos de clientes y proyectos, hay una línea fuerte que es crítica de las arquitecturas de los llamados “starquitectos” o arquitectos estrella internacionales que hace alarde de la forma y la novedad. Enfocamos la enseñanza a la detección de problemas y su solución en una realidad mexicana y latinoamericana.

A quienes quieren estudiar arquitectura, les puedo decir que es una carrera hermosa que tiene un lado creativo y otro práctico. Es una carrera que da muchas satisfacciones por su capacidad de mejorar la vida de las personas a través del diseño de los espacios que habitan. Pero eso sí, quien quiere estudiar esta carrera debe saber que es de mucho compromiso y, hay que decirlo, algunas desveladas.

 

Algo que quisieras agregar para los lectores de Saber Más, sobre arquitectura y divulgación…

No, Horacio. Solo agradecer la oportunidad de conversar y compartir algunas ideas con sus lectores. 

 

Muchas gracias