Dr. Pedro Corona Chávez y Dr. Fabián Herrera León

Escrito por Horacio Cano Camacho

Izq. Dr. Pedro Corona Chávez, der. Dr. Fabián Herrera León

La ciencia —más que cualquier otra rama del quehacer humano— depende de la información, y esta circula en las comunidades científicas y académicas a ritmos cada vez más acelerados, generando una gran presión en ellas.

La capacidad de «gestionar» esta información, en gran medida determina el éxito de cualquier investigación. En el mundo, a diario se publican miles de documentos con información científica, humanística, técnica, resultados de investigaciones, análisis de fenómenos, nuevos problemas, etc., en definitiva, miles o tal vez millones de páginas con información de cómo orientarse en este mundo y cómo aprovecharlo.

Hay una competencia terrible entre las publicaciones académicas, con miles de ellas circulando, luchando por un espacio, por mantenerlo o llegar a él, incluso por momentos, podemos sentir que hay demasiadas.

Aun así, seguimos teniendo noticias de nuevos espacios que incentivan y publican la producción académica. En este sentido, nos encontramos con los editores de dos proyectos de comunicación científica y humanística de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, el Dr. Pedro Corona Chávez, editor de la revista Ciencia Nicolaita y el Dr. Fabián Herrera León, editor de la revista Dicere. Gracias por esta entrevista.

 

¿Por qué una nueva revista, si pensamos en un ambiente en el que las revistas universitarias parecerían estar en retirada frente a las publicaciones de grupos editoriales y empresas muy poderosas?

Fabián Herrera (FH). Muy interesante pregunta, busca revelar todas nuestras intenciones. Lo que pensamos, en primer lugar, era fortalecer Ciencia Nicolaita mediante un perfil mejor definido frente a las ciencias que podemos llamar duras; y esta ha sido también la oportunidad para dar origen a la revista Dicere, pensada para humanidades, ciencias sociales y artes, y que aprovecha todo el aprendizaje editorial de la CIC [Coordinación de la Investigación Científica] a fin de contar desde el origen con una publicación prometedora y con una marcada calidad. De esta manera somos pertinentes, pues todo ha sido proyectado para tener un buen principio y un crecimiento deseable en un mediano plazo.

 

Pedro Corona (PC). Sin embargo, considero que una nueva revista nunca busca sustituir ni desplazar a ninguna otra. Es siempre bienvenida una nueva propuesta que busque provocar la participación de los creadores de conocimiento, al mismo tiempo que generar nuevos espacios para el debate de ideas.

 

La Universidad Michoacana tiene una larga tradición de publicaciones académicas; sin embargo, la vida de la mayoría ha sido breve y coyuntural. ¿Cómo asumen el reto de que estas dos, en una nueva época, trasciendan la coyuntura actual?

 

FH. Todo tiene que ver con los compromisos que, en el caso de Dicere, se han asumido desde su proyección con el medio académico y de investigación de nuestra universidad, lo mismo frente al Consejo Editorial que frente a los consejeros que respaldan la publicación y quienes figuran como primeros autores. Todos desean el desarrollo sostenido de Dicere y esto tenemos que cuidarlo, naturalmente.

PC. Es verdad que la Universidad Michoacana tiene una larga tradición en publicaciones académicas. En este sentido, diría que se debe aceptar que el reto es justo continuar dicha tradición. Nos toca aquí y ahora a nosotros lograrlo ¿Cómo asumirlo? Diría que considerando que los medios para realizarlo y difundirlo son muy diferentes; claro, me refiero al alto potencial de los medios electrónicos, a las redes sociales. Actualmente hay mucha información «de paja» o superficial en las redes sociales, entonces el reto ahora consiste, además de continuar con la tradición de generar publicaciones en papel, en revertir el alud de «desinformación» que prevalece en los medios electrónicos, generando información consistente, que pueda estar en línea y cubra mensajes y comunicaciones de ciencia, y en general académicas.

 

Ambas revistas surgen de un proyecto común, preexistente. ¿Por qué se decidió separarlas y cuál será el «nicho» que van a ocupar?

 

PC. En realidad la propuesta de separar las revistas en dos grandes áreas de conocimiento, la hizo el coordinador de la Coordinación de la Investigación Científica, el Dr. Marco Landavazo. Sin embargo, esta idea parte de un aspecto que muchos habíamos ya notado acerca de la revista Ciencia Nicolaita, en el sentido de ser muy genérica y cómo, poco a poco, fue perdiendo el sentido original para la cual había sido creada hace 35 años con el Boletín de la Coordinación de la Investigación Científica. Incluso, podría decir que también había ido creciendo un cierto desinterés y desdeño por parte de los mismos académicos de la propia Universidad Michoacana.

FH. Pienso que ambas publicaciones habrán de reflejarse como dos importantes corrientes de investigación y pensamiento, de modo tal que pueda crearse una sinergia muy positiva conforme se vayan tendiendo puentes de colaboración y mejor comprensión de la labor compartida que llevamos a cabo en esta universidad como docentes, investigadores y colegas con inquietudes comparables. Quiero decir, por poner un ejemplo, que la colaboración con Pedro desde el año pasado ha sido muy positiva y de aprendizaje para mí, y me alegro por ello.

Ciencia Nicolaita es el esfuerzo más grande y duradero de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo para la comunicación de los resultados de la investigación científica, las ciencias sociales y las humanidades; sin embargo, mostraba todos los problemas de las revistas universitarias, en particular las de América Latina. ¿Cuál será su «sello» ahora y qué la distinguirá de su predecesora?

 

PC. Sin duda, este punto que mencionas es crucial. Cualquier revista científica hoy compite con los monopolios de las revistas comerciales, de lucro, en donde se publica y vende la obra intelectual sin pagar un centavo por los derechos de autor. Es más, de manera silenciosa se han vuelto dueños del patrimonio intelectual de las universidades en todo el mundo. Su crecimiento se debe, sin duda, a una gran capacidad de distribución y manejo de revisión con rigor por pares académicos que, dicho sea de paso, hacemos gratis para estas revistas. Sin embargo, han crecido porque logran acaparar el gusto e interés de los investigadores, pues se ha asumido como un único instrumento meritocrático para legitimar la ciencia. Este hecho es muy peligroso y siempre lo he dicho, adoptar un «único sistema» de evaluación, es cuando menos controversial y las consecuencias, sin duda, no son visibles para todos, las veremos a futuro y, a la postre, ojalá no haya que lamentar la entrega de nuestro trabajo a las revistas comerciales para entender el sentido real del quehacer de un investigador o científico universitario.

Bueno, pero aunque esto es el origen del reto para cualquier revista institucional, sería motivo de otra charla. Regresando a la revista Ciencia Nicolaita, desde el año pasado hemos lanzado la propuesta para que publique artículos de educación, reseñas, pero sobre todo, su eje transversal consiste en proponer números monográficos o temáticos. Me explico. La idea es que ahora el equipo editorial, que está constituido por editores de sección de todas las áreas de ciencia e ingeniería, se encargue de convocar, dirigir y asumir la publicación de temas de sus propias áreas de conocimiento que consideren relevantes. Por ejemplo, en septiembre del año pasado se publicó un número especial llamado «Geofísica, peligros naturales y medio ambiente», un tema de Ciencias de la Tierra; el tema del volumen es, hoy por hoy, trascendente. La respuesta fue muy buena y se recibieron seis contribuciones de alta calidad, las cuales fueron publicadas con otros artículos, ya que la recepción de otras contribuciones se maneja, es decir, se reciben para ser publicadas con los artículos del volumen especial.

 

FH. Dicere también busca una identidad, y qué mejor que sea la de los universitarios que actualmente dan vida y pertinencia a la investigación y a la colaboración desde la Universidad Michoacana, desde la universidad pública.

Comentaba que hay un fenómeno de alta concentración de las publicaciones académicas. Las editadas, publicadas y comercializadas por grupos y compañías editoriales que cuentan con todo el respaldo financiero y la instalación de la cadena editorial completa, van ganando claramente el terreno, mientras que las editadas y publicadas por instituciones públicas, como universidades y centros de investigación, parecen estar «en retirada». ¿Cómo ven ustedes este fenómeno y qué importancia tiene el sostener el esfuerzo de publicaciones de trabajos científicos en las universidades?

 

FH. Las revistas de calidad y de libre acceso en el caso de las humanidades, las ciencias sociales y las artes, pueden apreciarse como más ventajosas que las restrictivas en tanto que favorecen la circulación pertinente en tiempo y forma del conocimiento; además, corresponde a la naturaleza de una universidad pública en la que trabajamos y que con nuestra labor procuramos planos libres de diferencias, accesibles y plurales. Así que nuestras publicaciones, al no otorgar un valor injusto a la capacidad material de pago —sea para publicar o para leer—, ya que han sido creadas con fondos públicos orgullosamente destinados por los mexicanos a su universidad pública, llevan en definitiva una ventaja y portan una bandera que consideramos muy adecuada en nuestra época.

 

PC. Creo que esta pregunta la he respondido en parte antes, me anticipé un poco, pero agregaría que el desafío de cualquier revista universitaria pareciera ser el competir con los monopolios de revistas comerciales; sin embargo, no es así, se tiene un punto de fuerza que se ha olvidado. Me refiero a la experiencia del día a día que cualquier universitario logra al tener un contacto directo con los estudiantes; ellos son al mismo tiempo, grandes receptores y generadores del conocimiento, por lo que sin lugar a duda se tiene la oportunidad de impulsar publicaciones que favorezcan la enseñanza, no solo desde grandes resultados y debates científicos, sino también generando materiales didácticos, pedagógicos y, naturalmente, desarrollando la otra gran vertiente: la difusión o socialización del conocimiento científico.

 

Luego de sus respuestas anteriores, quisiera terminar esta entrevista con una pregunta un tanto extraña. ¿Cómo invitarían a los académicos, dentro y fuera de la Universidad Michoacana, a publicar en sus revistas? ¿Por qué deberían hacerlo (porque yo estoy convencido que deben hacerlo)?

 

FH. Porque Dicere se trata de un proyecto nuestro, de la universidad que representamos en la actualidad, además de lo satisfactorio que es ver publicada una colaboración valiosa en el tiempo y forma deseados. Invito de una manera muy amistosa a nuestra comunidad a ocupar las primeras páginas de esta nueva revista de alta calidad y de enorme valor para la academia nicolaita.

 

PC. De ninguna manera encuentro extraña tu pregunta. Además de las ideas y razones que se han dicho aquí, que sin duda merecerían una discusión abierta para tratar de comprender todos los significados y esencia de una revista universitaria, yo rescataría que la tradición de las publicaciones académicas representa el dejar memoria de un patrimonio del conocimiento que tenemos, que debe ser activo y dinámico. Sin duda, publicar en una revista universitaria no solo representa el poder comunicar, mostrar lo que hacemos, sino también dejar memoria de nuestro andar en la Universidad Michoacana.

 

¿Desean agregar algo más?

 

PC. Agradecerte el espacio que como siempre nos ofrece el Departamento de Comunicación de la Ciencia, e invitar a los lectores de Saber Más a correr la voz a los colegas y estudiantes de estos cambios y nuevas propuestas para las revistas de la Coordinación de la Investigación Científica de la Universidad Michoacana.

 

FH. Nada. Muchas gracias por la entrevista.