Foto: Roberto Carlos Martínez Trujillo
Científico michoacano, con estudios de Ingeniería Civil (1998) y de Maestría en Metalurgia y Ciencia de Materiales (2000) en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH); obtuvo su Especialidad en Materiales en Japón (1999) y realizó sus estudios de Doctorado en Ciencias en el área de Materiales en el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados en el IPN (2004), donde también tuvo una estancia postdoctoral.
Desde el año 2005 es profesor e Investigador Titular de la Facultad de Ingeniería Civil de la UMSNH, es docente de los programas de licenciatura y posgrado de esta facultad; diez de sus estudiantes han recibido mención honorífica y en un caso el premio estatal en proyectos de investigación.
Ha escrito ochenta artículos en revistas científicas, impartido más de cien conferencias y es coautor en tres capítulos de libros. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel I, y ha sido evaluador de más de trescientos proyectos de innovación tecnológica en los programas de la Secretaria de Economía y del CONACYT.
Es inventor mexicano en innovación de energía, generando diversas patentes otorgadas a la Universidad Michoacana, una sobre Geopolímeros fotoluminiscentes (materiales emisores de luz), que ha sido considerada como una innovación disruptiva, y la otra, sobre Geopolímeros antibacteriales, que busca disminuir la propagación de enfermedades en los nosocomios.
En 2015, fue reconocido por la Real Academia de Ingeniería de Londres como uno de los mejores líderes en Innovación de México en ese año, y en 2016 ha sido propuesto por la Universidad Michoacana, como candidato al Premio Nacional de Ciencias, en el campo de tecnología, innovación y diseño, por su trayectoria profesional.
¿Qué lo llevó a decidirse a estudiar Ingeniería Civil y hacerlo en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo?
Desde niño me interesó la electrónica (también soy técnico en electrónica). Iba a estudiar Ingeniería Electrónica, pero luego decidí un cambio a Ingeniería Civil. Lo decidí porque mi hermano mayor es ingeniero civil y cuando me llevó a las construcciones, quedé impresionado con las magnitudes de las estructuras y las implicaciones de la obra civil. Tenía mis dudas, porque me gustaba todo lo que tiene dinámica. Finalmente, me gustó mucho la carrera. Y la hice en la Universidad Michoacana, porque en ella hay el mayor número de investigadores en el área.
¿Al conseguir su título de Ingeniero Civil, cuál fue su experiencia, qué lo introdujo al mundo de la ciencia, en particular al área de los materiales?
Cuando estaba terminando mi licenciatura y no sabía con claridad qué posgrado estudiar, me encontré con un volante del Instituto de Investigaciones Metalúrgicas, en que se invitaba a los jóvenes de quinto grado a realizar en sus instalaciones una especialidad de medio tiempo en el área de Materiales. Y como me gusta explorar nuevas áreas, me acerqué y fui bien recibido. Lo decidí, porque esta especialidad tiene implicaciones en química, en física, en biología y más. Y fue un poco más de lo que yo estaba buscando en mi vida.
¿Investigar e innovar con materiales para energía, es esto su principal objetivo? ¿Por qué y cómo se interesó en ello?
Desde que inicié mi maestría en el área de materiales empecé a estudiar los materiales avanzados. Todo esto, lo enfoqué primero, como buen ingeniero civil, a las partes estructural y de cargas, para generar mejores obras civiles. Finalmente, en el doctorado, estuve en contacto con físicos, ellos se enfocaban mucho en la parte de energía.
En México y en los países latinoamericanos emergentes, carecemos de estudios y de materiales con energía eficiente. Esto es un nicho de oportunidad, y me dije: Bueno, sabes que de las áreas estratégicas de la industria de la construcción, la de las obras civiles es la que requiere más de optimizarse, como la energía en edificios y de viviendas, además de estudiar como conservarla y saber su funcionamiento, entre otras cosas.
Usted tiene amplia experiencia en el registro de patentes, ¿Cómo se orienta una investigación hacia el desarrollo de una patente?
De joven, tenía la idea de inventar algo que la gente pudiera utilizar. Ya como investigador, me di cuenta de que los investigadores debemos de enfocar nuestros análisis a partir de necesidades sociales o del mercado, y de mi parte, que necesitaba estudiar más sobre las áreas de innovación tecnológica, proyectos de inversión y, finalmente, protección intelectual.
Para desarrollar una investigación hacia su patente, los investigadores hacemos un estudio previo del “arte” (estado de la técnica de propiedad intelectual), para saber que antecedentes hay. A partir de ahí, empezamos a desarrollar la investigación, cuyos resultados se publican generalmente.
En el caso de la innovación, es al revés: Previo al estudio de antecedentes, vamos a detectar las necesidades en el mercado (se le llama vigilancia tecnológica), que conlleva un monitoreo de las empresas que están trabajando en nuestra área, para empezar a ver cómo va a impactar en el medio la innovación que obtengamos. Si ya existe algo en el medio, seguramente habrá competencia. Ahora que si es original, vamos a tener muchas posibilidades de impacto tecnológico y comercial.
Foto: Roberto Carlos Martínez Trujillo
Una vez realizada la vigilancia tecnológica, lo siguiente es revisar el estado de la técnica. Es muy importante hacerlo: el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) determina el Estado de la Técnica como investigar todas las patentes, tanto las de tecnologías de libre uso, como las registradas, que son propiedad específica de una empresa o varias empresas. Sigue el realizar un análisis económico: ¿Un producto, cuánto dinero me va a costar lograrlo por una ruta científica definida? No hacerlo al revés, porque eso nos va a generar problemas, si es que se quiere escalar industrialmente.
Una vez hecho el análisis de las viabilidades de escalamiento industrial: propiedad intelectual y vigilancia tecnológica, y de saber que hay mercado libre, que tenemos potencial y que vamos a satisfacer una necesidad en específico, entonces ahora sí: nos metemos de lleno a desarrollar esa tecnología.
Avanzamos como se hace con un proyecto de investigación, lo concluimos y lo primero es el registro de propiedad intelectual (sea patente, secreto industrial, marca, modelo de utilidad u otra modalidad), antes de publicar nuestros resultados. Ya con el registro de propiedad intelectual, hay que ver la forma de lanzar al mercado nuestra innovación tecnológica.
¿Cuáles son las patentes que ha registrado?
Tengo dos patentes ahora, otorgadas por el IMPI: Una, geopolímeros fotoluminicentes; y la otra, geopolímeros antibacteriales. En la primera tuve colaboradores de la Universidad Michoacana, los investigadores Wilfrido Martínez Molina, Mercedes Alonso Guzmán y Fernando Velasco Ávalos.
Foto: Roberto Carlos Martínez Trujillo
En la patente de geopolímeros antibacteriales colaboré con un investigador del Centro de Investigación y Estudios Avanzados del IPN, Unidad Querétaro, quien apoyó en algunas partes, es coinventor, y ambos cedimos los derechos a la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Todos los investigadores de ambas patentes, cedimos los derechos a nuestra Universidad, es la titular de esas dos tecnologías.
¿Cómo explicaría al público en general, qué son los geopolímeros antibacteriales?
Los geopolímeros son resinas inorgánicas, son materiales que se elaboran a partir de arenas… Precisamente, cuando uno camina por la playa, encuentra ciertas aglomeraciones de muy baja resistencia que se pueden disolver con los dedos. Eso sucede porque hay una reacción entre una solución básica y una solución ácida que genera una reacción ácido-base. Entonces, con la mezcla de esta arena (arcilla o tierra común) en una disolución de hidróxidos alcalinos, hidróxidos de sodio y de hidróxidos de potasio, se forma un geopolímero.
Si al geopolímero lo vemos al microscopio, encontramos que está poroso y si vemos más allá, encontraremos que sus poros son como jaulas en donde se pueden meter pajaritos. A estas jaulas (geles), nosotros le pusimos un agente biocida (bactericida) que quedó embebido, ya no puede salir, está encapsulado, está atrapado. Además es hidrofílico, quiere decir que cualquier ser vivo que contenga agua, si se pone en la superficie, se va a adherir a ella, se queda pegado. Y, por otro lado, está el agente biocida. Así, cuando existe una difusión entre los dos medios, el geopolímero elimina las bacterias con una eficiencia muy alta.
Foto: Roberto Carlos Martínez Trujillo
Además permiten al medio generar la eliminación de agentes patógenos, de bacterias…. Otra ventaja es que como está hecho de tierra y con álcalis, entonces es muy fácil de elaborar, también muy fácil de aplicar y manejar; tiene un costo muy bajo y no daña el medio ambiente ni al ser humano. También presenta durabilidad, no se degrada y se puede reciclar sin problema alguno, eso es prácticamente lo que son los geopolímeros antibacteriales.
Sabemos que, por su trayectoria en las ciencias de los materiales, usted fue reconocido por la Real Academia de Ingeniería de Londres como uno de los mejores líderes en Innovación de México en el año 2015 ¿Qué nos puede decir de su sentir ante esa distinción?
Es una satisfacción profesional y personal muy grande, y también es un orgullo por ser yo nicolaita. Ambas cosas, por lo siguiente: El desarrollo de las dos tecnologías, y su registro como patentes, ha tenido un gran impacto internacional por ser disruptivas (una tecnología disruptiva es aquella que sea totalmente nueva en el mundo). Esto se valora más, por su beneficio social, productivo y comercial.
De la Real Academia de Ingeniería de Londres, junto con la Universidad de Oxford, además de que fue una experiencia agradable, conocí más sobre innovación y acerca de transferencia y comercialización de tecnología. Sigo en contacto con investigadores de allá, nos retroalimentamos y estamos tratando de desarrollar y transferir tecnologías. ¿Qué es más satisfactorio para un investigador? Tener impacto a nivel internacional y que investigadores de diferentes partes del mundo estén comunicándose directamente con investigadores de nuestra universidad.
Recientemente, de nuevo fue reconocido por su aportación científica en innovación tecnológica, ¿Quién y por qué se le otorgó este premio?
Fue la presea José Tocavén Lavín. El periódico La Voz de Michoacán entrega anualmente este reconocimiento al mérito a personas de diferentes áreas: social, cultural, empresarial… En mi caso –me comentaron-, en función de mi trayectoria como investigador en innovación y del impacto que el logro de estas tecnologías ha tenido a través del mundo. Como investigador nicolaita, ha sido para mí muy satisfactorio.
¿Qué puede decirles a los jóvenes que estudian carreras afines para interesarlos en ingresar a nuestros programas de posgrado?
Que sepan y estén conscientes de las necesidades de México y el mundo. En el 2030, como adultos van a tener que generar un ingreso económico para sus familias. Para entonces, se prevé un crecimiento de la población de 9 billones de seres humanos o más, por lo que conllevará requerir más alimentos, más agua, y más energía para sobrevivir y salir adelante. Entonces, les sugiero a los jóvenes que estudien una carrera, la que cada uno quiera, y se enfoquen hacia las necesidades sociales. Si un estudiante joven empieza a investigar una necesidad específica, tenga la seguridad de que va a tener muchísimo éxito e impacto internacional, porque el mundo requiere soluciones. No va a ser fácil, vamos a carecer de alimentos, agua y energía; es un hecho.
¿Cuál es su opinión del papel de los investigadores, sobre todo los de su área, como divulgadores de la ciencia? ¿Qué opina del quehacer de los medios de divulgación científica, como es el caso de nuestra revista Saber más?
Los investigadores, cualquiera que tenga un conocimiento específico, deberán transmitirlo. Los científicos adquirimos conocimiento a través de profesores en instituciones públicas o privadas y debemos hacerlo público.
Considero que la divulgación científica es fundamental para que la comunidad en general sepa qué hace un investigador y cuál es el impacto de su trabajo. Es importante transmitirlo también para generar más científicos, tecnólogos, ingenieros y profesionistas que nos permitan a todos en nuestro país también crecer y desarrollarnos en ciencia y tecnología. En cuanto a la revista Saber más, los felicito, es una labor muy loable.
Para Saber más de usted, además de dedicarse a la investigación científica e innovación tecnológica ¿tiene algún pasatiempo o interés particular en alguna actividad de esparcimiento?
Dicen que una mente despejada, es una mente creativa, si uno se sobresatura no va a llegar a nada. Yo estoy consciente de los tiempos, espero jubilarme en tiempo y forma; por el momento ya estoy planeando… Una de las actividades que yo amo es viajar, simplemente viajar, conocer lugares. Me gusta viajar al interior de Michoacán. conocer nuestra cultura. Me fascina la costa, sus playas…
(Por cierto), además de la energía, estoy en una línea que se llama ingeniería biomimética. Consiste en el diseño de nuevas tecnologías a partir del estudio de la naturaleza, por ejemplo: una conchita de mar… ¡Hay tanta tecnología y ciencia en su interior… que se disfruta!
Entonces, en este momento estoy disfrutando todo lo que la naturaleza provee: el universo, las cuestiones de astronomía me encantan, igual que las de la biología; en ambos temas soy un principiante, pero me fascinan. En cuanto me jubile, espero retirarme, irme de la ciudad de Morelia, dejar la Universidad a los nuevos científicos para que hagan sus actividades y, precisamente, disfrutar de mi playa. Ese es mi sueño.
Me gustaría agregar una exhortación. Hay muchas posibilidades en la ciencia y la tecnología. En esto, somos pocos y requerimos más gente que ame y disfrute lo que hace, creativa y desarrolladora, para contribuir con eso. Gracias.