Médico Cirujano y Partero, UMSNH. Doctor en Ciencias Biomédicas, UNAM. Profesor Investigador Titular C de Tiempo Completo. SNI Nivel 2. Perfil PROMEP. Premio Estatal de Investigación Científica y Humanística, Michoacán 2007.
Sus líneas de investigación son: Neurociencias, Neuroprotección y Evaluación morfológica, funcional y neuroquímica de los efectos neuroprotectores de compuestos químicos originalmente endógenos, contra el daño cerebral provocado por isquemia como concentradores de energía magnética.
Ha realizado diversos proyectos de investigación en conjunto con la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Instituto Mexicano del Seguro Social y el CONACyT, actualmente desarrolla tres proyectos donde aplica su experiencia científica: Identificación de marcadores de conectividad en el Cuerno de Ammon del hipocampo luego de isquemia cerebral global aguda y tratamiento neuroprotector con melatonina, en ratas; Efectos de la progesterona sobre la reacción glial y factores inhibidores o promotores del crecimiento axonal en el hipocampo de ratas sometidas a isquemia cerebral global aguda; y, Estudio de la actividad EEG en la banda theta durante la adquisición y recuperación de información visuo-espacial en adultos mayores.
¿Desde su percepción, cuál es la situación actual en México de la investigación científica médica?
En México existen algunos aspectos que podrían considerarse como fortalezas en la investigación médica. Por ejemplo, generalmente las instituciones de salud que tienen áreas o departamentos de investigación, cuentan con políticas definidas para precisamente enfocar el conocimiento que se genera a la solución de los problemas de salud. Otro aspecto positivo es la calidad y el impacto que tienen en las áreas del conocimiento, prácticamente a nivel mundial, las publicaciones que resultan de esa investigación. Los investigadores mexicanos trabajan y publican con muy buena calidad.
Quizá un aspecto que debería ser motivo de atención y de mejoramiento, es que el número de investigadores es relativamente bajo, tomando en consideración la población, el tamaño del país y la multiplicidad de los problemas médicos que todavía requieren solución en algún aspecto. A pesar de ello, el ambiente en las instituciones de salud, en muchas de ellas es muy propicio y la calidad del trabajo de los investigadores es de alto impacto nacional e internacional.
Sus investigaciones están relacionadas con las neurociencias, en particular con la neuroprotección. Hablando para la generalidad ¿en qué consiste esto último?
En medicina aprendemos muy rápidamente que el cerebro es un órgano del cuerpo extraordinariamente importante, por el control que tiene prácticamente sobre todas las funciones corporales, pero es extraordinariamente vulnerable a muchas situaciones que pueden resultarle agresivas.
En estas condiciones, la neuroprotección vendría a consistir en una serie de maniobras o procedimientos, que tendrían como objetivos principales, primero la prevención de que no haya daño al cerebro, tanto durante la etapa prenatal, como durante toda la vida. Segundo, en el caso de que por alguna razón ya se hubiera presentado el problema, que puede evolucionar hacia un daño al cerebro, el procedimiento de neuroprotección tenderá a interrumpirlo y llevarlo a su mínima expresión, de tal manera que la magnitud del daño cerebral fuera el menos posible.
La neuroprotección tiene otra acepción importante. En el caso de que el cerebro hubiera sido dañado, de que no se hubiera podido hacer nada, también el cerebro tiene una enorme potencialidad de recuperación de la estructura y de la función. Entonces los procedimientos de neuroprotección también incluyen el promover esos mecanismos de recuperación del cerebro.
Por ejemplo, el cerebro es muy sensible a la falta de oxígeno y glucosa que lo nutre. El cerebro reacciona y muy fácilmente se daña cuando hay reducción o pérdida momentánea, o periodos muy cortos del flujo sanguíneo cerebral. Es tan importante este suministro continuo de oxígeno y glucosa al cerebro, que le llega el 20 por ciento de la sangre que sale del corazón (en términos de proporción de masa corporal, el cerebro representa un porcentaje mínimo). Esto da una idea de la importancia de mantener al cerebro muy bien protegido.
Usted egresó de la Universidad Michoacana (UMSNH) con el grado de Médico Cirujano y Partero y en la UNAM obtuvo su Doctorado en Ciencias Biomédicas ¿Por qué decidió proseguir sus estudios hacia el doctorado?
Cuando yo egresé en aquella época de la Escuela de Ciencias Médicas y Biológicas -todavía no era facultad-, me fui a México al Instituto de Investigaciones Biomédicas, en donde la costumbre para quien quería seguir en sus actividades profesionales en la investigación era entrar al laboratorio en donde el jefe del mismo le enseñaba directamente.
Sin embargo (estoy hablando de los años 70´s del siglo pasado), empezó a surgir la necesidad de sistematizar la enseñanza a nivel de posgrado para preparar de manera más eficiente investigadores o a médicos o personal del área biomédica que pudieran hacer investigación que incidiera en las ciencias médicas y biológicas.
Entonces, una vez terminada la maestría ingresé al doctorado, fundamentalmente con la motivación de búsqueda de mayor capacidad profesional, por un lado y por otro que habiendo ya estado en el laboratorio del Dr. Carlos Guzmán Flores en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de la UNAM, obtener el doctorado avalaba ya cierta capacidad profesional, daba un aval oficial a la capacidad que podía ya tener uno para generar conocimiento y diseñar sus propias estrategias de investigación científica.
En los proyectos de investigación más importantes que usted suma como realizados ¿Cuáles fueron sus expectativas y cuáles los resultados?
Tuvieron como objeto evaluar el efecto neuroprotector de compuestos químicos que originalmente son endógenos, es decir, que están formando parte de nuestro medio interno, de nuestro propio cuerpo. Uno de ellos es la melatonina, hormona que se produce en la glándula pineal y que varía de acuerdo con los ciclos de luz y oscuridad, otro compuesto químico es la progesterona, una hormona que en la mujer se produce en cantidades importantes en el ovario, más aún durante el embarazo. Estos compuestos químicos ejercen una serie de acciones biológicas, que parecen estar en oposición a los mecanismos que se generan para dañar al cerebro cuando se le suprime la irrigación.
Así, mis proyectos de investigación estuvieron orientados a demostrar el efecto neuroprotector de estos compuestos en un modelo de isquemia cerebral, para lo cual en animales de experimentación se suprime totalmente la irrigación al cerebro y después de cierto tiempo se le restaura y se evalúa el resultado a través de pruebas de estructura y de función del cerebro.
Nosotros encontramos que estos dos compuestos son neuroprotectores que preservan la población neuronal de las estructuras cerebrales más vulnerables y mantienen las funciones del cerebro. En particular, estudiamos la preservación de las funciones cognoscitivas. Hay una diferencia muy importante entre los animalitos que recibieron daño pero no tratamiento, y los animales que fueron tratados con la melatonina y progesterona, que tuvieron estructura y función de estructuras cerebrales vulnerables prácticamente iguales a las de los anímales intactos.
En qué proyectos se encuentra inmerso y en qué consisten esos proyectos?
Como en todos los casos en que hay una línea de investigación, los proyectos en curso parecerían una continuación de los que ya se han realizado anteriormente. Una vez que demostramos el efecto neuroprotector de la melatonina y de la progesterona, nos hemos enfocado a estudiar los mecanismos celulares a través de los cuales se produce esto en un intento de entender más el mecanismo de neuroprotección.
En otro proyecto, en colaboración con investigadores del Centro de Investigación Biomédica de Michoacán del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se evalúan las funciones cognoscitivas en los seres humanos y se analiza la actividad eléctrica cerebral cuando están ejecutando una tarea de aprendizaje y memoria. La idea fundamental es, a través de los parámetros de actividad eléctrica cerebral, identificar cambios que pudieran estar prediciendo el inicio del desarrollo de procesos de demencia, particularmente en las personas conforme van avanzando en edad, para poder tomar cartas en el asunto y tratar de que esos procesos o no se den o se retarden, o se lleven a su mínima expresión con alguna maniobra de tipo médico, con algún procedimiento médico.
¿Cuándo y cómo decidió convertirse en científico?
Estaba yo en tercero o cuarto de la carrera de medicina cuando tuve la oportunidad de tener trato con profesores investigadores que acababan de regresar de hacer sus posgrados en el extranjero, particularmente primero con el Dr. Héctor Vázquez León, profesor de farmacología, y posteriormente con el profesor de farmacología Gaudencio Alcántara, quien llegó a esta universidad en esas épocas de estudiante (periodo 1959-1964).
Este primer contacto con la investigación me permitió percibir cierto gusto por la generación de conocimientos, de tal manera que cuando terminé la carrera y me trasladé a la ciudad de México y estuve en el laboratorio del Dr. Guzmán Flores en el Instituto de Investigaciones Biomédicas, al ver cómo se desarrollaban los procesos me atrajo todavía más, de tal forma que tomé la decisión de orientar mis actividades profesionales fundamentalmente a la investigación médica.
En su recorrido como investigador científico ¿cuáles han sido las mayores satisfacciones con las que se ha encontrado?
Creo que para todos los investigadores una satisfacción importante es la capacidad que pueda uno tener de contribuir mediante la generación del conocimiento al avance de los aspectos conceptuales de algún campo, en mi caso de las neurociencias. Es muy satisfactorio cuando las publicaciones de nuestros resultados son citadas por otros investigadores que consideran valioso nuestro aporte.
Hay otros aspectos importantes, uno tiene que ver con la formación de recursos humanos, como cuando los estudiantes que trabajan con nosotros, hombro con hombro en el laboratorio en proyectos de investigación, están en pleno proceso de capacitación, y probablemente se dediquen en el futuro a la investigación médica. Frecuentemente hay alumnos muy brillantes que toman caminos que los llevan a actividades profesionales donde van a destacar, eso nos ha ocurrido en el pasado y eso también es motivo de satisfacción.
Por otro lado, tuve algo que no todos los investigadores tienen y que me ha resultado extraordinariamente satisfactorio, fue la oportunidad de participar en la gestión que en su momento realizó la delegación Michoacán del IMSS para la realización del Centro de Investigación Biomédica de Michoacán, que actualmente está funcionando y del que fui director durante 10 años.
La idea con la que se inició esta gestión, misma con la que sigue trabajando el centro, es dar respuesta a la solución de problemas de salud que ya se tienen contemplados en el IMSS, que tiene una gran cobertura de derechohabientes y contribuir al desarrollo científico y tecnológico de Michoacán en el campo de la salud. En otras áreas, Michoacán tiene investigadores y centros de investigación muy destacados, pero el área de la salud se venía quedando rezagada, por ello también la idea fue contribuir al desarrollo científico y tecnológico de la entidad michoacana.
También me resultó muy satisfactorio haber recibido el Premio Estatal de Investigación Científica y Humanística en el año 2007, como consecuencia de la evaluación que hasta en ese momento se tenía sobre mi participación en la investigación biomédica y en la gestión de la investigación biomédica.
¿Qué nos puede comentar sobre la creación del Posgrado en Ciencias Médicas, considerando que usted es uno de los fundadores?
Particularmente la Maestría en Ciencias Médicas, programa que se tuvo aquí en la Facultad de Ciencias Médicas y Biológicas en respuesta a una iniciativa que hicieron el IMSS y los institutos de salud a las universidades, con el propósito de formar investigadores en el área clínica, de que los especialistas de distintas ramas del conocimiento médico: traumatólogos, anestesiólogos, gastroenterólogos, pediatras, etcétera, pudieran incorporar a su acervo de conocimientos aspectos de la metodología de la investigación médica.
Para esto hubo un convenio entre la Universidad Michoacana y el IMSS y a partir de ese convenio se implementó la Maestría en Ciencias Médicas, funcionó durante algunos años y egresaron varias generaciones de médicos especialistas que ahora están realizando investigación en el hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social, el Hospital Civil “Dr. Miguel Silva”, probablemente en alguna otra institución que no recuerdo, pero se cumplió con el objetivo. Posteriormente cambiaron los planes del posgrado en la UMSNH y la maestría quedó incluida dentro de la Maestría en Ciencias de la Salud, que es el programa que actualmente está vigente, tiene un área terminal que se llama Ciencias Clínico Epidemiológicas en donde está incluida esta posibilidad de que médicos especialistas se capaciten en metodologías de la investigación para que regresen a sus instituciones de salud e incorporen la investigación científica en el área médica, como parte de sus actividades profesionales.
De las actividades en general que ha realizado y realiza, ¿cuáles destaca y por qué?
En primer lugar yo destacaría la generación de conocimientos. Esto es lo que nos ocupa principalmente, pero también de manera muy importante, la docencia. En general los investigadores deberíamos de mantenernos en la frontera del conocimiento, en el campo en el que estamos trabajando y esto puede ser un factor que favorezca nuestra capacidad de enseñanza, sobre todo de incorporar y transmitir conocimientos muy novedosos a los estudiantes. Para mí es muy satisfactoria la actividad docente que realizo a nivel licenciatura, soy profesor titular del curso de farmacología aquí en la facultad y también imparto algunos cursos de posgrado, pero particularmente me atrae esta participación a nivel de licenciatura porque me permite un contacto muy interesante y gratificante con los jóvenes que van a formarse en la medicina.
Yo destacaría que también estamos preocupados por la divulgación de la ciencia, aspecto del que también nos ocupamos. Tradicionalmente, desde hace varios años a partir de los profesores que trabajamos en el área de neurociencias, que tenemos un cuerpo académico de neurofisiología, organizamos cada año la Semana Internacional del Cerebro en Morelia. Se realiza en todo el mundo, en la segunda semana de marzo y gracias al Museo de Historia Natural “Manuel Martínez Solórzano” de la Universidad Michoacana, toda esa semana hay talleres, conferencias, exposiciones que tienen que ver con el conocimiento del cerebro pero dirigido hacia la población. Llamamos la atención de la gente para que piense en su cerebro, para que sepa como nutrirlo, que entienda como funciona, para que pueda tener una vida y actitud muy saludables en su quehacer cotidiano.
Además de la ciencia ¿qué más le interesa y recrea? ¿Podría decirnos algo al respecto?
He tenido el gusto por algunas actividades recreativas muy sencillas pero que para mí son altamente gratificantes. Por ejemplo, soy muy aficionado a la música, curiosamente no en particular a la música clásica, sino me he hecho especialmente aficionado a las versiones instrumentales, por ejemplo de los temas de películas; es algo que me gusta muchísimo, les encuentro mucho sentido.
Me gusta mucho leer desde mi época de estudiante, probablemente como consecuencia de la motivación que nos dio nuestro profesor de literatura en el Colegio de San Nicolás. Me gusta la literatura costumbrista, novelas tanto de autores anteriores como modernos, y desde luego disfruto la literatura de ciencia ficción, a los autores de este género como Isaac Asimov, quien tiene una serie de cuentos y narrativas muy cortas. Esto para mi es importante, tengo la percepción de que lo que se escribió hace algunos años como ciencia ficción, ahora en algunos casos lo estamos viendo como una realidad.
Por otro lado, yo también soy provinciano, nací aquí en Morelia. La cultura de Michoacán, sobre todo la cultura de nuestros grupos indígenas, la música, el folclor, la comida…, lo disfruto mucho, tanto presenciarlo como conocerlo. Aunque sea por televisión, por ejemplo casi nunca me pierdo concursos como el de Zacán. Esto me distrae y me gratifica mucho.
¿Qué piensa sobre la divulgación de la ciencia en México y en particular de realizarla mediante una revista electrónica en internet?
La divulgación de la ciencia me parece muy importante, creo que es algo a lo que debemos poner especial atención y todos debemos de contribuir. El recurso de los medios electrónicos de ahora es poder llevar mucha información a mucha gente, es evidente su gran capacidad de penetración para hacer saber a la gente los aspectos fundamentales del conocimiento, lo que permitiría ir formando una cultura en que las personas estuvieran acostumbradas a pensar cotidianamente, a saber cada vez más, a tomar decisiones y orientar sus actividades con base a conocimientos
En realidad, mientras más conocimientos tengan, más posibilidades tendrán de ocurrírseles qué hacer en determinado momento, como en el caso del área médica, saber que existen recursos para atender ciertas enfermedades, que hay posibilidades y procedimientos modernos que antes no se tenían. Esto es algo muy importante que la gente lo sepa.
¿Desea añadir algo?
Agregaría decir que los recursos que en las universidades públicas se dedican para la investigación científica médica, en realidad deberían considerarse como una inversión, más que como un gasto. Una inversión de la que se puede obtener beneficios a muy corto plazo, por ejemplo, el hecho de tener profesores muy capacitados en diferentes áreas del conocimiento, y a mediano y largo plazo fundamentalmente para encontrar soluciones a los problemas de salud de la población. Esto hay que fomentarlo en función de una cultura científica que pudiera ir permeando todo el ámbito universitario y desde luego en la población, en lo que se refiere al área de la salud.