Los sismos en México fueron sin duda alguna eventos que acompañaron el desarrollo de los pueblos de Mesoamérica, ello debido a que formamos parte del Cinturón del fuego, margen geológica que ocasiona una constante actividad sísmica y volcánica. Una forma de enfrentar a estos fenómenos fueron el ofrecer ofrendas a los dioses para tenerlos en paz, estas ofrendas podrían ser en forma de estelas o de sacrificios humanos.
Toda la margen occidental de Mesoamérica se encuentra bajo el sometimiento de la actividad tectónica que producen las placas de Rivera, Cocos, Caribe y Norteamérica. Así la actividad sísmica no es un fenómeno de nuestra época, todos los pueblos precolombinos dejaron claros índices de cómo enfrentaban a estos eventos de la Tierra (Fig.1). Todas estas inquietudes de la Tierra ligados a los movimientos de las placas fueron generando una cultura del conocimiento que repercutió en los estilos arquitectónicos y formas de construcción de las pirámides y más adelante en los diseños de las iglesias, como son los casos de Oaxaca, donde las torres son bajas debido seguramente a los antecedentes sísmicos.
En Mesoamérica los fenómenos naturales excepcionales siempre fueron considerados como una calamidad, a veces anunciada mediante la astrología o bien por la percepción de los sacerdotes y de la gente. En todas las culturas mesoamericanas la palabra sismo fue un término muy conocido e ilustrado a través del ollin o tlalollin que significa sismo en lengua náhuatl. En otras, la palabra sismo se reconocía como Xoó en mixteco, jenchekua en purhepecha, péekáamba en maya. En todos los casos se pensaba que los sismos eran provocados por los dioses principales durante sus travesías por el lado oscuro de la Tierra, cuando tropezaban con algún obstáculo. Para evitar esos tropiezos los aztecas ofrecían prendas o chalchíhuatl, que significa en náhuatl “el agua preciosa del sacrificio”, a los dioses, la cual les daría fuerza en su travesía.
Uno de los trabajos científicos que abordan esta posible relación son los que presenta Kovach (2004) en su libro Early Earthquakes of Americas, mencionando la importancia de estos fenómenos en las culturas Maya y Náhuatl. Por un lado él analiza los tipos de construcciones para enfrentar los sismos y por el otro la forma de dejar en los códices el efecto de eventos sísmicos importantes. Ilustraciones de Sacrificios-Sismos
Una ilustración que llama la atención es la del códice Magliabechiano (Fig.2), donde se aprecia una pirámide inclinada y aparentemente en movimiento, como parece indicarlo el banderín que oscila arriba a la izquierda. También se observa un sacrificio humano, con el corazón volando hacia el cielo para aplacar a los dioses y evitar así el acontecimiento que estaba ocurriendo y que interpretamos como un sismo.
En las ilustraciones de la Relación de Michoacán se observan también evidencias de sismos como la que aparece en la figura 3, donde una pirámide (cúes) se está colapsando mientras desciende la sangre sacrificial por los escalones y la de unos sacerdotes señalan en el cielo el signo ominoso de un cometa. A este respecto, la Relación de Michoacán dice: “…cuatro años continuos se les hendían las cúes, desde lo alto hasta lo bajo, y lo(s) tornaban a cerrar, y luego se tornaba (n) e hender (a fracturar) y caían piedras…”
Hallazgos en Jarácuaro, Mich.
La palabra Jarácuaro tiene, entre otros significados en lengua purépecha “el de lugar que aparece o se levanta”. Estudios de Arqueosismología y Paleosismología en la región de Jarácuaro revelan dos casos de posibles acciones realizadas por los purépechas para tratar de calmar los movimientos sísmicos. (Fig. 4)
Las obras antropológicas actuales y los daños al lago de Pátzcuaro han convertido a lo que fue una isla en una península, la isla fue generada por un levantamiento de más de 40m de los sedimentos que ocuparon el fondo del lago, no se trata de una isla volcánica, como es el caso de Janitzio, Jarácuaro se encuentra constituida solo de rocas sedimentarias formadas de arcillas, limos y cenizas volcánicas. En la isla se detectaron fallas geológicas de dirección este oeste, que están muy relacionadas con la morfología de la isla (Fig. 4). Por ellos en dichas fallas geológicas se llevaron estudios de Paleosismología. En esos estudios se cavaron dos trincheras para estudiar cambios morfológicos relacionados con posibles rupturas de la superficie del terreno generadas por los sismos. Encima de los terrenos excavados se encontraron grandes bloques de rocas volcánicas (andesitas) traídos de la orilla sur del Lago de Pátzcuaro, este tipo de roca no existe en Jarácuaro que antes fue una isla. Estos bloques fueron colocados precisamente sobre la traza de las rupturas de la superficie del terreno (rupturas cosísmicas) más recientes. El primer bloque andesítico es conocido como La Piedra del Pez y se encuentra sobre lo que fue una falla geológica generada por un sismo, la cual está desplazando a suelos que contienen cerámica prehispánica (Loma Alta). Este bloque de piedra volcánica podría ser una estela que se colocó en su sitio para tratar de detener los movimientos elúricos vividos por los habitantes del periodo de Loma Alta (Fig. 5).
El otro bloque de andesita recibe el nombre de La Silla, por su forma (Fig.6) es un bloque bien trabajado, pulido, que también podría ser relacionado, por su forma, con un pre Chac mol, lugar donde colocaban las personas para su sacrificio a fin de que la sangre viajara por la falla geológica generada durante el sismo y alimentar así a dios principal para que se fortaleciera, evitara los tropezones… y no hubiera más sismos.
En la Figura 7 se ilustra la posición de los dos bloques andesíticos mencionados en relación a las rupturas generadas por sismos y al Lago de Pátzcuaro. Se puede notar en la figura, que hay una clara relación entre el trazo de las fallas generadas por algún sismo antiguo y la posición de los bloques, lo que indica que fueron colocados intencionalmente.
Es claro que las culturas precolombinas sufrieron grandes eventos sísmicos en el territorio de lo que hoy constituye México. El temor a estos movimientos de origen desconocido fue el acicate para buscar maneras de tranquilizar a los dioses y a la madre Tierra, que pudieron estar relacionados con sacrificios humanos. Sin embargo, hacen falta más estudios de Arqueosismología para comprobar esta hipótesis.
Referencias
Escalante Gonzalvo P., (2010). Los códices mesoamericanos antes y después de la conquista. Fondo de Cultura Económica. 413p.
García Acosta, V., (2001). Los sismos en la historia de México, vol. II, UNAM/CIESAS/Fondo de Cultura Económica, México. 281p.
Kovach R.L., (2004), Early Earthquakes of the Americas, Cambridge University Press, 267p.
http://www.famsi.org/spanish/research/loubat/Telleriano-Remensis/thumbs0.html
http://claseshist.blogspot.mx/2011/05/sacrificios-humanos-mostrados-en-el.html
Dr. Víctor Hugo Garduño Monroy. Profesor Investigador de tiempo completo en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Realiza estudios de Paleosismología y Arqueosismología en México, España y Perú. Forma parte del SNI nivel III y el Dr. Miguel Ángel Rodríguez Pascua. Es investigador del Instituto Geominero de España donde trabaja en los temas de Paleosismología y Arqueosismología de México, Suiza, Perú. Es pionero en estos temas ante el INQUA.
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