Desarrollo positivo adolescente para favorecer la educación

Escrito por Alejandra García-Arista y Adelaida Rojas-García

ARTÍCULO

 

Desarrollo positivo adolescente para favorecer la educación

Alejandra García-Arista y Adelaida Rojas-García

 

Resumen

¿Has escuchado que la adolescencia es la etapa más difícil de la vida? ¿Si te lo pidiera, podrías mencionar qué necesitan los adolescentes para transitar mejor por esta etapa? ¿Recuerdas cómo fue tu adolescencia? ¿Reconoces qué habilidades te hicieron falta para relacionarte mejor o ser un adolescente feliz? El desarrollo positivo adolescente puede ser promovido en entornos educativos formales o no formales y se refiere a las habilidades necesarias para lograr que los adolescentes puedan sentirse mejor consigo mismos, relacionarse mejor y realizar contribuciones a su comunidad favoreciendo el éxito y la autorrealización, disminuyendo así el riesgo de conductas problemáticas.

Palabras clave: Adolescencia, desarrollo positivo, factores de riesgo.

 

RECIBIDO: 20/06/2024; ACEPTACIÓN: 30/11/2024; PUBLICACIÓN: 18/07/2025

Una etapa complicada: La adolescencia

La adolescencia es la etapa que transcurre entre los 10 y 19 años y ha sido descrita como un periodo en el que los menores «adolecen», es decir, están carentes de algo o padecen alguna aflicción, reflejándolo como una etapa complicada. Si bien se caracteriza por un incremento de conflictos con los padres, de inestabilidad emocional y de conductas de riesgo, también en esta etapa se elabora la identidad, se plantea el sentido de la vida, de pertenencia y se desarrolla la responsabilidad social.

A pesar de estos claroscuros, en nuestra sociedad aún predomina una representación social de la adolescencia como un periodo difícil. Esta idea negativa de la adolescencia, perpetúa prejuicios sociales, la aplicación de medidas coercitivas que restringen la libertad de las y los adolescentes, y genera tensión en las relaciones en el contexto familiar, escolar y social.

La imagen desfavorable de la adolescencia no es algo aislado, ya que está asociada al modelo médico tradicional que se ha enfocado en la atención de problemas, de enfermedades y en lo negativo; bajo este paradigma, la ausencia de problemas es un buen indicador de salud. Por ejemplo, una adolescente saludable es aquella que no consume drogas o alcohol, en esta idea, el discurso se enfoca en una conducta de riesgo y lo saludable es solo la ausencia de esa conducta, es decir, que no consuma drogas o alcohol, dando solo un seguimiento a las conductas negativas, ignorando con ello los comportamientos positivos para definir a la salud.

 

Salud mental adolescente

Con el reconocimiento del bienestar físico, mental y emocional en la definición de salud por parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a finales del siglo XX y principios del XXI, surge en la psicología un modelo que enfoca su atención en el reconocimiento de conductas saludables y en el estudio del bienestar, logrando con ello expandir el concepto de salud mental adolescente, dándose a la tarea de identificar las habilidades, conductas y competencias necesarias para lograr éxito en la vida en las esferas sociales, académicas y profesionales.

Este nuevo paradigma reconoce que todo adolescente tiene el potencial para un desarrollo saludable, no solo considerando influencias genéticas, sino también factores como sus características biológicas y psicológicas, su familia, su comunidad, la cultura y el periodo de tiempo de la historia en el que vive. Esta concepción indica que el desarrollo humano no está predeterminado y deja abierta la posibilidad de cambio a lo largo de la vida. De forma que, si se realizan intervenciones para favorecer conductas positivas, es posible que los adolescentes transiten hacia un mayor estado de bienestar. Bajo el paradigma del desarrollo positivo adolescente se han propuesto algunos modelos representativos, por ejemplo, el Modelo de las 5 C «ces».

 

Modelo de desarrollo positivo de las 5 C «ces»

Este modelo define los elementos necesarios para la promoción del desarrollo adolescente y son: competencia, confianza, conexión, carácter y cuidado/compasión. Cuando estas cinco C están presentes, surge en los adolescentes una sexta c: contribución, dirigida a sí mismo, a la familia, a la comunidad y a la sociedad civil.

 

Primera C, denominada competencia. Hace referencia a la capacidad de mostrar un buen desempeño en distintas áreas de la actividad del adolescente (cognitiva, académica, vocacional y social). Por ejemplo, que un adolescente sepa comunicar lo que piensa, siente y quiere de forma respetuosa y respetando a los otros, reduciendo con ello la posibilidad de conflictos, que sepa escuchar y dialogar para llegar a acuerdos, que pueda visualizar las ventajas y desventajas a corto y largo plazo al momento de tomar una decisión, como la elección vocacional.

Segunda C, es la de confianza. Se trata de un sentido interno, de valoración global positiva de sí mismo y de sentirse eficaz. Por ejemplo, que los adolescentes reconozcan sus fortalezas y sus logros, sus aptitudes y los recursos con los que cuentan para hacer frente a situaciones de la vida y se crean capaces de lograr los resultados que pretenden.

Tercera C, es la de conexión. Trata de los vínculos positivos con las personas (familia, pares, otros adultos). En la adolescencia, el sentido de pertenencia e identidad se tornan relevantes y las relaciones de calidad favorecen el apoyo social y acompañamiento. De manera que un adolescente que logre formar vínculos sinceros, profundos y sólidos con sus amistades y familiares, tendrá un desarrollo más saludable.

Cuarta C, es el carácter. Indica el respeto por las normas sociales y culturales, es decir, aprender a convivir de acuerdo con los modelos de conducta adecuada con integridad, lo cual refleja la adaptación al mundo en el que vive. El carácter favorece el autocontrol y el seguimiento de horarios, el respeto por las reglas escolares y familiares, el apego a las normas sociales y a la búsqueda del bien común. En la adolescencia es esperado que las conductas puedan estar bajo influencia de comportamientos grupales de amigos o modas que pongan en riesgo al adolescente; sin embargo, un adolescente con alto autocontrol puede resistirse a la presión social con mayor facilidad y elegir realizar conductas prosociales. Por ejemplo, un adolescente con autocontrol y carácter, en vez de realizar prácticas de acoso escolar, elegirá ayudar a la persona que están agrediendo.

Quinta C, se refiere al cuidado y compasión. Toma en cuenta un sentido de simpatía y empatía, esto es cuando los adolescentes son capaces de observar, identificarse y preocuparse por otros y no solo por sí mismos; cuando son sensibles a las condiciones de vida de los demás y comprenden que otras personas son y viven de forma diferente, y que también son respetables y aceptables. Esto permite una mayor consideración a otros, respeto a las diferencias, a la libertad y a vivir, y dejar vivir a otros, y cuando le es posible, ayudar a cambiar y mejorar la situación de otros.

 

La presencia de las cinco C, genera la Sexta C, que se refiere a contribución. Este aporte puede ser a sí mismo, a la familia o a la comunidad. Cuando hay un buen desempeño en las áreas de ejercicio de los adolescentes, cuando se sienten confiados, con relaciones positivas, con adaptación social y consideración hacia los otros, entonces los adolescentes pueden enfocarse en desarrollar su potencial y, a través de acciones diarias, mejorar el mundo en el que viven.

La propuesta es que, en los espacios educativos, tanto formales como informales, se logre que los adolescentes no solo eviten conductas de riesgo, sino que potencien al máximo sus habilidades en sentido positivo, a fin de realizarse como personas. Para ello es necesario reconocer y promover los activos para el desarrollo, es decir, los recursos que otorgan el apoyo tanto personal, como familiar, escolar o comunitarios, para la promoción de competencias que favorezcan un desarrollo positivo en la adolescencia.

Un amplio número de expertos opinó para identificar las competencias que configuran un desarrollo positivo adolescente y estas valoraciones se lograron agrupar en cinco áreas.

 

  1. En el área de desarrollo personal, se reconocieron como competencias personales para un desarrollo positivo:

 

la autoestima, es decir, el aprecio, respeto y aceptación por las características,

el autoconcepto o lo que piensan de sí mismos los adolescentes,

la autoeficacia, que implica la percepción de sus capacidades para ejecutar una tarea,

el autocontrol, es decir, su capacidad para regular su conducta e impulsos,

la autonomía personal entendida como la capacidad para decidir y llevar a cabo actividades utilizando sus propias habilidades y recursos.

 

  1. El área cognitiva comprende las competencias respecto al pensamiento, es decir, el análisis crítico y analítico, la creatividad, la planificación y la toma de decisiones. Que los adolescentes puedan planificar su proyecto de vida, que puedan ser críticos con las decisiones que toman, que analicen sus acciones, que sean creativos al momento de encontrarse ante un problema.

 

  1. El área emocional incluye a la empatía, el conocimiento y el manejo de las emociones propias y el reconocimiento de emociones de los otros, la tolerancia a la frustración, así como el optimismo y sentido del humor. Implica que los adolescentes puedan identificar sus estados emocionales y regularlos, por ejemplo, en el caso del enojo, que identifiquen los cambios corporales asociados a este, que reconozcan sus causas, que puedan disminuir la activación corporal que se relaciona con este, que puedan expresarlo de forma no violenta y que no genere más problemas a futuro. Que sean tolerantes ante situaciones adversas y puedan ser persistentes con sus metas, que empleen el optimismo para identificar no solo lo malo de una situación, sino que puedan ser realistas y observar también lo positivo, aun en la adversidad y que la risa pueda ser una aliada para su felicidad.

 

  1. En cuanto al área moral, las competencias tienen que ver con el compromiso social, la responsabilidad social, la prosocialidad, la justicia, la igualdad (de género y social) y el respeto a la diversidad. En la adolescencia, el respeto a los animales, a personas vulnerables, a los pares y a las diferencias, permite conocer otras formas de vida y con ello ampliar el panorama y el crecimiento personal de los adolescentes, lo cual incrementa la satisfacción con la vida y facilita la transición a la adultez.

 

  1. El área social comprende habilidades comunicativas, sociales, relacionales y de resolución de conflictos. Los seres humanos somos seres sociales y requerimos de otros para sobrevivir, por ello, en la medida en que nuestros vínculos tengan mayor calidad y mayor sentido de pertenencia, tendremos mayor sensación de acompañamiento ante las dificultades.

Ante esta perspectiva, se sugiere que cuando estas competencias no están presentes, hay un mayor riesgo de afectación a la salud mental, en cambio, cuando los adolescentes cuentan con un mayor número de competencias, presentan un desarrollo más saludable, reflejado en indicadores como el éxito escolar, mayor interés por conocer personas de otras culturas, el cuidado de cuerpo y la salud, el cuidado del medioambiente y la superación de la adversidad, lo que permite el florecimiento.

 

Nivel óptimo de salud mental

El florecimiento es un concepto que hace referencia a un nivel óptimo de salud mental, es la combinación de bienestar emocional, psicológico y social, de manera que cuando las personas florecen, contribuyen de forma positiva a la sociedad en la que viven. El florecimiento en adolescentes se ha asociado con menores ideas de muerte, disminución de posibilidades de padecer un trastorno psicopatológico y menos síntomas ansiosos y depresivos. No se han identificado diferencias en el nivel de florecimiento entre hombres y mujeres adolescentes; sin embargo, se ha encontrado que, a mayor edad, menos nivel de florecimiento existe en la etapa adolescente, esto sugiere que entre más temprano se realicen las intervenciones para favorecer el desarrollo de competencias en los adolescentes, se esperan mejores resultados.

Lo opuesto a florecer es languidecer e implica una sensación de estancamiento y bajos niveles de bienestar emocional, psicológico y social que conlleva riesgos individuales y sociales, por lo que es vital identificar a aquellas personas que se encuentren en este estado para brindar la atención necesaria.

 

Bienestar del adolescente

El reconocimiento de comportamientos, tanto negativos como positivos, es necesario y complementario, ya que reducir las conductas problemáticas y favorecer el bienestar, son caminos paralelos para lograr el bienestar de la población adolescente. Los espacios educativos representan áreas de oportunidad para el desarrollo de competencias y, a su vez, la adquisición de estas habilidades favorecerá el entorno educativo y el desempeño escolar, mejorando la calidad de vida de la población y su bienestar psicológico y social.

 

Alejandra García Arista. Docente e investigadora, Universidad de la Salud, Ciudad de México.

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Adelaida Rojas-García. Investigadora, Universidad Autónoma del Estado de México. Toluca de Lerdo, México.

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García A. y Andrade P. (2023). Bienestar psicológico, clima escolar percibido, actividad física y rendimiento académico en estudiantes universitarios. En: Tolano, E. et al. (Eds.), Bienestar físico, psicológico y desarrollo del arte en ambientes universitarios (pp. 83-94). Instituto Tecnológico de Sonora. https://itson.mx/publicaciones/Documents/ciencias-sociales/27-10-23-Bienestar%20F%c3%adsico-WEB-OK-SinBlancas.pdf

 

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