En los últimos meses hemos asistido, con fascinación creciente, a la consolidación en la cultura popular de un personaje de las historias de terror: el Zombie. Este o mejor dicho, estos monstruos, son producto del cine. Cobraron carta de naturalización a partir de la película, ya clásica, de George A. Romero “La noche de los muertos vivientes” (1968) y a partir de ahí han desarrollado una muy fructífera carrera en televisión, comics, videojuegos, literatura y desde luego el cine. Aunque ahora son personajes chuscos y hasta cómicos, la película original de Romero puede verse más como una crítica a una sociedad manipulable y programada (“zombizada”) por los medios de comunicación y los gobiernos, para transformarla en una sociedad consumista. La película habla también sobre el mal uso de la tecnología, entre otras cosas. Si bien el empuje logrado por Romero aún pervive, estos monstruos han adquirido todo tipo de caracteres, a veces desvirtuando el sentido original. De cualquier manera todos hemos escuchado historias y mitos sobre zombies reales ¿qué hay detrás de la supuesta existencia de estos personajes?
Si bien la figura de los zombies ha sido modificada para efectos de mercadotecnia, existe una historia detrás que es más real de lo que muchos quisiéramos pensar. La leyenda de “los muertos vivientes,” como se les conocía anteriormente, se remonta a varios siglos atrás; surgen de una mezcla de culturas entre africanos, haitianos e incluso algunos europeos cristianos. El mito dice que las personas que no acataban ciertas convenciones podrían convertirse en zombies. Estas personas manifestaban ciertos síntomas que en la actualidad se clasifican como esquizofrenia catatónica, alternando entre momentos de estupor y de la actividad descontrolada. Un zombie se produce luego de que al individuo enjuiciado, se le obligaba a ingerir un brebaje en un ritual conocido como “zombificación”.
Desde finales del siglo pasado se comenzaron a realizar estudios serios para determinar las especies de plantas y animales así como los componentes farmacológicos presentes en “la pócima de los muertos vivientes”. Todas estas plantas han sido estudiadas de manera individual y muestran propiedades farmacológicas de muy diversos tipos, algunas muy positivas pues en otros contextos ayudan a aliviar afecciones digestivas, respiratorias, procesos relacionados con la inflamación, así como infecciones provocadas por bacterias, hongos y parásitos. Parece contradictorio el hecho de que las mismas plantas que tienen tantos efectos benéficos en la salud, sean las que ocasionan trastornos psiquiátricos tan severos como la esquizofrenia catatónica.
Algo similar podemos encontrar en plantas de uso común como el toloache, el estramonio, etc. Por ejemplo, la planta de ornato conocida como floripondio o trompeta de ángel contiene varios alcaloides como la escopolamina que deprime el sistema nervioso central. En pequeñas dosis la escopolamina se usa en medicamentos para la enfermedad de párkinson, pero en altas dosis produce parálisis, psicosis, alucinaciones y eventualmente la muerte. La producción de estas sustancias en las plantas depende del tejido, edad, factores ambientales, estrés, etc. por lo que debemos tener cuidado a la hora de asumir que beber remedios es inocuo. Otra toxina empleada en el proceso de zombificación es la tetradotoxina, una potente neurotoxina extraída del hígado de numerosas especies de peces, como el pez globo. Esta sustancia cuando es consumida por humanos, aun en pequeñas dosis, hace disminuir todas las constantes vitales ya que interfiere con la conductividad neuromuscular. En dosis altas conduce inevitablemente a la muerte.
Si bien es cierto que por miles de años hemos consumido plantas completas para muchos problemas de salud, también es cierto que las plantas están constituidas por cientos de compuestos en los que destacan grupos como alcaloides, flavonoides, cumarinas y esteroides, muchos de los cuales pueden ser tóxicos para los humanos además de que pueden tener efectos de combinación que eventualmente traen consecuencias negativas en la salud. Para resolver este problema la industria farmacéutica realiza grandes inversiones en la investigación debido a que los procesos de aislamiento, purificación y caracterización de los compuestos presentes en las plantas es un proceso largo y costoso, sin mencionar todas las pruebas clínicas necesarias para garantizar la seguridad en el empleo de estos compuestos como medicamentos. A pesar de las complicaciones que existen para sacar un producto de origen natural al mercado, es claro que las plantas siguen siendo un reservorio muy importante donde aún queda mucho por estudiar y mucho potencial por aprovechar.
Tendemos a creer que por que algún producto tiene el apelativo de “natural” no tendrá efectos nocivos en quienes lo consumen, sin embargo, esto no es del todo cierto. Actualmente existen en el mercado cientos de productos “milagro”, que evaden las normas establecidas para la venta de medicamentos con el simple hecho de colocar en su etiqueta la frase de “complemento alimenticio” pero que ofrecen curar enfermedades graves y diversas como la diabetes, la hipertensión e incluso el cáncer. Estos productos, tal como las pócimas mágicas, están constituidos por una mezcla indefinida de hojas, frutos, semillas y raíces, las cuales además de los compuestos medicinales, contienen todos los metabolitos secundarios de las plantas, de tal forma que en combinación no necesariamente curan todos los males que prometen, sino que pueden producir efectos tan extremos como los provocados por la pócima productora de zombies. De la misma manera, no todo lo que la naturaleza provee es comestible o inocuo. El caso de los peces productores de tetradotoxina lo ilustra muy bien.
Probablemente, el ejemplo que aquí presento puede parecer muy drástico, pero se trata de un llamado a la reflexión sobre lo que compramos, ya que el consumo de productos “naturales” que no tienen ningún sustento científico puede convertirse en una verdadera historia de terror.
Jaquelina Julia Guzmán Rodríguez, es estudiante del Programa Institucional de Doctorado en Ciencias Biológicas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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