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Con toda seguridad, muchos han escuchado —con un tono de sufrimiento— la expresión ¡Ouch! En otras ocasiones, frases como ¡Ay!, ¡Qué dolor!, o palabras altisonantes, las cuales asociamos con el dolor. Los motivos pueden ser muchos, por ejemplo, daño físico, infecciones, quemaduras o problemas genéticos. Al sufrir alguna lesión, además de expresar nuestro dolor, suceden cambios en nuestro organismo que permiten controlar y reparar esa lesión, algunos de los cuales son visibles, como rubor, hinchazón, calor y pérdida funcional del sitio lesionado; todo son signos característicos de la inflamación. Estos son los efectos de numerosas reacciones celulares y moleculares que ocurren tanto en las células dañadas como en las que se encuentran alrededor de estas.
El calor y el rubor son ocasionados por el incremento del flujo sanguíneo, el cual es muy importante para que algunas moléculas o células, como los fagocitos, puedan llegar al sitio de la lesión e iniciar el proceso de eliminación del agente lesivo. Los fagocitos son los recolectores de la «basura» celular, son un tipo de células del sistema inmunológico que se encargan de procesar y de eliminar los agentes lesivos y a las células dañadas. Por otra parte, la inflamación es el aumento del volumen del sitio lesionado y ocurre por la acumulación de un exudado compuesto por proteínas, células del sistema inmune, restos celulares y el microorganismo patógeno que inició la lesión (en caso de tratarse de infección). En ocasiones, cuando esto ocurre, se impide la movilidad de alguna extremidad o el desarrollo funcional de una persona.
La inflamación puede ser aguda o crónica, dependiendo del tiempo de evolución. Por ejemplo, imaginemos el dolor y los demás signos mencionados, al quedar uno de nuestros dedos en una ratonera o al golpearnos con un martillo en la mano, la inflamación producida —si el daño no comprometió estructuras importantes— durará algunos días, siendo este un caso de inflamación aguda producida por un daño mecánico. Por otra parte, si usted ha escuchado o visto alguna persona que sufre de artritis reumatoide, sabrá que ellos manifiestan signos de inflamación, la cual es permanente y hasta la fecha no existe cura, aunque hay tratamientos que disminuyen el dolor y limitan la progresión de esta, por lo tanto, la artritis reumatoide es una enfermedad crónico degenerativa, un ejemplo de inflamación crónica que ocurren en las articulaciones.
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¿Podemos dejar de sentir dolor?
En la actualidad, existe una gran variedad de medicamentos para disminuir el dolor ocasionado por diferentes patologías, conocidos como analgésicos, los cuales se pueden clasificar en primarios y en secundarios, útiles en numerosos tipos de dolor. Dentro de los primarios se encuentran algunos de los más conocidos como el ácido acetilsalicílico e ibuprofeno; otros más fuertes, como el fentanilo y la morfina, que se utilizan para inducir analgesia en cirugías. Los secundarios pueden disminuir un tipo de dolor específico, entre ellos se encuentran los corticoides, como la dexametasona, o algunos anestésicos locales, como la lidocaína.
Video de la reparación de una herida: https://www.youtube.com/watch?v=EKbzwx7G1i4 (derechos de autor por Área Gálenica, canal de la plataforma de YouTube donde divulgan contenido del área de la salud).
Existe un gran desarrollo de nuevos fármacos para la prevención de dolor, los cuales son analizados para conocer las ventajas o los riesgos que pudieran tener a la salud. Varios fármacos son obtenidos de plantas medicinales, mismas que en ocasiones las tomamos en infusión para calmar algún malestar. La medicina tradicional y la riqueza etnobotánica que tiene México, es vasta. Actualmente, se realizan investigaciones controladas en laboratorio para diseñar y para formular nuevos medicamentos de los que actualmente se encuentran en el mercado, con el propósito de reducir los daños secundarios. Un ejemplo de estos productos naturales es el QG5 ®, el cual utiliza extractos de hojas de guayaba para la obtención de moléculas que tienen efecto sistémico, ayudando con el dolor abdominal.
Estos son algunos retos que tiene la comunidad científica para encontrar alternativas terapéuticas que sean más eficientes y de bajo costo, por lo cual el uso de estas plantas medicinales puede favorecer la creación de nuevos fármacos.
¿Es bueno o malo sentir dolor?
El dolor es un mecanismo que puede ayudarnos a diagnosticar diversas patologías. El dolor en alguna parte del cuerpo nos lleva a acudir a un médico, ya que es una alarma vital de advertencia para nuestro organismo, nos da información de que algo nos está provocando daño y debemos saber la causa y cómo detenerlo. Existe una enfermedad que ocasiona insensibilidad, llamada analgesia congénita, aunque un porcentaje muy bajo de personas a nivel mundial la padecen: de cada millón de personas, una puede padecer este desorden genético que afecta la integridad del paciente.
Pudiéramos pensar en lo fabuloso que sería dejar de sentir dolor, imaginar que no dolieran los dientes al ir con el dentista, o los golpes al practicar algún deporte, pero esto es un peligro, por lo cual sentir dolor es importante y, en ocasiones, genera conciencia en la atención y cuidado del cuerpo, por lo que debemos identificar los signos o anormalidades para recibir un tratamiento oportuno.
Osvaldo Álvarez-Cortes. Estudiante del Programa Institucional de Doctorado en Ciencias Biológicas, Área Temática de Biotecnología Alimentaria, Facultad de Químico Farmacobiología, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán.
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Héctor Eduardo Martínez-Flores. Profesor e investigador de la Facultad de Químico Farmacobiología, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán.
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Para Saber Más:
Rodríguez-Palma E. J. y Granados-Soto V. (2020). La percepción del dolor. Milenaria, Ciencia y Arte, (16), 16-18. http://www.milenaria.umich.mx/ojs/index.php/milenaria/article/view/136
Gutiérrez-García C. J. y Ortega-Varela L. F. (2022). CB13, nanomedicina contra el dolor neuropático. Saber Mas, (64), 66-69. https://www.sabermas.umich.mx/archivo/tecnologia/574-numero-64/1146-cb13-nanomedicina-contra-el-dolor-neuropatico.html