El sistema alimentario hoy en día está preocupado por producir y por tener disponible alimentos sanos para consumo humano. En México, son los pequeños productores agrícolas los encargados de esta tarea, quienes representan dos de cada tres agricultores, cultivan en parcelas de hasta cinco hectáreas y producen el 40 % de los alimentos consumidos.
A pesar de ser un actor importante por los volúmenes que producen, los pequeños productores se enfrentan a malas prácticas comerciales, por no tener acceso a mercados formales e inclusivos, a capital para sustentar una cadena de valor agrícola sostenible y al no contar con herramientas comerciales para enfrentarse a los «coyotes» o intermediarios informales que ocasionan que la venta de su producción sea inestable y azarosa, aun cuando su producción puede ser de buena calidad.
La mayoría de los pequeños productores y sus familias viven en la pobreza, sus necesidades son diversas y complejas debido a la fragmentación de los mercados, al acceso limitado a la financiación, a los conocimientos técnicos y a la falta de desarrollo tecnológico. Estas necesidades no son exclusivas de México, hay tres mil millones de personas que viven en 500 millones de pequeñas explotaciones agrícolas en todo el mundo, que en su mayoría viven en pobreza extrema.
La mayor parte de la población pobre del mundo vive en zonas rurales. Para estas personas, la agricultura es una importante fuente de empleo e ingresos, así como de alimentos.
Asegurar un sistema y seguridad alimentaria
En la visión de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), un sistema alimentario es la suma de los diversos elementos, actividades y actores como población, medio ambiente, recursos, procesos, instituciones e infraestructuras, que mediante sus interrelaciones, hacen posible la producción, la transformación, la distribución, la preparación y el consumo de alimentos, además de los resultados de estas actividades en la nutrición y en el estado de la salud, el crecimiento socioeconómico, la equidad y la sostenibilidad ambiental. Un sistema alimentario sostenible es aquel que garantiza la seguridad alimentaria y la nutrición para todos por igual.
El sistema alimentario mundial ha ido perdiendo eficiencia con relación a su objetivo principal, que es suministrar alimentos nutritivos de forma sostenible. Se debe mejorar el acceso a alimentos más saludables y variados, también convencer a los consumidores de que adopten mejores opciones alimentarias, así como garantizar la seguridad alimentaria. Para aumentar la demanda de alimentos más saludables que puedan producirse de forma sostenible, los consumidores deben disponer de los medios y desear adquirir alimentos saludables. Se debe utilizar los mecanismos del mercado, ya que los sistemas alimentarios y la oferta de alimentos responden a la demanda.
Desarrollar una cadena de valor sostenible y a largo plazo
Tradicionalmente, la cadena de valor se divide en dos actividades, con la finalidad de incrementar la rentabilidad de la empresa, esto es a través de las actividades primarias y las actividades de apoyo o soporte.
Actividades primarias: Son aquellas dedicadas al desarrollo del producto o servicio que genera ventaja competitiva a la empresa, aportando más valor a los clientes que a los competidores. Por ejemplo, las actividades primarias serían las actividades comerciales, de marketing o de atención al cliente, ya que su desarrollo tiene una consecuencia directa en el valor propuesto.
Actividades de soporte: Son aquellas necesarias para el correcto funcionamiento de la empresa, no aportan valor a nivel directo, pero aumentan y refuerzan las actividades primarias. Las actividades de apoyo serían, por ejemplo, las que realiza el departamento de recursos humanos, encargándose de reclutar talento, el departamento administrativo o la tecnología en la que se apoyan las actividades primarias.
Los pequeños productores agrícolas son actores que trabajan de forma desorganizada y tradicional; dependen en gran parte de las lluvias, condiciones climatológicas y mano de obra no asalariada. Su cadena de valor es deficiente al no contar con capacidades integrales de mejores prácticas agrícolas y empresariales para acceder a mercados formales, como los supermercados, las agroindustriales y las exportaciones que, por sus grandes volúmenes, son atractivos para cualquier productor. Los intermediarios reúnen los volúmenes necesarios y realizan la labor comercial para vender los productos a los mercados formales, generando muchas veces prácticas informales y pagos injustos, lo que hace que el margen lo absorba el intermediario y no los pequeños productores.
Incluir a mujeres en la cadena de valor agrícola
Las agricultoras son 20-30 menos productivas que los hombres, pero no porque administren menos eficientemente sus propiedades agrícolas o porque trabajen menos. La razón principal de esta brecha en el desempeño de hombres y mujeres, es que los hombres tienen mejor acceso a recursos que están menos disponibles para las agricultoras femeninas, como la distribución de la tierra o de los predios, la capacitación e información de conocimientos, financiamiento y desarrollo tecnológico, entre otros. Si las mujeres tuvieran igual acceso a los recursos y servicios agrícolas que los hombres, se producirían más alimentos y las familias gozarían de mejor salud, nutrición y educación, se mejoraría en gran medida la seguridad alimentaria y las sociedades se enriquecerían y no solo en términos económicos. Para la inclusión de mujeres en la cadena de valor dentro de la organización, se deben crear estrategias de desarrollo en práctica empresarial con la finalidad de que no solo laboren en el campo, sino también en la toma de decisiones en áreas de recursos humanos, administrativas y/o de distribución y logística, así como de políticas de remuneración cuando lo establezca la organización, tanto para mujeres como para hombres por igual.
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Crear mecanismos para acceso a capital o financiamiento
El ingreso de los pequeños productores agrícolas a la cadena de valor, requiere de una inversión para la compra de infraestructura, como sistemas de riego, almacenamiento en frío e invernaderos, esto con el objetivo de que sean igual de competitivos, eficiente y que ofrezcan la cantidad y calidad del producto que su competencia —los grandes productores— entregan a los mercados. Además, requieren capital o financiamiento para capacitación técnica especializada, que si bien han nacido en el campo, sus prácticas agrícolas son tradicionales y no alcanzan a generar productividad en sus cosechas y/o para obtener certificaciones que los mercados internacionales requieren.
La falta de inclusión a capital, de capacitación en las actividades primarias y de apoyo de soporte, hace que los pequeños productores agrícolas no hagan frente a las demandas de los mercados formales.
Para aumentar la competitividad, la colaboración de los pequeños productores que tengan la misma finalidad común en su comunidad, hará frente a los retos comerciales con los mercados formales. La creación de una Sociedad de Producción Rural o una Cooperativa, hace que tengan un intercambio de ideas para resolver problemas, establecer contacto con compradores potenciales, objetivos, métricas alcanzables y, principalmente, obtener los volúmenes para captar el capital necesario para acceder a los mercados formales que permita a los productores crear relaciones comerciales a largo plazo, al planear y administrar sus cosechas de manera sostenible, al entregar un producto de calidad y en cantidad. Se formulan recomendaciones para equilibrar las relaciones de poder dentro de la cadena de valor y ayudan a crear, con la participación de diversos actores de la cadena, nuevas reglas, e incluso una nueva forma de gobernanza.
Para Saber Más:
FAO. (2017). Guía para el desarrollo de mercados de productores. Obtenido del Proyecto «Creación de Cadenas Cortas Agroalimentarias en la Ciudad de México». https://www.fao.org/3/i8096s/i8096s.pdf
FAO. (2019). El Estado Mundial de la Agricultura y la Alimentación. Obtenido de Progresos en la Lucha contra la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos. https://www.fao.org/3/ca6030es/ca6030es.pdf
McKinsey Global Institute. (1 de March de 2014). A tale of two Mexicos: Growth and prosperity in a two-speed economy. https://www.mckinsey.com/featured-insights/americas/a-tale-of-two-mexicos
Adriana Garza-Sota. Estudiante de la Maestría de Comunicación Integral y Transformación Social del CICA (Centro de Investigación para la Comunicación Aplicada) de la Facultad de Comunicación de la Universidad Anáhuac México.
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