Zombis, ¿mito o realidad?

Escrito por María Carmen Bartolomé-Camacho y Agustín Sánchez-Andrés

Imagen de mostafa meraji en Pixabay

El mito de los zombis se ha ido esclareciendo con el paso del tiempo, gracias a estudios científicos que han identificado las raíces del mito en una neurotoxina: la tetradotoxina y un alcaloide tropánico: la escopolamina. En pleno siglo XXI, las nuevas drogas sintéticas también han llevado a la creación de zombis por medio de sustancias estimulantes similares a la catinona (flakka), opioides sintéticos similares a la morfina (krokodil) y cannabinoides sintéticos (spice, AK-47). El mito zombi se ha hecho realidad.

 

Zombis en la ciencia ficción

En la literatura de ficción y en películas como El retorno de los muertos vivientes o la serie The walking dead, encontramos la descripción de seres humanos que vagan con movimientos torpes o muy agitados. Su lenguaje no es claro, parecen no tener conciencia de lo que hacen, e incluso pueden llegar a comportarse como criaturas sedientas de sangre. Estas «personas» son los llamados zombis y su comportamiento ha sido atribuido a magia, infecciones, radiación u otros fenómenos. El cine de zombis surgió en los años 1930 como reflejo del folclore y de las leyendas haitianas asociadas a la magia negra y el vudú (el vudú es una religión local, un sincretismo de religiones africanas y catolicismo similar al candomblé y la santería cubana). Dicho folclore llegó al público estadounidense de la mano de William Buehler Seabrook, quien en su libro The Magic Island, relató sus experiencias en Haití. Por tanto, el comienzo del mito surge en ese Haití de los siglos XVII y XVIII, cuando los esclavos africanos eran llevados allí para trabajar hasta su muerte en las plantaciones de azúcar. Las leyendas cuentan que en esas plantaciones, una poción misteriosa era utilizada por hechiceros vudú para poner a las personas en un estado similar a la muerte para luego revivirlas, pero ya sin voluntad.

 

Los zombis ya no son solo ficción

Nathan Kline, pionero en el tratamiento de enfermedades mentales como la esquizofrenia y la depresión, siempre estuvo convencido de la existencia y del potencial que esta poción tenía. En este sentido, junto a otros investigadores en Estados Unidos, recaudó fondos para financiar una investigación en Haití que estuvo al frente de un antropólogo y etnobotánico canadiense del Museo Botánico de Harvard, Wade Davis, quien en 1982 pasó varios meses en el Haití de los Duvalier, entrevistando a hechiceros vudú, recolectando muestras de la pócima y sus ingredientes para luego analizar el material en la Universidad de Harvard. Le llamó la atención que entre los componentes vegetales y animales, apareció un pez de la familia de los tetraodóntidos con una neurotoxina extremadamente potente: la tetrodotoxina. Esta, se comporta como un anestésico 160 mil veces más potente que la cocaína.

Existen más de 200 especies de tetraodóntidos, incluido el pez globo o fugu. En Japón, desde hace siglos, se le considera un manjar muy apreciado por su efecto anestésico progresivo, además, su potencial letal provoca al que lo ingiere un estado entre el éxtasis y la muerte. Existe una extensa literatura biomédica sobre ello donde aparecen descripciones de casos que eran iguales a los de la «zombificación» en Haití, en el que individuos declarados muertos despertaban días después, todos ellos víctimas de envenenamiento por fugu.

Las muestras traídas desde Haití fueron llevadas al Hospital Presbiteriano de Columbia, en Nueva York, probándose sus efectos clínicos. El profesor de neuropatología de la Universidad de Columbia, Leon Roizin, le dijo a Newsnight que,

 

… después de seis a nueve horas, los ratones dejaron de responder a estímulos. Poco a poco, los animales dejaron de moverse. Desde lejos parecía que habían muerto. Sin embargo, pudimos ver que respiraban y que su corazón latía. Algunos de estos ratones permanecieron en esta situación hasta por 24 horas. En los monos, la droga cambió por completo el comportamiento de los animales en solo media hora. Entraban en una especie de letargo catatónico, conscientes, pero insensibles al dolor con un efecto similar al curare, un alcaloide despolarizante que se une a los receptores nicotínicos de la placa neuromuscular.

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Otros compuestos que zombifican

La tetradotoxina no es el único componente que juega un papel importante en las historias de «zombificación», ya que otra planta de la familia de las daturas, la «hierba del diablo», aparece y su intoxicación puede provocar desde delirios y alucinaciones hasta desorientación, comportamiento sumiso y apático. Los bòkòs haitianos, es decir los sacerdotes, creaban zombis mediante el uso de estas dos sustancias. Con la primera, llamada coup de poudre (golpe de polvo), la TTX inducía en la víctima la parálisis de la placa motora administrando una dosis semiletal y creando un estado de muerte aparente durante varios días en los cuales seguía la consciencia. Sus parientes y amigos lo daban por muerto y lo enterraban, y poco después, era desenterrado y revivido por el bòkò. En ese momento entraban en acción los segundos polvos, una sustancia psicoactiva: la Datura stramonium o estramonio, que en Haití se llama concombre (pepino zombi) y en México se le conoce como toloache. Según la creencia popular, la absorción de la sal liberaría al zombi. La explicación es sencilla, la Datura contiene alcaloides tropánicos (atropina y escopolamina) que actúan como anticolinérgicos y psicótropos que producen alucinaciones, amnesia y pérdida de la voluntad.

El efecto de la poción depende de quién y de cómo la toma. Asimismo, factores como la expectativa sobre la acción de la droga y el conjunto de las creencias, costumbres y presión social en el que está inmerso el individuo, tendrán un gran peso.

 

Drogas sintéticas zombi

En los últimos años los zombis han pasado de la ficción a la realidad, asociados al abuso de drogas sintéticas llamadas popularmente drogas zombis. Entre los episodios más famosos encontramos los de personas agitadas que atacaron y se comieron partes del cuerpo de otros sujetos luego de exponerse a flakka (droga zombi) en el estado de Florida, en Estados Unidos.

Estas drogas fueron en un principio diseñadas en laboratorios científicos serios como herramientas para estudiar el efecto de distintos neurotransmisores; sin embargo, la disponibilidad de los métodos de síntesis en la literatura científica, permitió que se sintetizaran de manera artesanal y menos controlada, muchas mezcladas con productos vegetales (generalmente inertes) que se ofrecen como «inciensos» para fumar o para utilizar en pipas tipo hookah. Algunas de estas sustancias también pueden ser administradas por medio de inyecciones.

Las drogas zombis tienen un gran potencial de generar adicción y pueden causar intoxicaciones severas debido a la variabilidad en el contenido de la droga y por la alta potencia de estos compuestos. Un ejemplo es el cannabinoide sintético conocido como rifle de asalto AK-47, el cual es 200 veces más potente que la marihuana común.

Las drogas sintéticas se dividen en varios grupos, incluyendo estimulantes similares a la catinona que reciben el nombre de «sales de baño» (flakka), opioides sintéticos similares a la morfina (krokodil) y cannabinoides sintéticos (spice, AK-47).

Ilustración: Nicolás Rosenfeld

Los estimulantes generalmente son alcaloides derivados de plantas como la Catha edulis o son moléculas similares al MDMA (éxtasis), los cuales aumentan los niveles de dopamina y norepinefrina, siendo sus efectos similares a los del éxtasis, anfetaminas y cocaína (euforia, agitación, convulsiones, paranoia, alucinaciones y ataques de ira). Durante un episodio de intoxicación, los sujetos pueden destruir objetos o causar daño a personas cercanas; adicionalmente, también pueden presentar trastornos severos en el corazón, en los músculos y en el riñón, dificultades que podrían llevar a la muerte.

El spice es un cannabinoide sintético que actúa parecido a la marihuana. En general, deprimen las funciones nerviosas y crean una distorsión de la percepción de la realidad; sus efectos adversos severos incluyen crisis de ansiedad, convulsiones, hipertensión, daño renal y problemas del corazón, que terminan en infartos y en la muerte. Por otra parte, el krokodil, con base en la desomorfina, es un opioide sintetizado que presenta efectos sedantes y analgésicos, siendo entre ocho a 10 veces más potente que la morfina. Fue utilizada como una droga de rápida actuación y corta duración, y al ser comparada con una dosis equivalente de morfina, presentó relativamente pocas náuseas o depresión respiratoria.

Durante la década del 2000, comenzó a sintetizarse clandestinamente en Rusia, donde se conoce como крокодил (krokodil, que significa ‘cocodrilo’). Se utiliza como una droga alternativa a la heroína. Sus precursores son relativamente fáciles de conseguir; su síntesis resulta sencilla (parecida a la metanfetamina) y por ello una dosis de krokodil cuesta entre tres y cinco veces menos que una de heroína. Sin embargo, la desomorfina sintetizada es altamente impura debido a que las sustancias usadas inicialmente y la desomorfina final no se purifican, por lo tanto, aparece con subproductos orgánicos tóxicos y corrosivos, presentando importantes efectos adversos añadidos.

El krokodil es una mezcla que se inyecta, por lo que produce gravísimos daños en los tejidos, flebitis y gangrena; osteomielitis de la mandíbula y la cara; llagas y úlceras en la frente y cráneo; necrosis en orejas, nariz y labios; así como problemas en hígado y riñones. La mezcla no logra disolverse completamente en la sangre y su acumulación necrosa los tejidos en lugares distantes del cuerpo, ampliando el daño. Además, el efecto del krokodil es bastante efímero, entre 90 minutos y dos horas, lo que induce a inyectarse varias veces por día, aumentando el daño de manera tan elevada, que la expectativa de vida de los adictos es de dos o tres años.

Debido a la variedad de las drogas zombis y de las dosis a las que se pueden exponer las personas, es un reto para el personal de salud hacer un adecuado manejo de las emergencias clínicas y confirmar con certeza la causa de la intoxicación. El bajo costo de producción de estas drogas sintéticas, sumado al poco control y seguimiento que se puede hacer sobre su producción y distribución, hacen que el uso de drogas zombis esté emergiendo como un importante problema de salud pública.

 

«Como vemos, los zombis tienen mucho de leyenda, pero también algo de ciencia. Ahora, ya sí podemos hacer frente a la pregunta: ¿Los zombis son mito o realidad?»

 

Para Saber más: 

Davies, W. (1986). La serpiente y el arco iris, Buenos Aires: Círculo de Lectores Argentina.

 

Gonzalo, F.J. (2011). Filosofía Zombi, Barcelona: Anagrama. https://www.anagrama-ed.es/view/12298/A_426.pdf

 

Seabrook, W.B. (1929). The Magic Island, Nueva York: Harcourt Brace and Co. [trad, esp.: (2005) La isla mágica: un viaje al corazón del vudú, Madrid: Valdemar].

 

Serrano-Cueto J.M. (2009). Zombie evolution, Madrid: T&B.

 

María Carmen Bartolomé-Camacho. Profesor-Investigador, Laboratorio de Toxicología Ambiental, Facultad de Químico-Farmacobiología, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

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Agustín Sánchez-Andrés. Profesor-Investigador, Instituto de Investigaciones Históricas, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

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