Imagen de Hans en Pixabay
Cuando somos niños, los árboles son una parte importante de nuestros juegos: los usamos como postes para la portería en el futbol, para jugar a las escondidas, para columpiarnos de una rama o trepar a su copa. En esa etapa de nuestra vida, difícilmente sabemos de qué tipo de árbol se trata, aun cuando sea parte de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, no solo los niños, sino cualquier persona, con un poco de curiosidad y de observación, se puede dar cuenta de que existen diversos tipos de árboles en la ciudad que son posibles de reconocer y distinguir, por ejemplo, una casuarina (Casuarina equisetifolia) de un pino (Pinus spp.), una retama (Tecoma stans) de una jacaranda (Jacaranda mimosifolia) o un pirul (Schinus molle) de un fresno (Fraxinus uhdei). Lo anterior no es una tarea sencilla, pero tampoco imposible, y lo que tenemos que hacer es observar cuánto crecen, cómo es la forma de su copa, cómo son sus hojas, flores, frutos, semillas y hasta los animales que los frecuentan. Además, es necesario usar otros sentidos, ya que por ejemplo, algunas especies pueden ser reconocidas porque sus hojas tienen olores típicos al estrujarlas o por su rugosidad.
Conocer las especies permite asociar, entre otros aspectos, los beneficios que pueden proporcionarnos o saber de dónde son originarios. Tal vez te preguntarás, ¿acaso las especies de árboles que veo en mi ciudad no estaban antes ahí? La respuesta depende del árbol que se observe. De hecho, el que crezca en algún lugar de México no significa que sea necesariamente originario del país. Es muy común que, en ambientes citadinos o urbanos, tengamos árboles de diferentes países o continentes. Entonces, podemos hacer una distinción entre los nativos o silvestres que son los que crecen de manera natural en los bosques, selvas o matorrales de México, y los exóticos o introducidos que son aquellos que forman parte de la flora de otra región y que, por medio de la intervención humana u otros medios, llegaron a nuestro país, la mayoría de las veces, en forma de semilla. Así que te sorprenderá saber que muchos de los árboles que te rodean no son mexicanos y que son originarios de Sudamérica [la jacaranda y la chirimoya (Annona cherimola)], de África [el framboyán y el tulipán africano (Spathodea campanulata)], de Asia [la lluvia de oro (Cassia fistula) y el ficus (Ficus benjamina)] o de Australia [la casuarina (Casuarina equisetifolia) y los eucaliptos (Eucalyptus spp.)]. Pero como siempre hay alguno bien portado, lo adoptamos, tal es el caso del pirul, el cual, aunque es originario de Perú (Sudamérica), se desarrolló tan bien en nuestro país que ahora forma parte de la vegetación natural del centro de México, claro, sin haber desplazado a las especies nativas; en este caso, a este tipo de árboles se les denomina plantas naturalizadas.
Beneficios de los árboles
Los árboles en la ciudad nos aportan múltiples beneficios. Uno de los primeros que nos llega a la mente es la sombra que proporcionan, sobre todo en días con intenso sol, evitándonos sufrir de una insolación. De hecho, este efecto va más allá de nuestro entorno personal, ya que se ha comprobado que disminuyen la temperatura del ambiente en las ciudades, haciendo su clima más benigno. Además de esto, a través del proceso de fotosíntesis suministran oxígeno y bajan las concentraciones de dióxido de carbono. Al formar barreras naturales, también minimizan el ruido y capturan elementos nocivos que se encuentran en la atmósfera, lo que proporciona un aire más limpio para respirar. Igualmente, permiten una mejor captación e infiltración del agua de lluvia al subsuelo, pero ¡Ojo!, eso solo sucede si el suelo debajo de su copa no está compactado y no se quita o barre su hojarasca que, además, sirve para nutrir y conservar el suelo. Paralelamente, hay especies que nos deleitan la vista y el gusto con sus flores y sus frutos comestibles, a la vez que proveen de refugio y alimento a diversos animales. También tienen un valor emblemático, como es el caso del famoso árbol del Tule o ahuehuete (Taxodium mucronatum), en el estado de Oaxaca. Se calcula que tiene una edad de más de dos mil años y su tronco es tan grueso que se requieren al menos 30 personas con sus manos entrelazadas para rodearlo. No por nada, el ahuehuete es el árbol nacional de México. Asimismo, los árboles aportan un goce espiritual al verlos, tocarlos o simplemente al estar cerca de ellos, un beneficio altamente apreciado en el ámbito estresante de las ciudades, lo que nos permite recuperar actitudes positivas, como la paz, la tolerancia y la felicidad.
La otra cara de la moneda: ¿Existen árboles problemáticos en la ciudad?
En este momento la respuesta es que sí. La realidad es que algunas especies, como los ficus, las jacarandas, los fresnos y otros árboles, pueden alcanzar alturas que afectan las conexiones telefónicas, de luz o el alumbrado público. Es común observar que las raíces de algunos árboles, sobre todo en espacios reducidos, como banquetas o rampas, son levantadas; estos daños pueden llegar a afectar los cimientos de las construcciones, o las instalaciones subterráneas de drenaje o agua. Y, ¿cuál ha sido la solución a estos problemas? Una poda tan drástica, que además de ser estéticamente inaceptable, a la larga debilita o causa la muerte del árbol. En algunos espacios o vialidades, la caída de hojarasca, flores o frutos, puede llegar a tapar las coladeras y también pueden ser la causa de que alguien sufra alguna caída, o simplemente, ser desagradable a la vista, ya que se considera basura, pero ¿Qué crees? La hojarasca es muy valiosa, ya que protege al suelo de la erosión y, cuando se desintegra, provee de importantes nutrientes al árbol.
Sin embargo, los problemas que en ocasiones causan los árboles pueden solucionarse si antes de plantarlos nos hacemos algunas preguntas: ¿Elegimos la especie correcta para el uso que deseamos darle?, ¿sabemos cuánto va a crecer o si el espacio del que se dispone será adecuado para cuando sea adulto?, ¿es caducifolio? Si consideramos estas cuestiones, no deberíamos tener árboles que causen problemas en un futuro. Como en muchos aspectos de nuestra vida, el mayor problema es que carecemos de información para tomar una decisión correcta y aprender de las malas decisiones del pasado. Así que, si deseamos plantar un arbolito, es importante contar previamente con la mayor información posible.
Ficus benjamina (ficus) es una de las especies más abundantes en la ciudad de Morelia, donde es común observar banquetas dañadas por
sus raíces y podas de todo tipo. Fotografías: Guillermo Ibarra-Manríquez.
¿Árboles nativos o exóticos?
En distintos foros de comunicación, es frecuente que se abogue por el uso de especies nativas para las plantaciones urbanas, ya que elegirlas tiene varias ventajas, por ejemplo, requieren de un menor mantenimiento para su desarrollo, ya que están adaptados a las condiciones climáticas y a los tipos de suelos locales, son más resistentes a las plagas y facilitan la conservación de la fauna silvestre. Por el contrario, los árboles exóticos, en general, requieren de más cuidados y, en varios casos, algunas especies son clones de un mismo árbol, lo que los hace más susceptibles a plagas y enfermedades, pero lo más grave, es que pueden desplazar a las especies de plantas nativas o afectar de muchas maneras a la fauna.
Entonces, ¿por qué elegimos árboles exóticos? Es una buena pregunta, y una de las posibles respuestas es que son usadas por el ser humano, ya sea por sus vistosas flores, por ser árboles que renuevan sus hojas paulatinamente por lo que siempre dan sombra, por su plasticidad genética para formar híbridos y cultivares, por su rápido crecimiento o bien, por su disponibilidad en el mercado. Pero, ¿debemos o no plantarlos? Claro que es posible hacerlo, pero es importante usar diferentes especies, de preferencia no solo exóticas y evitar el uso excesivo de unas pocas especies. Un ejemplo muy conocido son las plantaciones de eucaliptos y casuarinas en México que se introdujeron en todo el país hace décadas, bajo el pretexto de ser de rápido crecimiento y otros supuestos beneficios; sin embargo, ahora nos damos cuenta de los múltiples problemas que han ocasionado.
Este árbol es el colorín (Erythrina americana), una especie nativa, caducifolia, es decir, que se queda sin hojas durante la temporada seca
del año; sus flores son comestibles y atraen a diversos polinizadores. Fotografías: Guadalupe Cornejo-Tenorio.
La elección depende de ti
Ahora que sabemos un poco más sobre los árboles, ya sean nativos o exóticos, la elección de plantar uno dependerá de qué beneficios buscamos y del espacio que disponemos. Es importante considerar que no basta con plantar uno o muchos arbolitos bajo la idea de que no se requiere dar seguimiento a su desarrollo en el sitio. Así que, si queremos tener árboles fuertes, saludables y, además, bonitos, tenemos que involucrarnos en su cuidado. Por ejemplo, debemos realizar varias tareas como regarlos en la temporada seca, eliminar o controlar el ataque de plagas, podar correctamente ramas muertas o indeseables (no más allá del 15 % de su copa), remover el suelo donde crecen para evitar la compactación del suelo y que pueda penetrar el agua y el aire a las raíces, así como incorporar materia orgánica (sus propias hojas son excelentes).
Finalmente, es importante promover una cultura hacia el cuidado y respeto de los árboles. Sería deseable que diversos sectores de la sociedad, ya sea a nivel de individuo, familia, escuela o instituciones gubernamentales, lleváramos a cabo la adopción de uno o varios árboles, de esta forma aseguraríamos su buen desarrollo y mantenimiento.
Para Saber más:
Mejía, S. y Neyra, L. (2020). Reforestación. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO). https://www.biodiversidad.gob.mx/diversidad/reforestacion
Morales-Chávez, R. y Gómez-Tagle Chávez, A. (2019). Interceptación y captación de agua por la vegetación. Saber Más, 8(45), 40-43. https://www.sabermas.umich.mx/archivo/articulos/389-numero-45/728-interceptacion-y-captacion-de-agua-por-la-vegetacion.html
Ramos-Palacios, C.R. (2019). Guía del arbolado y otras formas vegetales en situación de banqueta. Ciudad de San Luis Potosí, Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Secretaría de Ecología y Gestión Ambiental, San Luis Potosí, S.L.P, 347 p. https://ambiental.uaslp.mx/storage/imagenes/introduccion/Guiadelarbolado_y_otrasformasvegetales.pdf
Guillermo Ibarra-Manríquez. Investigador del Laboratorio de Ecología y Sistemática Vegetal, Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad, Universidad Nacional Autónoma de México, Campus Morelia. Michoacán, México.
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Guadalupe Cornejo-Tenorio. Técnica Académica del Laboratorio de Ecología y Sistemática Vegetal, Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad, Universidad Nacional Autónoma de México, campus Morelia. Michoacán, México.
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