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Resistencia de las bacterias a los antibióticos
La terapia antimicrobiana utilizada de manera indiscriminada ha provocado la aparición de bacterias resistentes a antibióticos, lo cual se debe a la asombrosa capacidad que tienen estos microorganismos para adaptarse a nuevas condiciones ambientales. Esta capacidad de adaptación se puede deber a modificaciones genéticas y a mecanismos bioquímicos que desarrollan y que tienen como resultado la resistencia a ciertos tipos de antibióticos. Es así como las bacterias pueden experimentar modificaciones genéticas, e incluso transferirla a otras bacterias para conferirles resistencia a los antibióticos.
Pero hablando de los hongos, otro grupo de microorganismos que abundan en todos lados ¿Qué sabemos de ellos en cuanto a las enfermedades que producen y su resistencia a la terapia farmacológica? ¿Estos adquieren también resistencia a los antimicrobianos?
¿Qué son los hongos y qué enfermedades pueden originar?
Aunque antes se les consideraba como plantas, ahora a los hongos se les ha asignado su propio reino denominado Fungi. Existen aproximadamente doscientas mil especies de hongos, pero solo pocas especies tienen el potencial de causar infecciones en los humanos.
Las infecciones provocadas por los hongos se denominan micosis y se dividen en superficiales y sistémicas. Las micosis superficiales abarcan infecciones de piel, uñas y de las mucosas de la boca, nariz y vagina, mientras que las micosis sistémicas comprometen órganos, mucosa gastrointestinal y el torrente sanguíneo.
Las micosis sistémicas se clasifican en dos categorías: 1) patógenos verdaderos, que son aquellas que infectan a individuos sanos; y 2) patógenos oportunistas, que son aquellos que infectan principalmente a individuos cuyo sistema inmunológico está decaído (inmunocomprometidos), tales como los pacientes con VIH/SIDA, los que son tratados con quimioterapia contra el cáncer, o los que deben tomar esteroides de manera crónica con la intención de inhibir procesos tales como el rechazo a órganos trasplantados.
En los últimos años, las infecciones micóticas oportunistas han aumentado de manera significativa en todo el mundo. Estas micosis son causadas por hongos de los géneros Aspergillus y Candida. Sin embargo, Candida es la principal causa de micosis en el mundo, especialmente en pacientes tratados con fármacos inmunosupresores, pacientes sometidos a cirugía o trasplante de órganos, lactantes prematuros y pacientes con VIH/SIDA.
En el género Candida, podemos encontrar más de doscientas especies, de las cuales, Candida albicans, Candida glabrata, Candida tropicalis, Candida parapsilosis y Candida krusei son patógenos para el hombre.
Los hongos oportunistas pueden resistir el ataque de antifúngicos
Los antifúngicos son fármacos utilizados para combatir las infecciones provocadas por los hongos patógenos, equivalentes a los antibióticos dirigidos para las infecciones bacterianas. Este tipo de fármacos puede provocar modificaciones en estructuras básicas de la célula fúngica, inhibiendo su desarrollo y disminuyendo su viabilidad. Dentro de estos fármacos existen los de la familia de los azoles (fluconazol, itraconazol, entre otros) y las equinocandinas (caspofungina, anidulafungina y micafungina), que son utilizados ampliamente para tratar las infecciones por especies de Candida. A pesar de la diversidad de antifúngicos, existe preocupación con respecto a la terapia infecciosa antifúngica, debido a que en los últimos años se ha observado un incremento importante en el número de pacientes con micosis que no responden a los tratamientos convencionales. ¿Cuál es la causa de este comportamiento no esperado?
Resistencia a azoles
Los hongos están provistos de dos capas que las protegen del medio exterior y les permiten sobrevivir cuando las condiciones ambientales son adversas, estas capas se les denomina pared celular y membrana plasmática. En el caso de los fármacos azoles, estos actúan bloqueando la formación de un componente estructural de la membrana de los hongos, denominado ergosterol. Esto tiene como resultado la formación de una membrana fúngica que no protege bien del medio externo, lo que se traduce en la destrucción de la célula. En la actualidad, se conoce que algunas especies de Candida han desarrollado resistencia al ataque de los antifúngicos azoles. Los principales mecanismos de resistencia a los azoles son:
- El microorganismo desarrolla bombas para expulsar los fármacos azoles.
- El hongo comienza a disminuir la producción de algunas de las proteínas especializadas que son atacadas por los azoles. De igual manera, el hongo modifica la composición de su pared celular. El resultado final de ambas modificaciones es resistir el ataque con los azoles.
- El microorganismo puede desarrollar mecanismos alternos para prevenir alteraciones en su membrana celular y la acumulación de productos tóxicos en su interior.
Resistencia a equinocandinas
La pared de las células fúngicas está compuesta por proteínas y unos azúcares que se llaman glucanos, mananos y quitina, los cuales ayudan a la célula a protegerse de cambios en el ambiente que podrían comprometer su supervivencia. Las equinocandinas, son un grupo de fármacos que pueden alterar la formación de glucano, lo que trae como resultado que las células fúngicas sean más susceptibles a la muerte. Aunque es poco común la resistencia a equinocandinas, se ha encontrado que algunas especies de Candida han desarrollado mutaciones en su material genético para que las equinocandinas no se puedan unir a la célula y así hacerse resistentes a estos fármacos.
Hongos y bacterias superresistentes
La exposición prolongada a los antifúngicos ha originado la aparición de organismos resistentes a estos fármacos, debido a que los hongos, al igual que las bacterias, tienen la capacidad de adaptarse a las nuevas condiciones ambientales a las que están expuestos, esto como un proceso evolutivo basado en la selección natural de organismos que mejoran su capacidad para sobrevivir y crecer en presencia de fármacos. Sin embargo, no deja de ser preocupante como el manejo inadecuado de la terapia infecciosa, ha contribuido al desarrollo de estos microorganismos resistentes. Mucho de ello tiene que ver con la automedicación y el rechazo a ser atendido por un especialista para que mande a hacer estudios para conocer qué antifúngico es mejor para el paciente.
Por lo que la pregunta que surge es: ¿Seguiremos contribuyendo en la aparición de estos microorganismos resistentes por nuestras actitudes negativas como la automedicación? ¡No te automediques! ¡No suspendas nunca un tratamiento con antibióticos o antifúngicos!
Para Sabe Más:
Cortés L., J.A. y Russi N., July A. (2011). Equinocandinas. Rev. Chil. Infect., 28(6), 529-536. http://dx.doi.org/10.4067/S0716-10182011000700004
Nocua-Báez, L.C., Uribe-Jerez, P., Tarazona-Guaranga, L., Robles, R. y Cortés, J.A. (2020). Azoles de antes y ahora: una revisión. Rev. Chil. Infect., 37(3), 219-230. http://dx.doi.org/10.4067/s0716-10182020000300219
Pristov, K.E. y Ghannoum, M.A. (2019). Resistance of Candida to azoles and echinocandins worldwide. Clinical Microbiology and Infection, 25, 792-798. https://www.clinicalmicrobiologyandinfection.com/action/showPdf?pii=S1198-743X%2819%2930149-1
Christian Cortés Rojo. Profesor-Investigador del Instituto de Investigaciones Químico-Biológicas, Laboratorio de Disfunción Mitocondrial, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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Elizabeth Calderón Cortés. Profesora-Investigadora de la Facultad de Enfermería, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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