Los problemas escolares son frecuentes en niños y niñas en edad escolar y no en pocas ocasiones se atribuye a flojera o a problemas en el ámbito familiar, sin contemplar que el bajo rendimiento escolar puede deberse a diferentes causas, entre ellas, las más frecuentes son las dificultades específicas de aprendizaje, como dislexia, discalculia, disgrafía, disortografía y dificultades en el desarrollo motor, las cuales de no ser tratadas, generan importantes problemas para la vida futura, por lo que es importante que se realice una correcta evaluación para establecer un adecuado diagnóstico en cada caso y proporcionar un programa de tratamiento.
Tanto madres como padres se enfrentan a la problemática de saber qué les pasa a sus hijas o hijos que no alcanzan las habilidades académicas que les son solicitados de acuerdo a su edad y grado escolar. En ocasiones, maestros y padres piensan que es flojera, que simplemente entra a clase y no tiene ganas de trabajar, lo que genera regaños y/o castigos para los y las menores, realizar la tarea es un martirio en el que quedan incluidos los padres; en otros casos, la escuela señala que se debe a dificultades en el ambiente familiar, lo que provoca en las familias rechazo, vergüenza o enojo. Estas apreciaciones pueden generar que se retrase el adecuado diagnóstico y, por ende, el tratamiento oportuno.
Bajo rendimiento escolar, ¿por flojera?
Ningún niño es flojo. Su bajo rendimiento escolar puede deberse a la presencia de una o varias dificultades en las habilidades que se le están solicitando. Es un problema que puede afectar una o varias funciones con diversa gravedad y puede asociarse a problemas conductuales y emocionales, en la mayoría de los casos se debe a lo que se conoce como dificultades específicas de aprendizaje. Ciertamente, esta situación afecta de manera importante la autoestima del niño, quien puede empezar a negarse a ir a la escuela, e incluso enfermarse para no enfrentar dificultades que no entiende por qué le están presentando.
Es importante señalar que estas no están asociadas a la discapacidad intelectual (antes retraso mental), ya que los niños y niñas tienen una capacidad intelectual básica, y en ocasiones arriba de la norma, así como adecuadas oportunidades socioculturales.
En las dificultades específicas de aprendizaje encontramos trastornos en uno o más de los procesos psicológicos básicos, involucrados en la comprensión o en el uso del lenguaje, oral o escrito o para hacer cálculos matemáticos, es decir, tienen una base neurológica.
Las dificultades específicas de aprendizaje se clasifican en:
Dificultad en la lectura o dislexia. Es el trastorno más frecuente e involucra la dificultad para la interpretación e integración de los símbolos gráficos, el ritmo y entonación de la lectura o la comprensión de lo leído.
Dificultad en las matemáticas o discalculia. Se presentan dificultades para aprender o comprender conceptos numéricos, para contar, es decir, en el orden de la seriación de los números pueden confundirlos; asimismo, realizar operaciones aritméticas como suma o resta, o la comprensión del razonamiento matemático para lograr plantear las operaciones necesarias para la resolución de un problema, resulta complicado.
Dificultad en la escritura o disgrafía. El nivel de escritura (grafiasa) es inferior al que les corresponde, pueden omitir letras o juntar palabras, puede haber distorsión en el orden y posición de las palabras.
Disortografía. Es la imposibilidad de aplicar las reglas ortográficas como secuela de la dislexia aun después de ser superada.
Dificultad en el desarrollo motor. Se presenta tanto de la coordinación motora gruesa o fina y afectan el aprendizaje al presentar problemas de lateralidad, es decir, dificultades para distinguir la derecha y la izquierda, se dificulta la ubicación en el espacio físico y gráfico, no dibujan con perspectiva, se dificultad localizar objetos, o la falta de coordinación visomotora que dificulta el adecuado manejo de los instrumentos para escribir o la copia del pizarrón por un manejo psicomotriz más lento.
Diagnóstico de las dificultades específicas de aprendizaje
Para diagnosticarlas es necesario, en primer lugar, una evaluación médica que haya descartado cualquier alteración sensorial orgánica, déficits visuales o auditivos, y continuar con una evaluación psicológica, la cual se realiza en cuatro o cinco sesiones de máximo una hora para evitar el cansancio o aburrimiento de los menores, y deberá incluir la recolección de información sobre el desarrollo del niño o niña, así como información y observación de su comportamiento y la aplicación de pruebas estandarizadas que permitan evaluar el Coeficiente Intelectual (CI), los procesos psicológicos básicos, acompañada de las mediciones académicas. Esta información en conjunto permitirá determinar las discrepancias y establecer un diagnóstico. Es frecuente que en cada caso se presente una combinación particular de estas dificultades.
Como ya se mencionó, las dificultades específicas de aprendizaje impactan de manera importante en el estado emocional de las niñas y niños que lo presentan, quienes suelen darse cuenta de que algo pasa y que por eso no logran los avances al igual que el resto de sus compañeros de clase, provocando una imagen pobre de sí mismos, una baja valoración de su persona que genera sentimientos de tristeza y/o ansiedad que se reflejan en diversas formas de comportamiento. Algunos se vuelven muy retraídos, pero otros, por el contrario, presentan problemas conductuales para desviar la atención de sus dificultades, ya que en no pocas ocasiones enfrentan también las burlas de los compañeros o las reprimendas en casa, pudiendo llevar a los pequeños a problemas ansiosos o del estado de ánimo, por lo que los aspectos emocionales deben siempre ser parte de la evaluación.
De lo anterior se desprende que el diseño de tratamiento para cada niño y niña es particular y requiere de una atención profesional, que siempre deberá estar acompañada por las medidas necesarias para el salón de clases, por lo cual, es importante que el terapeuta del menor y los profesores estén en contacto para implementar las medidas correctivas y contar con la retroalimentación de los avances alcanzados y, en su caso, también de los aspectos emocionales o conductuales detectados.
Las dificultades específicas de aprendizaje suelen presentarse asociadas al Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH), lo que a veces dificulta su diagnóstico porque, sobre todo en el caso de hiperactividad, es un síntoma que sobresale y es la causa de la consulta; solo se diagnostica y trata el déficit de atención, a lo que se le atribuye el bajo rendimiento escolar, sin investigar si realmente se debe solo a las dificultades atencionales.
El retraso en el diagnóstico y tratamiento de estos problemas puede tener muy graves consecuencias, como no alcanzar las habilidades académicas básicas sobre las que se fundamentan los saberes posteriores. Un niño con discalculia que no domina las operaciones básicas, no podrá aprender álgebra; las dificultades en la comprensión lectora afectará la adquisición de conocimientos en áreas tan diversas como ciencias naturales y sociales. Estos problemas impedirán la formación necesaria para poder realizar en el futuro una actividad laboral y, más grave aún, se asocia a la deserción escolar y las consecuencias que esto implica como el riesgo de iniciarse en actividades delictivas o de consumo de sustancias. En el área emocional se presenta ansiedad de ejecución, depresión, baja autoestima, fatiga crónica o pérdida de motivación, que pueden llevar a problemas emocionales importantes como trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo, e inclusive trastornos de conducta, trastorno oposicionista o trastorno antisocial de la personalidad.
La intervención oportuna y adecuada le brinda a las niñas y niños la oportunidad de un desarrollo escolar adecuado e incluso exitoso y, por lo tanto, la perspectiva de un desarrollo integral en lo académico y emocional que les permitirá una vida adulta productiva y satisfactoria, así como una autoestima sana y sin problemas emocionales producto del fracaso repetido que se vive cuando no se tiene la intervención necesaria.
Saber Más:
Centros para el Control de Enfermedades. (2021). Trastornos de aprendizaje. https://www.cdc.gov/ncbddd/spanish/childdevelopment/learningdisorders.html
Clínica Mayo. (2021). Trastornos del aprendizaje: infórmate sobre los signos y cómo ayudar. https://www.mayoclinic.org/es-es/healthy-lifestyle/childrens-health/in-depth/learning-disorders/art-20046105
Shapiro B.K. (2011). Bajo rendimiento escolar: Una perspectiva desde el desarrollo del Sistema Nervioso. Revista Médica Clínica Las Condes, 22(2), 218-225. https://doi.org/10.1016/S0716-8640(11)70416-3
Lilia Joya Laureano. Psicóloga clínica, Centro Médico Nacional «20 de Noviembre», Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado, Profesora de asignatura de la Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México.
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