A través de los tiempos, la curiosidad de los humanos ha jugado un papel muy importante en su evolución. Ejemplo de ello es el descubrimiento de sustancias encontradas en el ambiente provenientes de microorganismos, animales y plantas, con propiedades para modificar las funciones de quienes las consumen y con distintos fines. A estas sustancias las conocemos como drogas.
Es importante señalar que existen diferentes tipos, por ejemplo, las terapéuticas que son parte esencial de los medicamentos, o las de abuso que son sustancias de uso no médico con efectos psicoactivos. Es decir, estas sustancias son capaces de producir cambios en la percepción, estado de ánimo, conciencia y comportamiento de quienes las ingieren, y son denominadas enteógenos, de las que precisamente les hablaremos en este artículo.
Drogas de abuso
Las drogas de abuso han jugado un papel importante en los humanos y en otras especies animales. Existen las drogas con «estatus legal», como el alcohol o el tabaco, y las de «estatus ilegal», como la marihuana, dietilamida de ácido lisérgico (LSD), cocaína, entre otras más. La cultura psicodélica del siglo XX, iniciada en los años 60 con el movimiento hippie y continuada en las décadas de los 70 y 80, trajo el LSD, incluso en nuestros días, las drogas recreativas siguen siendo un lugar común de abuso de drogas ilegales. A lo largo de la historia, las drogas han repercutido en la pintura, poesía, así como en obras literarias, teniendo un claro exponente con los libros de Lewis Carroll: Alicia en el país de las maravillas (1865) y Alicia a través del espejo (1871).
Pero, ¿cómo es que Lewis Carroll obtuvo la inspiración para relatar en sus obras los efectos de varias drogas de abuso? Y, ¿cuáles son estas sustancias y su comportamiento?
Charles Lutwidge Dogson fue un inglés polifacético del siglo XIX: escritor, fotógrafo, matemático, lógico, diácono anglicano y profesor de la Universidad de Oxford. Es más conocido por su heterónimo literario, como Lewis Carroll. De acuerdo con sus biógrafos, este brillante personaje escondía dos personalidades opuestas: la del profesor con una fría inteligencia y la del escritor con una imaginación delirante, algo que en sus obras parece reflejar realidad y fantasía de manera muy sutil, tanto que es considerado el padre de la literatura nonsense (sin sentido).
Una serie de traumas de la niñez, como ser zurdo en una época en que aún era visto como una condición que se tenía que corregir, o el hecho de tener padecimientos como tartamudez, sordera del oído derecho, artritis y migraña crónica, llenaron de dolor físico y emocional a Carroll quien, para tratar de mitigar el dolor, utilizaba láudano, un medicamento común de la época compuesto por vino blanco, opio, azafrán y otras especias como clavo y canela que, bebido en grandes dosis, producía efectos psicotrópicos. No se descarta que el autor de Alicia escribiera dichas obras bajo el efecto de este brebaje, donde, a través de sus personajes, contemplamos los efectos de conocidas drogas alucinógenas.
The Clinic, 2015.
Comenzaremos con la pócima. ¿En qué consiste el láudano y por qué tiene efectos psicotrópicos?
El término láudano fue acuñado en el siglo XVI por el alquimista Paracelso. Antiguamente, a nivel farmacológico, se le daba el nombre de láudano al opio y a los diferentes preparados que se hacían a partir de él, y se usó como terapia para todo tipo de dolor que aquejara al humano, desde los primeros dolores de un bebé por la salida de los dientes hasta aquellos provocados por el cáncer y otras enfermedades terminales. También se usaba para adormecer, tratar la ansiedad, la diarrea y para eliminar la tos en todo tipo de procesos, desde una simple gripe hasta una tuberculosis.
En realidad, era una tintura alcohólica del opio extraído de la amapola (Papaver somniferum), la cual contiene más de 20 alcaloides diferentes. Los que conformaban el láudano eran principalmente la morfina y, en menor grado, codeína y narcotina, todos grandes depresores del Sistema Nervioso Central a través de su agonismo en los receptores μ (Mu) implicados en la analgesia y los efectos psicoactivos. De forma genérica, la consecuencia del acoplamiento de opioides a sus respectivos receptores, es una clara inhibición de la actividad bioeléctrica de la neurona y, en la terminación nerviosa, una reducción de la capacidad para liberar el neurotransmisor debido a la apertura de los canales de potasio. Los receptores opioides representan el sustrato neurobiológico común que media las propiedades reforzadoras de la mayoría de las sustancias adictivas de abuso, así como la dependencia física.
Resulta curioso el hecho de que existía una versión de láudano sin narcotina que, paradójicamente, no tiene propiedades narcóticas y solo provoca molestias estomacales y vómitos. Algunas de las propiedades de los demás alcaloides es que producen analgesia e hipnosis, sedación y euforia.
Danzeria Mag, 2012.
Ahora sí, pasemos a averiguar cuáles son los efectos de las drogas mencionadas en los escritos de Carroll y su acción
Algunos detalles presentados en los relatos de los primeros capítulos de los libros mencionados, indican transformaciones en Alicia, por ejemplo, de tamaño al ingerir dulces, bebidas o un trozo de hongo que le hace crecer unos cuantos centímetros. «Un lado te hará crecer y otro menguar», le dice la Oruga a Alicia; es decir, al morder el sombrero del hongo la haría crecer mientras que al morder el tallo la haría encoger. Estas propiedades se describen en ciertos hongos que, al comerse, ocasionan alucinaciones relacionadas con el tamaño y las distancias. Casi todos los alucinógenos contienen nitrógeno y se clasifican dentro de los alcaloides, muchos también tienen una estructura química similar a la de los neurotransmisores naturales (por ejemplo, parecida a la de la acetilcolina, la serotonina o la catecolamina).
Las investigaciones indican que estas drogas actúan, por lo menos parcialmente, interfiriendo de manera temporal con la acción del neurotransmisor o ligándose a los sitios de sus receptores. Por ejemplo, la Amanita muscaria que contiene muscimol (agonista de receptores GABA del cerebro) y el ácido iboténico (agonista de los receptores glutámicos del cerebro), es un hongo que produce macropsia y micropsia, un trastorno neurológico también llamado «Síndrome de Alicia en el país de las maravillas» que altera la visión de las proporciones de las cosas. También está ligado con drogas psicoactivas como el LSD, una de las sustancias químicas más potentes que alteran el estado de ánimo y que se fabrica a partir del ácido lisérgico que se encuentra en el cornezuelo, un hongo que crece en el centeno y otros granos, y que estimula receptores 5-HT2A de células piramidales neocorticales, provocando alucinaciones visuales, auditivas y táctiles (trip o viaje).
En otra parte del texto se menciona a la Oruga tumbada en el sombrero de un hongo, quien fuma de su misterioso narguile (pipa oriental), bosteza y habla a Alicia con voz lánguida y soñolienta. Este insecto puede representar al fumador de opio, ya que en la época victoriana esta sustancia era legal. Los opiáceos interactúan con los receptores Mu (µ), Delta (δ) y Kappa (κ), produciendo un estado de analgesia y sensaciones de felicidad y tranquilidad, pero al terminar su efecto, produce síndrome de abstinencia con efectos como depresión, náuseas o diarrea. En la adaptación al cine de esta obra literaria, Disney ilustró efectos visuales como los anillos multicolores que exhalaba la oruga en forma de letras y objetos.
El Conejo Blanco es el segundo personaje que aparece en el primer capítulo de Alicia en el país de las maravillas. Tiene una vestimenta caracterizada por una chaqueta y chaleco, además de un reloj de bolsillo que lleva en la mano y, curiosamente, siempre lleva prisa. La rapidez de este pequeño mamífero se ha convertido en una metáfora popular: seguir al Conejo Blanco, que significa seguir algo o a alguien ciegamente y cuya persecución desenlaza en aventuras y también con la toma de metanfetaminas, que aumentan la cantidad de dopamina en el cerebro, una amina biógena secretada sobre todo, en este caso, en la zona tegmental ventral del cerebro, responsable de las adicciones.
Además, las metanfetaminas inhiben la recaptación de serotonina (la hormona del placer) y actúan como simpaticomiméticos, productores de efectos estimulantes en la vigilia, incrementan la actividad física, producen taquipnea, taquicardia, así como aumento de la presión arterial y la temperatura. Esta droga provoca desinhibición y, a largo plazo, pérdida excesiva de peso, adicción, comezón intensa, ansiedad, pérdida de la memoria, paranoia y alucinaciones.
¿Existen aún más sustancias en este texto?
Claro, otra de ellas es la cocaína. Alicia bebe una taza llena de azúcar que, emulando esta droga, provoca la disminución de la permeabilidad al sodio de los nervios y la potenciación de las catecolaminas; es decir, de nuevo el sistema simpático ejerciendo sus síntomas de euforia, energía, desinhibición y alerta mental. Algunos consumidores sienten que la droga les ayuda a realizar más rápido algunas tareas simples, tanto físicas como intelectuales.
¿Y la hiperactividad del Sombrerero Loco?, ¿también andarán sueltas estas catecolaminas?
No, esta es otra curiosa historia debida a la toxicología. A mediados del siglo XIX, en Inglaterra, a los fabricantes de sombreros se les veía como gente alocada y un poco chiflada. De hecho, allí existe la expresión «Mad as a hatter» (loco como un sombrerero), pero lo cierto es que el origen de esta locura radicaba en su trabajo, ya que utilizaban compuestos de mercurio, uno de los metales pesados más tóxicos. Con estos compuestos se trataban químicamente las pieles de castor usadas en la gama alta de sombreros, o de conejo para aquellos más baratos. Los pobres sombrereros trabajaban en talleres mal acondicionados, sin apenas ventilación, respirando constantemente vapores tóxicos de mercurio. En la actualidad, sabemos que una larga exposición a este metal provoca hidrargirismo, una enfermedad que se caracteriza por graves efectos neurológicos, pues este metal se distribuye unido a los eritrocitos y se acumula en nervios periféricos, además de en el cerebro, riñón y testículos, al final, la visión queda afectada junto al habla y la coordinación, hay problemas con la memoria, llegando a convulsiones y, en grandes exposiciones, a la muerte. Lewis Carroll nació en Daresbury, cerca de Manchester, al norte de Inglaterra, y no lejos de Stockport, una de las localidades más ligadas a la producción de sombreros, así que no debía desconocer el carácter de quienes los fabricaban.
A lo largo del relato, varios personajes tienen interacción con el humo, se «dan un toque», aunque la referencia más clara viene dada por las flores parlantes, cuyo adalid se presenta en el idioma original como «Weed», apodo en inglés de la mota (marihuana). Los receptores cannabinoides del cerebro son esta vez los responsables de esa sensación de felicidad, relajación o euforia, pero también lo son de una disminución de la coordinación, mareos y percepción distorsionada del tiempo y el hambre, los ojos rojos y cierta psicosis (ver u oír cosas que no son reales).
Sea cual fuere el estado en que Carroll encontró la inspiración para las aventuras de Alicia o el impacto de las drogas en la cultura, es importante no olvidar que hay que tener cuidado con estas sustancias, ya que además de alterar la percepción y producir el típico efecto de expansión de los sentidos, muchas veces inhiben el instinto de autoprotección y de nada vale sentir euforia por unos minutos, si realmente puedes acabar con tu vida.
Para Saber Más:
Abuso de sustancias. (2021). Organización Panamericana de la Salud, Organización Mundial de la Salud. https://www.paho.org/es/temas/abuso-sustancias
Magro, E. (2012). Drogas y psicopatías en «El País de las Maravillas». ABC.
https://www.abc.es/cultura/abci-drogas-psicopatias-alicia-carroll-201209010000_noticia.html?ref=https%3A%2F%2Fwww.google.com.mx%2F
Sustancias de abuso habitual. (2021). National Institute on Drug Abuse.
https://www.drugabuse.gov/es/informacion-sobre-drogas/sustancias-de-abuso-habitual
Gerardo Solís González. Estudiante del Programa Institucional de Maestría en Ciencias Biológicas, Opción Biotecnología Alimentaria, Facultad de Químico Farmacobiología, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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María Carmen Bartolomé Camacho. Profesor-Investigador Titular del Laboratorio de Toxicología Ambiental, Facultad de Químico Farmacobiología, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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