Microbiota intestinal: Su relación con las enfermedades

Escrito por Beatriz Cabezas Núñez y Virginia Angélica Robinson Fuentes

Una gran diversidad de bacterias, hongos y virus habitan por todo nuestro cuerpo y se les denomina microbiota. En este artículo hablaremos en particular de los que se encuentran en el intestino y que se conocen como microbiota intestinal. Podemos considerar que son «bichos buenos» que se pueden modificar por viajes, factores ambientales, enfermedades, actividad física, alimentación, por la administración de microrganismos benéficos conocidos como probióticos, por componentes alimenticios no digeribles llamados prebióticos y por trasplante fecal.

Dentro del intestino se alojan los «bichos buenos», necesarios para realizar funciones de fermentación, formación de productos metabólicos como los ácidos grasos de cadena corta y las vitaminas B12 y K; también funcionan como barrera ante microorganismos patógenos y toxinas, así como para mantener la homeostasis del sistema inmunitario a nivel intestinal y sistémico. Una alteración en la microbiota intestinal, produce un estado patológico denominado disbiosis que se caracteriza por la disminución de la diversidad microbiana y está asociada a la aparición y desarrollo de diferentes enfermedades como depresión, obesidad, gastritis, colitis, síndrome de intestino irritable, entre otras.

 

¿Cómo mantener una microbiota intestinal saludable?

Para referirse a una microbiota intestinal «saludable» o en equilibrio, se emplea el término eubiosis, estado en el cual la composición de la microbiota intestinal es óptima. La alimentación juega un papel muy importante en el mantenimiento de esta microbiota. Es así como las dietas muy altas en grasas, azúcares y bajas en fibra conducen a la disbiosis, es decir, a un desequilibrio entre los «bichos buenos» y los microorganismos patógenos (malos), predominando estos últimos; mientras que, las dietas bajas en grasas, azúcares y altas en fibra, pueden promover la homeostasis energética adecuada y la respuesta inmune para reducir el riesgo de presentar enfermedades y promover la salud en general.

La microbiota intestinal es un sistema modulable que se puede cambiar a través de una alimentación balanceada, lo cual generará un gran impacto en nuestro ecosistema microbiano, pero más allá de los cambios en la alimentación,  existen otras formas de modular nuestro ecosistema, por ejemplo, con el consumo de probióticos que son microorganismos vivos que si son consumidos en cantidades adecuadas, proporcionan un efecto beneficioso. Los que más se consumen son las bacterias del género lactobacilos y bifidobacterias, que se encuentran en alimentos fermentados como el yogurt, jocoque y kéfir.

Otra forma de modular es por medio del consumo de prebióticos que son componentes alimenticios que no son digeribles y que en el colon, favorecen el crecimiento de bacterias que nos hacen bien y evitan el crecimiento de aquellas que nos hacen mal. Los podemos encontramos en alimentos con alto contenido en fibra como la avena, quínoa, frijoles, manzana, plátano, cítricos, ciruelas y verduras de color verde oscuro principalmente.

Otra de las terapias de modulación de la microbiota intestinal es el trasplante fecal, el cual consiste en la colocación de material fecal de una persona sana a una persona que tiene una patología —que se siente mal o tiene un trastorno—, con el objetivo de sembrar una semilla de una microbiota intestinal sana a una persona enferma.

 

Función de la microbiota intestinal en la obesidad 

Existen dos principales mecanismos por los que la composición de la microbiota podría ser un promotor de la obesidad. El primer mecanismo afectaría la predisposición del organismo a aprovechar una mayor cantidad de calorías de los alimentos y, por tanto, al desarrollo de obesidad y de mayor adiposidad. El segundo mecanismo que hace referencia a un proceso de inflamación general, se debe a una dieta rica en grasas lo que conduce a un aumento de los lípidos, generando su translocación desde el interior del intestino hasta la circulación, lo que se relaciona con la inflamación crónica y con otras enfermedades metabólicas asociadas a la obesidad, por ejemplo, diabetes mellitus tipo 2, niveles altos de colesterol, triglicéridos, principalmente.

En los últimos años se ha sugerido el uso de probióticos como un coadyuvante en el tratamiento de la obesidad; no obstante, cabe destacar que lo primordial es un cambio en el estilo de vida, realizar 150 minutos de actividad física a la semana, mejorar la alimentación y un tener un adecuado descanso.

La microbiota intestinal e inflamación intestinal 

La enfermedad inflamatoria intestinal es un trastorno crónico que afecta principalmente el intestino y que genera, entre otros síntomas, dolor abdominal y diarrea crónica, ocasionando colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn. Estas se caracterizan por respuestas inmuno-inflamatorias exageradas contra microorganismos no patógenos de la microbiota intestinal. Las personas que padecen alguna enfermedad intestinal presentan pérdida de riqueza y diversidad microbiana, debido a las frecuentes diarreas que se presentan en la fase aguda de la enfermedad. La rotura del equilibrio en la microbiota intestinal conduce a la selección de especies resistentes al oxígeno con potencial inflamatorio.

Cuanto mayor es la inestabilidad microbiana, mayor es el riesgo de presentar de nuevo el brote, por tanto, la alimentación y la microbiota intestinal son importantes para el tratamiento y prevención de la enfermedad inflamatoria intestinal. Si se modifica la alimentación (con alimentos más saludables) se modificará la microbiota intestinal, de forma tal que la inflamación intestinal que ocurre es controlada con mejor respuesta del sistema inmunológico.

Nuestro cuerpo, un gigantesco ecosistema que puede ser saludable

El cuerpo humano es un gigantesco ecosistema. Cada una de sus partes —manos, pies, codos, boca e intestinos— tiene un ecosistema propio habitado por criaturas específicas que aprovechan sus recursos y, como en cualquier hábitat, cuando cambian sus condiciones también cambian los microorganismos que habitan en él. Nuestro intestino es como un jardín y nosotros decidimos qué va a crecer.

Si comemos saludable las bacterias se van a nutrir de estos ingredientes, pero si consumimos grandes cantidades de azúcar, será con esto que alimentaremos a las bacterias, las cuales comenzarán a crecer y a reproducirse quitándole espacio a bacterias benéficas, generando así una disbiosis, lo que origina la presencia de enfermedades o el agravamiento de las existentes.

La evidencia científica resulta insuficiente para distinguir si la disbiosis precede a la enfermedad o si la propia enfermedad y su tratamiento conducen a ella. Aunque las investigaciones han reportado resultados alentadores, aún falta mucho por explorar de la relación entre la microbiota intestinal y las diversas enfermedades. Consideramos que entre los aspectos más importantes que ameritan ser estudiados están la influencia de los alimentos en la composición de la microbiota intestinal, las estrategias nutricionales para favorecer el equilibrio en la microbiota intestinal, determinar qué otras enfermedades están relacionadas con la disbiosis intestinal, entre otros.

Para Saber más:

Álvarez J., Fernández Real J.M., Guarner F., Gueimonde M., Rodríguez J.M, Saenz de Pipaon M. Y Sanz Y. (2021). «Microbiota intestinal y salud». Gastroenterología y Hepatología, 44, 519-535. https://doi.org/10.1016/j.gastrohep.2021.01.009

 

Icaza-Chávez M.E. (2013). «Microbiota intestinal en la salud y la enfermedad». Revista de Gastroenterología de México, 78(4), 240-248. http://www.revistagastroenterologiamexico.org/es-microbiota-intestinal-salud-enfermedad-articulo-S0375090613001468

 

Singh R.K., Chang H.W., Yan D. et al. (2017). «Influence of diet on the gut microbiome and implications for human health». J. Transl. Med., 15(73), 1-17. https://translational-medicine.biomedcentral.com/track/pdf/10.1186/s12967-017-1175-y.pdf

 

Beatriz Cabezas Núñez. Estudiante del Programa Institucional de Maestría en Ciencias de la Salud, Facultad de Ciencias Médicas y Biológicas «Dr. Ignacio Chávez», Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

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Virginia Angélica Robinson Fuentes. Profesora-Investigadora responsable del Laboratorio en Desarrollo Analítico de la División de Posgrado, Facultad de Ciencias Médicas y Biológicas «Dr. Ignacio Chávez», Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

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