Fotografía: Libertad Arredondo Amezcua
Una escoba, el plástico y la vida
Una vecina barre la calle cada mañana y usa una escoba hecha de ramas que parece de bruja. El otro día que salí temprano de casa me encontré con ella y platicando sobre su escoba, me contó que antes no se veían las escobas de plástico. Y es que hace apenas 40 años, conseguir una bolsa o un envase de plástico era difícil. En México, el «bum» de la producción y consumo de productos plásticos ocurrió apenas en la década de los 80, hasta entonces, se utilizaban los estropajos de hebras de ixtle, las bolsas de mandado, las botellas de cristal retornable para la leche y los refrescos y los cucuruchos de periódico para frijoles, chiles y huevos.
Hoy vivimos bajo una marea plástica que contamina suelo, ríos, mares y seres vivos hasta en el rincón más lejano del planeta. La basura plástica que tiramos finalmente regresa a nosotros, nosotras, en forma de micro-plásticos en lo que comemos y termina contaminando nuestro cuerpo. Hablando de basura, mi vecina y yo miramos lo que barrió en la calle con su escoba: ¡Plásticos y más plásticos! ¿Cómo llegamos a esto? ¿Hay alternativas o estamos irremediablemente destinados, destinadas, a vivir en medio de esta polución? Ambas nos preguntamos.
Fibras vegetales con posibilidades
Hablando de materiales olvidados, recordé que, de niña, en mi casa se usaban los estropajos de ixtle tanto para lavar los trastes como para bañarnos. Existen varios magueyes mexicanos como el ixtlero amarillo del sur de Jalisco, el henequenero de Yucatán o el lechuguilla del centro-norte del país, que producen fibras de gran calidad conocidas como ixtle, henequén, pita o sisal. Además de los estropajos, el ixtle tiene usos muy diversos, como la fabricación de bolsas, escobas y escobetillas, sombreros, sandalias, alfombras, costales, cuerda, brochas y cepillos, y por su alta resistencia, ¡incluso se usa como parte del sistema de sostén en elevadores! En su producción, los desperdicios del maguey tienen potencial para la generación de electricidad.
México fue pionero en la producción y exportación de estas fibras entre finales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX, pero a mediados del siglo pasado la entrada del plástico al mercado y la falta de apoyo gubernamental provocó la caída de la producción y otros países como Brasil, Tanzania y China entraron al mercado mundial suplantando la producción mexicana.
En la actualidad, un importante mercado mundial de más de 160 000 toneladas de fibras de maguey es cubierto principalmente por Brasil, Tanzania, Kenia, Madagascar y China. Incluso México importa anualmente a Brasil al menos cinco mil toneladas de fibra. La producción mundial de fibras usa magueyes mexicanos cultivados en grandes monocultivos que han promovido la deforestación y pérdida de biodiversidad en países megadiversos como Madagascar y Brasil. Mientras tanto en México, cuna de estos cultivos, donde existe conocimiento ancestral de su uso sustentable, estas fibras no se promueven.
De magueyes y bichos
Los agaves o mezcales solo se encuentran de manera natural en el continente americano y la mayor diversidad ocurre en México, donde hay 159 especies descritas hasta ahora, de las que el 80 % son exclusivas del territorio mexicano. Los magueyes habitan desde el nivel del mar hasta los 3 500 metros de altitud aproximadamente, principalmente en zonas áridas, pero también en selvas y bosques templados.
Tanto en los cultivos como en los ecosistemas naturales, los magueyes juegan un papel importante para la conservación de la biodiversidad: su floración masiva es fuente de alimento de una gran variedad de animales como murciélagos, colibríes, palomillas, mariposas y abejas de diversos tipos que polinizan sus flores y consumen su néctar. Además, son casa de una gran cantidad de seres vivos como insectos, arañas, escorpiones, lagartijas, ratones, tlacuaches, conejos, culebras, entre otros.
Fotografía: Adolfo López Magaña
Amigos añejos
El manejo tradicional del maguey es muy antiguo, ya que desde el 10 500 antes del presente, los grupos humanos que venían migrando desde el norte del continente ya consumían sus raíces, hojas y quiote asados. Se han encontrado tejidos de ixtle que datan de hace nueve mil años y la producción de vino mezcal es una tradición de al menos tres mil quinientos años. Su cultivo en combinación con la milpa, también llamado «metepantle», es un sistema agroforestal que provee a campesinos y campesinas diversos recursos y todos los nutrientes necesarios para vivir bien: el maíz aporta los carbohidratos que dan energía; la calabaza y los quelites dan vitaminas; el frijol, los insectos comestibles y el pulque que se produce del maguey, dan las proteínas que nuestro cuerpo requiere.
Asimismo, este cultivo ancestral favorece la conservación de la biodiversidad, ya que la gran variedad de plantas que nos da la milpa tiene asociada una diversidad de bichos que las polinizan y habitan. Específicamente del maguey se obtiene alimento, miel, bebida, medicina, combustible, fibras, abono y material para construcción… ¡Por algo se le bautizó como «el árbol de las maravillas»!
El futuro nos alcanza
En un tiempo donde la destrucción ambiental amenaza la vida en el planeta y las oportunidades de trabajo escasean, nuestra diversidad biológica y cultural son claves para subsistir. Los magueyes son un buen ejemplo de las posibilidades que nos ofrece nuestra herencia biocultural, entre estos, los ixtleros tienen un potencial olvidado y la producción de su fibra vegetal con numerosos usos, tiene un mercado creciente de consumidores buscando materiales alternativos al dañino plástico.
Para Saber Más:
Aldana-Yáñez D. (productor) y Aldana-Yáñez P. (director). (2015). «La dieta mesoamericana: Orígenes» [Documental]. México, UNAM/CICY. https://www.youtube.com/watch?v=99cpgaezn4g&t=48s
Flores M. (productora y directora general) y Juárez R. (director). (2017). «El murciélago y el agave» [Documental]. México, Fundación UNAM. https://www.youtube.com/watch?v=hsCnBQMYpGQ&t=2371s
García-Mendoza A. J. (2007). «Los agaves de México». Ciencias, 87, 14-23. https://www.redalyc.org/pdf/644/64408704.pdf
Libertad Arredondo Amezcua. Investigadora independiente. Pátzcuaro, Michoacán, México.
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