¿Qué es el ejercicio?
Definir este término tiene como finalidad identificar si lo estamos realizando de manera correcta y así, eventualmente, podamos obtener los mejores resultados al realizar esta práctica. En este sentido, el ejercicio se define como la unión de acciones que realizan en conjunto el sistema muscular y óseo del cuerpo y que tienen como resultado un gasto energético. Entendamos que es cualquier actividad física planeada que se realiza con la finalidad de mejorar y mantener el correcto funcionamiento del cuerpo.
La implementación del ejercicio en la vida cotidiana, se ha realizado por diversas razones. Desde hace miles de años la caza, agricultura, ganadería y construcción, han sido las actividades que el humano común ha realizado y que indirectamente involucran actividades músculo-esqueléticas, las cuales, ahora definimos como ejercicio.
Sin embargo, el término ha sido mayormente empleado para referirse al desarrollo y mejora de las habilidades atléticas y deportivas, para mejorar la apariencia física, o bien, para buscar el bienestar emocional o simplemente como actividad recreativa en solitario o en familia.
La evolución del ejercicio a través del tiempo
La forma de entrenar y realizar ejercicio se ha modificado con el paso del tiempo. Estos cambios principalmente se basan en lo que se esperaba obtener al realizar estas prácticas, por ejemplo, en los primeros siglos de la existencia humana se buscaba básicamente la supervivencia, y aunque tal vez no era de manera consciente, su régimen de actividades cotidianas les brindaba velocidad, fuerza, resistencia y coordinación.
El verdadero reconocimiento y valoración a quienes realizaban actividades físicas y deportivas tuvo su auge en la Antigua Grecia, donde se promovía la competición para mejorar tanto el bienestar físico como emocional. Se consideraba una mejor persona a quien hacía deporte y se mantenía en forma, surgiendo de esto la creación de los Juegos Olímpicos, donde se le brindaba al vencedor un gran respeto y admiración.
Durante la Edad Media, el ejercicio y la práctica de los deportes fueron relegados y dejados a un lado, solo ciertos grupos selectos tenían la posibilidad de realizar estas actividades de dispersión. No obstante, con el fin de esta época y el surgimiento del Renacimiento, reapareció y creció el interés por los deportes y las actividades físicas, es así como a lo largo y ancho del mundo, se consideraba al ejercicio como una buena forma de armonizar el cuerpo y el alma, incluso surge la Medicina Deportiva que converge el gusto e interés por los deportes con su relación con el cuerpo humano.
Con la llegada de la Revolución Industrial, el desarrollo técnico y científico también se vio reflejado en los diferentes deportes, además, proliferó una visualización de estas prácticas desde un punto de vista mucho más comercial.
Actualmente, el ejercicio y los deportes son practicados por diversas razones: recreativo, para obtener bienestar físico y mental, para mejorar la apariencia, o incluso, por intereses económicos. Sin importar los motivos por los que se lleven a cabo estas prácticas, la mayoría del tiempo resultan benéficas para la salud; no obstante, nada en exceso es bueno, ni siquiera el ejercicio.
¿Qué pasa si no hago ejercicio?
La falta de actividad física y el exceso de sedentarismo por parte de la población, han producido un deterioro en la calidad de vida. La proliferación de diferentes patologías como el síndrome metabólico, la diabetes y el cáncer, han sido atribuidas a estas malas prácticas. Se estima que en el mundo, alrededor de cinco millones de muertes al año, están asociadas con el sedentarismo.
El sedentarismo es un factor de riesgo para la gran mayoría de las enfermedades crónicas, contribuyendo en la aparición de complicaciones para la salud. En la actualidad, existe mayor evidencia de que la falta de actividad física y de ejercicio están relacionados con el desarrollo de trastornos y enfermedades crónicas y son causa importante de mortalidad e incapacidad. El desarrollo industrial y tecnológico, aunado al estrés laboral y familiar y a los malos hábitos de vida, han influido para que las personas caminen poco y, en general, realicen menos actividad física, ejercicio y deportes.
La falta de actividad física además de deteriorar el funcionamiento músculo-esquelético, deteriora la función metabólica e incrementa el estrés oxidante, lo que conlleva a un daño general de todos los órganos y sistemas, lo que se relaciona con el desarrollo de las diferentes enfermedades antes mencionadas. Pese a todos los efectos negativos del sedentarismo, los niveles de actividad física a nivel mundial apenas han mejorado desde hace 20 años. Según la Organización Mundial de la Salud, para el año 2016 se registró que más de un cuarto de la población del mundo —lo que equivale a mil cuatrocientos millones de personas—, no hacen el suficiente ejercicio físico recomendado para mantener una salud óptima.
La media global de inactividad física es del 27.5 % de la población. Por género, es del 23.4 % para los hombres y del 31.7 % para las mujeres. A nivel mundial, el país del mundo donde se hace más actividad física es Uganda, que nada más registra 5.5 % de inactividad. Mientras que los países más sedentarios son Kuwait, con un índice de inactividad física del 67 % y Arabia Saudita 53 %. En el caso de México, las cifras arrojan un 29 % de inactividad en adultos. Para entender un poco mejor estas estadísticas, con base en numerosas investigaciones científicas realizadas a nivel mundial, se consideran como personas inactivas a los adultos entre 19 y 64 años que hacen menos de 150 minutos de ejercicio moderado a la semana.
El ejercicio: la cura de nuestros males
La realización de ejercicio y actividad física más allá de ser recreativas y de entretenimiento, se enmarcan y proyectan como los pilares para una vida más sana. Actualmente, la implementación de un régimen de ejercicio en el día a día de las personas debe ser imprescindible, esto, debido a las numerosas atribuciones de naturaleza benéfica que el ejercicio ha adquirido. Se sabe que no solo mejora el rendimiento físico, sino que promueve un sistema fisiológico saludable, mejora la fuerza de contracción muscular y la masa muscular, mejora la conducción neuromuscular, la flexibilidad, la coordinación y los reflejos, así como la capacidad ósea, la movilidad de las articulaciones, mejora el metabolismo, el sistema inmune, el sistema nervioso, entre muchos otros beneficios, esto, gracias a la activación de diversos genes y vías de señalización celular.
Se ha reportado una reducción de la incidencia de diabetes mellitus tipo 2 en las personas que realizan actividad física de leve a moderada, al mejorar la sensibilidad a la insulina y mejorar el transporte de glucosa. Además, se ha observado que la práctica de ejercicio regular, se asocia a una mejoría de los estados depresivos, favorece el rendimiento intelectual, las relaciones sociales y la tolerancia al estrés. También puede ser utilizado como soporte en programas contra el exceso de la ingesta de alimentos. En las personas de la tercera edad se ha demostrado que la actividad física moderada ayuda a enlentecer el envejecimiento. En ciertos tipos de cáncer se ha documentado que un régimen de ejercicio moderado, disminuye la recidiva de la enfermedad. Además, garantiza un sistema cardiorrespiratorio más eficiente, mejora el perfil sanguíneo integral, el tránsito intestinal, el filtrado glomerular, entre muchas otras bondades.
Sin embargo, en el ejercicio no todo lo que brilla es oro
Pese a todos los reportes que posicionan al ejercicio como un tratamiento no farmacológico para numerosas patologías, así como para mantener una óptima calidad de vida, es importante tener en cuenta que el ejercicio en exceso no es cien por ciento benéfico. Dependiendo de la edad, el peso, o bien de si las personas presentan alguna patología, el régimen de ejercicio debe ser dentro de lo posible personalizado, esto, con la finalidad de que se aproveche y se obtengan al máximo sus beneficios. No obstante, estos factores pueden ser considerados únicamente cuando se da inicio con el entrenamiento, ya que posteriormente con un periodo de adaptación, la persona mejorará su condición física y podrá realizar la actividad sin importar estos factores.
Algunos de los factores por los que el ejercicio de muy alta intensidad puede resultar contraproducente, es debido a que puede provocar rabdomiólisis, condición que se caracteriza por la alteración de las células musculares, o bien, lesiones musculares, articulares u óseas, incluso problemas cardiacos y descenso del sistema inmune.
Por todo esto, es importa mantener un régimen de entrenamiento adecuado dependiendo de las condiciones físicas y emocionales de cada persona, para que los beneficios que el ejercicio ofrezca a la calidad de vida, sean predominantes en relación a los efectos negativos que este pudiera llegar a tener.
Para Saber Más:
Barrett K.E., Barman S.M., Boitano S. y Brooks H. (2010). Ganong Fisiología Médica. 23ª. Edición. Mcgraw-Hill Interamericana Editores, S.A. de C.V.
https://www.univermedios.com/wp-content/uploads/2018/08/Fisiologia-medica-ganong.pdf
Hernández G.D. y Recoder R.A.G. (2015). Historia de la actividad física y el deporte. Bases Conceptuales. Premisas Ordenadoras. Síntesis. Literatura. México, Impresos Chávez de la Cruz, S.A. de C.V.
http://ened.conade.gob.mx/Documentos/Manuales/HISTORIA%20DE%20LA%20ACTIVIDAD%20F%C3%8DSICA%20Y%20EL%20DEPORTE.pdf
Pancorbo Sandoval A.E. (2008). Medicina y ciencias del deporte y la actividad física. Madrid, Ergon.
https://ergon.es/wp-content/uploads/2015/08/164_medicina_ciencias_deporte.pdf
M.C. Mariana Gómez Barroso. Estudiante del Programa de Doctorado Institucional en Ciencias Biológicas, opción en Investigaciones Químico-Biológicas, Instituto de Investigaciones Químico Biológicas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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D.C. Rocío del Carmen Montoya Pérez. Profesor Investigador del Instituto de Investigaciones Químico-Biológicas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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