COVID-19 y cambio climático global ¿un respiro para nuestro planeta?

Escrito por Omar Chassin Noria y Xochiquetzal Cortés Rodríguez

El COVID-19 al igual que la crisis climática es una amenaza existente e innegable, ambas aparentemente invisibles pero presentes en la actualidad. Su diferencia radica en que una puede matarnos en el corto plazo y la otra es una amenaza de la cual percibiremos sus estragos más intensos con el paso de los años. El punto común de ambas crisis es que sus efectos se resienten aún más en las comunidades marginadas y exacerban las desigualdades.

La presencia cada vez más frecuente de enfermedades como el COVID-19 puede ser el reflejo de nuestra invasión a zonas de contacto con ecosistemas que antes eran ajenos a nosotros. Esta nueva cercanía modifica la dinámica natural de los múltiples virus con sus especies hospederas y a través de la zoonosis, proceso en el que se transmiten enfermedades de organismos animales a nosotros, los humanos, nos volvemos un blanco perfecto para la infección.  Los llamados vectores son animales que transmiten patógenos de un animal infectado a otro, por ejemplo, el mosquito es el vector del virus dengue. El cambio climático propicia que este tipo de enfermedades infecciosas se extiendan hacia áreas donde originalmente no ocurrían ya que sus vectores pueden moverse a zonas nuevas.

Ante la actual crisis queda cada vez más claro que la salud de las personas va de la mano con la salud de los ecosistemas. Se ha reportado una correlación entre las zonas con una mayor contaminación del aire con una mayor tasa de propagación y mortalidad por este virus.  El aumento en el uso de combustibles fósiles se traduce en mayores emisiones de gases de efecto invernadero y esto a su vez en un aumento del calentamiento global, por lo tanto, tendremos más sequías, más lluvias torrenciales, más incendios, más pérdida de la biodiversidad y más zoonosis. Esto sin duda abona el terreno para la aparición de nuevas pandemias.

Al inicio de este año, poco a poco los núcleos urbanos del planeta se detuvieron o bajaron su ritmo, la industria no esencial también frenó. Hay imágenes de las calles vacías en muchas ciudades que siempre vemos abarrotadas de humanos, en el primer mundo y en barrios pudientes era más evidente este paro. En México con tantas realidades coexistiendo, solo algunos privilegiados (como nosotros los asalariados o becarios de la educación) pudimos parar. La mayoría de nuestros compatriotas, casi ni se percataron de la diferencia, el hambre es una necesidad inaplazable con o sin pandemia...

Algunos de los afortunados, pero no necesariamente bien informados, pudieron abstraerse, sentados desde un sillón “socialmente responsable” con un café “orgánico” contenido por una taza artesanal. Después de un par de minutos derivado de ese ejercicio, nacieron los mensajes románticos que todos atestiguamos: “por fin un respiro para la naturaleza”, “la vida nos muestra como sería sin nosotros”, “regresemos a una normalidad distinta, basta de terminar con el planeta”. Sumen ustedes todos los enunciados que recuerden. Frases lanzadas a las redes sociales, por mecanismos parecidos a los que uso, para compartir estas palabras.

Afuera, en la vida de los no tan afortunados, casi nunca hay tiempo ni espacio para esas sesudas reflexiones. Nosotros, desde nuestra situación privilegiada, gracias al trabajo de todos ustedes; dudamos. ¿Es cierto que las flores son más? ¿Hay una proliferación de vaquitas marinas? ¿Una pandemia ayuda a nuestro golpeado planeta? ¿se frenó un poco el calentamiento climático a causa de la pandemia?

Al buscar respuesta en la literatura científica sobre el impacto de este proceso pandémico, de apenas algunos meses, es evidente que es difícil seguir el paso de este proceso vertiginoso. En México, apenas en marzo, el sector educativo nos anunció algo que asumíamos sería solo un fin de semana largo y ya van más de 5 meses. La literatura científica también se vio afectada por la pandemia.

Por supuesto existen análisis de académicos que evalúan el impacto de este freno a las actividades productivas y contaminantes sobre la diversidad biológica. Pero el proceso de publicación de los mismos con el rigor científico necesario, regularmente demanda meses, debido a que es necesario que los nuevos resultados sean revisados por investigadores especialistas en el área, que sus comentarios sean analizados por un editor de la revista quien decide si será rechazado o aceptado tal y como está  o se solicitan correcciones menores o mayores, entonces el documento es regresado a los autores solicitando nuevos experimentos, análisis o solo correcciones menores.

En esta pandemia, particularmente en aspectos de salud, estos procesos se aceleraron, algunos artículos científicos son evaluados y aceptados en pocos días, pero también, se hicieron más evidentes, los sitios en los que cualquier persona con acceso a una computadora (44.3% de la población mexicana en 2019 según datos de INEGI), pueden revisar trabajos que no han sido evaluados formalmente, por otros especialistas, pero sobre los que los interesados en el tema pueden dar sus opiniones críticas para enriquecer el trabajo (ejemplo www.biorxiv.org).

Pero bueno ¿frenó la pandemia el cambio climático? Sabemos que los procesos productivos de nuestra especie, regularmente demandan lo que los académicos denominan el cambio de uso de suelo, esto es, por ejemplo, talar un bosque de pino para sembrar aguacate, desaparecer un cerro con bosque para dejar un cráter derivado de la extracción de minería a cielo abierto, el cambio de cobertura vegetal por el crecimiento urbano, talar selva para sembrar pastos y alimentar ganado o producir alimentos.

Estas actividades productivas y destructivas, producen bienes que regularmente consumimos, aguacate para guacamole, cobre para todas las instalaciones eléctricas, nuevas áreas para casas habitación y los productos que comemos. Pero también generan un incremento en la temperatura global asociada a los gases llamados de efecto invernadero.  Los dos más abundantes son, el bióxido de carbono (CO2) derivado en su mayoría por la combustión de carbón, petróleo, gas y el metano (CH4) que es producido en las actividades agrícolas y ganaderas. Sabemos que hasta un 30 % de este gas, es producido por los procesos biológicos que se dan en la barriga de los animales que comemos, si, los aparentemente inocentes pedos de vaca.

Respondiendo ¿Esta pandemia dio un respiro a nuestro planeta al frenar la generación de gases de efecto invernadero? La respuesta es: Si, pero desafortunadamente la disminución en las actividades derivado de la pandemia a nivel global, apenas redujo en un 7.8 % la producción de gases de efecto invernadero. Específicamente en Wuhan, el sitio del que salió para todo el mundo el SARS-CoV-2 se reporta una reducción del 16% en la producción de CO2 durante el paro de actividades, de enero a marzo, pero para abril ya se habían restablecido los tristes niveles de producción de este gas.

Entonces, aunque románticamente llegamos a pensar que la actual pandemia está favoreciendo la disminución de la contaminación, esto deberá ser evaluado a nivel global, ya que si bien en algunas zonas ha disminuido, en algunas otras no ha habido un cambio neto significativo. Recordemos que la quema de combustibles fósiles se lleva cabo principalmente por la industria y aunque la pandemia redujo la movilidad de los automóviles, algunas de las plantas industriales que utilizan como combustible el combustóleo, continuaron trabajando, lo cual neutraliza la supuesta mejora de la calidad del aire.

El año pasado fue el segundo más caluroso de la historia y nuestra nueva realidad ha dejado de lado la aplicación de medidas de mitigación climáticas aún sabiendo que se cree que el cambio climático cobrará aún más vidas que la actual pandemia.  Por otro lado, también se ha reportado un aumento en la producción de desechos plásticos de un solo uso. Anterior a esta crisis sanitaria, la mayoría de la población comenzaba a utilizar recipientes y bolsas reutilizables por decreto gubernamental.  El recuento final dependerá básicamente de dos cosas: el tiempo duré la pandemia y las medidas se utilizarán para reactivar la economía; en la desesperación por lograrlo al costo que sea, algunos gobiernos pueden regresar a prácticas no saludables.

Finalmente, no todo en este caos es negativo, las crisis nos abren una oportunidad al cambio y nos encontramos en el momento justo de transitar a él. Podemos optar por mejorar nuestras prácticas ambientales he implementar políticas públicas de largo plazo en cuanto a nuestra manera de producir y consumir, lo cual se reflejará en el tan ansiado respiro que necesita nuestro planeta, de lo contrario, el COVID-19, o las nuevas pandemias y el cambio climático global serán nuestros aborrecidos compañeros. 

Saber Más:

Liu, Z., Ciais, P., Deng, Z., Lei, R., Davis, S., Feng, S., et al. (2020). COVID-19 causes record decline in global CO2 emissions. UC Berkeley. https://escholarship.org/uc/item/2fv7n055 

Martelletti, L., & Martelletti, P. (2020). Air pollution and the novel Covid-19 disease: a putative disease risk factor. SN Comprehensive Clinical Medicine, 1-5.

https://link.springer.com/content/pdf/10.1007/s42399-020-00274-4.pdf 

Zheng, B., Geng, G., Ciais, P., Davis, S. J., Martin, R. V., Meng, J., ... & van der A, R. (2020). Satellite-based estimates of decline and rebound in China’s CO2 emissions during COVID-19 pandemic. arXiv preprint arXiv:2006.08196.

https://arxiv.org/abs/2006.08196

 

Omar Chassin-Noria, Profesor - Investigador Facultad de Biología  UMSNH/ CMEB .

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Xochiquetzal Cortés-Rodríguez, Candidata a Doctora, Doctorado en Ciencias Biomédicas del Instituto de Ecología, UNAM, .

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