A finales del mes de enero y principios de febrero del año en curso, se comenzaron a publicar varios artículos científicos y noticias en los diferentes medios de comunicación relacionando a un murciélago, denominado herradura (Rhinolophus affinis) y al pangolín chino (Manis pentadactyla) como los probables responsables de la pandemia COVID-19 debida al coronavirus SARS-CoV-2 que ha modificado radicalmente nuestras vidas, imponiéndonos las medidas de bioseguridad personal y comunitarias recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Estamos más atentos en el número de casos diagnosticados positivos o en el número de muertos diarios, que en el análisis del origen de esta pandemia. Sin embargo, empezamos a perder objetividad en el origen de este coronavirus y si sigue activa la transmisión entre los murciélagos y los humanos. Para darnos una idea general, se estima que alrededor del 60% de las enfermedades que padecen los humanos tienen como origen los animales. La mayoría de los agentes patógenos causantes provienen de la fauna silvestre (Datos de la OMS, 2005).
Los murciélagos son un grupo de mamíferos muy especial en términos de reservorios, no solamente de coronavirus. En el año 2003 también fueron responsables del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SARS-CoV) que originó una letalidad cercana al 10% (el Síndrome Respiratorio del Medio Este (MERS-Cov que apareció en 2013 y fue transmitido por camélidos), así como de otras enfermedades como el virus Nipah, Ébola, Encefalitis Equina Venezolana, entre otros, que originan brotes esporádicos muy focalizados y que permiten establecer medidas de mitigación rápidas y oportunas para evitar la diseminación en las poblaciones humanas.
La particularidad es que los humanos estamos invadiendo áreas donde existe la presencia de este tipo de murciélagos y la interacción genera entonces los contagios en nosotros.
El término “zoonosis” se usa para describir aquellas enfermedades que se transmiten de los animales al hombre, y también ocurre esta transmisión del hombre hacia los animales (es bidireccional). Existen enfermedades zoonóticas de gran importancia desde el punto de vista de salud pública como el caso de la Rabia, de la cual México es el primer país en erradicar la enfermedad en perros en el mundo, hecho recientemente reconocido por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Internacional de Epizootias (Organización Mundial de Sanidad Animal) que lo ha declarado “libre” de rabia canina.
Varias enfermedades tan comunes como la Salmonelosis, diarreas originadas por coliformes (Escherichia coli) o el parásito Taenia solium (conocida comúnmente como solitaria) son muy frecuentes en nuestro país por consumo de alimentos contaminados o por contacto directo con animales portadores.
Otras zoonosis que presentan altas tasas de morbiletalidad son el Ébola, Tuberculosis, Influenza aviar (Tipo A) como el H1N1 que originalmente sufrió mutación en cerdos y que se trasmitió en el 2009 a las poblaciones humanas originalmente en Estados Unidos y México, desde donde se expandió al mundo.
El inicio de este proceso de transmisión tan complejo de varias enfermedades virales, bacterianas, fúngicas y parasitarias a las sociedades humanas tiene su origen en la domesticación animal de algunas especies que nos proporcionan una alimentación y el uso y consumo de sus subproductos (cerdos, vacas, gallinas, equinos, cabras, borregos, etc.).
Refiriéndonos particularmente a los bovinos, este proceso de domesticación ocurrió aproximadamente entre 8,000 a 9,000 años en Europa y el norte de África. El oriente medio fue el origen de la domesticación. Los movimientos migratorios de los pueblos y el consiguiente intercambio cultural afectaron las poblaciones ganaderas por el intercambio de animales para iniciar lo que conocemos como el mejoramiento genético animal. Esto generó un estrecho contacto entre los animales y el hombre e incrementó el intercambio de patógenos (zoonosis) en las sociedades ancestrales. Un ejemplo de este fenómeno es la tuberculosis, una de las principales zoonosis que afectan al humano.
La evidencia paleopatológica sugiere que la tuberculosis afligía a los humanos desde hace aproximadamente 3,700 años A.C. en Egipto y entre 2,500 a 1,500 A.C. en Europa y también en la época precolombina en el norte y sur de América. Recientes descubrimientos del ADN de M. tuberculosis de lesiones pulmonares en momias peruanas de hace mil años, confirman que la enfermedad existía en el mundo precolombino.
El género Mycobacterium presenta una baja tasa de mutación y este hecho ha permitido el desarrollo de la hipótesis relativa al origen y evolución del M.tuberculosis. Existen algunas razones para realizar inferencias de que este género bacteriano representado por M. ulcerans, quizás ya existía hace alrededor de 150 millones de años. Investigadores del Instituto Pasteur, en Francia, han llegado a la conclusión de que el ancestro del M. tuberculosis emergió de una formación inicial de especies muy cercanas, alrededor de 3 millones de años antes, y que posiblemente infectaron a los primeros homínidos y otros primates en los tiempos prehistóricos. Es muy probable que todos los miembros modernos del complejo M. tuberculosis evolucionaron de un ancestro común hace 15,000 a 20,000 años.
El género M. bovis y otras de este complejo se separaron del linaje central en un momento posterior. El tiempo es consistente para especular que M. bovis, que afecta al ganado, ocurrió desde la domesticación animal hace 8,000 a 10,000 años, aproximadamente.
Por lo tanto, el consumo de carne, leche y sus derivados condujeron a la transmisión de la enfermedad hacia los humanos, y curiosamente, cuando un humano presenta tuberculosis, es capaz de infectar a las vacas que ordeña o a las que están en contacto estrecho con ellas.
Fuente: Organización Mundial de Sanidad Animal
También se deberá tener en consideración que los animales, incluido el hombre, así como los virus, bacterias, hongos y parásitos, estamos cambiando continuamente y de forma imperceptible, por lo que estamos expuestos a que en cualquier momento y en cualquier parte del mundo, un patógeno pueda encontrar un hospedero susceptible (en este caso el humano), lo que pueden derivar en un brote o una epidemia.
De lo expuesto aquí, debemos destacar la importancia del concepto “Una sola salud” en donde la Medicina Humana y Veterinaria son complementarias para el control y erradicación de las enfermedades emergentes que ocurren y seguirán apareciendo en el mundo.
Saber Más:
Peláez S., O. y Más B, P. 2020. Brotes, epidemias, eventos y otros términos epidemiológicos de uso cotidiano. Revista Cubana de Salud Pública, 46(2):1-16.
Villamil J., L.C. 2013. Epidemias y pandemias: una realidad para el siglo XXI. Un mundo y una salud. Revista Lasallista de Investigación, 10(1):7-8.
Esparza, J. 2016. Epidemias y pandemias virales emergentes: ¿Cuál será la próxima?. Investigación Clínica, 57(3):231-235.
World Health Organization. 2005. The control of neglected zoonotic diseases: a route to poverty alleviation. Ginebra, WHO.
Alejandro Villaseñor Álvarez. Profesor de Asignatura “B”. Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia. Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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