Efectos del alcohol en el sistema nervioso

Escrito por Alfredo Reyes Tena y Rodrigo Rodríguez Fernández

Con frecuencia, los adultos y uno que otro joven, consumimos alcohol en eventos de convivencia, o simplemente para degustar una “copita” de vino tinto. Es bien sabido que el alcohol desinhibe la timidez de las personas permitiendo su interacción con sus acompañantes, generando un estado de bienestar o relajación. Pero, alguna vez te has preguntado ¿cómo es esto posible? ¿cuáles son los efectos del alcohol en nuestro organismo? ¿existe algún riesgo en mi cuerpo si bebo con frecuencia u ocasionalmente? Te invitamos a leer este artículo para ver las consecuencias de tomar, aunque sea una bebida con poco alcohol.

¿Qué es responsable de nuestro estado de ánimo?

En nuestro cuerpo, existen unas biomoléculas llamadas neurotransmisores, éstos son los encargados de estimular nuestro cerebro para ponernos alerta ante una situación de peligro, o permitir la generación de sensaciones de placer, dolor o tristeza.

Dos de estos neurotransmisores son encargados de adormecer nuestro sistema nervioso: el ácido gama-amino butírico (GABA) y el glutamato.

Cuando consumimos unas “copitas” de más, se estimula la actividad de estos neurotransmisores creando un estado de relajación y adormecimiento, nuestros reflejos se hacen más torpes y se tiende a perder el equilibrio con facilidad, pero, ¿porqué al mismo tiempo sentimos placer o bienestar?

El alcohol actúa sobre otros dos neurotransmisores encargados de las sensaciones de placer y euforia: la dopamina y la serotonina.

 

El alcohol afecta nuestro comportamiento y estado de ánimo. Entonces ¿Es bueno consumir alcohol con regularidad?

La respuesta a esta pregunta es un tanto controversial ya que entre varios factores está la cantidad que bebemos y nos lleva a esta otra pregunta ¿Cuál es la cantidad máxima que podemos consumir? Las dosis límite varían en cada país, pero si estamos seguros de que hay límites y riesgos de consumo de alcohol.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda un límite diario de 3 unidades para hombres y 2 unidades para mujeres. Pero, ¿qué es una unidad? ¿cuántas unidades contiene una cerveza? Te damos este ejemplo: una unidad equivale a 8 gramos de alcohol puro; una cerveza de 330 mL con una graduación de 5° (grados) contiene 13 gramos de alcohol (1.6 unidades); y una copa de vino de 100 mL con 12° contiene 9.6 gramos de alcohol (1.2 unidades). De tal manera que, según la OMS, hombres y mujeres deberían consumir como límite 1.8 y 1.3 cervezas al día respectivamente.

 

La dopamina está relacionada con  la motivación y el placer, de tal manera que cuando ingerimos alcohol se produce una mayor acumulación de este neurotransmisor en el sistema nervioso, que a su vez, actúa sobre una zona conocida como núcleo acúmbens, relacionado con el sistema de refuerzo del cerebro. La estimulación de este sistema permite la motivación del individuo a repetir aquella actividad que le provoca placer, es por ello que cuando ya llevamos algunas copitas y nos sentimos “en ambiente”, seguimos ingiriendo alcohol sin que nuestro cuerpo lo rechace.

 Por otro lado, la serotonina inhibe las sensaciones de ira, agresión y el mal humor, entonces la acumulación de este neurotransmisor favorece la aceptación afectiva hacia las personas con quienes se está interactuando en ese momento.

 

¡Genial! ¿Genial?

Entonces si casi dos cervezas son el límite de consumo diario ¿me puedo tomar entre 12 o 13 cervezas juntas el fin de semana?

¡La respuesta es definitivamente no!

De acuerdo con un estudio publicado recientemente se estableció la relación entre el consumo de alcohol con enfermedades cardiovasculares y cáncer. Se analizaron datos de cerca de 600,000 bebedores de diferentes países, resultando una relación entre el consumo de alcohol con un mayor riesgo de muerte por accidente cerebrovascular, enfermedad coronaria, insuficiencia cardíaca, enfermedad hipertensiva mortal y aneurisma aórtico fatal.

En dicho estudio el límite de riesgo de padecer alguna de esas enfermedades resultó ser de 7.7 cervezas a la semana o poco más de una cerveza al día (menos de los límites que establece la OMS). Por otro lado, si bebemos 7 cervezas o más en un solo día, tal cantidad podría causar un estado de embriaguez que dependiendo de las reacciones de cada persona, podría provocar una intoxicación por alcohol que en casos graves requiere de hospitalización.

Además, beber en exceso provoca deshidratación al ser el alcohol un potente diurético.

 Es importante conocer los límites del consumo de alcohol para evitar problemas de salud.

 

Efectos del consumo prolongado de alcohol

En el momento en que nos embriagamos, se acumulan otras sustancias tóxicas tales como metanos, acetaldehídos e histaminas produciendo los síntomas típicos de una resaca o “cruda” como coloquialmente decimos en México. Existe un término popular en países de habla inglesa conocido como “bender”, este término se asocia con la ingesta de alcohol durante períodos prolongados de más de 48 horas. En esta situación el individuo bebe, se duerme y cuando despierta evita la resaca al seguir bebiendo.

En México, es muy común en fiestas maratónicas de varios días consecutivos, como el famoso maratón Guadalupe-Reyes, entre otros. Esta actividad es muy riesgosa, debido a que genera una dependencia y la abstinencia repentina de alcohol puede provocar la muerte.

A medida que la ingesta se vuelve crónica, el alcohol va sustituyendo a unas proteínas conocidas como “receptores” los cuales estimulan el GABA y el glutamato. De tal manera que cuando dejamos de consumir alcohol ya no existen suficientes receptores que estimulen la producción de GABA y glutamato para adormecer o suprimir el sistema nervioso, entonces se manifiestan los síntomas típicos del síndrome de abstinencia, tales como: temblores, ansiedad, alucinaciones y un deseo obsesivo por volver a ingerir alcohol.

Es en este punto, es cuando el consumo de alcohol se convierte en una adicción con consecuencias irreversibles. El consumo prolongado provoca una modificación en la estructura del sistema nervioso alterando los receptores de neurotransmisores clave para su funcionamiento. En pocas palabras, se produce un desequilibrio que solo el alcohol puede suprimir, es por ello que las personas que padecen alcoholismo requieren una mayor cantidad de alcohol para mantener su estado de calma o relajación al mismo tiempo que lo necesitan para eliminar los efectos de la “cruda”.

 

El alcoholismo como enfermedad

El alcoholismo se considera un desorden neurofisiológico, es decir la persona que lo padece es consciente de su problema, sin embargo, con gran frecuencia es incapaz de dejar de beber porque su cuerpo se ha acostumbrado a la presencia de alcohol y lo necesita para mantener ese estado de equilibrio u homeostasis.

Con frecuencia, lo anterior no es bien conocido en la sociedad y se asocia el alcoholismo con un vicio, calificando a las personas que lo padecen como irresponsables. El meollo del asunto es que cuando una persona se vuelve dependiente del alcohol, se requiere de apoyo familiar y profesional constante para evitar recaídas con consecuencias desafortunadas.  Existen personas con un mayor riesgo de volverse dependientes del consumo de alcohol, es posible que en algunos casos se tenga alguna predisposición genética. Al respecto, existen estudios donde indican que 7 de cada 10 personas con alcoholismo tienen antecedentes familiares que han padecido esta enfermedad.

 El alcoholismo no es un vicio, es una enfermedad y requiere apoyo profesional (Imagen tomada de la web Salut A Prop, 2017).

Gran parte del origen del alcoholismo reside en las primeras etapas de desarrollo como la infancia o la adolescencia, es en esta última en la que la gran mayoría de las personas que serán alcohólicas consumen por primera vez esta droga. De tal manera que al estar el sistema nervioso y el cerebro en desarrollo, los cambios neurofisiológicos que provoca el consumo prolongado de alcohol son más grandes y con frecuencia afectarán su dependencia al consumo de alcohol en la edad adulta.

Entonces, el consumo de alcohol es también una cuestión ética y social en donde la etapa crítica para evitar tener una adicción en el futuro es durante la adolescencia, es por ello que en esta etapa de la vida se incentiva a los jóvenes a practicar otras actividades que les provoquen satisfacción y eliminan estrés, como el deporte.

El consumo de alcohol es riesgoso y muy peligroso cuando se ingiere constantemente o durante la adolescencia. Durante la edad adulta el consumo de alcohol ocasional debe realizarse de una manera responsable, tomarse una cerveza o una copa de vino de vez en cuando no causa mayor problema, siempre y cuando no se haya padecido o tenga antecedentes de alcoholismo.

Recuerda siempre la famosa y certera frase de un buen sabio griego conocido como Solón de Atenas:

 “nada con exceso, todo con medida”.

 

Ayesta, F.J. (2002). Bases bioquímicas y neurobiológicas de la adicción al alcohol. Adicciones, 14:63-78. https://medes.com/publication/6155

Bobes, J., Casas M. y Gutiérrez M. (2011). Manual de trastornos adictivos (2ª edición). 500 p. http://bibliosjd.org/wp-content/uploads/2017/03/Manual.de_.Trastornos.Adictivos.pdf

García-Allen, J. (2018). Tipos de neurotransmisores: funciones y clasificación. Psicología y Mente. www.psicologiaymente.net/neurociencias/tipos-neurotransmisores-funciones

Mustaca, A.E. y Kamenetzky G.V. (2006). Alcoholismo y ansiedad: modelos animales. Inter. J. Psychol. Psychol. Therapy, 6(3):343-364. www.redalyc.org/articulo.oa?id=56060305.

 

M. en C. Alfredo Reyes Tena, es estudiante del Programa Institucional de Doctorado en Ciencias Biológicas en el Instituto de Investigaciones Agropecuarias y Forestales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

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MD Rodrigo Rodríguez Fernández, participa en la compañía International SOS como director médico.

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