El convertirnos en padres, es una gran odisea durante la cual hacemos lo mejor que podemos para ser unos padres modelo que cualquier hijo desearía tener. Cuando creemos que hemos hecho un buen trabajo, que alguien nos diga “es igualito a ti” nos hace sentir orgullosos -todos unos pavorreales-. Pero, cuando esos pequeños muestran conductas y comportamientos que resultan inaceptables, casi siempre buscamos culpables y no reconocemos que eso “inaceptable” lo aprendió de nosotros. Sin embargo, el descubrimiento de las neuronas espejo en el cerebro humano pone en evidencia que “el aprendizaje de conductas y emociones por parte de los hijos tiene una base neurológica que define su personalidad y determina su actuar”.
Te preguntaras ¿cómo sucede?
Pues bien, las neuronas espejo se activan desde el nacimiento, al mismo tiempo que empieza una tendencia a imitar lo que se ve, iniciando así el proceso de comprensión y aprendizaje por imitación de las conductas, emociones, reacciones, etc., de los demás, e incluso permite desarrollar el lenguaje. El por qué dichas neuronas se relacionan con tales funciones tiene que ver con las áreas del cerebro dónde se encuentran, veamos un poco más…
Los hijos son el reflejo de los padres
Empezamos con la buena nueva de que alguien viene en camino, algunas veces la noticia llega antes de lo esperado, pero, sobre todo, antes de que estemos preparados. Una vez que lo asimilamos, con el júbilo más grande del mundo, alistamos todo lo necesario para recibir a ese pequeño ser, ¡ah!, pero cuando por fin llega y nos damos cuenta que la cosa no es tan fácil, entramos en pánico y buscamos ayuda hasta en los video tutoriales de la web, todo con el firme propósito de ser unos padres modelo.
Pasado el tiempo, cuando ese ser ya es un niño (o niña) grande, creemos que hemos hecho un buen trabajo y nos sentimos orgullos viéndolo crecer, más aún cuando ese pequeño poco a poco se va pareciendo a nosotros. Conforme pasan los años, en ellos encontramos de forma fascinante, aunque algunas veces indeseable, y en otras ocasiones terrorífica, esos espejos ocultos que nos reflejan lo que alguna vez fuimos y/o lo que seguimos siendo. Y no estoy hablando en el sentido estricto de que se parecen físicamente, sino que muchos niños tienden a mostrar comportamientos, actitudes, sentimientos y hasta un vocabulario muy similar al de los papás, de ahí la famosa frase: los hijos son el reflejo de los padres.
Las neuronas que definen un ser
Por un lado, que los hijos se comporten como nosotros nos enorgullece, pero, que muestren todas nuestras facetas negativas, nos coloca en una encrucijada pues lo que vemos no nos gusta y, por tanto, no lo reconocemos como nuestro. Como papás, es decir, como la autoridad que somos, empleamos medidas para que nuestros hijos cambien todas las conductas y comportamientos que nos resultan inaceptables ya que son claras faltas de respeto y desobediencia, que quién sabe dónde las habrán aprendido porque de nosotros no, o al menos eso queremos creer.
Pero es ahí donde entra la ciencia, para aclararnos que “el aprendizaje de conductas y emociones por parte de los hijos tiene una base neurológica que define su personalidad y determina su actuar”.
En los últimos años se han descrito un tipo de neuronas que pueden, en gran medida, tener una relación muy importante con las emociones y la conducta humana, se trata de las neuronas espejo.
Las neuronas espejo deben su nombre precisamente a que reflejan –como un espejo- una acción que vemos en nuestro cerebro. Con el simple hecho de observar, el cerebro realiza las mismas conexiones neuronales que se formarían si fuéramos nosotros los que estuviéramos realizando tal acción. Se sabe que en nuestro cerebro, las neuronas espejo se activan desde el nacimiento, al tiempo que empieza una tendencia a imitar los gestos de los demás, lo que hace posible que podamos comprender y aprender por imitación las conductas de los demás, e incluso desarrollar el lenguaje.
Pero ¿cómo fue que se descubrieron dichas neuronas?
Todo comenzó a finales de los 1980´s, cuando Giacomo Rizzolatti trabajaba con Leonardo Fogassi y Vittorio Galleseen, tratando de entender cómo el cerebro domina el movimiento de las manos y la boca mediante la planificación de un movimiento. Estos neurofisiólogos implantaron micro-electrodos (dispositivos que conducen electricidad) en el cerebro de unos macacos, para medir la respuesta neuronal cuando realizaban los movimientos de recoger comida y llevársela a la boca. En cierto momento, cuando uno de los compañeros de Rizzolatti se comió un cacahuate, notaron que en uno de los monos, se activaron las neuronas dando señales justo como cuando el mono realmente se come un cacahuate.
Al inicio, pensaron que se trataba de algún error, no podía ser posible que las neuronas mostraran tal actividad si el mono sólo estaba viendo y no se movía. Después de repetir varias veces el acto, se dieron cuenta de que no había ningún error, existía un grupo de neuronas que lo mismo se activaban cuando era el mono quien realizaba la acción de llevarse el cacahuate a la boca, que cuando veía a otra persona hacerlo. Así fue como Rizzolatti, Fogassi y Galleseen descubrieron las neuronas espejo, un nombre muy acertado ya que indica que estas neuronas transforman la información visual en conocimiento de las acciones que los demás realizan, lo que a su vez permite aprender a realizar tal acción mediante la imitación.
Las neuronas espejo, también llamadas neuronas especulares, neuronas cubelli o mirror neuron (en inglés), se relacionan con tales funciones debido a las áreas del cerebro dónde se encuentran: el área de broca y el lóbulo parietal.
Área de Broca: se localiza en la parte inferior del hemisferio izquierdo, comprende las áreas 44 y 45, la primera coordina los órganos del aparato fonatorio (laringe, sistema respiratorio, cuerdas vocales y boca) para la producción del habla, y la segunda programa las conductas verbales. Es donde se forman las palabras que decimos.
Lóbulo Parietal: región que ocupa la parte media y superior de la corteza cerebral, comprende las áreas 1-2-3-5-7-39-40: las áreas 1-2-3 reciben las sensaciones táctiles, articulares y musculares del cuerpo como la temperatura, presión, dolor y tacto; en las áreas 5-7 se elabora un sistema de referencia espacial del cuerpo, lo que permite programar movimientos de reacción en función de la posición y lo que se está viendo; en el área 39 se elabora la imagen del propio cuerpo con base en la información que se recibe de la corteza visual (lóbulo occipital), así como del tacto, los músculos, tendones y articulaciones. El área 40 comprende la memoria táctil ya que es aquí donde se identifica un objeto al percibir su forma, textura y tamaño mediante el tacto.
El hecho de que en dichas regiones cerebrales se encuentran las neuronas espejo, pone en evidencia que realmente somos los padres quienes en gran medida definimos el tipo de personas que serán nuestros hijos: el cómo reaccionamos, lo que decimos, hacemos, sentimos, etc., serán los estímulos que dichas neuronas de nuestros hijos, captarán como el ejemplo de lo que deben decir, hacer, sentir, etc., ante alguna situación… ¡y lo imitarán!
Así es amigos, lamento decirles que no hay escape, ni podemos ya buscar culpables del mal comportamiento de nuestros hijos, está biológicamente comprobado que inevitablemente ellos serán nuestro reflejo, nuestra copia, nuestro “mini yo”, bueno o malo, pero lo serán ya que su cerebro cuenta con esas neuronas espejo, las que están programadas para aprender imitando lo que ven y, durante los primeros años de su vida, lo que más ven es ¡a nosotros, sus padres!
Entonces, si lo que queremos es que nuestros hijos sean un buen reflejo de nosotros mismos o, en su caso, evitar que pongan en evidencia todo aquello que queremos ocultar, aceptemos que tenemos la difícil tarea de ser ese buen modelo, sobre el cual guíen su proceso de aprendizaje, definan su personalidad y, por lo tanto, determinen su actuar. De antemano sé que no es nada fácil, pero pregúntense:
¿Qué tipo de ser humano quieres heredar al mundo?
Uno que sea la peor versión de ti, o uno que también sea un buen ejemplo para los demás.
Saber más:
Rizzolatti, G. y Sinigaglia C. (2007). Reseña de "Las neuronas espejo. Los mecanismos de la empatía emocional". Anuario de Psicología, 38(2):321-323. https://www.redalyc.org/pdf/970/97017404015.pdf
García, E. (2008). Neuropsicología y educación. De las neuronas espejo a la teoría de la mente. Revista de psicología y educación, 1(3):69-90.
http://www.revistadepsicologiayeducacion.es/pdf/27.pdf
Rizzolatti, G. y Sinigaglia C. (2007). Reseña de “Las neuronas espejo. Los mecanismos de la empatía emocional”. Anuario de Psicología, 38(2):321-323. https://www.redalyc.org/pdf/970/97017404015.pdf
García, E. (2008). Neuropsicología y educación. De las neuronas espejo a la teoría de la mente. Revista de psicología y educación, 1(3):69-90.
http://www.revistadepsicologiayeducacion.es/pdf/27.pdf
Iacoboni, M. (2009). Las neuronas espejo: Empatía, neuropolítica, autismo, imitación, o de cómo entendemos a los otros (Vol. 3055). Katz editores.
https://books.google.com.mx/books?isbn=8496859541
D. en C. Erika Gómez Pineda es estudiante del Programa Institucional de Doctorado en Ciencias Biológicas, opción en Ciencias Agropecuarias, Forestales y Ambientales, del Instituto de Investigaciones Agropecuarias y Forestales, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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