El campincerán (Dalbergia congestiflora Pittier) es un árbol de la familia Fabaceae, por lo que podemos considerarlo una leguminosa, que habita mayormente en el bosque tropical caducifolio, bosque tropical subcaducifolio y ocasionalmente se ha observado en vegetación de transición con bosque de encinos, en los estados de Michoacán, Colima, Jalisco, Guerrero, Puebla, Oaxaca y Chiapas. No es considerado como una especie endémica de México, ya que podemos encontrarlo en pequeñas poblaciones en Guatemala y El Salvador.
Este árbol de gran corazón es de crecimiento lento y no es muy alto, ya que mide en promedio 6 m de altura. Se viste de flores para festejar el final de la época fría (a finales del invierno) y dar la bienvenida a la primavera, presentando inflorescencias de 1 a 4 cm, paniculadas, que se agrupan en el ápice de las ramas defoliadas para hacer más visible su belleza, aunque algunos árboles tratan de esconder dicha belleza, dado que ocasionalmente sus flores son producidas en ramas con hojas. Estas flores son sésiles que miden entre 1 y 2 cm de color blanco o amarillo claro. Los frutos del campincerán son oblongos y glabros, de 3 a 4 cm de largo, tipo vaina, indehiscente (no abren) de forma aplanada, ocasionalmente alados, los que generalmente producen una semilla.
En la Región de Tierra Caliente en el Estado de Michoacán, este árbol es conocido con este nombre de campincerán, que proviene del vocablo Purépecha “campinchirán”. Su madera es muy requerida para la elaboración de artesanías, la que presenta un alto valor económico y es considerada de importancia comercial nacional e internacional por poseer una belleza invaluable en su color púrpura, que hasta los insectos la respetan, por su durabilidad. Además tiene excelentes propiedades físicas y mecánicas lo que conlleva a tener características acústicas. Es utilizada para la fabricación de finos y delicados instrumentos musicales como violines y pianos, así como para muebles, mangos para herramientas rústicos y hasta para la obtención de colorantes y con ello extender su belleza en otras maderas.
Hojas y semillas de Dalbergia congestiflora (Fotografía: Alejandra Hernández García).
¿Por qué corazón púrpura?
La madera de campincerán no es tan singular como la de otros árboles maderables, la parte central del tronco, el duramen, es muy amplio, presenta un color púrpura con un veteado más oscuro, que contrasta con el color claro, como sus flores, de la albura, la vestidura más reciente del árbol, de ahí su nombre de valiente caballero de corazón púrpura. Por esta característica y a los diferentes usos que tiene, su demanda a nivel nacional e internacional, se ha incrementado en los últimos años.
Las especies del género Dalbergia son conocidas como “árboles de corazón” debido al color tan atractivo de su madera. Existen cerca de 250 especies distribuidas en nuestro planeta, de las que unas 20 son altamente cotizadas por el color del duramen, en Brasil tenemos a Dalbergia nigra, de madera rosa; Dalbergia sissoo de la India que presenta un color dorado marrón oscuro, conocida internacionalmente como la especie originaria de la madera de los ‘Palos rosa’. En varios países de África se obtiene la madera de Dalbergia melanoxylon, con un duramen muy oscuro, casi negro; en Costa Rica y otros países de Centroamérica habita Dalbergia retusa, conocida como cocobolo, con un duramen de color naranja a rojizo; y la Dalbergia stevensonii, con un duramen de color café rosado claro a café morado oscuro, que se distribuye desde México hasta Honduras.
En México también tenemos árboles de gran corazón con al menos 20 especies de Dalbergia, entre ellas a nuestro caballero campincerán, otra que llaman granadillo (D. granadillo) y una más como palo-escrito (D. palo-escrito). Estas especies son endémicas de nuestro país y son tan codiciadas como el mismo trono de un rey, debido a que presentan el duramen de color castaño rojizo oscuro y castaño violáceo, con vetas más oscuras, casi negras, respectivamente.
¡Lo precioso, cuesta caro!
En el estado de Michoacán, la comunidad de Paracho es reconocida a nivel internacional por la elaboración de instrumentos musicales, o díganme ¿quién no ha oído hablar de las guitarras de Paracho? Las maderas de D. granadillo, D. palo-escrito y D. congestiflora, han sido las más utilizadas para la elaboración de dicho instrumento musical, pero su alta explotación ha llevado a la disminución de sus poblaciones. Estas tres especies y otras doce, están reportadas en alguna categoría de riesgo según la norma mexicana de ecología actual de especies en riesgo de extinción (NOM-059-ECOL-2010) y muchas de estas especies a nivel mundial, están incluidas en el Apéndice II de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), esto con fines de regular el comercio internacional para disminuir los riesgos de desaparición de estas especies.
La madera de estas especies es considerada “preciosa” ¡con ese corazón cómo no! incluso es comparable al valor monetario de otras maderas preciosas como la caoba o el cedro rojo. En los últimos diez años, no escapan árboles jóvenes ni viejos, a todos por igual, lo cual ha llevado a una disminución drástica de sus poblaciones, aunado a que no existen programas para su propagación y conservación, para que tenga un aprovechamiento sostenible y sustentable. Es por eso «que lo precioso, cuesta caro».
Tablilla del duramen de Dalbergia congestiflora (campincerán) Fotografía: Miguel Gerardo Ochoa Tovar
Y ahora ¿Qué podrá salvarlos?
Para disminuir el riesgo de extinción del campincerán y de las otras especies mexicanas de Dalbergia, es necesario evitar el tráfico de éstas y el uso ilegal para la elaboración de artesanías, muebles e instrumentos musicales, haciendo cumplir las normas mexicanas e internacionales para su explotación. Pero esto no basta, ya que la especie debe ser conservada en su hábitat y aumentar el número de individuos de las poblaciones, pero también su madera puede seguir siendo utilizada por su alto valor comercial.
Para lo primero, se requieren hacer estudios para la propagación y cultivo in situ, desarrollando trabajos de colecta de semillas de diferentes individuos y establecer sistemas óptimos de germinación, crecimiento y desarrollo de las plantas y así hacer valer su potencial reproductivo como buenas especies mexicanas. Para que la madera de este árbol sea aprovechada, es posible desarrollar métodos de propagación masiva de plantas con características únicas, ya sea por métodos tradicionales (esquejes o estacas) o modernos como la micropropagación (cultivos in vitro), que deberán cultivarse en sitios específicos para su explotación; ¡si, se puede, si, se puede!
En los últimos 5 años, en la Facultad de Ingeniería en Tecnología de la Madera en colaboración con el Instituto de Investigaciones Químico Biológicas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, se realizan estudios para la producción de plantas de D. congestiflora, ya sea por semilla, por estaca o por medios biotecnológicos (micropropagación), en búsqueda de alternativas para la conservación y aprovechamiento sustentable del corazón púrpura del bosque tropical caducifolio de México.
Saber Más:
Barragán-Huerta, B.E. y Santillán-Hinojosa K.Y. 2011. Aprovechamiento sustentable de los recursos naturales en México para la obtención de colorantes. Revista Sistemas Ambientales, 4(1):1-9.
https://studylib.es/doc/7606387/aprovechamiento-sustentable-de-los-recursos
Cervantes-Maldonado, A. (2016). La conservación del granadillo en México: una carrera contra el tiempo. CONABIO, Biodiversitas, 128:6-11. http://bioteca.biodiversidad.gob.mx/janium/Documentos/12765.pdf
CITES. (2016). Inclusión en el Apéndice II de 13 especies maderables del género Dalbergia (nativas de México y Centroamérica). Decimoséptima reunión de la Conferencia de las Partes Johannesburgo (Sudáfrica). https://cites.org/sites/default/files/esp/cop/17/prop/S-CoP17-Prop-54.pdf
Hernández-García, A., Salgado-Garciglia R. y Ambriz-Parra E. (2016). Propagación de Dalbergia congestiflora Pittier (Fabaceae) por estaca: efecto de la concentración de AIB y el tejido de la estaca. Nova Scientia, 8(17):87-96. http://www.redalyc.org/pdf/2033/203349086004.pdf
M. en C. Alejandra Hernández-García, profesora del Instituto de Investigaciones Químico Biológicas y estudiante del Programa de Doctorado en Ciencias y Tecnología de la Madera.
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D. en C. Enrique Ambriz Parra, Profesor e Investigador, ambos de la Facultad de Ingeniería en Tecnología de La Madera de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
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