La problemática ambiental
Muchos ambientes del mundo enfrentan un serio problema de pérdida de diversidad biológica. De hecho, resulta muy probable que ningún país en el mundo esté libre de esta afectación. Basta con dar un vistazo a las noticias sobre la pérdida de miles de hectáreas de bosques y selvas, la explotación minera, los accidentes donde miles de litros de agua de ríos y mares son completamente contaminados y otras noticias igual de impactantes para darse cuenta del grado de devastación. Y resulta peor al considerar que los eventos no están aislados, si no relacionados de algún modo, por ejemplo, la tala lleva a la degradación y pérdida de suelos, y del suelo dependen las plantas terrestres que utilizamos como alimento, o los mortales impactos de la minería y los fantásticos electrónicos que obtenemos de ella. Resulta entonces que el declive en la biodiversidad, es una de las herencias más dolorosas del progreso tecnológico y la sobrepoblación. Y se puede observar desde la alta definición de una pantalla de última generación.
El origen del grave problema que ahora enfrentamos se remonta a los inicios del aprovechamiento no sostenible de los recursos naturales, es decir, explotación y manejo inadecuado. Pero de lo perdido lo encontrado, en 1987 la Comisión Mundial de Medio Ambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas realiza el informe titulado “Nuestro futuro común” (también conocido como “informe Brundtland”) en el que se enlazan la economía y el cuidado del ambiente mediante un desarrollo sostenido. Fue la primera vez que se utilizó el término “desarrollo sostenible” y se definió como el desarrollo “que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias”. Sin embargo, pareciera que el informe no fue leído en todo el mundo.
La FAO en su informe Nacional México, estima que este país ocupa uno de los primeros lugares a nivel mundial en tasas de deforestación, y subraya el círculo vicioso existente entre la degradación de los recursos forestales y la pobreza rural. Donde la pobreza limita la capacidad y conocimiento de las personas pobres para llevar a cabo actividades más productivas o con miras al futuro sobre sus recursos forestales, y agotar estos recursos forestales lleva a la pobreza. Podemos afirmar entonces, que la verdadera riqueza de un pueblo está en sus recursos naturales y la forma en cómo los aprovecha. A partir de ello, y de la situación actual de muchos ecosistemas, se puede apreciar la restauración ecológica como un destello de esperanza ya que su objetivo principal es apoyar la recuperación de ecosistemas degradados en aras de reponer el capital natural.
La restauración debe abordarse a partir de dos bases fundamentales: 1) la dinámica de los ecosistemas, y 2) las presiones y modificaciones que el ser humano ejerce en los ecosistemas.
La dinámica de los ecosistemas y la perturbación
La comunidad de seres vivos y el ambiente físico donde se encuentran conforman un ecosistema. Y todos los ecosistemas están en constante cambio, muchas veces derivado de perturbaciones. Una perturbación es un evento discreto en el tiempo y espacio que modela ecosistemas al alterarlos. Las alteraciones podrían originar cambios en la disponibilidad de recursos, sustratos o el ambiente físico. Simultáneamente, inducir o agregar complejidad estructural y propiciar diferentes estadios de sucesión ecológica, es decir, distintas etapas de desarrollo de una comunidad, todo en el mismo sistema. En general, un sistema con gran complejidad estructural presenta mayor riqueza de especies.
Los ciclos biogeoquímicos, como el ciclo del agua, del carbono, del fósforo y otros, también representan cambios en los ecosistemas y favorecen el establecimiento o no de diversas especies. Distintos cambios están dados por diferentes perturbaciones que ocurren también de forma natural, y que no deben confundirse con las provocadas por el hombre ya que no son equivalentes en cuanto a los efectos ecológicos. Por ejemplo, los incendios en bosques dependientes de fuego desencadenan reacciones importantes, donde al eliminar árboles viejos, enfermos o débiles se permite el crecimiento de nuevas plántulas. En contraste, los incendios provocados y controlados por el hombre no logran imitar la perturbación natural porque la intensidad, magnitud y frecuencia es muy diferente.
Madera muerta de árboles talados. Una perturbación que da origen a un microsistema inmerso en la dinámica del ecosistema.
La restauración, la última esperanza
Las malas prácticas de manejo, los usos no sostenibles, la explotación desmedida, la conversión de los ecosistemas naturales a monocultivos o sistemas de producción agropecuaria, entre otros eventos, hicieron necesario el desarrollo de nuevas técnicas de producción, amigables con el ambiente y sobre todo, han realzado el valor de los sistemas naturales y la importancia de su recuperación. Lo último es el motor de muchos investigadores dedicados al tema de la Restauración ecológica: la recuperación de un sistema o sus partes. Tema que plantea un enorme desafío pues deben conjugarse los conocimientos adquiridos de varias disciplinas para desarrollar una labor titánica. La restauración requiere de la aplicación de conocimientos en ecología, sin dejar de lado los factores sociales, políticos y económicos. El contexto socio-político juega un papel muy importante, pues son necesarios instrumentos de la política ambiental para decretar áreas a ser restauradas o protegidas, mientras que la sociedad puede estar completamente involucrada o excluida. Sin embargo, las complicaciones propias de los sectores político, social y económico plantean en sí mismas un reto a vencer que no debe ser una barrera infranqueable. Más importante aún, la restauración debe ser vista como un estimulante ante la urgente necesidad de recuperar espacios naturales.
Uno de los mejores ejemplos sobre restauración es el resultado del trabajo de Janzen en Guanacaste, Costa Rica. El Parque Nacional Santa Rosa solía tener bosque seco caducifolio o semicaducifolio que fue reemplazado debido a actividades humanas como agricultura, cacería, tala e incendios. El trabajo de restauración se centró en permitir que la naturaleza recuperara el área original al detener los fenómenos que la acosaban e impedían su desarrollo. La barrera social la sobrepasaron mediante una práctica de manejo social basada en la aceptación del proyecto a niveles local, nacional e internacional, es decir, la sociedad se involucró a tal grado con el proyecto que su participación fue pieza clave para el éxito. Con el paso del tiempo, Santa Rosa se convirtió en el núcleo del Área de Conservación de Guanacaste, un área 10 veces mayor. La clave de este trabajo: dejar que la naturaleza tomara su curso nuevamente, sin alteraciones humanas.
Existen otros ejemplos de restauración ecológica que han resultado exitosos en distintas áreas. El tiempo que tarda un proyecto de restauración en mostrar resultados, estará en función de los objetivos que persiga. Además, dada la complejidad natural de los ecosistemas, no siempre es posible tener todo el conocimiento sobre los mismos, pero aun así resulta viable aventurarse con un conjunto de prácticas confiables para la restauración de dicho sistema. Para ello, varios autores recomiendan que se tenga el mayor conocimiento posible sobre interacciones ecológicas en el área a restaurar, particularmente sobre sucesión ecológica. Esto ayudará a identificar perturbaciones naturales como parte de los procesos inmersos en la dinámica de los ecosistemas, y así mismo, controlar los factores que representen amenazas como el pastoreo excesivo o los incendios provocados.
En retrospectiva
Pasaron alrededor de 10 minutos mientras leías estas líneas y varios ecosistemas eran fuertemente alterados. El problema de pérdida de biodiversidad sólo enfatiza la imperiosa necesidad de establecer acciones para conservar los sistemas naturales que aún tenemos, restaurar los que están degradados y desarrollar nuevos y más eficientes métodos de producción amigables con el ambiente. Es el momento de actuar y asegurar nuestro futuro y el de las generaciones venideras.
Calva-Soto K. y Pavón N.P. (2018). La restauración ecológica en México: una disciplina emergente en un país deteriorado. Madera y Bosques, 24(1) e2411135:1-11. http://www.scielo.org.mx/pdf/mb/v24n1/1405-0471-mb-24-01-e2411135.pdf
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Carlos Antonio Flores Dimas, estudiante del Programa de Maestría en Ciencias Agropecuarias y Recursos Naturales, Laboratorio de Ecología de Poblaciones y Comunidades, Facultad de Ciencias, Universidad Autónoma del Estado de México.
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