A la fecha, sólo conocemos una pequeña parte de nuestra biodiversidad (menos del 20%) y unas de las principales culpables son las especies crípticas, es decir, aquellas especies que ante nuestros ojos parecen una sola, pero en realidad representan dos o más especies diferentes, esto se debe a que las especies crípticas son morfológicamente idénticas o muy parecidas.
En los últimos años se ha descubierto un gran número de estas especies debido al uso de técnicas que nos permiten analizar el ADN de los organismos, destacando caracteres genéticos que las hacen diferentes.
Se han encontrado especies crípticas en tortugas, elefantes, ballenas, ranas y en un sin número de insectos incluyendo moscas, grillos, mariposas y libélulas. Se ha sugerido que las especies crípticas evolucionan por la forma en que éstas se comunican, por ejemplo, a través de feromonas, sonidos, impulsos eléctricos, donde no es necesario diferir morfológicamente.
La importancia de reconocer y nombrar a las especies crípticas recae en el poder establecer estrategias de conservación adecuadas para estas especies invisibles y además poder contestar esa pregunta que nos hemos hecho por siglos:
¿Cuántas especies hay en el planeta?
Determinar el número de especies y, no menos importante, nombrar a todos los seres vivos es una cuestión que por años los científicos han tratado de resolver. Los esfuerzos de clasificar la vida iniciaron con las ideas Aristotélicas (384-322 A.C.), pero fue hasta 1837 que Carlos Linneo sentó las bases de la nomenclatura binomial usada actualmente.
A la fecha, con alguna discrepancia en un número exacto, las especies descritas “con nombre y apellido” representan una ínfima parte de nuestra biodiversidad (aproximadamente 1.6 millones de especies), pues se estima que alrededor del 86% de las especies de vida terrestre y el 91% de especies marinas no se han descrito aún.
Pero, ¿por qué no sabemos cuántas especies existen? Varias son las razones, algunas muy obvias como nuestro acceso limitado (al menos hasta hace pocos años) a regiones de nuestro planeta como, por ejemplo, el fondo marino; cuyo promedio de profundidad es superior a 3,000 metros y con una profundidad documentada de hasta 11,033 metros, por lo tanto ¡imaginen lo que falta por descubrir si el océano abarca más del 70% del planeta!
Sin embargo, razones menos obvias están asociada a “ilusiones ópticas” que nos juega la naturaleza: las especies crípticas.
¿Qué son las especies crípticas?
Las especies crípticas (del griego kryptikós “oculto”) se refieren a dos o más especies aisladas reproductivamente, clasificadas taxonómicamente como una sola, simplemente porque son morfológicamente idénticas o muy similares. El descubrimiento de estas especies ha ido en incremento al uso de técnicas moleculares que nos permiten analizar las características genéticas de las poblaciones y, aunque se pensaba que encontrar especies crípticas era inusitado, este tipo de especies suelen ser comunes en algunos grupos, sobre todo en animales.
Veamos algunos ejemplos asombrosos: ¿Quién no ha escuchado a hablar de las icónicas tortugas gigantes de las islas Galápagos? Existen 11 especies de tortugas gigantes generalmente reconocidas por su morfología y por las islas que habitan, sin embargo, en 2015 en la isla Santa Cruz se descubrió que lo que se creían dos poblaciones de la especie Chelonoidis porteri, separadas por 20 kilómetros (una población distribuida geográficamente en el Este de la isla y la otra en el Oeste), son en realidad dos especies, esta conclusión es por el resultado del análisis genético de las poblaciones, con el que se encontró la evidencia del aislamiento genético y que además, la población del lado Este (ahora Chelonoidis donfaustoi), es el linaje más joven (aproximadamente medio millón de años), y más parecido genéticamente a las tortugas de otras islas.
Otro ENORME ejemplo que no podemos dejar pasar son los elefantes. La mayoría de nosotros ubicamos dos especies de estos grandes animales, la escurridiza especie asiática (Elephas maximus) y la gigantesca especie africana (Loxodonta africana), esta última representada por poblaciones de gigantescos elefantes que habitan en las sabanas y poblaciones de elefantes más pequeños que habitan en los bosques. La enorme similitud entre estos (excepto por el tamaño) hacía sugerir a los expertos que se trataba de una misma especie con hábitos diferentes. No obstante, en los últimos años se ha debatido esta idea y un estudio genómico (es decir, analizando todo su ADN) en 2010 validó la idea de que se trata de dos especies: Loxodonta africana (elefantes de la sabana) y Loxodonta cyclotis (elefantes del bosque) con una divergencia genética tal, que supera la divergencia que existe entre el elefante enano asiático y el extinto mamut.
Las especiación críptica ha tomado vuelo con la descripción de una nueva especie en un grupo tan singular como las ardillas voladoras; las especies del género Glaucomys distribuidas desde Honduras hasta Alaska y que hasta hace unos meses se consideraban sólo dos especies (G. volans y G. sabrinus); nuevamente con estudios genéticos de las poblaciones de Norteamérica, se encontró que G. sabrinus representa en realidad dos especies que además no se entrecruzan, y los científicos decidieron llamar a esta nueva especie, G. oregonensis o ardilla voladora de Humboldt, en honor a tan connotado naturalista.
Obviamente las especies crípticas no sólo habitan en tierra, el mar guarda muchos ejemplos, desde pequeños invertebrados como crustáceos hasta gigantes pulmonados como las ballenas picudas del género Berardius, clasificadas originalmente como dos especies, una distribuida en el hemisferio sur (Berardius arnuxii) y la otra en el hemisferio norte (Berardius bairdii). Sin embargo, la especie del norte varía en su coloración de gris a negro (aunque los especímenes negros son muy raros); por lo que científicos estadounidenses decidieron hacer un análisis genético para saber si esto era sólo una variación casual o estaba asociado un proceso evolutivo independiente. Sus resultados indicaron que los colores de las ballenas estaban asociados a linajes independientes (especies crípticas) y que incluso, esta nueva especie de ballena picuda negra es en realidad “prima” de las otras dos especies.
También el en mundo en miniatura encontramos especies crípticas; uno de los grupos de artrópodos donde más especies se ha descrito es el de los insectos (quizá porque es uno de los grupos de animales más diverso): se han encontrado especies morfológicamente idénticas a simple vista en mariposas, grillos, moscas, avispas, escarabajos, libélulas, etc.
Pero te mostramos un ejemplo más reciente, se trata de libélulas, que incluso habitan en nuestro país. Se trata de un estudio con Hetaerina americana, una especie de libélula de amplia distribución en ríos desde Nicaragua hasta Canadá, que al realizar un análisis genético de sus diversas poblaciones, incluyendo algunas en México, nos permitió sugerir la existencia de al menos dos especies crípticas. Debido a que con el análisis genético y a la descripción de las especies crípticas no son suficientes para definir una especie críptica, se analizaron otras características como el comportamiento territorial de ambas especies, el tamaño, el color de las alas, así como la morfología de estructuras reproductivas de los machos (Figura 1).
Figura 1. Cópula de libélulas de la especie Hetaerina americana. A pesar de las similitudes entre los machos de estas especies, las hembras pueden reconocer a los machos de su especie gracias a la forma de sus apéndices caudales ya que las hembras poseen “pelos sensoriales” en el protórax que le permiten “analizar” la forma del macho. Foto: Yesenia Vega.
Con estas investigaciones, se encontró que, además de las diferencias genéticas, los machos de ambas especies difieren en la conducta y en la forma de los apéndices caudales, los cuales son unas pinzas que tienen los machos al final del abdomen y utilizan para atrapar a las hembras previo al apareamiento (Figura 2).
Figura 2. Especies crípticas de libélulas. En la parte izquierda se observan dos machos que, aunque son muy similares en la coloración, representan dos especies diferentes. Estas especies difieren morfológicamente sólo en los apéndices caudales (fotos de la parte derecha) que son estructuras que se encuentra al final del abdomen y con las que sujetan a la hembra durante la cópula. Foto: Yesenia Vega.
Los resultados demuestran que una especie con más de doscientos años de haber sido descrita por primera vez, representa en realidad al menos dos especies diferentes:
Evolución de las especies crípticas
Ahora te preguntarás, ¿por qué especies diferentes son idénticas morfológicamente?, ¿por qué no se diferencian como nosotros de los gorilas? Aunque no existe una respuesta única para todos los casos, uno de los elementos más importantes para la aparición de especies crípticas es la manera en cómo se comunican los organismos y la capacidad de éstos para reconocerse.
Por ejemplo, al ser la visión una forma de comunicación común en animales, el diferir morfológicamente sería la estrategia obvia de diferenciación, pero en especies nocturnas, ciegas o que requieren comunicarse a gran distancia, ser morfológicamente diferentes, ayuda en poco o nada en el reconocimiento de individuos de su misma especie (incluyendo a la pareja). Por lo tanto, algunas especies crípticas se comunican empleando sonidos (como muchos de los anuros o ranas, cetáceos, aves, etc.), feromonas (mariposas, mamíferos), el tacto (arañas patonas) o impulsos eléctricos (peces), etc., por lo que estas especies frecuentemente tienen “canciones secretas de amor”, aromas únicos o “danzas especiales” que les permiten diferenciarse y obtener pareja.
Por lo tanto, la mayoría de las especies crípticas lo son sólo ante nuestros ojos y nos obliga a analizar otras características además de la morfología o utilizar nuevas técnicas para poder descubrirlas.
¿Por qué es importante conocer las especies crípticas?
Seguro has escuchado la frase “no se puede proteger lo que no se conoce”, en este sentido el conocer las especies crípticas es fundamental al momento de establecer programas de manejo y conservación. Por ejemplo, una especie con una amplia distribución y muy abundante, se considera generalmente como una especie “viable” y fuera de riesgo, pero si esta especie es en realidad un conjunto de especies crípticas, endémicas, poco abundantes localmente y asociadas a uno o más hábitats muy restringidos (como los elefantes africanos), la perspectiva es totalmente opuesta, y son ahora un conjunto de especies cuya viabilidad está en riesgo, y para las cuales se requiere establecer estrategias de conservación.
Finalmente, y regresando a la pregunta inicial del artículo ¿cuántas especies hay en el planeta?; esperamos que ahora sea obvio que para responderla tenemos que adicionar las especies crípticas que existen, pero entonces ¿cuántas especies crípticas existen?
Varios investigadores han tratado de cuantificarlas, y han estimado que, por cada especie descrita de artrópodo, existen de dos a seis especies crípticas. Teniendo en cuenta estos números, las cifras acerca de la biodiversidad que habita nuestro planeta estarían en un rango entre un billón y hasta seis billones de especies (incluyendo bacterias, protistas, animales, plantas y hongos), entonces
¡imagina todo lo que nos falta por descubrir y describir!
Guevara-Chumacero, L.M. y Sainoz-Aguirre, A. (2012). Especies crípticas. diferentes especies con una misma forma. Ciencia y Desarrollo, Marzo-Abril.
http://www.cyd.conacyt.gob.mx/258/articulos/especiescripticas.html
Villarreal, A. (2015). Etiquetemos otra vez todas las especies del mundo, El Español, 23 de oviembre. https://www.elespanol.com/ciencia/20151120/80741972_0.html
Biologodebota. (2016). Las especies que desconocemos ¿Cuántas especies existen?.
http://biologodebota.blogspot.mx/2016/01/las-especies-que-desconocemos.html
Video: Tales From the Cryptic Species. American of Museum of Natural History of New York.
https://www.amnh.org/shelf-life/episode-16-tales-from-the-cryptic-species
Yesenia Margarita Vega Sánchez es estudiante de doctorado del Posgrado en Ciencias Biológicas del Instituto de Investigaciones en Ecología y Sostenibilidad, UNAM Campus Morelia.
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El Dr. Luis Felipe Mendoza-Cuenca es profesor e investigador de la Facultad de Biología de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.