Cuando pensamos en madrastras imaginamos a seres malvados que tratan de deshacerse de sus hijastros a como de lugar: ya sea con una manzana envenenada, la aguja de una rueca o algún elaborado veneno. Pero en el reino vegetal las madrastras son muy diferentes, si a Blanca Nieves o a la Cenicienta las hubiera cuidado una de estas plantas, lo más probable es que hubieran crecido más altas, más hermosas y más sanas.
Una planta nodriza dista mucho de los personajes de Walt Disney, ya que facilita el crecimiento y desarrollo de otras especies de plantas (especies blanco) que crecen bajo su copa. Y no es que cuide a las semillas de las otras especies como si fueran sus propios hijos, pero casi.
En realidad, las plantas nodrizas crean microambientes más favorables que aquellos encontrados en los espacios abiertos: la zona debajo de la cubierta de la planta nodriza suele tener mejores condiciones de luz, temperatura, nutrientes y humedad; lo que permite a la especie blanco crecer más fácilmente. Este tipo de interacción positiva entre dos especies (con efectos benéficos sobre uno de los organismos) se conoce como “facilitación”.
Actualmente se considera que esta interacción puede ser determinante en la estructuración y funcionamiento de algunos ecosistemas, sobre todo en ambientes altamente estresantes como los desiertos, montañas altas o zonas degradadas.
Lo anterior no es trivial. De hecho, antes de que se descubriera el efecto nodriza, los investigadores en ecología habían puesto mucha atención en el estudio de las interacciones negativas entre plantas (p. ej. competencia), y se pensaba que las comunidades vegetales se formaban, en gran medida, como consecuencia de la competencia. Es decir, algunas especies (competidoras dominantes) desplazarían al resto, por lo tanto, las especies que se encontraran viviendo juntas en mismo lugar no competían.
Aún hoy, cuando se acepta la importancia de la facilitación, quedan muchas preguntas por resolver, sobre todo cuando las interacciones entre la planta nodriza y la planta blanco dependen de las circunstancias y del ecosistema en estudio. Por ejemplo, las leguminosas (como el frijol o algunos huizaches) se consideran una gran opción como nodrizas en hábitats desérticos y mediterráneos semiáridos, sin embargo, la interacción puede ser indeseable cuando ambas plantas (nodriza y blanco) son leguminosas; puesto que al poseer los mismos hábitos y requerimientos tenderán más a la competencia que a la facilitación.
Ante este panorama, y para tratar de explicar la importancia relativa de las interacciones positivas y negativas en hábitats muy estresantes, se estableció la hipótesis del gradiente de estrés: que propone que las interacciones positivas aumentan en importancia con el nivel de estrés ambiental, de ahí que en los ecosistemas con pocos recursos se espera encontrar más interacciones positivas.
Como esta historia no es un cuento de hadas, la función e importancia de estas madrastras depende mucho de las especies relacionadas y del hábitat en dónde se encuentren.
Si una planta se localiza en un sitio con muy poca disponibilidad de agua o pocos nutrientes, tendrá un mejor desarrollo si está en asociación con una planta nodriza, pero si el ambiente no es muy estresante, la interacción positiva no tendrá efectos tan relevantes y la planta no necesitará de una madrastra “bondadosa”. Esta hipótesis ha sido confirmada en numerosos ecosistemas, aunque también se han encontrado evidencias de que el modelo no siempre se cumple.
Ahora que hemos revisado la teoría podemos examinar algunos ejemplos: en particular resulta muy interesante el caso de México, ya que nuestro país ocupa el lugar número uno en diversidad de cactáceas, que alcanzan alrededor de 1,500 especies dentro de 100 géneros. Estas plantas tienen la particularidad de ser altamente sensibles a la radiación solar cuando son jóvenes ya que no pueden regular su temperatura, por lo tanto, la protección de la plántula (la plantita bebé) contra la radiación solar suele ser crucial en su supervivencia.
En 1991, los investigadores mexicanos Valiente y Ezcurra, estudiaron las relación entre la planta nodriza Mimosa luisana y la supervivencia del cactus Neobuxbaumia tetetzo (especie blanco). Para ello, sembraron semillas de N. tetetzo a cielo abierto y bajo la planta nodriza; encontraron que los cactus que crecen junto a M. luisana sobreviven hasta dos años después de iniciado el experimento (que es la fecha en que se realizó la última observación), mientras que las plantas sembradas a cielo abierto murieron antes de 100 días. Otro ejemplo es el trabajo de Leirana y Parra de 1999, en donde se determinó que la sobrevivencia del cactus Mammillaria gaumeri aumenta 18 veces cuando crece con la protección de una nodriza. Impresionante ¿no?
Otro ejemplo, Lophophora diffusa o falso peyote es una cactácea endémica (exclusiva) del semidesierto de Querétaro, ésta se considera amenazada debido a su extracción ilegal, ya que le atribuyen los efectos alucinógenos y medicinales del peyote. En 2005, un grupo de investigadores determinaron la asociación del falso peyote con especies nodriza y caracterizaron las condiciones microambientales (luz, temperatura y humedad) bajo la copa. En pocas palabras, los investigadores se dieron a la tarea de averiguar los gustos del falso peyote: con quién le agrada crecer y cómo desea que su casita se sienta. Lo que encontraron fue una asociación positiva de L. diffusa y especies arbustivas, particularmente con Larrea tridentata y Acacia sororia, en contraste se encontró una disociación (o asociación negativa) con Celtis pallida y Myrtillocactus geometrizans. Esto es muy interesante, porque implica que el falso peyote es sensible a las condiciones de una u otra nodriza. De hecho, la evaluación de los factores microambientales indica que las condiciones bajo la copa de L. tridentata y A. sororia son similares, mientras que el microambiente debajo de C. pallida es más oscuro. Estos datos pueden significar que la asociación con nodrizas está altamente relacionada con las condiciones particulares de cada copa y con las necesidades específicas de la especie blanco.
Es así como varios ejemplos demuestran que diversas especies de cactus se benefician de manera significativa al crecer bajo una planta nodriza; revisemos ahora la otra versión de la historia. En el estudio realizado por Reyes en 2001 en la isla de Mazocahui en Sinaloa, se encontró que de diez especies de cactus, únicamente las platyopuntias (cactus con tallos aplanados, como el nopal) tienen una distribución relacionada con la de los arbustos, las demás crecen de manera similar bajo nodrizas que bajo cielo abierto. Las platyopuntias de esta isla están relacionadas con ocho de las 27 especies de arbustos estudiados, el número de individuos es mayor bajo la copa de leguminosas; sin embargo no se encontraron diferencias en la fertilidad del suelo donde crecen plantas leguminosas y no-leguminosas. Este estudio apoya la hipótesis de que en hábitats menos estresantes como son desiertos costeros, el efecto nodriza es menos importante.
La historia poco común de estas madrastas ha sido un parte aguas en el entendimiento de los ecosistemas, permitiéndonos comprender un poco más acerca de las formas que vemos en los ambientes naturales. Además, la función de estas plantas ha mostrado ser muy importante en los esfuerzos de conservación. Gracias al entendimiento de la facilitación se ha podido mejorar el diseño y desempeño de sistemas de reforestación en ambientes estresantes, así como perfeccionar las acciones de protección de especies nativas y amenazadas.
Esperamos que ahora cuando visites una zona árida del país mires cuidadosamente a tu alrededor, quizá encuentres una madrastra que está haciéndole la vida más fácil a esa plantita que crece debajo de ella.
Paulette Huelgas Marroquín y Ek del Val de Gortari son investigadoras del Centro de Investigación en Ecosistemas, Universidad Nacional Autónoma de México.
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