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U.M.S.N.H. Año 13/ Noviembre - Diciembre/ No. 78



            blica, dando testimonio de nuestra vida privada; en          Byung-Chul Han, en 2013, refiere que las re-
            tanto que, el secreto, la ambigüedad, la discreción    des sociales son un presidio donde los reclusos
            y  las  veladuras,  formas esenciales de la comuni-    construyen  su propio  encierro  y  se  exponen  en

            cación, son sustituidos por la franqueza sin trabas    una especie  de  mercado  panóptico en el  que se
            de  la transparencia, de  acuerdo  a lo descrito por   venden y consumen intimidades. La sociedad de la
            Byung-Chul en 2013.                                    transparencia implica la exposición de la intimidad,
                  Por lo anterior, podemos afirmar que las re-     la confesión, el desnudamiento y la falta de distan-

            des sociales que se usan cotidianamente son esen-      ciamiento. Está habitada por sujetos narcisistas,
            cialmente panópticas. Al informar sobre lo que se      centrados en el «yo».
            está leyendo, haciendo o pensando, los usuarios
            quedan al descubierto ante las masas. Más aún,         Control y vigilancia por el exceso de información

            los usuarios optan por activar mecanismos de re-             A pesar de ser una sociedad de la informa-
            porte  automático que  detallan  el  lugar  preciso    ción, no está  garantizada  ninguna verdad.  Por el
            donde fue tomada una foto o desde donde se hizo        contrario, el exceso de información que genera-
            una actualización de estado. Muchos activan estos      mos facilita el control y la vigilancia digital. Cada

            mecanismos para obtener servicios basados en lo-       uno se entrega voluntariamente a la mirada panóp-
            calización que les facilitará encontrar un restauran-  tica en la medida que exponemos nuestra cotidia-
            te cercano o recordar, posteriormente, donde fue       nidad, inobservando sus consecuencias, poniendo
            tomada aquella fotografía.                             en riesgo nuestra privacidad, seguridad e intimi-

                  No obstante, el precio a pagar quizá sea de-     dad. El morador del «panóptico digital» es víctima
            masiado alto, puesto que todos sus datos persona-      y victimario a la vez.
            les y sus rastros digitales están siendo almacenados         Las redes sociales se han convertido en una
            en el servidor de alguna empresa, sobre el cual no     necesidad social. El confinamiento obligatorio pro-

            tiene control el usuario. Al tener un historial com-   pició hacerlas parte  de  nuestra  cotidianidad  para
            pleto sobre las actividades que realiza cada perso-    estudiar, trabajar o interactuar. No obstante, resul-
            na, se pueden aplicar técnicas de minería de datos     ta paradójico que las redes sociales como herra-
            para obtener relaciones no triviales y observar pa-    mienta eficaz para abrir espacios de libertad social

            trones de  comportamiento,  conocer  preferencias      y  personal, estén  contribuyendo  al perfecciona-
            de lectura,  tendencias políticas,  creencias  religio-  miento de la sociedad disciplinaria, haciendo po-
            sas, hábitos de consumo, personas frecuentadas y,      sible la consolidación de un sistema de vigilancia
            por supuesto, determinar si alguien tiene tenden-      distribuida con el que soñaría cualquier dictador, un

            cias contrarias a los gobiernos en turno. Quizá, lo    sistema en el que todos permanecemos vigilados y
            más irónico es que nosotros mismos contribuimos        en el que cualquier persona es susceptible de con-
            de forma  voluntaria  —aunque inconsciente—  a         vertirse en un informante.
            proporcionar información para que podamos ser vi-            El pensamiento de Michel Foucault y Byung-

            gilados tan minuciosamente.                            Chul Han, no es ajeno a nuestra realidad actual: la


























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