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U.M.S.N.H. Año 11 /Noviembre - Diciembre/ No. 66
A menos que seamos campeones olímpicos, evolución; su principal fuente de cambio y su ga-
no somos muy rápidos, no más que los grandes fe- rantía de sobrevivencia. Ahora sabemos que nues-
linos cazadores o los ciervos que podrían ser par- tra especie es la única sobreviviente de un grupo
te de nuestro alimento, nuestro olfato y vista son muy poco diverso de unas cuantas especies del
estándar entre los mamíferos y ni siquiera somos género Homo sp. que no pasan de contarse con los
buenos rastreadores, a menos que se nos entrene dedos de las manos. Comparado con la diversidad
durante largos periodos. de insectos o de orquídeas o de casi cualquier otro
En realidad nuestra especie, Homo sapiens, grupo, no somos nada.
no es única y tampoco la más exitosa. Contra lo Para acabarla de amolar, un perro, un león
que pensamos la mayoría, y que se encuentra en o cualquier otro mamífero, rápidamente se hacen
el sustrato de casi toda religión, nuestra especie es independientes: a los dos o tres meses ya pueden
muy reciente, apenas unos miles de años, lo que valerse por sí mismos, incluso antes. Nosotros,
nos convierten en una rayita en una línea evoluti- por el contrario, tenemos una infancia muy pro-
va que ocupa alrededor de 4000 millones de años longada… de años.
desde el origen de la vida en este planeta. Entonces, ¿en dónde radica nuestra fuerza?,
Los humanos, como somos ahora, apenas ¿cómo hemos formado el grupo dominante en el
sumamos alrededor de 200 000 años, una línea planeta, con capacidad para alterarlo, modificar-
apenas perceptible al final del trazo de cambios lo a voluntad o imponernos sobre todas las demás
perennes que es la evolución. Los excesivos 8000 especies, incluyendo a los más pequeños y conta-
millones de seres humanos de todo el planeta, pa- giosos?
lidecemos ante la vastedad de millones y millones Hay varios elementos para el éxito de nues-
de seres microscópicos —y casi desconocidos— tra especie. Seis genes nos distinguen de otros
que habitan un campo, nuestro tracto digestivo, la homínidos: uno que incrementó la superficie cere-
piel, el tracto genital o un charco. bral, armando las circunvoluciones que caracteri-
Somos apenas diversos, y ese término no es zan a los sesos; otro gen nos posibilitó el uso de
cualquier palabra: la diversidad es el secreto de la una formidable herramienta portátil: sí, el pulgar
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