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U.M.S.N.H. Año 13/Julio - Agosto/ No. 76
en los músculos, lo que llevó a especulaciones sobre que descartamos casi por completo, y nos centra-
la posibilidad de «revivir» la materia inanimada. El mos en la fabricación de células; incluso esto resul-
galvanismo inspiró a muchos científicos y filósofos ta ser una labor titánica. En 2012, se publicó una
a experimentar con la electricidad y la vida, lo cual obra fundamental sobre la creación de vida, o como
influyó en la creación de la figura del Dr. Frankens- se conoce hoy, la Biología Sintética: Regenesis: How
tein, quien utiliza la electricidad para dar vida a su Synthetic Biology Will Reinvent Nature and Oursel-
criatura. ves, de George Church y Ed Regis (Basic Books,
Ya hemos comentado el intenso debate entre Nueva York, 2012). En este libro, Church y sus co-
el vitalismo, que afirmaba que la materia inorgá- laboradores en la Universidad de Harvard plantean
nica podía cobrar vida a través de la influencia de la posibilidad de crear vida a partir de información
un espíritu vital, y las corrientes materialistas, que genética decodificada.
sostenían que la vida era un proceso inherente a
fuerzas internas de la materia y, por lo tanto, la vida
podía explicarse a través de las leyes de la física y
la química. Víctor Frankenstein era un «científico»
que participaba de este debate y trataba de usar los
nuevos descubrimientos para lograr su propósito.
Además de la electricidad, la termodinámi-
ca, la mecánica y otras áreas de la física que expe-
rimentaban un gran auge, la biología comenzaba
a afianzarse como una ciencia «seria», sobre todo
con los avances de la fisiología, la anatomía y la his-
tología. La disección de cadáveres humanos para el
estudio de la anatomía fue una práctica científica
muy común durante la época de Shelley. Esto pro-
porcionó un marco en el cual las personas comenza-
ron a cuestionar los límites entre la vida y la muerte.
Shelley explora estas ideas a través de la obsesión
de Frankenstein por comprender los secretos de la
vida y la muerte, y cómo llega a crear su monstruo
ensamblando partes de cuerpos humanos. En esto
coincide Mary Shelley con otra de las obras funda-
cionales de la ciencia ficción, La isla del Dr. Moreau,
de H.G. Wells, publicada años más tarde y que da
cuenta de la creación de seres híbridos entre ani-
males y humanos ensamblando partes anatómicas
de ambos.
En términos estrictamente científicos, pode-
mos ver ahora los planteamientos «técnicos» de la
novela como obsoletos, incluso ingenuos. Sin em-
bargo, debemos entender que una de las propie- Este libro despertó o consolidó el interés de
dades más importantes de la ciencia es su carácter muchos científicos hacia este campo, y pronto sur-
dialéctico: los conocimientos avanzan, son derro- gieron dos enfoques principales: el primero pro-
tados, consolidados; es decir, las preguntas fun- pone identificar un genoma mínimo y aprovechar
damentales nunca desaparecen y se reactualizan compartimentos preexistentes, reemplazando su
constantemente. Así que, a la pregunta «¿Podemos genoma por uno sintético. El otro, liderado por
crear vida?», la ciencia moderna responde con nue- Church, plantea la construcción de un genoma mí-
vos experimentos. nimo asociado a un compartimento sintético, al que
En la actualidad, la idea de «crear» vida tiene se le añaden ribosomas, nucleótidos y aminoácidos
un enfoque muy distinto, y por supuesto, es menos «copiados» de una bacteria. Como vemos, el alcan-
ambiciosa que en épocas anteriores. Crear un ser ce de los «nuevos Frankenstein» es mucho más mo-
humano o cualquier animal completo es una tarea desto; ahora se centran en recrear una célula.
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