¿Por qué se caen los edificios?

Escrito por Juan Ignacio López-Pérez y José Manuel Jara-Guerrero

En años recientes, hemos sido testigos de cómo los temblores afectan a las construcciones, en
algunos casos, a tal grado que llegan a derrumbarse y en muchos otros, aunque no colapsen
durante el temblor, es necesario demolerlas debido al daño que presentan, pues su uso es
inseguro. Desafortunadamente, estos daños lastiman a la gente y causan pérdidas humanas
con consecuencias graves para la sociedad.
Es muy desafortunado que, como sociedad, al día de hoy no sea posible garantizar
plenamente la seguridad de nuestras construcciones y el de las personas que en ellas
habitan. Esto se relaciona con un conjunto de factores que se resumen en aquellos sobre los
que podemos ejercer cierto control y aquellos en los que tenemos poco o nulo control. Estos
últimos se relacionan con la magnitud de los temblores, el lugar del epicentro, su periodicidad y
hora en que ocurren, las intensidades sísmicas que se producen en las poblaciones, entre
otros. Decimos que el control que tenemos sobre ellos es casi nulo dado que estamos muy
lejos de poder predecir la ocurrencia de los eventos sísmicos y estos fenómenos naturales
tienen todavía grandes incertidumbres. En los siguientes párrafos, se comentan algunos
factores en los que sí tenemos control y que, a su vez, mantienen una relación directa con los
daños que ocasionan los temblores.
Tomemos como ejemplo los temblores ocurridos el 7 y el 19 de septiembre de 2017, los
cuales afectaron de forma importante a estados como Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Morelos,
Puebla y Ciudad de México. Se estima que perdieron la vida alrededor de 450 personas y cerca
de 190 mil inmuebles resultaron dañados. Tan solo en la Ciudad de México se reportaron 44
edificios colapsados debido al temblor del 19 de septiembre de 2017 que, aunque es menor
que los 210 edificios colapsados durante el sismo del 19 de septiembre de 1985, con epicentro
en Michoacán, sigue siendo una cifra muy alta. Esta reducción se debe parcialmente a la menor
intensidad originada por el temblor de 2017 en la zona de terreno blando de la Ciudad de
México, pero también a la mejoría en el control que ejercen las autoridades sobre los proyectos
y su construcción, a partir del terremoto de 1985.
Reglamentos a cumplir para disminuir la caída de edificios por un sismo
Pero, ¿qué causó esos daños en los edificios? o ¿Por qué algunos se derrumbaron y
otros no? Para responder a estas preguntas debemos entender que cuando una construcción
cae, intervienen diversas causas, algunas de índole social como la corrupción inmersa en
dependencias gubernamentales y en la práctica profesional, ambas relacionadas con la
construcción, pero también intervienen aspectos reglamentarios y técnicos en la elaboración
del proyecto y su construcción, mismos que impactan significativamente en el comportamiento
de los edificios, y que se describirán más adelante.
Los reglamentos proporcionan requisitos mínimos de seguridad en las
construcciones; sin embargo, permiten daños en las construcciones cuando ocurren
temblores de gran magnitud. Esta filosofía de diseño que ha llevado a enormes pérdidas
económicas y humanas alrededor del mundo,

es seriamente cuestionada en la actualidad. No obstante, existen otros factores que originan daños mucho más severos que los previstos por
los reglamentos. Uno de los más importantes se relaciona con la concepción de los proyectos
de edificaciones y su construcción; existen muchos casos en que las casas y los edificios
nacen «enfermos». Es decir, desde que se inician los proyectos presentan graves deficiencias
desde el punto de vista sísmico, los cuales son concebidos, en el mejor de los casos, por
ingenieros y arquitectos y aceptados por las autoridades. Por ello, los profesionistas
deberíamos ser obligados a permanecer actualizados mientras se ejerce la profesión,
particularmente en zonas sísmicas.
En ocasiones, la ignorancia por falta de actualización —que no la mala fe— de ingenieros
y arquitectos, conducen a crear estructuras sísmicamente muy vulnerables. Por su parte, las
autoridades al otorgar los permisos para realizar estas construcciones, sin ninguna revisión, se
vuelven copartícipes

de estas construcciones que no nacen «sanas», y por ello es altamente
probable que presenten daños y/o colapsen durante la ocurrencia de temblores. La concepción
estructural la hacen conjuntamente los ingenieros y arquitectos, al seleccionar la ubicación de
muros, columnas, escaleras, huecos para ventilación e iluminación, etc. Esta concepción
plasmada en los planos arquitectónicos, condena a las construcciones a ser poco o muy
vulnerables ante los temblores que soporten su vida útil.
Por otro lado, también es necesario tener un control de las construcciones existentes
para evitar el deterioro acelerado debido a un mantenimiento insuficiente, y en algunos casos
inexistente, lo que las hace más susceptibles de ser dañadas por un temblor. Adicionalmente,
las construcciones pueden acumular daño causado por temblores ocurridos durante su vida.
Por ejemplo, se tiene registro de que alrededor del 90 % de los edificios que colapsaron en el
temblor de 2017, fueron construidos antes de 1985. Esto implica que en 2017 estos edificios ya
habían sido afectados por temblores y un sismo de gran magnitud. Si bien algunos de ellos
fueron reparados o rehabilitados, hay evidencia de que en su mayoría no recibieron ningún tipo
de intervención, por lo que ese daño acumulado, su mala concepción estructural y el uso de un
reglamento antiguo, favoreció el colapso cuando ocurrió el sismo.
No todos los edificios colapsados en 2017 eran antiguos, algunos de ellos eran de


construcción más reciente, por tanto, su falla se atribuye a otros factores, como las deficiencias
constructivas, el uso de materiales de baja calidad, un proyecto mal concebido, entre otras. Los
temblores destructivos en todo el mundo, en los último 60 años, han dejado una lección que no
acaba de ser suficientemente asimilada: la concepción estructural desde el inicio de los
proyectos arquitectónico y estructural, puede conducir a las edificaciones a un buen
comportamiento sísmico o a un pobre desempeño durante la ocurrencia de los
terremotos.
Los temblores de las últimas décadas muestran que ciertas concepciones estructurales
siguen causando un número muy grande de colapsos, no obstante que han sido observadas y
señaladas desde hace más de 50 años. Entre ellas destacan las siguientes:
Planta baja débil
Es común que en construcciones con uso habitacional se piense como primera alternativa
utilizar muros para soportar a las losas, ya que son necesarios para delimitar los espacios
interiores. Sin embargo, es también frecuente utilizar el nivel de planta baja del edificio como
estacionamiento y colocar departamentos en los pisos superiores. En principio, esto no
debería suponer ningún inconveniente; sin embargo, como un estacionamiento requiere de
espacios libres para los vehículos y áreas de circulación, el sistema de muros se vuelve
inadecuado y se suelen colocar columnas en planta baja. En los pisos superiores se utilizan
muros de tabique para delimitar los espacios de sala, comedor, recámaras, baños, etc. y
soportar las losas.
De esta manera, los temblores encuentran una planta baja muy flexible y pisos superiores
muy rígidos (por los muros), lo que produce grandes desplazamientos en el primer nivel (Figura
a) y muy frecuentemente daños severos en las columnas que pueden conducir a que el edificio
caiga. Entonces, ¿podemos hacer edificios con estacionamiento en planta baja y

departamentos en los demás pisos que no sean tan vulnerables ante temblores?, la respuesta
es sí. Una posible solución es evitar que las columnas de planta baja del edificio se interrumpan
y continúen hasta el último piso para ser el sistema de carga de todo el edificio. Los muros
deberían entonces no soportar las losas y quedar separados de las columnas con una junta
flexible (Figura b).
Condición de esquina
Las edificaciones ubicadas en esquina usualmente cuentan con dos fachadas que tienen
una gran cantidad de aberturas y cancelería como parte de su diseño arquitectónico, lo cual es
comprensible para la iluminación, ventilación y el propio uso de los espacios. Sin embargo, las
fachadas posteriores suelen tener una cantidad mucho menor de aberturas, o incluso no tener,
principalmente por estar en contacto con edificaciones colindantes. Esto genera una importante
asimetría que genera torsión (giro alrededor de un eje vertical) en los edificios. En el sismo de
2017, se identificaron en la Ciudad de México once edificios colapsados con esta configuración.
¿Qué hacer?, la respuesta es muy simple, con solo separar las columnas de los muros como
se muestra en la siguiente figura, en las fachadas posteriores, se evita el contacto de muros y
columnas durante la ocurrencia de un temblor y con ello la torsión.
Columna corta
En edificios escolares —y muchos otros— se construyen muros de pequeña altura para
colocar ventanas sobre ellos (Figura a). Normalmente, están unidos en sus dos extremos con
columnas; no obstante, al ocurrir un temblor, la gran diferencia en las características de los dos
elementos unidos, causa daños en las columnas (Figura b). Nuevamente, esto es fácilmente
evitable al desligar los muros de las columnas con una junta de unicel o con algún material
flexible.


Aunque las soluciones para evitar el nacimiento de estas malas concepciones
estructurales son muy sencillas, siguen construyéndose en diversas ciudades del país con alto
riesgo de sismos, como Morelia (Michoacán, México), debido a la escasa capacitación e
interés en la seguridad estructural, de los responsables de otorgar permisos de construcción y
la poca o nula actualización de muchos ingenieros y arquitectos en ingeniería sísmica.
Juan Ignacio López-Pérez. Estudiante de Doctorado en Ingeniería Civil, Facultad de
Ingeniería Civil, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán.
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José Manuel Jara-Guerrero. Profesor Investigador del Departamento de Estructuras,
Facultad de Ingeniería Civil, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia,
Michoacán.
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Instituto de Investigaciones Legislativas (2018). Sismo 19 de septiembre 2017: Aspectos estadísticos,
financieros y sociales relativos a la reconstrucción, recuperación y transformación de la CDMX, Congreso
de la Ciudad de México. https://congresocdmx.gob.mx/media/banners/d120319-2.pdf
Najar A. (19 de septiembre de 2018). Sismo 2017 en México: las lecciones no aprendidas que dejó el

terremoto del 19 de septiembre. BBC News, p. 1. https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-
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Máximo P., Hernández A., Ramos R. y Martínez A. (2017). Daños estructurales en Ciudad de México,
producidos por los sismos del 28 de julio de 1957 y el 19 de septiembre de 1985. Revista UNIMAR, 35(2),
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